027.

Kim Taehyung

Tomé las hojas entre mis manos, tratando de encontrar alguna diferencia que me hiciera entender cuál era la falsa y la verdadera. Juro que podría matar a la persona que se le ocurrió que fuera a Guri, no es la importancia del viaje, es el hecho de enterarme el mismo día que debía entregar todo. Comprendo que Yeonjun también se enteró hoy, pero la falta de orden me fastidia.

Dejé a un lado los papeles, tratando de ver la pantalla de mi ordenador para confirmar los papeles que llevaría al socio, puesto que era alguien importante, no podría dejarlo tirado como si nada. Lo bueno es que sería dentro de unos días el viaje, y literalmente solo es ir y regresar, así que no interrumpe mucho mi trabajo aquí.

No tenía mente para escuchar a Jimin hablar de su rodaje de grabación, era un odioso cuándo se lo proponía. La puerta se abrió, así que solo miré de reojo viendo que se trataba de Im Naeyeon, algo que haría que este tonto se callara.

—Mi amor…

Me distraje un poco viendo a la parejita. Nayeon simplemente dejó una carpeta sobre mi escritorio, por lo visto se trataba de la otra parte de los informes para el viaje a Busan que tendremos en unas semanas. Se dio la vuelta para salir, viendo como Jimin la seguía para despedirse de ella. Realmente lo trae loco, parece un perro.

Traté de recostarme mejor en mi asiento, tomando la taza de té, que ya no estaba tan caliente.

—Un poco más y le abrazas las piernas para que no se fuera.

—Lo que pasa es que tú nunca has estado enamorado, bueno, de una forma sana —Hice sonar mis dientes, tratando de ignorarlo, pero sabía que eso no sería así al ver como se acercó más al escritorio con su mirada fija en mí—. Dime que te pasa.

Era un idiota, pero a veces no, me conocía mejor de lo que yo quisiera. Tampoco me interesa ocultarle mucho de esta situación, solo la identidad de ella.

—¿Recuerdas a la secretaria Ri que parecía una acosadora después de que me negué a estar con ella, solo por qué tuvimos sexo?

Me miró con asco.

—¿La mujer que se metió a tu casa como una acosadora?

Asentí.

—Pues por lo visto se dio cuenta de que me besé con otra mujer, y que “había algo” entre nosotros dos. Me chantajeo.

Miré como empezó a reír como si hubiese dicho un inmenso chiste.

—Es difícil asociar a las personas cuándo ni siquiera sé de quién hablar. Primero, ¿has estado teniendo algo con alguien, más…”serio”?

Vaya, eso sí que sonó como un mal chiste. Estoy seguro de que si Saerom lo hubiese escuchado también soltaría una carcajada. Me odia por completo, y no la culpo por hacerlo.

—La fiesta esa de disfraces, que me besé con una mujer que no podía decirte el nombre. Ella misma es. Su apellido es Lee, es lo único que podría decirte. Pero, la loca de Ri me chantajeo para que no la siguiera viendo, si no le diría a todos lo que miró.

Bajé mi mirada a dirección de los papeles. Aunque le dijera a los demás, no podría importarme poco, pero sé lo mal que podría pasarlo Saerom, me hace sentir más que egoísta a tal punto que todos podrían enterarse, para que se alejaran de ella y fuera solo mía, pero eso me alejaría más.

—Comprendo. Te gusta esa llamada Lee —Subí mi mirada a verlo. Era rápido para sacar conclusiones raras—. Arregla primero tu mal genio, y encuentra la manera más normal de acercarte a ella, y expresa lo que sientes con claridad.

—No siento nada por ella.

—¿Entonces por qué te ves tan decaído?

—El trabajo.

Se puso de pie, viéndome molesto.

—Siento alegría de que por fin dejaras a esa misteriosa mujer, es como si siempre te hubiese manipulado a tener en secreto su aventura. Ahora, nuevamente pareciera que quieres estar en lo mismo, pero ese día, cuándo hablaste de Lee, fue diferente. Date cuenta, no seas testarudo, ni egoísta.

Sin más, salió de mi oficina. Egoísta… pero lo estaba siendo conmigo mismo. No podría confesarme a una soberbia como Saerom, seguro acabaría con un par de cachetadas más. Esos ojos lindos que tenía, jamás podrían verme como algo más que una narcisista idiota.

