❝Desde el corazón❞

— Apuesto diez dólares a que te encantó - Me pregunta, ya he terminado de comer esa hamburguesa, solo me ha dejado los dedos grasosos que tuve que limpiar con una servilleta.

Fue deliciosa, el alimento más grasoso que he probado y a diferencia de otros, nunca tuve la opción de comer una hamburguesa. 

Era innecesario, totalmente, aún más cuando podía ir a los restaurantes más lujosos a comer langosta, o una verdadera pasta con salsa de tomate y albóndigas preparadas con los alimentos más frescos, limpios, y caros del mercado. 

Si bien ella pudo haber esperado a que despertara para pedir comida a la habitación, no lo hizo. Pudo haber usado mi tarjeta de crédito, sin importarle cuanto dinero gaste. 

El dinero vuelve a entrar una y otra vez, el doble o el triple dependiendo de las ventas que logre toda mi maravillosa empresa multimillonaria. 

En su lugar, ella gastó los dólares de mi billetera y la suya para comprar unas hamburguesas con los ingredientes, seguramente los más baratos de un mercado común y corriente. 

— No estaba tan mal - Suelto restándole importancia al alimento. Ella deja media hamburguesa sobre la mesa donde se encuentra mi lámpara para lectura, solo para beber un poco de la soda corriente y soltar una carcajada. 

— No estaba tan mala pero si te has terminado toda - Se burla y me entrega la caja llena de papas fritas, dudo en tomarla, pero ella insiste y decido agarrar la caja con cierto desprecio. 

— ¿Papas?, pudiste traerme algo más corriente, una bolsa de sus horrendos comestibles calóricos hubiera sido mejor - Expulso abriendo la pequeña caja. 

Un olor a grasa, sal y a salsa de tomate llegan a mi nariz, mi apetito ruje y parecen la cosa más bonita que he visto de comida en toda mi maldita vida. 

— Traídas a usted desde el congelador más sucio, guardadas en una bolsa de plástico y calentadas, junto con una salsa que utilizan para pizzas acompañadas de queso fundido, solo para usted. 

Explica fingiendo una voz elegante, chasqueo la lengua y ella vuelve a tomar su hamburguesa, disfrutando de la misma mientras enciende la televisión y busca el canal de los deportes. 

Decido tomar una de las papas, me cuesta despegarla de entre las otras por el queso fundido encima, las hundo en la salsa de tomate y dejo que mi paladar compruebe su sabor. 

Mastico con calma, sintiendo el sabor del queso, la fritura, la salsa caliente exponiéndose y derritiéndose en mi boca, ¡Maldición!. 

— Uhm, ¿ya te mojaste? - Ella vuelve a preguntarme, con la boca llena burlándose de mis expresiones y gestos.

Giro el rostro indignado, cubriendo mi sonrojo mientras decido ignorar sus comentarios estúpidos. 

— Estoy jugando, pensé que ibas a rechazar la comida, pero me alegra que te guste - Sostiene firme el pequeño pedazo de hamburguesa en sus manos, regresando la vista al televisor con el partido de futbol americano en el medio tiempo. 

— No dije que me gustara. Solo, no está tan mal - Repito con cierta irritación, dejando de comer por un momento las papas cubiertas de salsa. 

— Oh por favor, admite que están mucho mejor que la comida fina que sirven aquí - Alzo los hombros sin darle una respuesta. No tengo idea, pero la mayoría siempre es insípida. 

Observo el reloj sobre la pared, comienza a ser tarde y posiblemente los doctores lleguen para aplicarme alcohol y cambiar las vendas, debo comer esto rápido. 

— Scourge se fue - Expulsa con sinceridad, comiendo el último pedazo de su hamburguesa, sorbe un poco de su refresco casi lleno, guardando la basura dentro de las bolsas de comida de donde las trajo — Creyó que esto podría salirse de tus manos y prefirió marcharse a casa. Dijo que podía llevarme con él y huir de todo el problema. 

Me quedo callado, no necesito del erizo para poder obtener lo que quiero, lo he utilizado justo como quería y sus servicios no son más que innecesarios ahora.

Solo iba a traerme problemas, me lo esperaba bastante. 

— ¿Y por qué no te fuiste con él? - Digo, dejando la caja medio vacía sobre la misma mesa de lectura — Pudiste irte y dejarme con Clint y el tonto armadillo. 

— No iba a dejarte solo, no después de todo lo que he encontrado - Suelta y enseguida, parece arrepentida por confesarlo. Me alzo un poco, solo para tratar de verme intimidante, de no ser por las heridas en la espalda... 

— ¿Después de qué?, ¿qué encontraste? - Exijo una respuesta inmediata, ella niega y muerde su labio inferior ocultándome detalles importantes — Habla Rose. 

