❝ No son juegos para niños ❞
— ¡Déjame tranquila! - Gritó y pataleó, la pequeña coneja no dejaba de verme con odio, estaba comenzando a irritarme y como si fuera su propia madre, le observé muy molesta, logré que se tranquilizara.
Apenas cruzamos la entrada del departamento cuando la solté de mala gana, casi tirándola al suelo mientras cerraba la puerta tras de mi y colocando el seguro de la misma. ¡Esa mocosa!.
— ¡No quiero volver a verte en ese callejón!, ¡ni en ningún otro!, es más... , ¡no puedes jugar ese tipo de juegos! - Grité molesta, escuchando como los pasos de alguien más se acercaban al corredor.
— ¡Tú no eres quien para decirme que hacer! - Se levantó enfrentándome, mirándome con la misma molestia que antes, cruzando sus brazos con una postura firme.
— Ella no, pero yo sí - Vainilla llego al corredor, viendo a su pequeña hija con el ceño fruncido y de brazos cruzados, definitivamente eran iguales.
— ¿Qué hizo esta vez? - Me pregunto Vainilla, entregándome una taza de café mientras yo estaba sentada en la mesa, mirando a su hija frente mío con desaprobación y decepción.
— La encontré apostando en las calles, tenía esto con ella - Saqué de mi bolsillo el par de dados — engañó a los niños del edificio de atrás, si vienen sus madres a reclamar por el dinero no les hagas caso.
— ¿Y qué?, solo jugábamos con monedas - Cream me miro molesta, esperando a que cerrara la boca.
— Trescientos dólares no son monedas - Aclaré sacando de sus bolsillos el dinero que traía, trescientos cincuenta dólares en total.
— ¡Deberían estar orgullosas!, ¡También traigo dinero a la casa! - Espeto molesta, con los ojos acuosos lista para llorar.
— ¡¿Eres tonta?! - Grité levantándome de la mesa — Por dios Cream, ¡los dados están arreglados!, y no es por ser mala perdedora, porque entiendo cuando pierdo pero vi tus movimientos niña, tu dedo moviéndose cuando el dado cayó en el tablero. Apenas eres una principiante.
— ¡Puedo mejorar!, ¡Enséñame! - Grito suplicante, su madre y yo la vimos con los ojos bien abiertos, decepcionadas ante sus palabras.
— Cream... - Vi como Vainilla sentía su corazón romperse. Ella tan débil y la niña con sus ideas.
– No voy a enseñarte nada, yo nunca hago trampa - Me observó sorpresiva — No puedes seguir haciendo esto, ¿Qué hubiera pasado si yo no me hubiera dado cuenta?, otra persona, incluso mayor que yo te hubiera descubierto, raptado, abusado de ti, ¡y luego te lanzaría a un río!, o incluso peor... estas cosas no son para niños Cream, deja de hacerlo - Concluí tirando los dados a la basura.
Sus ojos adornados por las lágrimas y su nariz roja por llorar. No me gusta hacerla llorar, pero parece que a gritos es la única forma que entiende.
— Yo solo quería ser como tu...- Me miro desilucionada, apretando con sus manos el fin de su vestido aguantando mas lágrimas.
— Y yo quiero que seas mejor, puedes hacer algo mejor que esto, ¿Que tal estudiar mucho y volverte presidenta? - Acaricié sus orejitas con cariño.
—¿De verdad? - Sus ojos brillaron con ilusión, es tan ilusa a veces.
— No, hasta crees - Reí al verla, su madre me acompaño con la burla mientras nos sentabamos todas a cenar.
— Ya decía yo, ¿demasiado amor por parte de Amy?, extraño - Comentó Vainilla al tiempo que dejaba un vaso de chocolate para la molesta conejita.
Tiene su toque, puede chantajear a varios niños y tal vez algún adulto en su escuela, pero quiero que se aleje de negocios como esos.
Después de disfrutar la cena, Cream se fue a dormir, mañana debería llevarla a la escuela temprano pero. Mis planes son distintos.
Mira como Vainilla limpiaba los platos con agua y jabón, dándome la espalda; creo que es un buen momento para hablar.
— ¿Qué sucede? - La escuche preguntar.
— ¿Cómo sabías que quería hablar contigo? - La verdad es que a veces Vainilla me da miedo, hay cosas que puede predecir o tal vez sea el instinto de madre que tiene.
— Tu siempre te quedas callada y seria cuando algo sucede, ¿Paso algo malo en el club?
— Aparte de traer dinero sucio...me junte con Scourge - Recordé la droga en mi chaqueta, aun estando en la bolsa y si sacarla seria buena idea.
— ¿Y eso es malo?, ustedes dos se llevan muy bien, a pesar de que él es quien ya sabes - Guardó los platos mientras me escuchaba.
— Ahora consume drogas - Dije y sus orejas se alargaron más si es posible, escuchando me atenta — Él jamás las consumía y ahora resulta, heroína al parecer. Intentó abusar de mí pero, aunque sonara tentador y este muy bueno sinceramente prefiero hacerlo con gente no-drogada.
