011.
Lee Saerom
Tengo que decirlo. Me encantaba la forma de ser de Jiheon, podía lucir bastante reservada, pero cuándo entraba en confianza, era ella misma. Mientras manejaba hacia el club, no guardó silencio, además de ponerse a cantar con las canciones que puso, tan atrevidas.
Después de aparcar el coche en el garaje de un edificio –donde hacían las fiestas–, se dirigían hasta la planta alta. Por mi parte, sentí nervios por toda la gente que habría, que nunca había visto. También por mi atuendo, aunque después de salir del ascensor y ver a las personas que se dirigían al mismo lugar, vestidos de forma más extravagantes, como si estuvieran en una gala o en una sesión de fotos, me hacían sentir mejor.
—¿Sabes que es lo mejor? —Miré a Jiheon— Aquí no hay padres, solo es para los "jovenes" si podemos decir.
Si ella decía que era bueno, lo acepto. Digo, sería raro que el padre de Jiheon la viera con esa minifalda. Seguimos caminando, hasta llegar a una puerta, que al tocar el timbre, se abrió. Un tipo con una falda puesta y camisa de tirantes, estaba enfrente con nosotros. Nos dejó paso para que entráramos, luego de que Jiheon le dio algo, que no me di cuenta.
Todo parecía más normal de lo que esperado, solo llamando la atención las personas. Eso sí, todo el lugar tenía una combinación de olor a cigarros, perfume y alcohol. Esto era la mala suerte de tener un buen olfato, y sensible además.
—Conozco a casi todos aquí, hasta a los amigos. Nos iremos a sentar a una mesa, y no tengas vergüenza por si alguien te habla, mayormente son chicos lindos.
Coqueta también. Le sonreía a todos los que pasaban, siendo amigable. Pero, aun así, me arrepentía un poco de venir.
—Oh, vamos Sae, no pongas esa cara. Todo irá genial.
—Siempre que dices eso, pasa algo.
Murmuré. Llegamos hasta la mesa, que tenía separadores de otras. Ahí, podíamos ver todo lo que estaba pasando frente a nosotros.
—¿Nunca saliste con tus amigos?
Negué, siguiendo con la mirada a un mesero que, sin pedirlo, dejó tres copas de vino en nuestra mesa.
—Salíamos mayormente los dos, ahí donde, la vez, ha estado borracha varias veces, hasta el punto de vomitar en medio de una discoteca.
Y por ello, me descubrieron y tuve el peor castigo. Una controladora como mi madre, dándose cuenta de aquello, la hizo perder la cabeza. Tomé la copa, llevándola a mis labios.
De pronto, solo quedamos los dos, ya que llamaron a Jiheon, y empezó a socializar con varios chicos lindos, podría decir, ligando. Su cabello negro y superlargo, parecía un verdadero hechizo para todos.
El vino se me hacía conocido, podría asegurar que era de alguna marca que vendía nuestra empresa. Acabé todo lo de mi copa, sintiendo como primero me emborracharía con el vino, que algún hombre se acercaría a mí, tampoco era mi deseo.
Chris se levantó para ir al baño, dejándome sola. Aproveché para ver hacia la multitud, y criticar secretamente cada atuendo. La mayoría llegaba al ocho de diez, ropa demasiado corta, demasiado larga, poco o mucha. Había de todo. Todos se divertían, podría decir que al menos venir aquí rompió un poco mi aburrimiento, por más que prefiero estar en casa.
Un par de personas se empezaron a mover hacia un sitio en concreto, que los seguí con la mirada, solo para fijarme en que era Taehyung.
Inconscientemente, no pude dejar de verlo, en como todos a su alrededor les llamaba la atención. Llevaba el cabello un tanto desordenado, con gran parte cabello por su frente, casi se
parecía a Johnny Depp de joven.
Tenía puesta como dos camisas manga largas, y por fuera una chaqueta de mezclilla sin mangas... lo más interesante es que las tres cosas permanecían abiertas. Mostrando sus abdominales. Me llamó más, cuándo se dio la vuelta, y pude ver su pantalón mezclilla, negro y ajustados. Todos querían llamar la atención de él, y este solo sonreía como idiota.
Tuve que ignorarlo, para ver el poco líquido que tenía la copa, girándolo lento, pensando que casi podía sentirme así, mi vida girando sin sentido y el idiota de Taehyung entrometido a donde sea que fuese.
