005.

Lee saerom

Justo ahora, no quería escuchar las palabras de Jiheon. No me detendría. Entiendo que debería pensar con la cabeza fría, me gusta pensar antes de actuar. Si me equivoco, me disculpo, sin problemas. Pero no necesito más pruebas de las que había.

Seguí por el pasillo, hasta llegar al final donde podía ver esa oficina. Tuve que decirle a Jiheon que no me siguiera, que solo se quedara cerca por si venía alguien. Yo arreglaría esto, si no encontraba salida, lo más oportuno sería llevar esto hasta la CEO Kang. Me quejaría, por qué la situación se rebalsaba de mis manos.

Estando enfrente de su puerta, miré como su maldito nombre estaba ahí. No iba a tocar, ni siquiera recibo el suficiente respeto para que alguien como él se lo merezca. Tomé la manija con fuerza y abrí la puerta, dejándome a la vista aquel horrible sitio.

Mi cuerpo se tensó y casi se me salía el corazón por la escena indecente que sucedía. Kim estaba en su sofá, con las piernas estiradas hasta su mesita central, mientras que una mujer permanecía encima de él.

Sus ojos cayeron sobre los míos, y solo pude ver hacia otro sitio, mientras que la mujer se levantaba haciendo ruidos. Normal que esté avergonzada, estaba a punto de meter el miembro de ese tipo en su interior. Asqueroso.

Volví a ver, solo para encontrarme con que buscaba sus bragas. Kim se las dio, todo para tomar sus cosas con rapidez y salir sin querer mirarme.

—Siempre tan inoportuna.

Musitó, sin verme. Se dedicaba a cerrar su pantalón. Se cruzó de brazos y me miró. Estaba tan informal desde mi perspectiva. Un jean, y una camisa negra de brillos, de tiras. ¿Acaso no venía a trabajar?

A lo que venía. Fui hasta él, tratando de sacarme la imagen anterior de la mente.

—Dame lo que me pertenece. —Alzó su cabeza, para verme. Su cabello cubría toda su frente, haciendo que se viera más largo. — ¿No me escuchaste? Dame mis archivos. Tú no tienes ni un maldito permiso para entrar a mi oficina a joderla e irte como si nada.

Lo que más me fastidiaba, era que no hablara. Pasé mi mano por mi cabello, suspirando.

>>> —¿Por qué tomaste esos papeles? — Metí mis manos en los bolsillos de mi pantalón— No me lo dirás. Supongo que esa chica te comió la lengua por lo visto. Pero te sugiero que hables ahora, porqué te juro que te vas a arrepentir toda tu vida. Kim.

Sonrió, mofándose. Bajó sus piernas y se levantó, viniendo hacia mí. Demasiado cerca, y no me gustaba eso. Di un paso hacia atrás ante aquello. Parecía querer intimidarme por sus ojos y por su altura.

Olía horrible. A cigarro y a vino, una combinación extraña. Pero, no había más dudas de que había sido él.

—Después de un par de semanas, al fin follaría con esa mujer y la espantaste. —Suspiró— Que voy a hacer contigo, maldita sea. Te metes en todo, llegaste a esta empresa creyéndote y queriendo ser la mejor enóloga, sin saber que yo estaba aquí. Te involucras en mi trabajo. ¿Qué buscas?

—Hago mi trabajo. No es mi culpa que seas un egocéntrico. Y todos los de esta empresa me recibieron con una actitud egoísta, teniendo la misma personalidad que tú. Si haces mal algo y tengo que solucionarlo, mejor preocúpate por ti, para hacer mejor las cosas.

Expulsé, sosteniendo su mirada asquerosa.

>>> — Deja eso de lado y dime la razón de entrar a mi oficina y volcar todo.

—¿Yo? Estás quedando loca.

—Devuélveme mis papales ahora mismo. Encárgate de la limpieza de mi oficina, y cuándo la directora Kang vuelva, encuéntrame con ella, porque esta no la dejo pasar Kim.

Amenacé. Me giré, queriendo salir, pero este habló haciendo que me detuviera.

—Eres tan amargada, vive la vida, así como el viernes en esa discoteca donde enseñaste tus piernas.

Le pegaría, eso haría.

—No soy su amiga, no soy nada. Así que volvamos a tratarnos de usted. Este es mi lugar de trabajo, lo respeto, así que respete, tenga algo de educación.