Vainilla soltó una risa corta mientras se daba vuelta, teniéndome de frente mientras su mirada se hacia oscura.
— No me digas que trajiste esa basura a mi casa.
— Si, lo hice - Sus ojos se oscurecieron aún más, cuando tiene esa mirada aterradora me deja en claro que ella es más aterradora que yo — Pero, la tiraré en la mañana - Expliqué antes de que me matara.
— Mas te vale, no quiero despertarme por el olor a vinagre ni que tu estas mal de la cabeza - Advirtió con cuchillo en mano, ¡¿Cómo es que lo tenía en la mano y no me di cuenta?!.
— Tranquila - Baje su cuchillo con cuidado — También, pienso a viajar a las Vegas - Me miro sorpresiva — Casi tengo el dinero necesario para ir a divertirme un rato, posiblemente nos volvamos millonarias.
— ¿Estás segura de que puedes hacerlo? - Me pregunto intrigada, preocupada como una madre lo haría y como una gran amiga también.
— Por supuesto, ¡nada es demasiado para Amy Rose!, fortuna es mi segundo nombre - Le guiñé al momento de levantarme de la silla, me despedí y agradecí por la charla de un ratito para irme a dormir.
Abrí la puerta de mi habitación, pequeña, pero cómoda. Con una luz blanca por ahora apagada, una cama con cobijas superior ricas y almohadas grandes y peludas de color morado y rosado.
Mi armario y mi ropa esparcida por el suelo, mi escritorio con una lámpara dañada y sacada de la basura. Un letrero de luz color neón con la frase Daydream.
Y por último, el hermoso piso de madera que además tiene todo el departamento, con algunas partes rotas pero arreglada y lo mejor, tiene sus secretos.
Agarre un martillo, quitando con cuidado la tabla sobrante de mi suelo con la parte trasera de la herramienta. Abriendo un escondite secreto debajo del piso. Donde guardo mi caja fuerte con todos mis ahorros dentro.
Introduje la combinación, una serie de números que solo yo se y que únicamente podría saber, no es mi cumpleaños, por favor, es demasiado fácil e ingenuo.
Guarde el dinero dentro, cerrando la después y acomodando la tabla de nuevo. Nada paso aquí.
Abrazando mi rica y fría almohada, con ese olor a perfume de gente rica. No lo robe, incluso Vainilla a veces me pregunta por el olor a mi perfume. "¿a quien asaltaste ahora?", a veces me pregunta, pero sabe que deje de robar hace años y por suerte no he vuelto a ese vicio. El perfume fue regalo de mi cumpleaños el año pasado. Gracias a Scourge.
Apenas lista para dormir, cerrando mis ojos escuché el suave movimiento de mi ventana abrirse con lentitud, pobre de aquel que quiera entrar y cree que se llevara algo. Fingí dormir, escuchando los pasos que sonaban dentro cuando la madera hacia los pequeños rechinidos.
Moví mis orejas al escuchar cómo habría uno de mis cajones de ropa, moviendo, buscando cosas de probable valor obviamente, me revolví entre las sábanas y sus acciones pararon. Para después sentir el peso sobre mi cama en la orilla izquierda, mientras yo volteaba a la derecha al lado de la ventana abierta.
Lo sentí acercarse a mi, y sin que lo esperara, saque de mi mesa de noche una navaja apuntando a lo que debía ser su rostro, causando una cortada en su mejilla izquierda y provocando ardor en la zona.
Me apresure encendiendo la lámpara de la basura y fue cuando lo vi, con la palma de su mano en su mejilla y la sangre escurriendo en las sabanas y cobijas de mi cama.
— ¡¿Por qué hiciste eso?! - Grito molesto, sintiendo el ardor seguramente mientras yo bajaba la navaja y cerraba la ventana.
— No, yo debería estar enojada contigo, y lo estoy. ¡¿Que haces en mi cuarto?! - Mire a mi compañero Silver, observando como había dejado las cosas de los cajones desordenadas. Me debe una explicación.
— Vine a decirte algo importante - Se excuso.
— ¿No podías esperar hasta mañana?
— ¿Y dejar pasar la oportunidad de un viaje a las Vegas? - Me quedé callada, mirando de vuelta sus orbes miel curiosa por la información — ¿Recuerdas al millonario de Smith?, ¿Y de su hijo un tal Shadow? - Ascendí.
— ¿Qué tiene que ver?, ¿Acaso ofrece viajes gratis ahora? - El señor smith es un gran empresario, no juega en casino ni nada por el estilo, no es de su agrado perder el dinero de una manera tan "estúpida".
— ¿Podrías darme una curita primero?, creo que me estoy desangrando - Dijo al quitar la mano de su mejilla, ahora repleta de su sangre y que el casi se desmaya en mi cama por el terror. Menudo cobarde.
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