C A P Í T U L O CUATRO
Sweet Poison
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Mafia: Obediencia, sumisión y huída constante.
No puede haberme encontrado, no de nuevo. Tiene que haberse referido a otra mafia, no a la brasileña, no a la que tanto le temo, no a esa...
Vuelvo a mi camerino con Coco a mi lado, no soy capaz de hablar y darle alguna explicación razonable que le quite esa expresión de vergüenza por haberme encontrado como lo hizo, porque ni yo misma sé la razón de haberme quedado ahí mientras me aprisionaba contra la pared, impidiendo ligeramente el acceso de aire por la forma en como me apretaba el cuello y rozando mis labios con los suyos. Podía haberlo alejado, pero los protocolos de moralidad no van conmigo y en ese instante quería más. Hasta que dijo eso.
- Lista - Informa Coco dándome un último repaso de labial negro.
Algo desubicada, me levanto y le agradezco, salgo hacia la tarima y suelto el aire que estaba aprisionando, cuando no percibo ningún rastro de Marcola. La música inicia con la luz apagada, por lo que me ubico con rapidez en mi sitio, canalizando la adrenalina de hace un momento en el baile, aunque es difícil impedirle a mi cerebro no recordar aquella tarde donde pronuncié el "Si" que cambió mi vida por completo.
Por poco me equivoco en la coreografía, el pánico de las memorias pasadas se van apoderando poco a poco de mi, cierro los ojos en un intento de controlarme mientras ruego que se acabe la canción. Se acerca el cierre, apenas tengo energía para seguir, las personas aplauden y salgo de allí, no puedo soportar un minuto más conteniendo las lágrimas, busco el baño y me encierro en un cubículo, tomo aire y las lágrimas escurren por mis mejillas. Sus palabras se repiten en bucle en mi cabeza: Bienvenida al mundo de la mafia, Sweet Poison.
No le temo a los narcos, siempre buscan una mujer hermosa para presumir delante de todos, solo basta con sonreírles para posteriormente sacarles cuanto dinero quieras. Solo debes fingir, pero él, ese hombre en particular, ese sucio y asqueroso sujeto del que huí en cuanto tuve oportunidad, es el mismo diablo, es repugnante y violento, es mi puto pasado en Brasil, por eso no quiero que se esté refiriendo a mi pais natal, no quiero volver a tener nada que ver con mi pasado.
En mi mente de adolescente fue tan sencillo como seducir al narco de Río de Janeiro, no quería apuntar a simples sicarios, sino al rey del imperio. Aún me digo a mi misma que ese personaje solo fue un escalón en mi subida al éxito, pero hay veces que me arrepiento de haber sufrido tanto por unos míseros centavos. Salgo del cubículo y con una toalla me seco los ojos, respiro profundo antes de ir en busca de Black, no me importa cuanto se enoje, necesito irme, no puedo seguir aquí.
-¿Todo bien, Sweet? - Pregunta preocupado en cuanto me ve.
-Debo irme, surgió algo de último minuto, no importa si no me pagas la noche, pero no voy a quedarme más - Informo sin titubear
-Está bien, está bien ¿Puedo ayudarte en algo? Sabes que por encima de trabajar para mí está el hecho de que te conozco desde que iniciaste en este mundo y te quiero como si fueras de mi familia, dime Sweet ¿Qué anda mal? - Se levanta de su asiento e intenta acercarse a mi.
-No es nada, de verdad, nos vemos mañana en la noche - Digo y salgo rápidamente de la oficina.
Devuelta al camerino, me cambio con agilidad de ropa para luego ir en busca de mi auto, escarbo en mi bolso intentando encontrar las llaves mientras camino con paso apresurado a la salida trasera del bar, me detengo delante de mi Maserati hasta que por fin las encuentro, pero antes de que pueda desbloquear la alarma, siento unos brazos aprisionándome por la cintura, grito desesperada cuando intenta alzarme, aleteo con los pies pero es mucho más fuerte que yo, vuelvo meter la mano en mi bolso y saco el infaltable gas pimienta, lo aprieto rociando donde supongo está su rostro rogando no fallar. Su agarre se debilita y aprovecho para golpearlo en la entrepierna con una patada, reacciono y desbloqueo mi auto, abro la puerta pero alguien me sujeta bruscamente del brazo impidiendo que me monte, esta vez me alza dejando mi cabeza detrás de su espalda y mi trasero sobre su hombro, lo golpeo con fuerza completamente confundida al ver al sujeto que acabo de rociar gas pimienta en el suelo retorciéndose de dolor. Hay dos.
