Capítulo 8

Dionisio no podía creer el desastre que se había armado en tan solo unos minutos en el hospital de su pueblo; es decir, todo en el lugar era un caos, uno del que probablemente el era responsable indirectamente. Sin embargo, nada de eso le preocupaba en ese momento, en su mente solo estaba repitiéndose el hecho de que Macaria estaba con Acci y aquello significaba que su amigo ya no estaba más a su lado, que se había quedado solo en el mundo y no podía hacer nada para remediarlo.

—¡Dionisio, Dionisio! ¡Reacciona! —gritaron mientras caía al suelo con un cuerpo sobre él— ¿Qué carajos crees que haces? ¿Acaso quieres que te maten? —le preguntó Shane

«Eso no estaria mal», pensó, y aunque no lo dijo parecía que la chica lo supo porque se alejó molesta de él antes de tomar su mano y arrastrarlo a través de la morgue.

«Hijos de Hades».

—Deja de ser estúpido y reacciona, Dionisio, tu vida está en peligro.

—No es que me importe mucho mi vida ahora —murmuró.

—Si no lo haces por ti, hazlo por quienes están dando su vida para que tu sigas aquí —le señaló Shane y la culpa que sintió con esas palabras hizo mella en él.

La chica tenía razón, podía no querer vivir, pero no por eso iba a poner en riesgo la vida de que quiénes lo estaban ayudando, por lo que, se metió en el camino de Shane para salir primero de la morgue y golpear a la persona detrás de la puerta.

Dionisio había visto la sombra cuando cayeron por lo que atacó sin preguntar.

—¡Sigan! —les gritó a las chicas que estaban detrás de él.

Shelly no dudo un segundo en arrastrar Shada con ella mientras que él miro al chico que tenía agarrado por el cuello analizándolo.

—Es un escorpión —le informó Shane detrás suyo mirándolo con la misma cólera que él.

—Y es un hombre muerto —le respondió Dionisio sintiendo como si un vació llenara su cuerpo.

Contradictorio, pero cierto.

El chico lo miró como si no le tuviera miedo, por lo que, lo arrojó al suelo antes de patearlo en las costillas, el estómago y el pecho repetidas veces sin descanso. 

Dionisio no miraba a una persona en el suelo, no.

Él miraba el cuerpo de su amigo muerto a causa de uno de los de la pandilla de su enemigo, porque eso era lo que era, un enemigo. Cuando se cansó de las patadas se sentó sobre él y empezó a golpearlo en la cara, puñete tras puñete sacando toda la rabia, el dolor, la ira que sentía y que nadie iba a poder aliviar a corto plazo.

—Dionisio, ya, déjalo —escuchó a Shane decirle— Tenemos que irnos, seguro no tardan en llegar refuerzos —le advirtió la chica, pero él no estaba en pos de atender a sus palabras y mucho menos hacerle caso— ¡Dionisio! —gritó y el giró a verla— ¡Basta!

—Me detendré cuando esta basura muera —le respondió distrayéndose  y dándole la oportunidad con solo ese maldito segundo para que el otro tumbara lo tumbara fuera de su cuerpo.

—¿Cómo mier...?

—Soy un escorpión, tenemos habilidades que ni tú ni los tuyos tienen —le dijo el chico dándole una sonrisa irónica.

Dionisio iba a cargar contra él de nuevo, pero Shane, en lugar de golpear y acabar con su enemigo, lo detuvo a él— No lo hagas. Detente y cálmate un segundo.

—Vamos, déjalo. Déjalo que se enoje más —le pidió el otro señalándolos— Vamos, Dionisio, enójate ¿Acaso no me quieres muerto? —instó como un demente y Dionisio esra a a nada de cumplirle su deseo de no ser or la chica a lado suyo.

—No lo hagas —le repitió Shane tomándolo del brazo— Tiene un colgante receptor de ira. Mientras más enojado este alguien a su lado más fuerte se hará.

Dionisio miró al cuello del chico observando el colgante que traía y que al inicio ni siquiera había tomado en cuenta.

—¿No quieres vengar la muerte de tu amigo? ¿Dejarás su muerte impune? —le preguntó con sorna el escorpión molestándolo cada vez más con sus palabras— Estoy seguro que quieres la sangre de los de mi banda en tu mano. Aquí estoy, tómala . Ven, mátame —provocó.

