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-Mhh...ahhhh...¡Mierda meliodas! -sujeto su cabeza con fuerza atrayendolo lo más que podía a su sexo, meliodas con sus ojos cerrados sonrió sin dejar de hacer su trabajo lleno de lujuria. Desde que esa apariencia suya que la deseaba había salido se había casi obsesionado con hacerle orales o darles atenciones a sus dos montañas que al parecer le gustaban en exceso, en esa ocasión la tenía con el área de el pecho abierta liberando sus pechos, la falta levantada y sus bragas a un lado. Sabía que después harían las cosas de otra forma pero iba a dejarlo hacer lo que quisiera, al fin de cuentas se sentía demasiado bien-Kyaaaaa. Eres demasiado bueno con tu lengua-
-Mhh...tal vez deba castigar te un poco-ella jadeo y movió sus caderas buscando restregarse en su cara para más contacto-Hiciste que me enojara con mi esposa cuando tu pudiste frenarla-chupo su clítoris haciéndola estremecer -Eso merece un castigo, ¿no crees? -
-P-Por favor meliodas...ahhhhh, joder-
-Hmm, creo que ese castigo te lo daré después - mejor dejo de hablar solo para seguir con sus atenciones en su fruta prohibida llevándola de un orgasmo a otro en pocos segundos. Estaba con la respiración agitada, el cuerpo cansado pero los ojos deseosos, eso fue suficiente para que meliodas se sintiera acorralado por la mirada de aquella albina. En poco tiempo ya lo tenía sentado en la cama con su pantalón abierto y estimulando lo que solo ella ha llegado a tocar, la había provocado ahora tenía que ser sumiso ante la bestia
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