Grito hasta que me arde la garganta, pero al parecer a quien me está cargando parece no incomodarle, dado que sigue caminando hacia una camioneta de color rojo, abre la puerta sin mayor dificultad y me tira dentro, golpeo la ventana e intento abrir en vano la puerta. Veo que la persona que me estaba cargando va a auxiliar a su acompañante en el suelo, pasa su brazo sobre sus hombros mientras lo ayuda a caminar hacia otra camioneta de color negro. Mientras tanto sigo gritando, intentando abrir la maldita puerta, hasta que siento un suspiro a mis espaldas, entro en tensión y me quedo quieta, completamente aterrada.
-Acabas de golpear en las pelotas a uno de mis mejores hombres, déjame felicitarte - Una voz que conozco rompe el silencio - Ya sé que sabes gritar muy fuerte Sweet, ahora ¿Dejarías que te explique por qué estás aquí?
Me doy la vuelta para mirarlo, con la diferencia de que esta vez ninguno de los dos lleva máscara, suelto un suspiro ahogado en cuanto lo reconozco, me encontró, maldita sea, después de cinco años vuelvo a estar cara a cara con el hijo del asqueroso rey de la mafia brasileña.
-No es lo que piensas, no es mi padre él que ha mandado a buscarte, si te sirve de consuelo, creo que ya te olvidó - Dice mirándome con una sonrisa dibujada en sus labios - Todo esto es obra mía.
Cállate Sweet, no lo provoques, cállate...
Muy tarde.
-¿Te obsesionaste conmigo y no has podido olvidarme estos cinco años? Dime Tiago ¿Te masturbaste pensando en mí todo este tiempo? - Digo aterrada por dentro pero segura por fuera.
-No todos me llaman por mi nombre de pila, qué afortunada - Responde sin perder su tranquilidad y su repentina satisfacción.
Se queda un momento en silencio observando y aprovecho para hacer lo mismo, detallo la parte que me ocultaba su antifaz, sus ojos siguen siendo oscuros, tal y como lo eran en mis borrosos recuerdos sobre él.
-¿Qué quieres? - Pregunto sin moverme ni un centímetro - ¿Un baile personalizado o algo así?.
- Lo de las reglas iba en serio, respétame, no creo que yo te esté irrespetando ahora mismo.
-¿Secuestrarme no es un irrespeto? - Río amargamente.
-Un secuestro es contra la voluntad de la persona y tú te irás conmigo sin ser obligada.
-Estas loco, abre el maldito auto, ahora - Digo pero internamente me siento estúpida, porque eso es lo último que va a hacer.
- Vas a ayudarme a entregar a mi padre - Suelta y lo miro completamente desorientada.
-Tú amas a tu padre, le adoras y le admiras ¿Es una especie de trampa? No voy a caer.
-No, ya no es así, las cosas han cambiado desde que te fuiste - Se acomoda en el asiento y yo retrocedo alerta de cualquier movimiento - ¿Cuántas veces tengo que decirte que no voy a tocarte? No estoy aquí para hacerte daño.
-Mientes - Susurro con los ojos vidriosos.
-Tú le odias, yo le odio, tú eres el anzuelo perfecto, yo el infiltrado adecuado, podemos destruirlo, además, se que no sería un esfuerzo para ti teniendo en cuenta todo lo que te hizo, únete a mi, Sweet.
Sigue sin llamarme por mi nombre y se lo agradezco, dado que es una de las pocas cosas que detesto de mi gracias a los recuerdos que trae a mi mente.
-Déjame ir - Digo con la voz temblorosa. Como dije, no soy mucho de perder el poder, pero mi detonante es el recuerdo de las cosas horribles que viví en Brasil - Por favor.
-Lleva esto - Me entrega una carpeta negra - No voy a obligarte a nada, no soy como mi padre, por eso te daré la oportunidad de elegir, llama al número que dejé en la carpeta si quieres ayudar, ahora, ya puedes irte, se que quieres golpearme en las pelotas pero te pido que no lo hagas.
Sigo mirándolo confundida ¿Así de fácil me dejará ir? Esto debe ser una broma, nada es fácil con la mafia.
-¿Qué hay en la carpeta? - Pregunto con voz temblorosa.
-Más motivación para destruir a mi padre.
Desbloquea el auto y el sonido me hace dar un ligero brinco.