Sus manos estaban apretadas en puños mientras visualizaba cada palabra del chico.

—No lo escuches, Dionisio. Acetes solo fue una víctima de las circunstancias, él no quería que hicieras esto —le dijo Shane.

—Él no quería morir —contraatacó el escorpión y Dionisio no podía no darle la razón. 

Acci había deseado tanto la vida, siempre tan lleno de alegría, esperanza y sueños, llevando una sonrisa en su rostro sin importar qué sucediera a su alrededor.

«Y ahora no esta», se recordó, «no está por culpa de ellos».

—¿Sabes que es lo mejor? Que no nos importa. La muerte de tu amigo significa muy poco en comparación a las que se vienen —continuó hablando el chico— Lastimaremos a quienes más quieren, los dejaremos solos, los...

Bang.

—Ustedes no van a vivir más —cortó Dionisio al chico que llevó sus manos hacia su estómago donde la bala que él había disparado cayó.

Shane lo miraba con los ojos abiertos, ya fuera por la sorpresa de que le hubiera quitado su arma, el que hubiera disparado sin advertencia o la frialdad de sus palabras.

—El colgante te hará muy fuerte, pero no te hace inmortal —le señaló al chico disparando de nuevo.

Esta vez la baja se alojó en su pecho y Dionisio se acercó.

Él no era un tirador profesional, pero estaba seguro que con centímetros de distancia nadie fallaba.

Un, dos, tres, cuatro disparos más siguieron hasta que ningún suspiro volvió a salir del cuerpo del escorpión, pero si la sangre -que fluía como un río- a su alrededor.

—No hay peor persona que una herida —murmuró Dionisio—, tú quieres lastimarnos —agregó arrodillándose ante el cuerpo del chico—, quieres lastimar a dioses que por siglos han sido considerados los más grandes egoístas, volátiles y vengativos de toda la historia —gruñó arrebatándole el colgante de su cuello— Grandísimo estúpido, debiste pensarlo mejor antes de tenernos como enemigos —le dijo aún cuando no podía escucharlo mientras miraba el objeto en su mano.

Dionisio pudo sentir el poder, la magia, el hechizo que Shane había mencionado en ese momento, por lo que, se le ocurrió una idea.

—Vete —le ordenó a la chica sin girarse a verla— Dile a Hades que regresaré cuando terminé algo que tengo que hacer.

—Dionisio...

Él sintió que la chica quería tocarlo y se alejó antes de que pudiera hacerlo.

—Dionisio —lo llamó nuevamente, pero él no se giró— Dionisio, soy una eride —le recordó—, mi trabajo era castigar a los muertos dándoles sus peores pesadilla y ahora los sigo en vida.

Él lo sabía. Hades se lo había dicho, pero...

—No te preocupes. De ahora en adelante yo seré su peor pesadilla —le dijo antes de alejarse de ella.

Paso a paso se alejó de una de las pocas personas que había logrado caerle bien dentro del caos de su vida. 

No tenía un camino claro, pero si las palabras de Apolo seguían cumpliéndose pronto estaría en una encrucijada más grande que la tenía en ese momento.

«Primero lo primero», se dijo montándose a su moto que había dejado a unos metros del hospital.

Necesitaba tiempo lejos, tiempo para pensar y sobre todo ayuda para hacer lo que nunca quiso hacer y cuando estuvo dispuesto a hacerlo por una buena causa todo terminó yéndose al demonio.

¿Quizá debía tener malas intenciones para que las cosas salgan como quería? Todo apuntaba a que si.

Sin pensarlo mucho fue hacia su bar, Dangeorus, el único lugar en el que vivió los momentos más felices de su vida.

«Y el más doloroso», se recordó mientras entraba por la puerta trasera.

El caos seguía tal cual recordaba, como si nadie se hubiera pasado por ahí; sin embargo, las cintas policiales que el había visto indicaban que varios estuvieron en el lugar, pero no se habían dignado a hacer nada por levantarlo.

—Necesito un trago —murmuró para sí mismo, y aunque sabía que no era sano no encontraba algo mejor que hacer para hacer que su mente volara.