Joder, me cago en todo. Maldita sea el día en que empecé a verla de otra forma.






Abrí la puerta de mi casa, encendiendo a la vez la luz. Llegué hasta el salón, donde dejé mi maletín, quitándome luego mi chaqueta. Este fin de semana no tenía planeado hacer nada, he estado saliendo bastante tarde de mi oficina, tal vez me meta a la cama pronto.

Fui hasta la cocina, abriendo mi refrigerador donde miré una botella de licor. No estaría mal beber un poco. Tomé un vaso, y junto a la botella me fui hasta el salón, a sentarme en el sofá mientras bebía un poco.

No, no siento nada por ti, Kim, solo repulsión”

Habrá dicho la verdad o no, debo decir que me molesta tanto. No había conocido a una mujer tan complicada como ella, tan testarudo que dan ganas de gritarle que no siempre tiene la razón, o decirle que tiene los ojos más bonitos de todos. Tiene un aura tan impresionante que cuándo me di cuenta de que quería besarla, me provocaba escalofríos.

Reconozco ser un idiota, imbécil, degenerado, narcisista, egoísta y todo lo que esos lindos labios me han dicho, ni siquiera me puedo justificar para agradarle, pero soy así. Lee Saerom, maldita mujer, no, no era maldita, era hermosa, era jodidamente caliente.

Tantos años aferrados a esa mujer, no creí que podría fijarme en otra, no creía que alguien me escondiera de tal manera por medio de unas tontas peleas. Mientras me daba cachetas, por medio de esas palabras hirientes, me hacía sentir relajado, lo contrario a martirizar.

—Saerom…

Tomé directamente de la botella esta vez, que había sido el último trago. Me levanté para ir a traer unas latas de cerveza que tenía guardadas. Las traje todas al salón, dejándolas en la mesa, mientras que yo me sentaba en el sofá nuevamente. Aflojé mi corbata, sintiendo más calor de lo normal, y eso que tenía el aire alto.

Recosté mi cabeza, viendo el techo de mi casa, una casa solitaria como siempre anhelé estar. No sé qué me pasa hoy, un tonto borracho recordando, lo típico.

—Jodido, viejo de mierda, si tan solo no me hubiese hostigado hasta que yo mismo tomara mi decisión, tal vez me pensaría seguir su aburrido negocio…. Tan inhumano. Pero imposible culparlo de ser un idiota.

Agarré la lata de cerveza, tomando la mitad. Demasiado tarde y viejo para seguir pensando en el pasado, en cansino, sobre todo asqueroso. No pudo tener un poco de amabilidad con sus insultos, gritos, peor iba a serlo con sus golpes. Es gracioso recordar su comparación con los hijos de sus amigos, cuándo Namjoon era casi igual que yo, a pesar de que digan que yo era quien lo llevaba a beber y a fumar. Pero era la única forma de que salir de esa hostigante vida en la que nos obligaban a hacer lo que ellos querían.

Entonces, recordé esa horrible escena de Saerom besando al estúpido de Jung Hoseok.

Aplasté la lata y la tiré al suelo con tanta rabia, joder. Joder. Joder. Maldita sea, ¿por qué? ¿Por qué debía estar él de por medio? ¿Por qué?

Estoy seguro de que se acostó ya con él, eso dio a entender su madre. ¿Cómo se le ocurre follarse a ese tipo después de estar conmigo? ¿Será verdad que no siente nada por mí?

Traté de ponerme de pie, tratando de ir a la cocina, pero mi pie chocó con la pata de la mesa que me hizo caer al suelo, golpeándome. Mi visita quedó hacia el techo nuevamente, y sentí mis ojos humedecidos.

—¡Lee Saerom! ¡¿Qué le viste a ese escuálido feo?! ¡Yo también soy guapo, elegante e inteligente! —Tomé mi camisa en la parte de mi pecho, con fuerza, cerrando mis ojos y solo sintiendo los labios de ella sobre los míos—... No lo beses más, Sae, no beses a ese idiota, solo bésame a mí, al idiota que soy yo ¡Saeom!




