Azazel

Meses después...
Nos reunimos todos los ángeles y demonios en la gran sala. Cuando llegaron, Darkia, el nuevo Creador y yo empezamos la reunión.
—¡Bienvenidos a todos, criaturas! Hoy he reunido al comandante Azazel y a la reina Darkia para firmar y confirmar la nueva unión de los cielos e infiernos. Todo lo roto volverá a juntarse y viviremos todos en paz, además de unir a esta joven pareja en matrimonio -anunció el Creador.
Apareció un papel delate nuestra y una pluma para firmar.
—¡Es hora de que los firmen la alianza!
Darkia firmó primero y después yo. Los dos nos miramos con una sonrisa.
—Y ahora, Azazel, comandante de los cielos, ¿aceptas a Darkia como tu esposa? —me miró el pequeño dios con un libro en sus manos.
—Por supuesto —contesté.
—Darkia, reina de los infiernos, ¿aceptas a Azazel como esposo?
—Sí quiero —respondió. Aquel día ella estaba más hermosa de lo normal. Llevaba un vestido blanco sencillo fino largo con una corona de rosas azules en su cabeza. Su rostro era radiante y me transmitía felicidad.
—Así pues... ¡Ángeles y demonios están unidos!
Todos aplaudieron y gritaron contentos.
Mi relación con mi nueva esposa había empezado desde ese beso (o antes), y los dos teníamos una noticia que comunicar.
—¡Un momento! —exclamé callando el jaleo—. He de anunciar una gran noticia.
—¿Quieres que lo diga yo? —le susurré a Darkia en el oído.
Ella asintió.
—¡La reina y yo estamos esperando un bebé!
Hubo más gritos de los que había anteriormente. Mi madre, que estaba entre el público, se acercó.
—Darkia, Azazel, ¿voy a ser abuela?
Ninguno contestamos y ella se nos lanzó muy contenta.
—Me alegro muchísimo de que tu embarazo Darkia, ¿estás bien? Ahora que lo dices, tienes un poco más de barriga...
—Sí, Sublatti. Solo he engordado un poco, por ahora no ha habido mucho cambio —se rió dándose palmaditas en la panza.
—¿De cuánto está, hijo? —se dirigió hacia mí.
—Cuatro meses, creo.
—Fue justo después de vencer a esa bestia... ¿Pero cóm...
—Este pequeño será el nuevo heredero —le interrumpí para no tener que aguantar sus interrogatorios.
—Darkia —dijo el Creador uniéndose a la conversación—, ¿vas a tener un niño?
—Sí, John -le acarició la cabeza—. Hay que buscarle un nombre...
—¡Ponthel! —gritó el niño.
—¿Ponthel? —pregunté—. Me parece un buen nombre.
—Seguro que a tu madre le gustará el nombre, Azazel —me dijo Darkia.
Le cogí le la mano y le di un diminuto beso en los labios
—Estoy seguro de que le gustará. Miramos a nuestro lado, y nos dimos cuenta de que John nos miraba. Nos sonrojamos. El chico se rió y nos contagió su alegría.
Darkia ahora tendría la vida que había querido: volver a ver a ese niño que era el nuevo Creador, cielo e infierno unidos, la Tierra construida y sobre todo... Junto a su nueva familia.

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