Capítulo 24

Lo de divertirse duró más de lo que espero, pero no tanto como quería.

El ambiente en su bar había estado tan animado incluso al punto en el que Orión había estado bailando en el mismo grupo de Apolo, aunque se lanzarán comentarios mordaces cada dos por tres y que las erides impedían que llegue a pelea retando al cazador.

A Dionisio no le hubiera gustado estar los zapatos de Orión, pero al menos agradecía que no se estuvieran matando.

Él por su parte disfrutaba con Ariadna a lado suyo bailando, riendo y conversando sobre su futuro.

Futuro. Por primera vez en días Dionisio podía imaginar un futuro, tenía esperanza de que todo saliera bien. Tenía que salir bien él lucharía por eso. Ariadna se lo merecía, su...

—¿Qué pasó? —le preguntó la chica en sus brazos— Dionisio...

—No pasó nada.

—No me digas que no pasó nada —le reclamó Ari— Te pusiste serio por un momento.

—Es solo que...

¿Cómo podía decirle de lo que se acaba de dar cuenta sin quedar como un idiota?

—Dionisio...

—Es solo que te quiero —le dijo abrazándola para no tener que mirarla.

—¿Tan malo es que me quieras para que pongas una cara de terror?

Sí. En definitiva era un idiota.

—No, no lo es... Es solo que...

¿Cuándo demonios se había quedado sin saber que decir? Estaba haciendo el ridículo, lo sabía, pero no sabía que más hacer. Es decir, no podía decirle: “Sabes, me acabo de dar cuenta que aunque actuamos como pareja nunca te pedí que fueras mi enamorada”.

No, no podía decirle eso.

—Dionisio...

—Solo dame algo te tiempo, te prometo que te lo diré —le respondió aferrándose más a ella.

—Agradezco eso, pero... —se quedó en silencio antes de continuar—. Ay, creo que debes mirar allá —le pidió la chica y Dionisio se separó de ella para hacerlo.

«Joder, no», pensó mirando como Apolo y Artemisa discutían en voz baja. Eso no duraría mucho.

—Esperame aquí —le dijo a Ariadna antes de dirigirse al par de gemelos— ¿Qué es lo que pasa? —les preguntó una vez a su lado.

—Nada —le gruñó Artemisa antes de alejarse y salir por la parte lateral del bar, por lo que miró a Apolo en busca de una respuesta:— Iré con ella.

«Genial».

Girando de vuelta Dionisio observó a Poseidon ir en su dirección y por la cara que llevaba no era nada bueno.

—¿Y ahora qué pasó?

¿Es qué acaso no podía tener una noche en paz?

—¿Eh?

—Tienes una cara que grita problemas —le señaló al hermano de Santis antes de agregar:— ¿O es que sabes por qué estaba peleando ese par?

—No tenía ni idea de qué estaban peleando —le respondió Poseidon confundido—, Apolo sólo dijo que invitaría a su hermana una copa.

Claro, y eso era tan bueno sabiendo que a la chica no le gustaba tomar.

—¿Entonces qué pasa?

—Zeus está afuera —le dijo con una mueca—, me debo ir.

—O podrías decirle que entre.

—Mi hermano no quiere saber nada de nosotros.

—Estoy seguro que si querrá saber de ella —insistió Dionisio señalando a Hera.

—No sé si eso es peor o mejor.

—Solo inténtalo —le pidió apretando ligeramente su hombro— Sino nos vemos luego.

Poseidon asintió y se alejó con la cabeza gacha.

Hades miró a su hermano, pero no hizo el amigo de seguirlo, por el contrario sólo asintió hacia Poseidon antes de acercarse a dónde estaba.

—¿Y ahora qué pasó con ese par? —le preguntó su socio, y líder, señalando en dirección por donde habían salido Artemisa y Apolo.

—Eres bienvenido a descubrirlo si puedes —le dijo ganándose una risa por parte del otro.

—Son hermanos, tienen que pelear. De hecho, ellos siempre han peleado...

—Sí, pero esto es más que una pelea de hermanos —le recordó.

—Es lo que tenemos.

«Lamentablemente».

—¿Crees que algún día cambien las cosas?

—Creo que...

