Capítulo 9
Dionisio sintió como si una niebla negra lo rodeara mientras se ponía de pie en medio del vacío de con el dolor resonando en su cabeza.
«Ya sentí esto», se dijo tratando de estabilizarse.
—Te voy a matar, Hades —gruñó— Te voy a matar.
La oscuridad a su alrededor estaba empezando a disiparse poco a poco y Dionisio pensó que despertaría pronto, por lo que se relajó; sin embargo, una presión en su mente le impidió hacerlo.
—No te despiertes, no quiero eso ahora —escuchó que le decía Hades a su oído aún cuando no estaba a su lado.
Aguantando el dolor Dionisio vio como la niebla desaparecía y frente a él apareció una mujer joven bastante bella frente a ¿Zeus?
—¿Qué diablos? —murmuró acercándose a la pareja que parecía no estar consciente de su presencia.
—¡Demuéstramelo! —gritaba la mujer furiosa y mientras más se acercaba a ella mayor parecido le encontraba Dionisio con su propia madre.
—Mujer, entiende, si lo hago morirás —rebatía, la imagen de un Zeus mayor, del que él conocía claramente.
—No me importa —le dijo la mujer— Si no la haces de todas maneras moriré, porque en la vida daré a luz al hijo de un embustero.
—No...
—Muéstrame tu forma divina ¡Hazlo ahora! —volvió a pedir y el cerebro de Dionisio hizo click en ese momento.
Ella era Seleme, la madre mortal de Dionisio, del dios Dionisio, no de él por supuesto. Él tenía su madre y ese no fue su nombre.
El jamás olvidaría el nombre de su madre, María. Sonrió al recordarlo, pero esa sonrisa desapareció cuando de un momento a otro una luz centellante se esparció por todo el lugar con truenos resonando sobre él, ellos, y un viento fuerte que le azotaba en la cara; sin embargo, no llegaba a molestarle, por el contrario con todos esos elementos Dionisio podía sentir el poder que emanaba Zeus.
Cuando toda la iluminación despareció el cuerpo casi carbonizado de Selene yacía en el suelo.
"Zeus" se acercó la mujer y metiendo la mano en su estómago sacó una luz reluciente de él. Sin perder el tiempo, el dios, se cortó el muslo de su pierna y puso la luz ahí dentro antes de sellar la herida.
Iugh, pensó Dionisio al ver la escena frente a él. Es decir, una cosa era que el supiera lo que pasaba por los libros y otra muy distinta a que lo viera en vivo y directo. Era as-que-ro-so. Pero había algo que no entendía ¿Por qué él estaba viendo eso? No tenía sentido.
La imagen comenzó a distorsionarse volviendo velozmente al vacío y otra imagen se presentará ante él.
Ahora se encontraba en un campo bastante bonito y que lo hizo sentir como en casa.
El lugar era hermoso rodeado de varios arboles frutales, una brisa fresca, el sonido de un arroyo, y las risas que se escuchaban era todo lo que Dionisio podía describir como felicidad.
Caminando alrededor llegó hacia un grupo de mujeres que estaban jugando con un niño que correteaba detrás de ellas intentando atraparlas, una escena bastante hermosa, que ni siquiera se interrumpió cuando la tierra se abrió a unos metros de ellos, aunque al él si lo asustó y, casi, grita a los demás que se escondan.
De la abertura salió una mujer bastante hermosa acompañada de un hombre que llevaba su rostro oculto a través de un yelmo.
—¡Tía! —gritó el pequeño niño corriendo hacia la mujer acababa de aparecer, y que lo atrapo en sus brazos dándole vueltas y besos en su mejillas.
—¿Cómo está mi niño bonito? —preguntó la mujer retóricamente antes de girar con el niño hacia su acompañante— ¿No te parece que está cada día más lindo?
—Es un dios, obvio será lindo —le respondió el hombre aburrido y Dionisio reconoció esa voz inmediatamente.
Hades. Lo que significaba que la mujer a su lado era...
—Perséfone, revisa que todo este en orden y vayámonos, sabes que no podemos estar mucho tiempo con él —le recordó Hades a la mujer que asintió haciendo una mueca antes de entregarle el niño a su marido, que lo aceptó sin ningún problema, e irse hacia donde las otras mujeres.
—¡Tío!
—Sí, tu tío pequeño mocoso —respondió el dios del inframundo al pequeño—. Serás un gran dios Dionisio, solo debes sobrevivir lo suficiente para que Hera no te mate —le dijo al niño que aunque no entendía lo que le decía, él si lo hacía.
Mirando de nuevo al pequeño se dio cuenta de ciertas características que compartían, como el cabello y color de ojos.
—Lástima que seas hijo de Zeus, mi mujer te ama como a un hijo —comentó mirando al infante que solo reía— Tienes demasiada alegría, ve con las ninfas y sigue siendo el niño que amamos —le ordenó poniéndolo en el suelo con cuidado.