-Espero verte pronto - Dice cruzándose de brazos.
Abro la puerta y corro hacia mi auto, me monto y acelero a fondo para marcharme, necesito estar lejos de aquí, ahora que la bruma de la duda y el temor recorren mi mente. Me detengo en una zona residencial porque no soy capaz de conducir, las manos me tiemblan y no está en mis planes morir por colisionar con otro coche, me seco las lágrimas con el dorso de la mano y con inseguridad, enciendo la luz del vehículo y tomo la carpeta, la abro para comenzar a leer intentando decirme a mí misma que le venganza no va conmigo. Mintiendo.
Encuentro imágenes y testimonios de personas que sufrieron lo mismo que yo en manos de ese canalla. Podría pensar que Tiago está usando un tipo de chantaje, pero esas fotografías de chicas golpeadas, tapando su rostro por vergüenza, con azotes de cinturón en la espalda dejando grandes hematomas me confirman que es Cassiano, el rey de la mafia en Brasil, el que alguna vez me golpeó y maltrató. Todo por dinero, por escapar. Cierro la carpeta y la arrojo a los asientos de atrás.
¿Me das la oportunidad de elegir, Tiago? Pues mi respuesta es no, no voy a llamarte, no voy a involucrarme en esto.
Enciendo el auto y conduzco hasta mi apartamento con algo más de tranquilidad. Subo en el elevador y entro a casa, inhalando el aroma peculiar a vainilla, observo los sillones azul oscuro, el tapete de gamuza del mismo color, las luces que cuelgan del techo iluminando cada rincón, cada cuadro, planta y mueble, todo lo que conseguí trabajando duro, pienso también en mi futuro negocio, todo con esfuerzo y humillaciones. No pienso volver a huir.
Eu escapei uma vez da Macedo, não vou fazer isso novamente. "Escapé una vez de los Macedo, no voy a hacerlo otra vez."
Subo a mi alcoba y me acuesto cerrando los ojos con fuerza. Tan pronto como lo hago, siento como un recuerdo viene a mi mente.
***
-¿Sabías que ese cerdo roba a niñas para prostituirlas? - Dice Márcia, mi hermana menor - No hagas esto - Dice mi nombre en tono suplicante - Podemos trabajar juntas, como lo hemos hecho todos estos años, por favor, no vayas...
-No te mereces la vida que te espera - Digo mientras acuno sus mejillas en mis manos - Lo haré por un futuro mejor, ninguna de las dos merece esto ¿Podrías entender?.
-No lo hagas - Murmura con la voz rota y los ojos vidriosos - No juegues con fuego, sabes que él es peligroso.
-Un hombre enamorado es la marioneta perfecta ante la mujer indicada - Susurro y sonrío tristemente - Confía en mí, Márcia, saldremos de esta maldita favela en menos de nada.
Miro sus ojos cafés iluminados por la luz que se filtra por nuestras cortinas improvisadas. Márcia es hermosa, lo malo es que es que es muy inocente, no merece la vida cruda y violenta de donde vivimos. Sin padres a cargo, somos un blanco fácil y no pienso permitir que mi única hermana sufra lo que yo sufrí cuando nos abandonaron.
No tengo ni idea de cómo hemos sobrevivido; dos jovencitas, cabello oscuro ondulado, ojos cafés y con siluetas que continúan desarrollándose y atrayendo a cualquier bastardo. Solas, sin estudio y sin posibilidades económicas. Hoy mismo acabaré con esto.
-Cuídate - Grita mi hermana cuando salgo de la pequeña casa donde vivimos rumbo a la mansión de los Macedo.
-Haré mi mayor esfuerzo - Murmuro en respuesta a Márcia.
-¡Te quiero! - Vuelve a decir y en cuanto la escucho se que está llorando.
No miro atrás, ambas necesitamos esto. Por una vida mejor.
***
Con la respiración agitada me levanto asustada, tengo las mejillas empapadas y un dolor en el pecho por... revivir ese momento.
Márcia.
Su nombre quema mi cuerpo al recordarlo. En verdad que me encantaría vengarme, pero prometí algo, al menos lo hice hace mucho tiempo. La carpeta que me dio Tiago reposa a mi lado en la cama, la tomo en busca del número para poder contactarlo y...la termino lanzando al suelo. No voy a hacer esto.
Por mí, por Márcia.
XxxX
UNA ACTUALIZACIÓN SEMANAL *Promesa*
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