Salí de mi laguna mental, por el susto de luz inoportuna que fue hacia mi rostro. Abrí mis ojos con dificultad, para ver a un hombre detrás de una gran cámara, que estaba dispuesto a tomar otra foto.
—Pero vamos a ver, ¿eres tonto?
La cámara bajó.
—Solo hago mi trabajo, señorita.
Bufé.
—¿Cuál se supone que es tu trabajo? Deberías dejar de ir tomándolo fotos a las personas, sin su consentimiento. Creí que esta era una fiesta privada.
—Lo siento, señorita Baek, pero usted debería saber cuáles son las reglas aquí, si no le gusta, puede irse.
Entonces, me di cuenta de que dijo el apellido de Jiheon. Joder, reaccioné demasiado brusca.
—¿Qué está sucediendo por aquí?
Tanto el camarógrafo de pacotilla y yo, volteamos a ver a esa extraña voz suave, y tranquila. Kim.
—Lo mismo de siempre Kim, pero por lo visto a esta le molesta.
Que se acercara más y le tiraba su cámara a los suelos.
—Entiendo, déjala en paz Sam —Fruncí mi entrecejo, viendo al tipo alejarse. Quise que el otro hiciese lo mismo, pero no fue así. Se mantuvo de pie todo el momento, con sus manos metidas en sus bolsillos de enfrente, viéndome— Y tú, ¿qué haces por aquí?
—Alguien me invitó.
Respondí cortante. No me interesaba hablar con él, por más que su perfume llegara hasta mi nariz.
—Ah, ¿tu amiguito ese? —Ni siquiera dije más. Apoyé mi rostro en la palma de mi mano, ignorándolo más. En vano, ya que se sentó justo enfrente, colocándose en mi misma posición. Cruzamos miradas, haciendo que mi ritmo cardíaco incrementara— Me gusta como te ves. Podrías ser la ganadora de la más sexy de todas.
Rodee los ojos, insoportable.
—Eres un tonto.
Murmuré. Aparté por unos momentos mis ojos, solo para fijarme en su clavícula y en su pecho.
—Pareciera que no estás cómoda.
—Lo estoy.
—Si quieres, podemos ir a otro sitio, donde no haya mucha gente.
Ese era el punto, no conocía a nadie, me sentía fuera del lugar, no me apetecía hablar, ni pensaba encontrarme con él, pero como una idiota que toma malas decisiones, acepté.
Seguí sus pasos, tratando de ocultar mi rostro ante todas las personas con las que nos cruzamos –mismas que saludaban a Kim–. Llegamos hasta un pasillo, con varias puertas, y casi al final, este se adentró, y después yo. Me dio gracia el diseño caótico, era un tipo baño con tina y lavamanos, pero con un sofá al otro costado y un armario.
—Normalmente, aquí se vienen a hacer fotos —Llamó mi atención. Sacó su móvil, y después de unos segundos se acercó a mí, mostrándome su pantalla. Se trataban de fotos suyas, metido en la bañera, usando una secadora y más. Solté una pequeña risa— A mi ya me las hicieron antes.
Fui a sentarme en el sofá, teniendo su móvil en mi mano aún, intrigada.
—¿Por qué lo de las fotos?
Aun de pie, se quedó así, viéndome.
—Pues, cuándo se abrió el club, dijeron de tomar fotos y mandarlas a una revista medio conocida, donde llevaban el cotilleo de algunos nacidos en cuna de oro. Así fue. Al ser el club privado, no se admiten ningún móvil o cámara, solo el puesto por el jefe, quien hace una sesión de todos los que vinieron, como prueba de sus atuendos y de que se realiza cada mes —-Resopló— Ridículo, pero es entretenido.
Asentí. Bajé mi cabeza para pasar las fotos, viéndolo aún, y llegando a una donde tenía una flor medita en su pantalón. Solté una carcajada, en burla.
—¿Es en serio?
Seguí mofándome.
—Te juro que esa es mi favorita.
Me dio la espalda, yendo hacia el lavamanos, que tenía un espejo redondo, arriba en la pared. Debo admitir, que a pesar de estar con él, me sentía más cómoda. Tal vez estaba estresada y lo pagué con el camarógrafo. No tenía que aguantar ese olor tampoco, pero la mirada de Taehyung, me daba escalofríos, me hacía pensar más de lo que debía.