Su doble pequeño obedeció como si estuviera acostumbrado al trato y corrió a apegarse a las piernas de Perséfone que se agachó a su altura dejando un beso antes de regresar con su marido.
—¿Crees qué podamos mantenerlo a salvo de ella para siempre? —preguntó la diosa mirando, claramente preocupada, en dirección a las ninfas con el niño.
—Mientras mi poder proteja esta campo y él siga siendo tan inocente sin encontrar su don no lo hará —le respondió Hades a su mujer que asintió mientras ambos se acercaban al hoyo que anteriormente habían abierto despareciendo y con ello la imagen frente a él.
«Mierda», pensó Dionisio sintiendo como el estómago se le revolvía.
Aquel que esta bajo el cuidado del invisible.
Hades.
«Siempre había sido Hades el que lo había estado protegiendo», se dijo, y muchas cosas cobraron sentido para él. En ese momento entendió porque Hera no lo había expulsado de su grupo a pesar de su historia, o de la del dios que llevaba su nombre.
Nunca fue porque él tuviera acciones o poder en su pueblo, no, fue por Hades, estaba casi seguro de eso.
La niebla apareció rodeándolo, otra vez, antes de disiparse y mostrarle otro escenario uno bastante similar al anterior, pero que a diferencia de aquel este le daba ganas de salir corriendo.
Un doble de él, exactamente igual, apareció en su campo de visión, y el parecido era tan horrible que se asustó; sin embargo, el otro al ser ignorante de su presencia paseaba por el campo donde estaba como si nada estuviera mal, como si fuera feliz.
¿En realidad un dios podía ser feliz? La respuesta parecía estar frente a él y siendo sincero la envidiaba porque Dionisio no podía recordar haber sido feliz de una manera tan pura como la que mostraba su doble, y los pocos momentos de felicidad que había tenido no iban a existir más.
—Malia deberá perdonarme por dañar su jardín después de esto —lo escuchó decir mientras recolectaba varias frutas.
Malia...
Estaba seguro que había escuchado ese nombre antes, pero no recordaba dónde.
Viendo a su doble ir detrás de unos arbustos Dionisio lo siguió preocupado de que se perdería, por lo que lo siguió hasta que ambos llegaron a una parra de la cual el chico sacaba diversas uvas.
—Debo escoger las mejores —murmuraba su doble.
—¿Es enserio? —cuestionó Dionisio rodando los ojos.
Resoplando se dio media vuelta para caminar alrededor y explorar; sin embargo, al hacerlo se encontró cara a cara con Hera bastante satisfecha.
—Jesús —susurró— Maldito susto el que me diste —acusó a la chica que lo ignoró viendo a su doble con los ojos entrecerrados— Hera...
—Así que tú eres Dionisio —dijo la rubia y en cuanto esas palabras salieron de su boca su aspecto cambio por completo, mostrándose más adulta— Hola.
—Hola, sí yo soy Dionisio ¿Tú eres?
—¿No sabes quién soy?
Su doble negó y Dionisio se asustó retrocediendo hasta él asustado, sabiendo lo que iba a pasar.
Conocía la historia y no le gustaba para nada.
—Corre —susurró inconscientemente hasta que recordó que nadie ahí podía verlo o escucharlo.
—Que pena que no lo sepas —le respondió la rubia acercándose y alzando su mano para tocarlo.
Como acto reflejo Dionisio tomó la mano de su doble para apartarlo; sin embargo, lo que paso fue inesperado y él se encontró siendo absorbido por el cuerpo de su doble justo cuando Hera le acariciaba la cabeza y un dolor estallaba dentro de él haciéndolo retorcerse.
—Te ocultaron muy bien durante años. Les concedo que hicieron bien su trabajo, pero su protección no iba a durar para siempre —murmuró la rubia— Ahora les haré pagar su error, les mostraré cuán equivocados estuvieron al haber hecho eso —gruñó— Desde ahora estás condenado a la locura, esa es mi maldición a ti pequeño Dios porque tu muerte ya no es opción —le dijo antes de desaparecer y dejara su doble agonizando con su mente perdida y con Dionisio dentro de él sintiendo como su mundo empezaba a caerse en pedazos.
***
Ay :c
Voy a ser super sincera y diré que la historia de Dionisio me parece bastante cruel.
Creo que muy poco se conoce de su origen, el cómo fue, que hizo o como acabó siendo lo que la mayoría conoce. Yo tampoco sabía aquello y aunque no creo que haya sido tan inocente, fue uno de los dioses, si no es el único, que a pesar de ser un dios fue feliz viviendo lejos hasta que la maldición de Hera lo golpeó :c
Aún falta mucho por conocer de él así que no se pierdan el próximo capítulo.
Los quiero!!!
Au revoir!!!
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