«Además ya no hay nadie que me lo impida», se recordó yendo hacia la barra donde sacó la misma botella que se había servido esa mañana.

—Ni veinticuatro horas han pasado y mi mundo se fue a la mierda —gruñó tirando la botella hacia una esquina sin haberse servido nada.

«Limpiarás eso porque no creas que yo lo haré. Tú lo ensuciaste, tú lo limpias», resonó en su cabeza como si Acci estuviera a su lado diciéndole esas palabras.

Dionisio se agarró la cabeza cuando un fuerte dolor lo golpeó, por lo que empezó a gritar, llorar y romper todo lo que estaba al alcance de su manom

«Total, ya todo esta destruido. Ya no me queda nada», pensó sin detenerse hasta que alguien habló a sus espaldas.

—Me preguntó si te arrepentirás de esto después —dijo una voz proveniente de una de las mesas del bar deteniendo su ataque de locura— Es un gran gasto que deberás cubrir ¿Sabías?

—Dije que quería estar solo —le recordó a su acompañante.

—Corrección, le dijiste a Shane que no te siguiera —lo corrigió Hades encendiendo una vela en la mesa en la que se encontraba—, yo soy un casi distinto —agregó mientras se señalaba y guardaba el encendedor—, Además sabes que yo no obedezco a nadie.

«Como si eso me importara ahora».

—Por cierto, bonito show el que hiciste con ese chico. Demeter estuvo encantada de verlo.

—¿Demeter?

—¿No pensaste que Acci estaba solo en el hospital, verdad?

—No... No pensé en nada, la verdad.

—Me doy cuenta —señaló Hades burlón, por lo que él rodó los ojos.

—¿Está bien?

—¿Quién? ¿Demeter? Si esta bien, un poco traumada, pero bien.

«Mierda», pensó Dionisio.

No había pensado en su amiga para nada. Demeter era especial para él, ambos tenían afinidad dentro su grupo con Hera, pero a pesar de ser más cercanos que la mayoría, nunca confiaban del todo, quizá era por su naturaleza de ser dioses. Sin embargo, eso no quería decir que no se preocuparan entre ellos.

—Iré a verla pronto.

—Estoy seguro que lo agradecería.

Dionisio asintió y vio como Hades de mena tenía en su lugar sin moverse conforme pasaban los minutos llegando a desesperarlo.

—¿Qué quieres?

—Ahora, esa no es la pregunta correcta —le respondió Hades— Yo no quiero nada, al menos no de ti y no en este momento.

Dionisio lo sabía, así como sabía porque Hades estaba ahí, en el fondo de su mente no tenía ninguna duda de lo que el otro quería, pero admitirlo, admitirlo era algo distinto.

—Es tu decisión —agregó su "amigo"—, pero recuerda que o soy yo o son ellas.

Ellas. Las hermanas Destino.

¿En verdad preferiría que fueran esas ancianas las que le ayudarán a recuperar su memoria? No.

Él ni siquiera dudo en su respuesta, no confiaba en las hermanas Destino y no porque tuviera algo en contra de ellas sino que no estaba dispuesto a ponerse en manos de unas desconocidas dijeran lo que dijeran.

—¿Entonces?

—Hagámoslo —le dijo a Hades que sonrió y señaló el asiento delante a él antes de ponerse de pie.

Cuando Dionisio estuvo en su lugar Hades se colocó detrás suyo.

—Esto puede ser un poco doloroso —advirtió colocando sus manos a ambos lados de su cabeza provocando un dolor mucho más agonizante dentro de él que el había tenido momentos atrás. Tanto era no soporto demasiado antes de que cayera en la inconciencia.

***

¡DIONISIO ESTÁ APUNTÓ DE REPUERAR SU MEMORIAAAAAA!

Déjenme decirles que esta historia trae muchas sorpresas y bueno, esperen y descubranlas.

¿Cuéntenme que les pareció el cap?

¿Cuáles son sus teorías?

Los estoy leyendo!

Muchas gracias por el apoyo y seguir a esta saga.

No olviden dejar sus votos, comentarios y compartir para seguir creciendo cada día más.

Los quiero!!!

Au revoir!!!

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