CAPITULO II
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EKAIN ELENIO ♌
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— Hijo mío, que las flechas de Eros nunca se posen en tu corazón. Pues sufrirás en demasía en temas del Amor.
Mi madre habla conmigo frente a las demás musas, mientras esta sentada con la cabeza apoyada en una de sus manos, una pose que me dice que esta pensativa
— Ya lo han echo, madre y me enamore de la bella divinidad del rocío del amanecer, es por ella por quien suspiro y pido a Afrodita que mi amor sea correspondido por ella.
Respondí ante su preocupación por mi, la dulce mirada de mi madre hasta este momento no había abandono sus escrituras. Mire lo que escribe de reojo, al parecer es una poesía.
En cuanto termino de escribir, colocó su pluma en su cabello y guardo el pergamino en una caja y se la entrego a una ninfa, quien la tomo y salio de casa, seguramente es un pedido de Hermes o de alguna divinidad.
Aun que mi madre lleva casada con mi padre durante bastante tiempo, aun así vivimos en el palacio de Helicón.
— Ire a visitar a mi padre.
— Ve con cuidado.
Me despido de mis tias y salgo a por mi caballo, un pegaso, un regalo del supremo olímpico.
Cabalgue por los cielos y me fui acercando al Olimpo, pero entonces me detuve al verla tan radiante y hermosa rodeada de los demás Dioses y Diosas.
— Ekain, unete a nosotros.
Me llama, la mas hermosa Diosa de todas, Ileana Galatea, por quien muchos Dioses y semi dioses suspiran y desean por esposa, como así es de hermosa, tambien es de carácter fuerte como su padre.
Me acerque a ellos con el pegaso y desmonte de un salto, entonces a pasos ligeros me acerque al circulo de Dioses y semidioses.
— ¿De que hablan?.
Pregunte interesado en sus conversaciones antes de haber interrumpido.
— Nada importante, era sobre las Hija de la Diosa Persefone y Hades y la hija marina de Poseidon y la Ninfa Halia.
Responde Leila Austen.
— Si, escuche que nunca sale del Hades y que ninguno Dios la conoce.
— Tambien escuche que la hija de Poseidon es deforme y que se oculta no se en que lugar de los mares.
Ya había escuchado antes estos rumores, hay muchos rumores desagradables en torno a la hijas sin presencias de la Diosa Persefone y la Ninfa Halia.
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ADONIS DEACON ♓
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Acercando a mí la nodriza susurro en mi oído.
— Si honras tanto a tu familia, debes ganar esta batalla.
Mire hacía el esclavo con él que luchaba y apreté el puño al verlo tan tranquilamente, mientras que yo estoy perlado de sudor, pero aun así no me siento cansado.
Me acerque a él y mirándolo con ojos profundos, le dije.
— ¿Conoces las espadas?.
Pregunte estando frente a él.
— Si, mi señor.
Responde cabizbajo.
— Denle la mejor espada a este hombre.
Ordene, mientras me daban mi espada a mi y otro a él, en esta batalla amistosa, no hay necesidad de perder la vida, pero por alguna razón la nodriza lo quiere ver muerto.
Camine rápidamente y lo ataque primero, pero él lo esquivo, entonces el segundo ataque lo recibí de el, pero me hize a un lado, mientras la gente se exaltaba y gritaba por mi, en un movimiento brusco su espada casi me corta la cabeza de no haber si que lo esquivé con dificultad, de reojo vi a la nodriza y ella miraba con semblante serio la batalla, de tanto pelear y esquivar, empezaba a sentirme cansado, agarre firme la espada y viendo a mi oponente quise cortarle la pierna, pero este saltando hacia atrás, entonces nuevamente volvimos a lo mismo, pero esta vez tenía ventaja, pues en un descuido de él, logre golpear su pecho y hacer que cayera de espalda en la arena, con la punta de mi espada en su cuello, le dije.
— ¿Te rindes?.
Grite fuerte para que todos me escucharan, pero él solo asintió con pesar.
— El Ganador es, él Principe Adonis de Larisa.
Grita el anfitrión de la batalla y todos vuelven a gritar y aplaudir, tire la espada a un guardia del palacio y fui a sentarme junto a mi abuelo y abuela, para seguir disfrutando del gran espectáculo de lucha.
— Bien hecho, hijo.
Me dice mi abuelo con palmadas en la espalda, reí de lado y seguí mirando la lucha. A pesar de ser un esclavo, es muy fuerte, eso debo reconocerlo.
— ¿Cuando será el día en que llegues a casarte?.
El gran rey de Larisa suspira, mientras mira la lucha.
— Eso no pasara por él momento, si llego a casarme será un futuro lejano.
Sanjo el tema mirando al público que grita con gran jubiló.
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