—Pero se miraba bien ese día. No usaba sus típicos pantalones de tela. Ese vestido le hacía un buen cuerpo. Y déjese el cabello suelto, así disimula su rostro de zorra que tiene. —Separé mis labios, sin encontrar respuesta a la insolencia que tenía— ¿Nunca le han dicho que sus ojos son como los de una zorra? Son llamativos.

Giré mi cuerpo y salí de ahí, cerrando la puerta de golpe. Temblaba, así que apreté mis ojos pensando en algo que no fuese ese idiota, ese estúpido que solo hablaba cosas sin sentido. Estaba drogado o algo. No podía más.

Sentí un toque en mi hombro, y me alejé rápido, todo para darme cuenta de que fue Jiheon. Respiré tan fuerte que todo dentro de mí estallaría.

—¿Qué ocurrió ahí dentro? ¿Fue él?

Asentí. Caminos para llegar hasta mi oficina.

—Le diré a la directora Kang, pero no le diré que fue él. Me las pagará Jiheon, te juro que Kim Taehyung me las va a pagar.




El latido de mi corazón era lo único que sentía. Me detuve justo a la mitad del puente Hannam. Había decido salir a correr, y vaya que llevaba un largo recorrido. Además de descansar, tenía que responderle a Chris, quien me contestaba a todo lo que le había contado de la semana.

—Lo sé, pero es insoportable. No es normal que vengo tres días después a la mesa donde estoy comiendo a decirme que por qué le acusé de algo que no hizo, supuestamente.

—Ya te he dicho que no le hagas caso. Sae, ignóralo. Si se sobrepasa, tendrás que ponerlo en su lugar.

Escuché a través del auricular.

—Llamarme cara de zorra, querer intimidarme, infravalorar, ¿cómo podría quedarme callada o quedarme de brazos cruzados?

—Hacer jugarretas solo te hará ver infantil.

Chasquee los dientes. Tenía razón, pero me sentía impotente. De nada me servía alardear de que siempre llevaba la fiesta en paz con las personas, cuándo quería darle de puñetazos a un tipo arrogante.

—Y con respecto al otro, ¿ha pasado algo relevante?

Siendo sincera, casi no lo veo, pero parecía más delgado de lo normal.

—Sabes, desde que me enteré de que vive en mi mismo edificio, gracias a Dios no me lo he encontrado. Solo espero que siga así, no quiero más conflictos.

Apoyé mi cuerpo en la barandilla del puente, para ver el río.

Relájate cielo, te aseguro que las cosas irán a mejores.

—No estoy tan segura. La semana que viene me toca ir a una cata de vinos con ese.

Y como siempre, trataré de dar lo mejor de mí, por qué necesito llevar la fiesta en paz. Me agradaba mi trabajo, pero por culpa suya siento hasta pereza levantarme cada mañana para ir a la empresa.





Moví un par de etiquetas que tenía encima de mi carpeta. Debía presentar cinco diferentes vinos de la misma añada y de la misma región, a unos agentes que venían a la cata, también siendo profesionales. Recordaba todo lo imprescindible para el momento que tuviese que dar la información.

Pero había un problema. Kim Taehyung. Se suponía que estaríamos los dos en la sala principal, ordenando como lo haríamos, ya que este necio dijo "lo decidiremos en el lugar". ¿Dónde está? No lo sé.

Miré mi reloj de mano, y faltaba un minuto para que fuese la hora acordada. No tenía idea tampoco de donde podrían estar los agentes, se decían que les gustaba la puntualidad, pero no se notaba.

Resoplé con desespero. Dejé la sala para ir hacia el pasillo donde comenzaríamos el recorrido, hasta llegar al balcón para que hicieran la cata después de brindarle toda la información. Enrollé mi blazer negra, hasta mis codos, para luego cruzarme de brazos. Vaya. Así que el maldito loco decidió iniciar antes.

Me acerqué al grupo de personas que escuchaban con atención al idiota. Me quedé atrás, viendo la forma en la que explicaba las características de la crianza de la uva del vino que probarían esa tarde.

Al ver a las personas seguir por el pasillo, me acerqué a este.

—¿Qué crees que haces? Debíamos ponernos de acuerdo para...

