7. Lagrimas de sangre

El portal que conectaba a los dioses con la tierra ya estaba abierto, frente a Hebe se encontraba el espejo del alma, un grande espejo que reflejaba su silueta. Hebe miro el espejo y estiro su mano, su mano traspaso el cristal y luego la extrajo mirándola con curiosidad.

—Es hora— hablo Zeus acercándose a su hija, Hebe miro a su padre, a su lado estaba su madre, la reina Hera, la mujer jalo a su hija y la envolvió en un abrazo.

—Ten mucho cuidado hija— murmuro, se separó de ella y le sonrió, Hebe pudo ver los ojos rojos de su madre quien mantenía lágrimas en sus ojos, pero ninguna se derramaba sobre su pálida mejilla.

—Lo tendré madre.

Apolo paso al lado de su madre y ambos hermanos se observaron por algunos instantes, Hebe jalo a su hermano envolviéndolo en un abrazo, miro detrás de Apolo a Ares quien permanecía como un soldado al lado de su padre, cuando ambos se observaron, Ares aparto la vista mirando hacia otro lado.

—Cui..cuídate— le murmuro Apolo antes de separarse de ella.

La luz amarrilla del espejo hizo que Hebe colocara sus ojos en él, dio un paso hacia el y una brisa fría recorrió su cuerpo, miro a su familia, no sabía cuándo volvería a verlos ni cuando regresaría, estiro su mano dentro de la magia y sintió cosquilleó en su mano, miro hacia el frente y atravesó el portal.

***

Los gritos y alaridos de las personas hicieron que el rey se diera media vuelta hacia el pueblo, apoyo sus manos sobre el barandal y miro a una joven de cabello rubio acercándose a ellos, detrás de ella estaban los guardias del reino encaminándola.

—¿Qué está pasando? — pregunto la reina tomando lugar junto con Zeus, el hombre negó sin saber que pasaba.

Los guardias se detuvieron a unos metros de ellos y uno tomo del brazo a la joven y la arrojo al piso provocando que su boca saliera sangre.

—¿Quién es ella? — pregunto el rey mirando a sus guardias.

—Una deidad de los bajos suburbios mi señor— contesto el guardia y miro a la reina— Con todo respeto mi señora— Hera lo observo sin expresión, Apolo se percató que su madre se molestó ya que no le gustaba que un hombre insultara a una mujer sea quien fuera y tuviera la vida que tuviera— La llevaremos a los calabozos del castillo— hablo el hombre mirando al rey.

Ares observo a la joven, tenía una larga cabera rubia que le llegaba hasta la media espalda, sus ojos eran de color ámbar y vestía con unos harapos viejos, sus ojos la recorrieron y una sonrisa se colocó en su rostro, para pasar el rato ella no estaba mal.

—Llévenla a los calabozos y mañana será la ejecución— ordeno el rey.

Apolo veía a la joven quien comenzó a sollozar arrodillada en el piso, miro de reojo a su padre, la extraña coloco sus ojos en Apolo y le murmuro un "por favor". De sus ojos bajaron lagrimas revueltas con sangre.

—Padre— se adelantó Ares acercándose a su padre, el hombre lo miro— Ahora que Hebe no va a estar no tendré con quien hablar, podrías dejar a esta extraña en el castillo y que desempeñe el papel como servidumbre del castillo, últimamente nos faltan más mujeres— objeto.

Zeus miro a la joven quien observaba a su alrededor con temor, los seres mágicos le arrojaban objetos, golpeándola en su rostro. Miro de reojo a su hijo y sonrió sin que el se diera cuenta.

—Es una muy buena idea Ares.

Los ojos de Ares se colocaron en su padre y le sonrió.

—Lleven a esta mujer al castillo, de ahora en adelante, yo me encargo.

Ares sonrió mirando como arrastraban a la chica al interior del reino, Zeus miro a Apolo que observaba con interés a la extraña. El rey dio media vuelta y regreso a su palacio, las puertas de oro de cerraron tras ellos y los gritos de los seres mágicos comenzaba a sonar lejano.

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