Capítulo 23: Zeus

Tu vida siempre puede dar un giro de 180 grados y cambiar todo lo que conoces.

Esa era un dicho estúpido en el que Zeus jamás creyó porque él estaba seguro que su vida se mantendría sin cambios. Claro, no era perfecta, pero tenía lo que quería. Una novia hermosa y que lo amaba, a sus hermanos, un buen promedio académico, amigos, dinero y un futuro estable o al menos así fue hasta que Athenea llegó a su vida

La verdad a él le interesó tres comimos la llegada de la chica. A pesar de su nombre, no era relevante para él su estancia en el pueblo a menos que Hera quisiera que se una a ellos, pero su enamorada, ahora ex, había dejado claro que no quería a ninguno de ellos cerca de la castaña.

«¿Y todo para qué?», se cuestionó molesto. Ahora era ella quien andaba de confidente con la chica, que había ido a buscarlo.

Zeus no era ajeno a lo que pasaba, no era idiota. Sabía del peligro que enfrentaban, pero no quería ser parte de ello.

Se lo había dicho a Athenea días atrás cuando fue a verlo a su casa, que estaba bien sin involucrarse; sin embargo, la castaña le restregó en la cara lo que ya sabía, que todo era una fachada.

Ya no tenía enamorada, su promedio académico estaba salvandose por los pelos, sus hermanos estaban involucrados con esa mierda de ser dioses al igual que sus amigos y su futuro estable se había ido por un caño.

Esa era la vida "perfecta" de la que se había jactado y en menos de un segundo descubrieron que no era verdad.

—Agggg —se quejó golpeando su almohada.

No había salido de su habitación en días, no para nada que no fuera necesario como ir al instituto, por lo que comenzaba a frustrarse.

No es que hubiera sido una mariposa social, pero en definitiva no era un completo inadaptado para relacionarse como su hermano Hades.

Hades, Poseidon y Zeus. Sus padres sí que se la rifaron poniéndoles esos nombres, sentenciandolos a una vida de desgracias.

La puerta de su habitación sonó y él no hizo el amago por levantarse creyendo que era Poseidon de nuevo intentando convencerlo de hablar acerca del asunto de ser dioses.

Dioses. Como había odiado esa palabra al crecer y aún más ahora que sabía la verdad.

—Joven Zeus —llamó la empleada de su casa desde el otro lado de la puerta—, joven su tutor está llamando por teléfono —le informó la mujer poniéndolo en alerta con esas palabras.

Tutor era una palabra muy grande para el idiota al que sus padres habían dejado a cargo de él y sus hermanos.

Sin esperar más se puso de pie y abrió su puerta encontrando a su empleada del otro lado el teléfono en la mano.

Carmen, era una mujer mayor, pasado los cuarenta, que había estado sirviendo en su casa desde antes que sus padres fallecieran. Lástima que también se convirtió en una traidora que los delataba a él y sus hermanos con el otro idiota.

—Puedes irte —le ordenó tomando el teléfono de sus manos.

Dudo unos segundos en contestar una vez que estuvo solo, pero al final lo hizo.

—¿Qué quieres?

—Cualquiera pensaría que con la educación que tienes sabrías que saludar es lo primero en la lista.

Sí, claro, y a él le importaba mucho.

—¿Qué quieres? —volvió a preguntar.

Zeus no estaba de humor para las críticas pasivo-agresivas del hombre al otro lado de la línea.

—Quiero saber por qué mientras tú estás en casa como cumpliendo nuestro acuerdo de no meterte en líos, tus hermanos andan de fiesta en el bar que Dionisio.

—¿Qué ellos qué?

—¿No lo sabías?

«No», pensó y quería responderle lo mismo; sin embargo, eso no le haría ningún favor.

¿Por qué diablos sus hermanos no estaban en casa? Ya eran casi las diez de la noche.

—No estas cumpliendo con nuestro acuerdo Zeus —le recordó el hombre y tuvo el impulso de aventar el teléfono sólo para no escucharlo más.

—No soy responsable de las acciones de mis hermanos.

—Eso no me importa, el trato es que ustedes no causan problemas y yo los sacó de Nuevo Agrigento ¿O ya lo olvidaste?

—No —le dijo entre dientes.

¿Cómo iba a olvidarlo si el acuerdo apenas llevaba unos días?

—Ocúpate.

—Claro —le respondió antes de cortar la llamada.

«Voy a matarlos», pensó mientras tomaba su celular y le escribía a Hades.

Zeus: ¿Poseidon esta contigo?

Hades: Sí.

Y junto a ese mensaje estaba una foto de su hermano bailando con Apolo.

Zeus: No lo pierdas de vista.

Ordenó mientras se ponía una chaqueta y salía de su casa a toda prisa en su auto.

«Niño estúpido», pensó apretando el volante con fuerza mientras aceleraba.

No entendía la necedad de sus hermanos de ponerse en peligro estando conscientes de ello. Bueno, de Hades no le sorprendía, pero de Poseidon era algo nuevo y lo cabreaba, porque no se supone que complicará más su tarea, esa ni siquiera debería ser su responsabilidad.