—No es necesario hacer siempre las cosas de acuerdo. Está bien hacerlo de improvisto. Suelen salir muy bien.

Me miró. Pude darme cuenta de que tenía lentillas levemente azules, combinando con su traje del mismo color.

No tenía sentido nada de lo que decía. Esto era un trabajo serio, en el cual arriesgamos todo. Debíamos hacer las cosas de manera correcta, demostrando que aunque nos odiáramos, podemos trabajar en equipo, para fortalecer nuestros conocimientos. Algo irrelevante para él.

Siguió a los agentes, dejándome con la palabra en la boca. Pensar que esto se salía de mis manos, era antiguo, porque desde hace tiempo no tenía idea de que hacer después. Se dirigía hasta el balcón frente donde había la pequeña cosecha. Esperé que todos los agentes entraran, y cuándo Kim estaba a punto de hacerlo, le hablé.

—Estoy segura de que ni siquiera le has dicho sobre las sinuosas características de la tierra. Yo me encargaba de decir algo, pero estás tú llevándote todos los elogios y los logros.

Metió sus manos en sus bolsillos, viéndome tan indiferente.

—Oye Lee, déjeme en paz.

Bufé atónita.

—¿Qué le deje en paz? ¿Soy un chiste para ti? Por qué te voy a decir una cosa, estoy cansada de que quieras llevarte los méritos tú solo. —Me acerqué a él— ¿Crees que no me di cuenta de que llamaste a mis antiguos clientes para hacer negocios? Al menos, también sé que te rechazaron, por qué vaya fama tienes.

En su rostro se dibujó una pequeña sonrisa, que generó más molestia en mí. Este dio un par de pasos también hacia mí, repitiendo lo que hice yo, pero se había pasado. Su altura trataba de intimidarme, y a pesar de llevar tacón alto, apenas le llegaba a su estúpida nariz.

Alzó ambas cejas, sin separar mirada ni un segundo, como si estuviera esperando algo.

—¿No vas a decir más?

Musitó, teniendo la voz más grave de lo normal. Tragué saliva sin entender aquel cambio. Estaba completamente serio, sin moverse, solo regalándome la mirada más penetrante de todas. No sé si quería matarme, ni siquiera sé por qué me odia de esa manera.

Pasé mi lengua por mi mejilla interna, alucinando por la situación. Pero se jodió más cuándo lanzó hacia adelante su espalda y su cabeza quedó justo a mi misma estatura. Demasiado cerca que podía ver a la perfección sus poros y cada lunar.

—Que estoy cansada de que seas engreído, no eres el único especialista aquí. Te aseguro que cuándo haga el informe, esta vez no me quedaré callada de lo que ocurrió aquí.

La puerta que llevaba al balcón se abrió, haciendo que diera un paso hacia atrás al ver a un agente.

—¿Todo bien, señor Kim?

Recobró su postura y sonrió tan simpático. Qué escalofríos.

—Por supuesto, señor Sang.

Se fue hasta él, sin antes darme una mirada.

—Los demás preguntan por qué no vino la ingeniera Lee, digo, quería conocerla en persona.

Antes de que respondiera, también me acerqué, esbozando una gran sonrisa.

—Buenas tardes, soy Lee Saerom. Ingeniera agrónoma y Enóloga de RLS —Hice una reverencia—. Lamento tanto no estar desde el inicio, pero no hubo la comunicación suficiente por parte de mi compañero, ya que decidió actuar por cuenta propia. Así funcionan los egocéntricos.

Con la misma sonrisa, volví a ver a Kim, quien estaba al lado mío con ese mismo gesto de asco.

—Oh, ingeniera Lee, no sé...

—¿Egocéntrico? —Resopló, volteando completamente hacia mí— Dizque, señorita Lee, permítame decirle que usted debería corregir sus palabras, ya que no es mi culpa que tenga más conocimientos que los demás. No se ponga a la altura de mí que llevo años haciéndolo.

—¿Años? No es un viejo, a penas tiene como dos o tres años de diferencia conmigo. Yo tengo una amplia experiencia internacional, trabajé con una gran bodega de vinos, y todo por mi propio mérito.

Expulsé, quedando enfrente de él, así como antes.

—Señores, yo creo que...