— No, no hasta que te recuperes - Fuerza la voz, mirando el reloj en el televisor por debajo del partido — Mira que hora es, debería hablarle a las enfermeras para que vengan a atender las heridas, ¿no?, no te preocupes, yo voy por ellas. 

Se levanta del sofá, pero aprovecho para sostener su muñeca e impedir que se vaya. 

Por la fuerza, la jalé hacía mi y terminó tropezando con la camilla, quedando algo recostada sobre mi regazo tuve que hacerme hacía atrás para que su cabeza no chocara contra mi frente. 

Me mordí al lengua para soportar el dolor, suprimí un lastimero quejido y segundos después suspiré cansado, ella trató de separarse pero logré mantenerla quieta aunque fuera por un momento. 

— Dime, necesito saberlo, ¿por qué no te fuiste con Scourge?, ¿Qué es más importante que volver a tu hogar y escapar de todos estos problemas? - Repito. 

Se ha quedado callada, con sus orbes escarlata mirando fijamente los míos, aprieto sus muñecas con algo de fuerza, lo suficiente para dejar una pequeña marca de mis dedos, ella frunce el ceño tratando de zafarse, pero no lo logra. 

— Sé que eres inocente - Suelta en un ligero susurro apenas audible — Sé que tu no has causado todo lo que las noticias hablan de ti, incluso sé que no merecías esa condena. 

Suelto sus muñecas y la observo asombrado, atónito, sin palabra alguna mientras mi garganta se seca. 

Ella se acomoda mejor sobre la camilla, sin dejar de mirarme con cierto brillo ilusionado. Esos ojos, me agrada esa jodida mirada. ¿Qué es la sensación que recorre mi espalda si no es dolor?. 

Una pequeña punzada en mi interior aparece cuando sus labios se abren para seguir hablando. 

— Ahora sé que no eres el hombre malo que aparentabas ser frente a todos, que eres incapaz de matar a una persona, no eres capaz de matar - Frunzo el ceño. 

— Que falacias dices - Reniego y evito inmediatamente su mirada de lástima, las repudio. 

— No te quería decir, pero Rouge ha venido con información para probar que eres inocente - Expulsa y abro los ojos a más no poder, observando con rabia el rostro pálido de la contraria — Me entregó una memoria con fotografías y videos de Mephiles alterando sus crímenes para culparte, dinero falso, conversaciones que él realizó, todo está ahí. 

— ¿Dónde está? - Digo con rabia, apretando mis puños y evitando que un nudo se forme en mi garganta, Rouge, necesito salir, necesito levantarme y detenerla. 

Trato de inclinarme pero enseguida, ella me detiene, usa sus brazos para sostener mis hombros lastimados causándome dolor. 

— Quítate, necesito detenerla, tengo que verla - La empujo con fuerza, obligándola a levantarse y abandonar mi camilla. 

Asustada retrocede varios pasos por el empujón, su mirada irradia molestia e incertidumbre, alza una ce sus cejas con intriga y niega repetidas veces con la cabeza. 

— ¿Por qué?, ¿por qué tienes que verla? - Su voz se escucha casi rota, como si mi confesión le hubiera causado cierto daño. 

Niego cansado, y vuelvo a inclinarme para tratar de mantenerme de pie, pero la puerta se abre y un doctor acompañado de enfermeras entran para ver lo que sucede.

El ambiente tenso y enseguida, ordena cambiarme las vendas y no dejarme salir de la cama. 

Trato de luchar para salir de la cama, ¡debo detener a Rouge, carajo!. 

— ¡Suéltenme!, ¡ustedes no saben nada, joder les ordeno que me suelten! - Rápidamente dos enfermeros atrapan mis brazos y me pegan a la cama con fuerza. 

Reprimo quejidos de dolor al ser estampado contra la cama con fuerza y no pierdo mi mirada de la puerta donde Rose se encuentra parada. 

Observándome con preocupación trata de detener a los enfermeros pero las trabajadores interfieren. 

— Apliquen el sedante, necesitamos detenerlo o puede abrir las heridas - Ordena el doctor, una de ellas asiente y busca una aguja del carro de farmacéuticos. Luego saca el liquido y limpia mi brazo con algodón, inyectando el sedante en mi cuerpo. 

No puedo sentir nada, el cuerpo me falla y es demasiado pesado para soportar el sueño y la oscuridad que se avecinan. 

Afuera, la noche y el brillo de las linternas por la carretera alumbran parte del auto último modelo frente a la camioneta blanca. 

La murciélago muerde su labio inferior con horror, un par de camionetas negras al frente se han atravesado en su camino cerrando su paso al aeropuerto. 

Y en medio, el auto nuevo enciende sus luces para cegarle la vista. 