Llegando en tiempo récord al Dangeorus, Zeus marcó el número de su hermano.

Una llamada perdida.

Lo intentó de nuevo. No contestó.

«La última», se dijo marcando de nuevo y cuando la llamada casi se corta se alistó para bajar hasta que la voz de su hermano se escuchó del otro lado.

—¿Zeus?

«No, su fantasma», pensó con sarcasmo.

—Sal.

—¿Qué? —le preguntó Poseidon y Zeus estalló.

—¡Qué salgas de ese maldito bar, ya!

—¿C-Cómo...?

—No me hagas entrar y armar un escándalo que sabes soy capaz de hacer cuando tengo mi mierda encima —le advirtió— Sal ahora. Estoy afuera —le dijo cortando la llamada.

Esperaría un par de minutos, si el inconsciente de su hermano no salía entraría él y lo sacaría a rastras.

La puerta lateral del Dangeorus se abrió y Zeus pensó que saldría su hermano; sin embargo, fue otro par el que salió y que al parecer no estaban de mejor ánimos que él.

«No es que sea una sorpresa», se recordó viendo a los gemelos, Apolo y Artemisa, discutir.

¿Por qué? No tenía ni idea aunque tampoco es que le importara mucho; sin embargo, era entrañable como de pasar a cuidarse el uno al otro ahora solo peleaban cuando estaban juntos.

Un movimiento en la parte delantera atrajo su atención y por fin vio a Poseidon que miraba a todos lados buscándolo, por lo que hizo sonar su claxon para indicarle donde estaba.

Su hermano se acercó y entró al auto con una mueca mientras él volvía a encender el auto.

—Zeus...

—Cállate —le ordenó arrancando y manteniéndose en silencio un par de minutos hasta que no aguantó más— ¿En qué demonios estabas pensando al salir de casa?

—Dionisio estaba haciendo una re inauguración de su bar y...

—¿Y pensaste qué era buena idea salir?

—No creí que hubiera algo de malo.

—¿En serio eres estúpido o qué? —le cuestionó— De Hades me puedo esperar que le importe una mierda su vida, pero ¿de ti?

Silencio. Un silencio que lo enfureció y le hizo acelelar el auto.

—Zeus baja la velocidad... —le pidió su hermano, pero el lo ignoró. Estaba furioso.

—Soy el puto hermano menor, el último de ustedes en nacer —le recordó, porque mientras Poseidon y Hades eran mellizos, aunque no lo parecieran, Zeus había nacido apenas nueve meses después de ellos— Soy quien debería ser cuidado, no quien debería cuidarlos.

—Zeus... Baja la velocidad.

Y fue como si le dijeran que la aumentará.

Las calles a esa hora en el pueblo estaban casi desiertas, por lo que no le preocupa si aceleraba.

—¡Zeus! —le gritó su hermano justo cuando un trueno retumbó en el cielo— ¡Basta!

—¡Me detendré en cuanto lleguemos a casa y no vuelvas a salir con una puta profecía colgando sobre tu cabeza! —le respondió exaltado.

—¿D-de qué profecía hablas? —le preguntó Poseidon y por su tono sonaba confundido.

—De tu profecía, idiota —le dijo y dando una mirada de reojo a su hermano golpeó el volante— ¿No sabías de la profecía?

—No... Yo...

Ni siquiera terminó lo que fuera a decir y Zeus se molestó, pero no con él esa vez.

—Athenea. Athenea —masculló odiando el nombre con todas su fuerzas.

—Zeus... Por favor, baja la velocidad —le volvió a pedir su hermano y casi lo hace— Zeus...

—Mierda —se quejó preocupado mirando por el espejo retrovisor.

Dos motos estaban detrás de ellos cercandolos.

—Llamaré a Athenea...

—No —le ordenó a su hermano. Lo último que quería en ese momento era saber de la chica.

—Ellos quieren hacernos daño —le señaló su hermano austado— Necesitamos ayuda.

—No, no la... Mierda —se volvió a quejar cuando un golpe por la retaguardia casi lo hace perder el control.

—La llamaré.

—Poseidon he dicho que... ¡Mierda! —se quejó cuando volvieron a golpear su coche.

—No contesta —le dijo su hermano si quitar el teléfono de su oído hasta que volvieron a golpearlos y se le cayó— Carajo...

Zeus intentaba mantener el control, pero no sabía por cuánto podría hacerlo y no importaba cuanto acelerará los perdía a los que estaban siguiéndolos.

—Athenea...

—¡Mierda! —gritó Zeus intentando volver a la carretera después del golpe en su derecha que lo hizo salirse; sin embargo, fue imposible.

Ni él ni Poseidon tuvieron tiempo de reaccionar antes de que chocaran con fuerza contra un árbol quedando heridos e inconscientes, y con la voz anterada alterada de Athenea preguntando que sucedía a través del celular sin saber que ninguna respuesta llegaría.

***

Ay :c

Me dolió y lo escribí yo.

Ahora vemos un poco más de Zeus, conocemos más acerca de él pero también nos deja con muchas dudas que resolveremos pronto.

Espero que les haya gustado! No olviden dejar sus votos, comentarios, y compartir.

Nos leemos!!!

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