—¿Para qué volvió a Corea entonces? Por lo que sé, apenas ha estado dos veces aquí, tres con esta. Creció en Australia, debería quedarse ahí para al menos ser relevante, no a quitarle el trabajo a otros que son mejores que usted.

Fruncí mi entrecejo. Moví un par de cabellos sueltos de mi rostro y sonreí campante.

—Kim, suena hasta ilógico lo que dices. Patético. Quise venir a expandir mis conocimientos. He vivido toda mi vida en Australia y cuatro meses en Francia por una beca. Vine a mi país natal a demostrar que aquí también soy uno de los mejores enólogos que puede haber.

El ambiente se estaba volviendo agresivo.

—Disculpen. Me parece una falta de respeto esta situación.

Mi corazón se detuvo. Volví al agente Sang, quien ahora estaba con los demás. Que vergüenza, ¿había escuchado toda la discusión? Estaba tan fijada en defenderme del idiota que ni siquiera me di cuenta. Mis manos temblaron sin saber qué hacer. Estaba en problemas, en serio que sí. Fácilmente, podía ignorarlo como siempre lo hago, pero esta vez...







Desde que entré a la oficina, lo único que podía ver era a la ceo Kang, y el suelo. Sentía mis orejas calientes por la vergüenza de la situación, a donde me llevó no controlar mi carácter y mi enfado.

Los agentes ni siquiera quisieron probar el vino. "Comportamiento nefasto". Ja, no podía creerlo. Era la primera vez que me tachaban como una buscapleitos.

—¿Pensáis que es normal que quieran a otros enólogos cuándo ustedes eran perfectos? —La ceo Kang recibió la noticia de nuestro comportamiento nada más salir de la bodega. Tenía toda la razón, se encontraba muy enfada. — Estoy cansada de las situaciones que se crean. Un ambiente laboral debe estar lleno de respeto y educación. Cambien la actitud, no importa quién haya empezado, no sois unos niños.

Asentí. La vi, sobando su frente y suspirando. Podrían sancionarla a ella si esto no cambia. Llevaba un strike por decirlo así, y ya me sentía preocupada. No me quiero imaginar cuántos podría llevar Kim.

—Entiendo su punto, pero...

—Director Kim, guarde silencio, por favor. Aún estoy reflexionando que haré con vosotros —Miré de reojo al engreído, quien no bajó la cabeza ni un segundo, siendo tan altanero hasta con su jefa—. Ingeniera Lee, espero que este comportamiento no se vuelva a repetir de su parte. Comprendo que estará enfadada por lo que pasó hace unos días, pero esto es su lugar de trabajo, así como las bodegas y etc.

—Entiendo directora Kang. Lamento mucho los problemas que he ocasionado. Prometo centrarme solamente en mi trabajo.

Hice una pausada y completa reverencia. Cuándo volví a erguir mi cuerpo, la miré como esbozó una pequeña sonrisa.

—Puede retirarse —Kim no se movió ni un milímetro— Director, usted quédese.

Supongo que debía tratar otros temas con él. Me pregunto que le dirá, ¿le reñirá? Bueno, eso no me interesa en absoluto.

Tenía ganas de irme a casa. Regresamos tarde de la bodega y estuvimos en la sala de reunión sin articular palabra, hasta que la ceo Kang nos llamara. No había casi nadie en la empresa, hasta Jiheon se había marchado. Además, debía contarle lo que sucedió, por qué estaba insistente en esperarme por si necesita ayuda.

Llegué hasta mi oficina, debía dejar todo en orden, ya que mañana y el lunes pasaría poco tiempo por aquí. Tenía que arreglar mis papeles para el viaje que haríamos a Busan, todo para la supervisión de la cosecha. Solo deseaba que no se convirtiera en un problema. Jung, Kim y yo ahí, junto a nuestros ayudantes. No sé qué pasaría.

La tensión era inevitable, pero como dije, haré mi trabajo y no me relacionaré con nadie.

Tomé mi bolso y salí de mi oficina. Cerré la puerta para ir hacia el ascensor. Me dolían tanto los pies por los zapatos, debería ir de compras para comprar alguno que no me lastimara mucho.

Al menos no he salido del edificio, deberé ir al baño. Bajé del ascensor, fui directo al espacio de los baños. Dios, era bastante tarde, jamás había salido a esta hora. Debía preocuparme por validar mi carnet de conducir aquí, por qué gastaba mucho dinero en taxi, y era mejor ahorrar.