Cubre sus ojos con la palma de su mano para tratar de observar sus movimientos. 

Rayos se forman en el cielo y la lluvia parece ir cada vez más fuerte, dos hombres con armas se bajan de las camionetas, ella tiembla, del lado del copiloto dentro de su camioneta se encuentra una pequeña arma. 

Su bolso con un pasaporte, tarjetas de crédito, identificaciones y una caja de cicles. Fue tarde, se tardó demasiado y Mephiles y sus hombres han logrado localizarla. 

Traga grueso cuando ve al erizo con un paraguas negro bajar del automóvil. 

A su lado se encuentra Sonic con una sonrisa arrogante llena de sorna y burla contra ella. 

Aprieta la mandíbula y aunque trate de escapar, sabe que esas armas solo van a ser su fin en cuanto encienda la camioneta. 

el aeropuerto quedaba a tan poco kilómetros, seguramente él lo sabía desde antes y quiso darle falsas esperanzas. 

Con su orgullo, la cabeza en alto y una postura firme, bajó de la camioneta dejando que el viento frio golpeara su rostro y empapara su cabello incluyendo la ropa. 

Reprimió las lagrimas que se combinaban con la lluvia. Su maquillaje está completamente arruinado y es lo menos que le importa. 

Pero no bajó su ego hasta que estuvo frente a él, con los guardias de seguridad protegiéndolo con armas, ella carraspeó antes de hablar. 

Quedó unos metros alejada de él, con los ojos irradiando la calma y tranquilidad con la que se iría. Sin rencor alguno, pero con el triste vacío de saber si su ex mejor amigo podría perdonarle toda su traición. 

Pensando en si obtendría su perdón cuando lo abandonó y le dio la espalda cayendo en las mentiras de un hombre seductor. 

— Me duele que tenga que hacer esto, Rouge. Nadie va a poder remplazar tu lugar, eras bastante buena y lo arruinaste - Mephiles dice, con una terrible actuación cínica de tristeza. 

— Hice lo que tenía que hacer - Confiesa ella, alzando los brazos cansada de todo, sus joyas le pesan, sus aretes no son más que decoraciones bonitas para un regalo. 

Las joyas, el maquillaje los lujos y la ropa la hicieron sentirse feliz, completamente feliz de tener la riqueza con la que siempre soñó. Pero ¿a qué costo?. 

Matar, engañar, seducir, usarse a si misma como un juguete sexual ante empresarios horrendos, sucios y descarados para obtener lo que otro hombre similar quería obtener de ellos. 

— ¿Y crees que has limpiado tu nombre? - Dice con burla. 

Ella cierra los ojos y ríe una última vez. 

 — Ya no le tengo miedo a la muerte, Mephiles, no te has dado cuenta de que tu hermano siempre va a ser una mejor persona que tu, en todos los sentidos de la palabra, y hagas lo que hagas, jamás vas a volver a pisar un pie fuera de la prisión, maldito enfermo - Escupe con veneno. 

Un pequeño trueno se escucha y el cuerpo de la murciélago cae al pavimento con fuerza. 

Su suéter de peluche blanco se mancha con la sangre roja que se derrama de su pecho, hasta cubrir parte del pavimento que el agua de la lluvia expande poco a poco. 

Evan mantiene el arma firme con el humo saliendo de la misma, observando sin pudor alguno el cuerpo contrario tirado en el suelo. Baja el arma y la guarda siendo adulado por el grupo contrario. 

Sonic sonríe, acercándose al erizo para observar el cuerpo de la chica cubierto de agua y sangre. 

— Encárgate - Mephiles se dirige a Sonic y este asiente, el vetado regresa a su auto guardando la sombrilla y se aleja como si nada, derrapando en el pavimento hasta alejarse unos kilómetros.

Los hombres armados esperan instrucciones, incluyendo Evan que no puede evitar sentir algo de lástima por la mujer. Se lo advirtió. 

— Que alguien se lleve la camioneta, metan el cuerpo y lo llevaremos a un deposito. Los trabajadores pueden encargarse de todo - Indica Sonic, Evan aprovecha para levantar el cuerpo con ayuda de sus guantes, no habrá problema y a diferencia de los demás, no teme mancharse de sangre. 

Sonic se aleja luego de entregarle unas llaves al erizo, él las observa sin comprender. 

— Puedes quedarte con su departamento, pensarán que eres su nueva pareja, no habrá problemas con los encargados del edificio - Expresa sin lamentarse y entra a una de las camionetas negras para irse.

Ambas camionetas se marchan del lugar, dejando al vetado con una mujer en brazos muriendo bajo la lluvia. Aún se encuentra con vida, su pulso baja, y aparentemente, tendrá que hacerse cargo de todo. 














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