—¡Hera! —el grito de Athenea los alertó a ambos que miraron en dirección a la castaña que estaba sosteniendo a la ex de Zeus— Hera, Hera, despierta.

Dionisio corrió hacia ellas preocupado.

—¿Qué le pasó?

—¿Crees que lo sé? —le cuestionó Athenea de vuelta bastante alterada— Diablos, vamos Hera, despierta —dijo golpeando ligeramente el rostro de la chica mientras los demás la rodeaban— ¡¿Qué piensan que están haciendo?! Busquen a Apolo —ordenó y eso puso en marcha a Hermes que fue en busca de su amigo.

Afrodita se acercó e intentó despertar a la rubia del mismo modo que Athenea, pero no funcionó.

—Hera, despierta —ordenó en un determinado momento y Dionisio pudo sentir la magia en sus palabras; sin embargo, no funcionó porque la chica seguía inconsciente— ¿Qué demonios?

—Apartense, apartense —pidió Apolo llegando con Artemisa detrás de él—, déjenme despertarla.

—Tú no harás ni una mierda —le gruñó la cazadora a su gemelo tomándolo por el brazo—, hiciste suficiente con Dionisio, no te arriegaras de nuevo.

—Artemisa, dejame —le dijo el chico molesto soltando se de su agarre y justo cuando iba a volver a cogerlo Afrodita la empujó.

«Mierda».

Dionisio sabía que eso se iría al carajo muy rápido.

—Déjalo hacer lo que sabe hacer.

—Tú no te metas, no tienes ni voz ni voto en la vida de mi hermano —le señaló Artemisa a la pelirroja que se rio en su cara.

—Cierto, no tengo, pero tú tampoco ¿O ya te olvidaste que lo negaste como hermano cuando recuperaste tus recuerdos? —le sacó en cara molestando a la pelinegra que se lanzó hacia ella para golpearla de no ser porque él se metió el medio y la detuvo.

—Dije no peleas en mi bar —le recordó a Artemisa que se soltó con fuerza de su agarre.

—La defienden tanto cuando no ha hecho más que traicionarnos.

—Ella siempre ha sido clara de que lado está.

—Y no es del nuestro —le señaló Artemisa—, así que qué hace acá —le cuestionó— puede irse con su nuevo grupo al fin y al cabo no es como si alguien la extrañará.

—Mierda, Artemisa cállate —le gritó su hermano desde el suelo donde atendía a Hera.

—No estoy diciendo ninguna mentira —le respondió— ¿Por qué crees que ha venido esta noche? No es por nosotros.

—En definitiva no es por ti —pinchó Afrodita y Dionisio se giro a verla.

—Cállate.

—¿Por qué? ¿Ella si puede atacarme cuando le da la reverendisima gana y yo debo quedarme callada?

—No, pero...

—Si no lo que más le jode a ella —continuó ignorandolo— Es que Orión este conmigo.

«Ay, no».

—Esta contigo porque yo lo deje —le dijo Artemisa con sorna— Tú siempre serás la segunda opción de Orión y la de Hefesto.

Y eso fue todo lo que se necesitó para que la pelirroja se lanzará contra Artemisa empujando a Dionisio de su camino.

Ambas estaban a punto de agarrarse a los golpes de no ser por Ares y Hefesto que se acercaron y detuvieron a la pelinegra mientras que Hades Y Orión a Afrodita.

—Suelt... Auch...

—Ten cuidado con esa boca —le advirtió Hades—, puedo pasarte mucho, pero no que intentes controlarme así sea por algo pequeño.

Dionisio se paso una mano por su rostro antes de mirar a Apolo y Hera que estaban junto a los demás.

—¿Está bien?

—Lo estará pronto —le respondió el chico, pero la mirada de reojo que le lanzó a Athenea no le dio buena espina.

—Bien —aceptó, no es como si le fuera a decir algo más— Las dos —dijo señalando a Artemisa y Afrodita—, fuera de mi bar.

Orión y Hades fueron los primeros en soltar a la pelirroja que no apartó su vista de Artemisa.

—Afrodita...

—Bien —aceptó antes de girarse e irse con Orión detrás de ella.

No fue hasta que ambos salieron que Hefesto y Ares soltaron a Artemisa, que estaba bastante molesta.