Seguí caminando, hasta que estuvo a punto de doblar al pasillo donde estaban los baños. Estaba Jung, hablando por teléfono. Me detuve en seco y fue tan inevitable escuchar su conversación.

—Te juro que solo fue un mareo.

Era como si sostuviera su cuerpo sobre la pared. Me daba un poco de pena el hecho de que posiblemente tenga que ver con el cansancio de salir tan tarde de la empresa, además de que lo he visto un poco más delgado de lo normal.

—Que no Yoongi, te prometo que trataré de comer esta noche algo, pero debo acabar unos informes antes del viaje.

Era como si se estuviese matando a sí mismo.

—Eso depende, pero buscaré la forma de remediar todo. Nos vemos.

Noté como apoyó su espalda contra la pared, así que me di la vuelta, para que no me mirara. Debería irme, pero realmente quiero ir al baño. Supongo que es verdad Jung se sobre esfuerza más de lo debido. Jiheon mencionó que él siempre era el supervisor, así que supongo que esta vez querrá hacerlo mejor que otros años.

Ahora me parecía más humano que los demás, pero espero que no se autoexija demasiado.





Tratamos de caminar entre todo el jaleo. Había muchas personas en el aeropuerto de Busan, y entre todos, el equipo de supervisión del viñedo.

El viaje no fue del todo malo, me la pasé todo el transcurso charlando con Jiheon, y siempre confirmó que es tan agradable estar con ella, también fuera de algo laboral. Lo extraño fue, que Kim no estuvo en el mismo avión, por lo visto tomó otro. Qué tonto.

Nuestro destino era el hotel donde nos hospedaríamos, así que afuera del aeropuerto nos esperaba un autobús.

—¿Había venido alguna vez a Busan? —Despegué la mirada de la ventana para verle y negar— Yo tampoco. Sé que es todo por trabajo, pero me dan muchas ganas salir a pasear en algún momento.

—Seguro que podremos.

Sonreí. Me ganaban las ganas de dar un paseo y conocer más. Nací en Seúl Chuncheon, al noreste de Seúl, pero aun así a mis padres no les agradaba mucho, por eso tenían la opción de mudarse a Busan o Australia.

La primera y última vez visité Corea después de mudarme, fue a los 15, tengo leves recuerdos, pero jamás decidimos pasar por la ciudad. Así que, salir un poco y visitar otros sitios de mi país natal, me alegraba. Me sentía orgullosa, algo así.

Sobre todo, anhelaba ver el viñedo. Había visitado muchos, pero me hacía ilusión ver como era aquí, y sobre todo el de la empresa. Tenía informes, fotos y videos, pero es distinto al verlo en persona.

Por lo visto habíamos llegado, así que todos bajamos del autobús. El hotel era en verdad grande a pesar de la zona un tanto rural. Nos encaminamos hasta la entrada y apareció una mujer mayor, que por lo visto nos reconoció.

—Buenas noches. ¿Son ustedes miembros de RLS?

Asentí, pero de pronto apareció Jung detrás de mí.

—Buenas noches, somos nosotros.

—Comprendo. Su compañero, el director Kim, llegó hace una hora. Pasen adelante, les mostraré vuestras habitaciones.

Así que su egocentrismo era tan alto que tuvo que tomar un vuelo privado. Me genera rabia ese tipo.

Seguimos a la que por lo visto es la recepcionista. Todos estábamos en el piso 10, y por lo visto soy la única que comparte habitación. No me quejo, y era normal.

Tomé las llaves y fuimos a nuestra habitación. Jiheon nada más entró, fue directo a la cama para tirarse en esta misma.

Llevé mi maleta hasta el armario al lado de mi cama. No era tan grande, tampoco interesaba eso, estábamos a gusto.

Tomaría una ducha, me pondría mi pijama y me acostaría a dormir, para descansar, ya que mañana debíamos ir al viñedo.

—Lee —Giré mi cabeza para ver a Jiheon sentada— Si tenemos un tiempo libre, salgamos al centro comercial y a la playa.

Sonreí al verla tan ilusionada, como si no tuviese que hacer un gran informe de todo lo que pase en los días que estemos aquí.

Al menos espero que mañana no sea un caos. Ni con Kim, ni con Jung. 

Herbst

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