Ingresé a mi oficina, mientras YeonJun venía detrás de mí, indicándome paso a paso lo que me tocaba a hacer hoy. Fui hasta mi escritorio, solo para tomar unas carpetas que había dejado aquí el viernes. Tuve que faltar ayer obligatoriamente, puesto que mi madre quería que fuéramos a su casa a pasar el día. Demasiado urgente para nada.

—Debería alistar su maleta, director.

Me di la vuelta, guardando las cosas en mi maletín.

—Ya te dije Yeon, regreso hoy mismo. Hasta tú tienes los horarios, aproximadamente a media noche estaré en mi casa —Quise salir, pero recordé que debía entregarle algo. Metí mi mano en mi chaqueta, sacando un sobre y dándoselo a él—. Lamento no poder acompañarte.

—¿Qué es?

Abrió el sobre, dándose cuenta de que era una invitación.

—Nuestra madre hizo un cóctel hoy, invitando hasta a la mínima persona, en honor a sus “hijos queridos”. Si te sientes a gusto, acude.

De verdad lo sentía por dejarlo solo. Aunque el viejo siempre me culpó de descarriar a su hijo, entendí que YeonJun empezó a seguirme por admirar la forma en que enfrentaba a nuestro padre, por qué seguía lo que me gustaba, sobre todo, por qué lo defendía en todo momento.  Entiendo que como hijo mayor, la pasé horrible, pero él, como hermano menor, también pasó muchas cosas.

—Hyeong… —Volteé a verlo— Ayer te vi extraño, y estuve agrandándome las ganas de preguntarte sobre lo que pasó el viernes cuándo me llamaste ebrio.

No tenía la remota idea de lo que hablaba. El viernes solo recuerdo que me emborraché hasta más no poder, tiré un par de cerveza, que lo llamé y me ayudó a limpiar. Bueno, también que al parecer insulté un par de personas, pero no sé a qué se refirió.

—Dime.

—Ah, pues, teniendo en cuenta que insultaste a varias personas que era un poco inaudible por lo torpe de tu hablar, también dijiste cosas de la ingeniera Lee, como que ella te odiaba, pero tú no quería que ella te odiara, sino que sintiera lo mismo que tú.

Joder. Tragué saliva nervioso, y tuve un leve recuerdo de mí tratando de ser levantado del suelo mientras giraba el nombre de Saerom. Qué vergüenza.

—Seguro era que me odiara de la misma forma en que la odio yo. Sé cuál es tu punto, te juro que ya no la molesto.

No era una persona que acosara a las mujeres, solo me dedicaba a hablarles bonitos, cuándo notaba cierta atención de ellas hacia mí, y terminábamos en la cama literalmente, por qué a veces lo hacíamos en cualquier sitio.

Llegué al ascensor, para poder llegar a la planta baja.

El punto es, al principio Saerom era realmente insoportable, me fastidiaba, podría hacerle la vida imposible, hasta que probé sus labios.

Las puertas se abrieron y salí, para poder ir al garaje a coger mi coche. Pero justo en la puerta de la salida, miré a la secretaria Ri, con sus manos cruzadas, como si me hubiese estado esperando. Traté de ignorarla, pero me tomó del brazo, lo que la hice a un lado.

—Director Kim, me enteré de que irá de viaje.

—Secretaria Ri Yuri, no sé como explicarte que me dejes en paz.

—La zorra de la ingeniera Saerom estará ahí, en Guri, justo a donde va. No creo en las coincidencias.

—¿No sientes repulsión por ti misma llamándole zorra a otra mujer? Además, tienes edad para saber lo que haces. Haz lo que quieras, nadie te creerá.

La dejé ahí, saliendo, pero escuchando como parloteaba.

—¡Espero que recuerdes que tengo una foto tuya con esa mujer, será mejor que te alejes de ella! ¡Soy capaz de hacerle cualquier cosa!

Me adentré a mi coche, suspirando para calmarme. Que rabia de verdad, es que, no me importaba lo que pueda decir, pero que se metiera con ella con amenazas, solo me hace querer ir a estrangularla. Cálmate Taehyung. Mejor debería pensar en el hecho de que también está allá, algo que desconocía.