—¿Por qué tienes que defenderla? —le cuestionó la pelinegra— Ella eligió su bando, ni siquiera deberías de haberla invitado.

—A ti tampoco debí invitarte —le respondió Dionisio harto— Ella eligió a las Eris y tú a tus cazadoras —le recordó— Trabajas por tu cuenta sin siquiera preocuparte por nuestra opinión acerca de lo que haces. Incluso te alejaste de tu hermano y miles de veces lo haz hecho a un lado cuando él intentaba acercarse, así que tú menos que nadie tienes ni siquiera el más mínimo derecho de reclamar algo —le dijo antes de agregar—, y aunque estuvieras con nosotros soy yo quién decido a quien invitar o no a mi bar.

Artemisa lo miró en silencio unos segundos antes de irse por el mismo camino por el que se había ido Afrodita.

—Creo que será mejor que la siga —dijo Hefesto y aunque nadie le respondió el chico salió detrás de ella con su pareja, lo que lo llevaba a preguntarse.

—¿Ella sabe de nosotros? —le preguntó a Hades que asintió en su dirección— ¿Cómo es que sabe de nosotros?

—De la misma manera en la que la abuela de Acci lo sabía —le respondió— Somos como una leyenda, en la que algunos creen y otros son escépticos.

—Así que nosotros éramos los únicos totalmente ignorantes de lo que sucedía.

—No lo éramos, sólo queríamos ignorar la verdad —le dijo Hades— Creo que en el fondo de nosotros siempre supimos la verdad.

Dionisio no podía negar eso. Quizá en el fondo, muy, muy en el fondo ellos siempre lo supieron, pero sus ganas de querer una vida normal los hicieron ignorar el hecho de que en definitiva no eran como los demás.

Mientras ayudan a Apolo con Hera. Todos estaban preocupados por la rubia y no era para menos. La palidez en rostro para alguien que siempre retumba fuerza era preocupante.

—¿Sabes a que se debe que este así? —le preguntó a Athenea que asintió.

—Lo sé, y antes de que preguntes no, no puedo decírtelo.

—¿Qué es lo que se traen entre manos tú y Hera? No soy tonto, y sé que ella jamás te dejaría a cargo solo porque sí.

—¿No crees que sea porque soy la mejor estratega?

—No.

Silencio.

—¿Entonces?

—Solo confía en que estamos haciendo lo mejor para todos.

Dionisio no dudaba de ello, pero no sabía a qué punto eran o a costa de quién capaz de llegar ambas para lograrlo.

—Athenea tu teléfono está sonando —le aviso Hermes a la chica entregándole su celular.

—Es Poseidon —y la sorpresa en su rostro no auguraba nada bueno— Aló —respondió y frunció el ceño— ¿Poseidon? ¿Poseidon, qué pasa? ¿Poseidon? —preguntó antes de abrir sus ojos asustada— Mierda. No, no, no, no. Poseidon responde —pidió y su alteración atrajo la atención de todos, en especial la de Hades.

—¿Qué sucede?

—Tu hermano no responde.

—¿Por qué él te llamaría a ti? —y esa era una muy buena pregunta.

—No sé, quizá... Debemos ir a buscarlo, creo que ha tenido un accidente —les dijo poniéndose de pie— ¿Con quién se fue de aquí?

—Zeus —proporcionó Dionisio— Se fue con Zeus.

Athenea asintió y miró a Hades— ¿Vamos?

—Iré yo —le dijo su socio y cuando Athenea fue a replicar él la corto— Es mi hermano, yo lo soluciono.

—Hades...

—Yo lo solucionaré —sentenció, pero la castaña negó.

—Date prisa. Poseidon tiene una profecía —les informó, y sólo basto eso para que Hades saliera del bar sin mirar atrás.

***

CHAN CHAN CHAN

Saben este ibaa a ser el cap final, pero se alargó demasiado y tuve agregar otra parte xd

En fin, otra cosa es que me encantan las peleas de Artemisa y Afrodita xd Siento que ambas tienen razón en todo lo que se dicen, no es la manera, pero así es...

Sí tuvieran que elegir a una ¿serían Team Artemisa o Team Afrodita?

Los leo xd

Espero que les haya gustado. No olviden dejar sus votos, comentarios y compartir.

Los quiero!!!

Au revoir!!!

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top