—Sabes —Habló, viéndome a través del espejo— Tu vestido blanco, con medias blancas, te hacen ver tan pura.
Giró su cuerpo, dando pasos para acercarse. La incomodidad había vuelto, haciendo que me pusiera de pie, ahora yo enfrente del espejo, simulando revisar mi cabello. Taehyung me hacía perder la cabeza, eso no me gustaba, por eso estar cerca de él no era bueno, debía recordar siempre que lo odiaba por sus putadas.
Su cuerpo apareció, deteniéndose justo detrás de mí, viéndome por el espejo de nuevo.
—Pero cuándo te veo con esos tacones altos, te hacen ver jodidamente caliente. Ni hablar de tu escote.
Tragué saliva, sin saber qué hacer, sintiéndome desesperada.
—Debes detenerte Kim, deja de decirme esas cosas. Deja de verme de la forma tan lujuriosa en que lo haces, no me vuelvas a besar nunca —Bufé, pasmada por lo absurdo de la situación—. Me siento asqueada de pensar que quieres convertirme en una de tu lista, con la que solo quieres tener sexo, y te aseguro que eso no pasará.
Nuestras miradas seguían fijas en los dos, sin dudar en ningún momento.
—Te aseguro que yo no quiero eso. Recuerda que te dije que ni siquiera puedo tener sexo desde que te besé, es como si me hubieras hecho inmune a las otras por ahora.
Reí. Cada vez que abría la boca, parecían ilógicas sus palabras. Quise ignorarlo, pero hasta las ganas de seguir burlándome de él se fueron, por su agarre en mi cintura.
>>> —¿Por qué te ríes? Es como si desde que nuestros labios se juntaron, soy incapaz de besar a otras sin dejar de desear que seas tú.
—No me interesa, lo único que puedo pensar es que te odio, me fastidia estar a tu lado, por la basura que fuiste conmigo.
Sonrió, siendo tan cínico.
—No pasa nada, puedes seguir odiándome.
Aún con mi cintura tomada, se acercó más y su rostro justo al lado del mío. Quitó el cabello que había en mi rostro y dio un largo beso en mi mejilla.
—Es la última vez que te lo diré, déjame en paz. Lo único que quiero de ti, es molerte a golpes.
Mi aliento faltó, cuándo sus labios bajaron a mi cuello, estaban tan húmedos. Ni siquiera sabía qué decir, era como si mis palabras a las defensivas hubieran acabado.
Me siendo tan terriblemente débil, solo miré como ahora sus manos tomaron mi chaqueta, bajando por mis hombros, dejando a la vista las tiras de mi vestido. Llevó esos labios a besar mi hombro, besando sin parar esa zona, provocando que suspirara con fuerza.
Tuve que sostenerme sobre el lavamanos, cuándo mientras sus labios húmedos me destruían, una de sus manos bajó a tocarme la cadera, masajeando.
—No quiero que me toques tampoco.
Dije en un hilo de voz, llamando su atención. Esbozó la sonrisa más hipócrita que haya visto. Me giré, quedando enfrente suyo, tan cerca. Bajé mi mirada, viendo su piel que podía asegurar que parecía bronceada. No podía permitir más esto.
Coloqué mejor mi chaqueta, dispuesta a decirle todo lo que pensaba, por qué era verdad. Jamás estaría con Kim Taehyung si fuese el último hombre en la tierra.
—Has sido un idiota, ni siquiera tengo que decirlo. No voy a olvidar el trato que me diste, o los besos sin mi permiso.
—Entonces, permite que te bese por última vez, y luego pégame las veces que quieras.
Me crucé de brazos, viendo como parecía decidido.
—Tan egoísta. Ni siquiera sabes lo que yo quiero.
—¿Que es lo que quieres?
Era lo que le llevaba diciendo desde hace semanas, desde que me besó.
—No cruces más esa línea. Somos compañeros de trabajo, sigamos como eso y al menos deja de ser un idiota.
Hubo un silencio por varios segundos. Lo dejé ahí, de pie, mientras que por mi parte me alejé, yendo hacia el sofá para recoger mi bolso. Puedo asegurar que sentí un gran peso quitarse, aunque no lo parezca. Dispuesta a salir, lo miré siendo tan él.