Si le pido la información a Yeonjun, estoy seguro de que levantaría sospechas, así que será mejor que busqué por mi cuenta.

Después de varios minutos -Guri estaba a aproximadamente había unos 50 minutos de coche, desde Seúl-, me encontraba frente al restaurante en el que me encontraría con uno de los socios de la vendimia pasada. Antes de salir del coche, tomé mi móvil para ir al chat grupal de directores que teníamos, donde envían los informes de citas que suele haber por mes. Normalmente, no me interesa ver eso, pero ahora sí.

Esperé unos segundos hasta que se abriera el documento. Revisé el apartado de enólogos, pero al parecer había venido a Guri por qué tenía una conferencia sobre la repercusión en las normas medioambientales o algo así. Ahora que lo pienso, es verdad, cada 5 meses se hace estos tipos de conferencias, no tenía ni idea que a ella le tocara darlas, bueno, es lo más lógico. Traté de buscar más información, hasta que leí que lo hacían en el centro de deportes y cultural Namyangju, había escuchado de este lugar, era famoso para conciertos también de pequeña multitud.

Tomé mis cosas y salí. Teniendo esto en cuenta, iré a verla. Aunque es por la noche, pero necesito verla, para al menos estar seguro de lo que pueda hacer con respecto a esta situación, aunque le dije que me alejaría de ella.

Por lo visto, debía encontrarme con el socio dentro del restaurante de su Hotel, supongo que tendrá mucho que hacer. Me adentré al sitio, dando mi nombre. Prontamente, me dirigieron hasta una mesa del centro. Debía esperar al socio, al señor Jang, al menos llegué antes.
Dejaron una botella con agua en la mesa, estaba por servirme un poco. Miré alrededor del restaurante, viendo la gente, todo para encontrarme con ella justo a mi lado, bueno, casi, puesto que nos separaba una mesa.

Confusa, sorprendida, molesta, asustada, no podría definir su rostro. Increíble, realmente me odia. Pero, se miraba hermosa, aun así, con esos labios rojos. No quería dejar de verla, pero el señor Jang había llegado.

—¿Todo bien, señor Kim?

Me puse de pie, saludándole.

—Buenos días, señor Jang. Es un gusto volver a verle.

Nos sentamos al tiempo, pero tuve que voltear a verla. Ella se encontraba mirando hacia el ventanal, dándome la espalda. Seguramente no se esperaba encontrarme aquí, así como yo tampoco encontrarla justo en este restaurante.

Comimos un poco, mientras charlábamos un poco después de entregarle los informes. Por lo visto estaba ansioso por la vendimia de este año, prometía bastante. Con respecto a Saerom, esta estaba comiendo también con unos señores que ni idea de quién puede tratarse. Casi al mismo tiempo, miré como se levantaron todos.

—Fue agradable. Espero nos volvamos a encontrar, director Kim.

Aturdido, simplemente asentí, dándole la mano. No podía despegar mi mirada de como ella se alejaba. Tranquilamente, sin parecer desesperado, traté de seguirla después de pagar. Quedé un poco confuso al notar de que ella no salía, simplemente se despidió de los señores y fue camino al ascensor…. ¿Ella se hospeda aquí?

Caminé con un poco de prisa, pero las puertas del ascensor se cerraron. Me fijé en la pequeña pantalla que había arriba. Piso 7. Me di la vuelta, yendo hasta las escaleras para subirlas. Era como correr un maratón con tantas gradas. No me importa mucho, verla aquí movió algo por dentro que me disgusta tanto que soy capaz de descubrirlo de una vez por todas.

Llegué, como un loco, tratando de tener más aire. Salí al pasillo, donde justo las puertas se abrieron, dejándome ver a Saerom. Fui hasta ella, casi trotando, mientras esta se acercaba por lo visto a la puerta de su habitación, pero llamé su atención antes de que lo hiciera. Y ahí estaba nuevamente esa expresión, pero parecía más que asustada. Di unos pasos, acercándome, escuchando mi propia espiración. Al verme tan cerca, dio un par de pasos hacia atrás.

—Director Kim…

—Mi ego está por los suelos, y tú eres la culpable de todo. Me sentía seguro de que podía haber algo, pero me dijiste cosas horribles.

