Final
—Shhh tranquilo bebé, mami ya viene—le susurro el rubio mientras mecia a su hijo pequeño entre sus brazos con una sonrisa. Mierda, la paternidad era algo muy difícil, llora a media noche, el hambre, cambiar pañales, cuidarlo a cada rato sin contar el hecho de que era difícil encontrar un momento al lado de su pareja. Pero aún así era feliz tenía todo lo que podía pedir, dinero, amigos que lo querían, una hermosa esposa que lo amaba y un hijo. No podía pedir nada más
—Gloria, en verdad quería darme un baño caliente—su hermosa esposa salió de el baño envuelta en una bata soltando un suspiro de alivio y miró enternecida como el rubio se dedicaba a mecer a su pequeño hijo—¿No causó mucho problema? —meliodas negó
—Pará nada, el pequeño príncipe comprendió que la reina necesitaba un momento para si misma—besó la frente de el pequeño bebé que parecía empezar a dormirse con cariño consiguiendo que el corazón de su esposa diera brincos y brincos de alegría por verlo. Aunque la pusieran a elegir una vez más siempre escogería tomarlo a él y se dedicaría a siempre escogerlo a él. Inconscientemente se acercó hasta su marido para abrazarlo por la espalda y darle un beso en la mejilla admirando como el bebé ya se encontraba en el mundo de los sueños con su pequeño pecho subiendo y bajando lentamente. Esa faceta suya de un padre solo hacía que elizabeth se enamorara más de meliodas.
—Te amo—el rubio le sonrió y se dio media vuelta para besarla, un pequeño beso no haría daño
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