Soltó una sonrisa, para luego morder su labio, que en un abrir y cerrar de ojos, lo tenía sosteniendo mi cuerpo, besándome. Cruzar la línea, era que no volvería a pasar esto, y yo detenerlo. Pero todo se estaba volviendo fogoso, cuándo abrí más mi boca, aceptando su lengua, juntándose con la mía, haciendo que quisiera ver a que llegaba todo.
Con mi mano libre, la levanté, yendo a tocar su piel desnuda, subiendo hasta llegar a su pecho.
Por su parte, tocó mi cintura, pero bajó su mano para tocar mi pierna, subiendo a la vez, tan lento, tocando mi trasero fuertemente. Gruñí por aquella acción, que hizo que pasara mi brazo alrededor de su cuello.
Mi pecho subía y bajaba por la agitación, por lo caliente de mi cuerpo, por el tacto de Taehyung, metiendo esta vez su mano bajo mi vestido y tocando mi trasero, por encima de mis bragas.
Solté mi bolso, y a la vez, mi chaqueta cayó al suelo. Todo mi mundo se estaba jodiendo.
Nuestros labios se separaron, abrí los ojos, viendo los suyos. No podría describir aquel sentimiento, ese que se envolvió con seguir besándolo, con miedo y con pegarle.
Tomó con fuerza, atrayéndome más a él. Su mano libre acarició mi rostro, depositando un beso en mi mejilla. Debía detenerlo, por qué había permitido que llegara lejos.
Ahora fui yo, quien con fuerza lo alejó. Exhausta lo vi, sus labios rojos... levanté mi mano y lancé una cachetada hacia su mejilla. Solo me respondió con una pequeña sonrisa, mirándome detenidamente.
—¿Eso era lo que querías?
Asintió, siendo un sinvergüenza. Formé mi mano en un puño, refunfuñando. Joder, estoy segura de que me voy a arrepentir de lo que haré, pero en verdad quería hacer lo que mi cuerpo quería.
Volví a alzar mi mano, pero esta vez para tomar la chaqueta de Taehyung y acercarlo a mí, tocando nuestros labios. Este, confiado, me tomó en sus brazos, volviendo a tocarme. Lo hacía de una forma tan desesperada, juntando nuestras lenguas, mientras que yo sentía cosquilleo debajo de mi estómago.
Me acercó hacia la pared, donde tomó mi pierna y tuve que subirla a su cintura, donde este la empezó a acariciar, adentrándose de nuevo a mi vestido.
No sé qué es lo que estoy haciendo, ni tampoco entiendo como mis tirantes están caídos, en como mi vestido estaba hecho un desastre, que casi se podían observar mis senos. Mientras que yo, simplemente que dedicaba a hundir mis dedos en su cabellera, en besarlo con la misma ganas que él a mí.
Reprimí un leve gemido, por los besos que dejaba en mi piel, y más cuándo, en medio del beso, tomó mi cuerpo, cargándolo y me asustó. Di un par de palmadas en sus hombros, para que me bajara, pero este solo me miraba desde ahí abajo, caminando hacia el sofá, donde me recostó con cuidado.
Se colocó justo arriba de mí, y antes de venir a besarme, se quitó todo lo que tenía de camisas, tirándolas al suelo. Suspiré, viéndolo con detalle, alucinada por la forma en la que no era delgado, ni tenía músculos exagerados, pero sí era tres veces más grande que yo. Recostándose, hizo que elevara una pierna, que él se dedicó a acariciar mientras me besaba sin pudor alguno.
Tocaba tan bien, que se me escapó un gemido cuándo por alguna razón puso su rodilla en mi entrepierna. Mis dedos se enterraron en su espalda, tan suave igual que sus labios que volvieron a condenar a mi cuello, hasta el punto en que sentí una leve mordida que me despabiló.
La rodilla en mi entrepierna me confundía, me hacía querer moverme para sentir alguna fricción... esto estaba mal, muy mal. Abrí mis ojos de nuevo, todo para ver como empezó a desabrochar su cinturón, y despabilada, lo empujé para que pudiera levantarme.
—No.
Dije en un hilo de voz. Me puse de pie, viendo como este se sentó en el sofá. Arreglé los tirantes de mi vestido, arrepintiéndome tanto por permitir todo aquello. Mordí mi labio, reteniendo a mi cuerpo idiota. Estaba cometiendo el mayor error de mi vida.
