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El rubio guardo el folder amarillo con esos papeles super importantes que iba a necesitar más adelante, los dejó bien acomodados en su estuche de trabajo y soltó un suspiro mirando hacia la ventana. Antes los días se le hacían eternos y siempre le dolía la actitud desinteresada de su esposa, ahora cada día era una bendición y poco le importaba si es que zaneri le hablaba así. Ella tendría que hacerse cargo de sus propias consecuencias. Dejó de pensar en eso cuando de la nada escucho un golpe seco proveniente de afuera. Extrañado salio de su oficina con una ceja levantada y abrió los con sorpresa apenas lo miró.

—¡Elizabeth! —al parecer ella traía un café para ambos cuando de la nada se había desplomado en el suelo. Su grito fue escuchado por varias personas así que en un segundo ya tenía a sus dos amigos ahí intentando hacer reaccionar a la chica y a él hombre de la limpieza limpiando lo todo.

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