Capítulo 4

Dionisio no podía recordar la última vez que se había sentido tan relajado, bueno, al menos haciendo actividades ordinarias como lo hacía en ese momento mientras ayudaba a limpiar el bar al ritmo de la música, porque le encantaba bailar y corear cada canción que se supiera.

Él no solo sabía armar las fiestas sino también disfrutarlas, aunque no hacía mucho de eso aprovechaba sobretodo en los últimos días.

Acercándose a la barra saco una copa, que de seguro luego Acci lo haría limpiar después, se sirvió un poco de jugo con apenas algo de alcohol para beber.

Sonriendo ante su bebida analizó si debería prepararle una a su amigo. Estaba apenas formulando el pensamiento mientras guardaba la caja de alcohol cuando Acci apareció desde la puerta del almacén.

—Ni siquiera pienses en tomar eso.

—¿Por qué no?

—Porque te conozco a la perfección y sé que no desayunaste antes de venir aquí —le respondió su amigo con una sonrisa satisfecha acercándose a él.

—Pero ya estamos cerca del almuerzo —se quejó Dionisio.

—Y por eso vamos a comer y no vas a beber —su tono era serio y no dejaba espacio a discusión—. Además tienes diecisiete —le recordó.

—Sí, los cumplí ayer, estuviste ahí, estuve Ahí, Demeter también ¿Lo recuerdas, no?

—Sí y por eso no vas a beber, aún no eres mayor de edad —le recalcó quitándole su copa y botando el contenido.

—Acabas de tirar un trago de 10 dólares.

—Págalo —le dijo como si fuera nada mientras limpiaba el vaso.

«Al menos no me hizo hacerlo» pensó aún fastidiado, pero qué podía hacer. 

—Y yo que pensaba invitarte uno.

—Como me duele perderme ese trago —se burló volviendo su vista hacia él.

Acci siempre había sido así, el chico era casi un par de años mayor que él y estuvo a su lado en las buenas, en las malas y en las peores, nunca lo había abandonado.

—Nunca tuviste un hermano mayor, yo puedo serlo —le había dicho hace años cuando falleció su madre y se tomó el papel muy enserio desde la fecha, porque cumplió, y cumplía, con su palabra al pie de la letra.

Incluso se ofreció a trabajar en su bar, a pesar de que podía obtener algo mejor no lo hizo.

Su amigo se quedó y lo ayudó a mantener un ojo sobre Carlo cuando las sospechas que tenía sobre él queriendo quedarse con su bar empezaron a ser más fuertes, y aunque Dionisio trató de persuadirlo de lo contrario, de que buscará algo mejor, Acci se negó y se salió con la suya, como siempre, por lo que él siempre trataba de que su amigo recibiera un buen trato y sueldo.

«Demasiado noble para su propio bien», se recordó.

Él era ese tipo de persona que le Dionisio quería proteger de todo, alguien por quien lucharía sin dudar y a quién lo mataría perder.

—¿Y ahora qué? —preguntó Acci mirándolo con una ceja arqueada cuando Dionisio su pensamiento trajo consigo un corriente helada por sus venas mientras lo miraba y recordaba las palabras de Apolo.

«El peligro caerá sobre el corazón puro que en antaño estuvo a cargo del timonel, encolerizando al dios que salvó».

—Acetes —susurró con algo molestándole en su mente, pero sin llegar por completo a la razón exacta

—¿Qué paso? —le preguntó Acci mirándolo, esta vez, preocupado— ¿Dionisio, estás bien?

Dionisio...

«Encolerizando al dios que salvó».

—¿De dónde viene tu nombre? —le preguntó ganándose una mirada aún más confundida.

—No sé, mis abuelos me lo pusieron —le respondió su amigo encogiéndose de hombros— Dionisio estás pálido ¿Qué sucede? ¿Es por qué no comiste?

Negando sacó su celular y buscó el nombre de Acetes, pero para su mala suerte lo primero que le aparecía era una corrección de google por aceites.

«Jodido buscador», se quejó antes de ingresar nuevamente el nombre y con una referencia.

Acetes Grecia, escribió y rogó dentro suyo equivocarse, que la búsqueda no diera con lo que quería, que sus recuerdos y conocimientos estuvieran fallando, pero lamentablemente no fue así.