Recogí mi chaqueta, para ponérmela. Alcé mi vista, viendo a Taehyung ponerse de pie, enfrente de mí. Las comisuras de sus labios se elevaron, y mirarlos tan rojos, me hacían sentir todo lo que pasó hace unos segundos.
Por último, tomé mi bolso, ignorándolo, pero este me detuvo.
—¿No me vas a pegar?
Negué. Sería tan cruel si lo hacía, ya que fui yo la causante. Solté su mano, cayendo en realidad. Tomaría lo que pasó como un momento pasajero, como el lío que tienes de joven cuándo sales a una discoteca. No había sido de esas chicas, por tener la mirada de mi madre siempre sobre mí, por ello sentía esto fuera de las cosas que haría.
Tragué saliva, viendo como sus ojos me miraban, tan brillantes, ¿qué le sucedía? Mejor dicho, ¿qué me sucedía a mí? Tenía la percepción de que ya no me miraba de esa forma tan violenta, obscena, que me retorcía.
—Esto no volverá a pasar, nunca. Así que, déjame en paz.
Mencioné. Giré mi cuerpo, yendo hacia la puerta. La abrí, y salí. Me quedé ahí, contra la pared del pasillo, recobrando mi respiración, alejando el ahogo que apareció por estar cerca de él.
Cerré los ojos, y con la ayuda de mis dedos, toqué todos los sitios que besó. Aún podía sentir su respiración, su tacto contra mi cadera, por mis piernas, y mi trasero. Su aroma tan embriagante, y su boca con sabor a vino.
Me confundía, me enredaba contra mis propias palabras. Quería sacar a Taehyung de mi vida desde el momento en que empezó a joderme, pero esta vez todo se fue a la mierda, había pasado la línea invisible que siempre he odiado.
Caminé, alejándome de ahí, y chocando con un par de personas que ni siquiera miré. Solo tenía el objetivo de llegar a mi mesa, encontrar a mi amigo y que dijera cualquier cosa, para olvidarme de todo.
—¡Sae! —De forma atontada, llegué a donde él. Me senté, y seguía hundida— ¿Dónde te metiste?
Suspiré. Casi ni entendiendo sus preguntas. Solo deseaba beber tres botellas enteras de vino, olvidar las caricias por mi rostro, y esas que bajaban por mis brazos de manera delicada.
—Pero Lee, responde. Nos tenías preocupado a los dos.
Si llego a la empresa, y nos encontramos, ¿cómo podré reaccionar? Tendré que comprar un boleto de avión e irme a algún país lejano, donde jamás puedan encontrarme. Panamá, me parece un buen país, o Chile, sí, ahí.
—¡¿Pero eso qué es?!
La voz alta que usaron, me sorprendió. Los miré, ambos mirando algo que me hizo sentir incómoda.
—¿Es un chupetón?
Ahora miré a Chris, para después tocar torpemente a un lado de mi cuello, seguro es ahí, cuándo solté un gemido. Cerré mis ojos, solo a ese idiota se le ocurría. Joder, joder, joder.
—Sí, lo es.
—Pero Lee, ¿con quién te besaste? Cuéntanos.
Rasqué mi cabeza, aún confusa.
—¿Te obligaron? Dime, y lo busco, te juro que...
—Deténganse. Solo me besé con alguien, no lo había visto nunca, y supongo que vosotros tampoco. No es relevante.
Agradecí que guardaran silencio. Jiheon rellenó la copa que tenía antes yo, con un poco de vino. La tomé entre mi mano, para llevarla a mis labios y tomar el líquido frío. Tenía mucho que pensar, o talvez no hacerlo, dejarlo en el olvido, eso no volvería a pasar de nuevo.
Miré hacia todas las personas, esas que bailaban sin parar, bebían y conversaban, hasta encontrarme con Taehyung, yendo hacia lo que parecía ser el mostrador. Tan campante, como si no me hubiese metido en la fosa más profunda.
¿Este era el infierno que él dijo, que se volvería mi vida, por meterme en su camino? Pues no mentía, porque me sentía justo ahora en el mismo infierno, queriendo bañarme tres veces seguidas para quitar sus marcas de mi piel.
Kim Taehyung era el infierno.
•
—Herbst
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top