Guardó silencio, simplemente mirándome.

—¿Por qué está siguiéndo, director Kim?

—Deja de llamarme así.

—No sé a qué se refiere, director Kim.

—¡Maldita sea! —Tragué saliva, viendo como ya se estaba sintiendo molesta, era obvio leer su rostro, la conocía tan bien, pero ciertas cosas no, eso me fastidiaba— No puedo alejarme de ti, no quiero hacerlo, por más que me digas que no sientes nada.

Di otro paso hacia ella, pero esta no se movió, así que lo volví a hacer.

—Es muy egocéntrico, director… no sé si esto es por qué no lo saludé, lo lamento, yo estaba…

Sin más, tomé su rostro entre mis manos y junté nuestros labios. Y mientras se mantenían así, mi corazón empezó a latir más rápido de lo normal. Me moví un poco, sin sentir que esta lo siguiera, así que me separé. Sus ojos brillaban, y sus labios no tenían ese rojo.

—Me darás una cachetada y está… —Miré que negó, mientras su respiración también parecía agitada—. Está bien si me quieres pegar como siempre lo haces.

Sus manos fueron a tomar mi chaqueta, acercándome a ella nuevamente y besándonos. Coloqué mis manos sobre su cintura, tratando de no sentirme más nervioso por la forma desesperada en la que se había vuelto el beso. ¿Por qué? ¿Entonces siempre han sido mentiras lo que dice? Es una mentirosa.

Trató de separarse de mí poco a poco, viéndome unos segundos sin decir nada, como si también estuviese sorprendida por lo que hizo, o por lo que iba a hacer. Me dio la espalda, y parecía buscar algo en su bolso. Sacó su tarjeta y abrió la puerta. Se adentró, pero dejándome que yo también pasara.

Me quedé de pie, detrás de ella, sin entender lo que pasaba. Y cuándo la puerta se cerró, esta se dio la vuelta, dejando caer su bolso, viniendo hacia mí. Enredó sus manos alrededor de mi cuello, mientras me besaba con la misma pasión. No estaba soñando, o tal vez sí, pero ebrio. Quité sin cuidado su chaqueta, mientras la empujaba hacia una pared, donde nos detuvimos. Sus labios estaban rojos, y su mirada parecía arder también.

No sé qué era esto, pero no podía detenerme. Bajé mis labios hasta su cuello, mientras esta trataba de quitar mi corbata y desabrochar los botones de mi camisa. Apreté con fuerza su trasero, lo que hizo que gimiera. Sus manos acariciaron con gusto mi rostro, bajando a mi pecho y mi barriga. Saerom…

Después de quitarle su camisa, sentí la necesidad de parar. La miré, algo pasaba, ¿por qué de pronto?

—No entiendo.

Musité, tratando de componerme.

—¿Qué no entiendes? ¿Qué realmente me muero por ti? Aunque seas un imbécil sin razón, dijiste que te alejarías de mí, tampoco entiendo qué haces aquí.

Sonreí. Esto era increíble. Pasé mi dedo por su labio, viendo sus ojos más que brillantes, casi húmedos. Una mentirosa, eso es lo que era, una jodida y caliente mentirosa.

—No, yo no quiero me alejar, pero es lo que tú querías.

Empezó a mover su cabeza, negando.

—No quiero, no quiero que te alejes, ahora no.

Eso era suficiente, sus palabras chocaron contra mis labios, o tal vez contra mi corazón que aunque fuese incómodo, me emocionaban por alguna razón, así que sin pensarlo, la cargué en mis brazos, sintiendo sus piernas enrollarse en mi cintura. Lee Saerom, la insoportable Saerom me estaba manejando a su antojo, lo consiguió, si Jimin se refería a aclarar mis sentimientos de esta manera, creo que estoy entiendo.

Nuestros labios volvieron a juntarse, y haría lo imposible para que siguiera siendo así, que me besara, que nuestras lenguas jugaran sin parar.



Hello
Segunda sorpresa de hoy.
Disfruten de la fiesta, de la comida,
del baile y tengan mucho gozo.

Buen fin de año.
Gracias por este 2024.
Sigamos en el 2025 haciendo
cosas más grandes.

Dios les bendiga.

—Tiff

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