—¿Dionisio? —lo llamó Acci, pero él no le hizo caso y entro a una página leyendo la poca información que aparecía.

«No», pensó con un nudo en la garganta antes de abrir otro enlace tras deseando encontrar una respuesta distinta.

Una respuesta que no se dio y que solo confirmó sus sospechas.

—Dionisio ¿Qué pasa?

—Eres tú —susurró mirándolo asustado.

—¿Yo, qué?

—Tú... —empezó queriendo explicarle lo que había descubierto; sin embargo, y antes de que pudiera continuar la alarma del celular de Acci sonó y por primera vez el sonido de aquella cosa para Dionisio no fue una burla.

Doce campanadas.

Viendo su celular sintió como el aire escapaba de sus pulmones.

—Son las doce, debemos ir a... ¿Qué demonios haces? —se quejó su amigo cuando Dioniso lo arrastró por el bar llevándolo hacia la salida.

No tenía tiempo. 

Debía ponerlo a salvo.

Debía...

—Dionisio... —susurró Acci cuando abrió la puerta y el sonido de disparos llegó a sus oídos.

Arrastrando de vuelta a su amigo adentro y tratando de protegerlo lo obligó a ir a la parte de trasera del bar lo mas rápido que pudo.

—¿Dionisio, qué esta pasando?

—Tú. Tú eres quien esta peligro en la profecía que me dio Apolo —soltó Dionisio sintiéndose culpable—. Tú eres ese corazón puro por el cual me enojaré si lastiman.

—No lo harías.

—Lo haría —contradijo molesto a su amigo mientras se paraban—. Eres lo único que tengo y no pienso perderte —le recordó—, significas mucho y me ofende que creas lo contrario.

—Eso no es lo que quise decir...

—Te corriges después —lo cortó Dionisio—, tenemos que irnos.

No tenía tiempo para iniciar una discusión, ellos debían salir de ese lugar como fuera.

Ya estaba a punto de sacarlo del almacén cuando dos enmascarados entraron al lugar con pistolas apuntándoles.

Dionisio no lo pensó cuando se lanzó y golpeó a uno antes de que pudiera disparar después de empujar a Acci hacia uno de los estantes, para que él pudiera pelear contra los que estaban ahí sin ningún problema; sin embargo, no contó con que su amigo no era una damisela en apuros que esperara ser salvada.

Acci se unió a él desarmando al otro tipo que quería dispararle, y lo logró, pero su atacante se enfureció aún más cargando contra él y golpeándolo contra al andamio detrás de ellos.

Dionisio noqueó al chico con el que estaba peleando y fue a ayudar a su amigo; sin embargo, no contó con la fuerza que estos tenían sobre el andamio; por lo que cuando quito al enemigo de encima de Acci, su amigo cayó de rodillas desestabilizando el estante que por milésimas de segundos casi cae sobre él.

—¡No...! —gritó Dionisio poniéndose encima de su amigo para recibir el impacto mientras lo empujaba para que no saliera lastimado, en cambio de ello, fue el sonido de un disparo - que resonó en sus oídos a medida que el andamio y las cajas de botellas caían sobre él- que logró lo que él había querido evitar.

Aún sin fuerzas y conmocionado por él golpe buscó a Acci con la mirada encontrándolo tirado frente suyo y con los ojos cerrados con la sangre extendiéndose a su alrededor.

«No, por favor, no», rogó Dionisio luchando contra el dolor que amenazaba con arrastrarlo a la oscuridad y que al final termino ganando, a pesar de todos sus intentos porque no fuera así.

***

¿Recuerdan que les dije que en el cap anterior Acci y Dionisio me habían dado mil años de vida? Bueno pues aquí los perdí...

Me dolió mucho escribir esta escena y las que están por venir, no daré spoilers, pero si vieron el trailer ya se imaginan cual es.

¿Cuáles son sus teorías a partir de ahora?

¿Qué piensan de este capítulo?

Los leo.

Espero que les haya gustado el cap, no olviden dejar sus votos, comentarios y compartir.

Muchas gracias por todo el apoyo <3 El primer libro de esta saga, Athenea, ya está por llegar a los 3k! Y Dionisio a las 100 lecturas a pesar de recién haberla iniciado.

Los quiero mucho!!!

Au revoir!!!

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