Capítulo 22
Cuando salieron Demeter los esperaba fuera de la oficina con sus brazos en jarras.
—¡Al fin!
—Dionisio estaba siendo un niño y no quería salir —lo acusó Ariadna sin darle la oportunidad a él de responderle a su amiga.
—No me sorprende, él siempre es así —le respondió Demeter pellizcando su costado cuando lo vio rodar los ojos— Madura.
—Ni que fuera fruta —se quejó y antes de que su amiga le dijera algo más agregó:— ¿Cuál es la insistencia de que bajemos? Deje todo en orden para nosotros esta noche.
Demeter lo miró contrariada antes de bajar su mirada.
«No, no, no», pensó Dionisio.
—¿Ahora que diablos pasó?
Se suponía que sería una noche perfecta. Nada debía salir mal, él se encargó de que todo saliera bien.
—Demeter... —intentó Ariadna levantando la cara de la diosa con ellos que la miró con pena.
«La humanidad hace grandes cambios».
—... ¿Qué pasó?
—Afrodita está afuera —les informó con una mueca que Dionisio no entendió.
—¿Y? Tú sabías que iba a venir —le recordó.
Claro, esa era una pequeña información que sólo sabían ellos tres, por lo que...
—¿Los demás están haciendo problemas? —le preguntó y ella negó— ¿Entonces?
—Artemisa está aquí...
Seguía sin ver el drama. Él fue claro con la invitación, todos se comportaban de manera civilizada o se iban.
—No entiendo, así que di cuál es el problema de una vez —le pidió a su amiga que seguía dudando de lo que fuera a decirle.
— Es que, Afrodita... Afrodita está afuera con Orión —le soltó sorprendiendolo.
—¿Qué...
—Aún no han entrado al local —lo calmó la chica mientras Ariadna lo tomaba por el brazo impidiendo que se vaya, ni si quiera había dado cuenta que estaba moviéndose.
—... Ella está afuera y me mandó buscarte antes de hacerlo.
Dionisio tenía una clara idea de porqué. No es que fuera a dejar que suceda de todos modos.
Afrodita era aún para él un caso en cuestión que no sabía descifrar. Había conocido a la chica en todas sus facetas, las más felices y las más tristes, por lo que de cierta, sólo de cierta, manera empatizaba con ella y sus acciones, su decisión de alejarse de ellos.
Entre todos los olímpicos se habían encargado de empujarla en esa dirección, ya sea mintiendole, haciéndola sentir como una mierda o una persona que simplemente no puede valerse por si misma.
Le costó, pero la entendió aunque no estuviera de acuerdo. De hecho, el mismo hubiera actuado así si Ariadna no estuviera de vuelta en su vida. Sin embargo, eso no quería decir que no trazara límites, y había uno claro y marcado con Orión, el escorpión ni de broma entraba a su bar.
—Iré a hablar con ella —les dijo a las chicas.
—Esta fuera, en la entrada principal —le especificó Demeter y él frunció el ceño.
—¿Los demás la han visto?
—Solo Athenea —mencionó antes de agregar:— Ella fue la que me avisó que habían llegado.
—¿Y está bien con ello?
—Cuando me asusté al saber que sabía me dijo que sí, además de que era una buena oportunidad para convencerla de que podía regresar a nuestro equipo.
—Por supuesto que ella lo hizo.
Dionisio aún no entendía de todo el afán de Athenea por juntarlos. Es decir, sí, debían pelear juntos, pero la chica a veces era extremadamente vaga sobre ciertas cosas y eso lo frustraba, le hacía creer que ella sabía más de lo que creía.
Asintiendo, salió con Ariadna y Demeter, una a cada lado suyo encontrandose con los demás, que ya estaban bastante animados bailando, o bueno la mayoría, ya que, Athenea estaba cuidando de Hera que llevaba días viéndose pálida, mientras que Ares y Hades vigilaban desde extremos opuestos hacia el centro. Los únicos disfrutando de la barra libre y la música eran Apolo, Hermes, Poseidon, las erinias y Macaria.
—Vayan a divertirse regreso en un rato —les dijo a Demeter y Ariadna, pero más específicamente a la última— Volveré —prometió dándole un casto beso antes de dejarla.
Dionisio esperaba hacer una salida limpia antes de entrar con Afrodita y causar revuelo; sin embargo, Hades cortó su camino antes de que pudiera si quiera llegar a la puerta.
—¿Tú la invitaste?
Al parecer Athenea no era la única que la había visto, lo que lo llevaba a preguntarse quienes más sabían de su invitada sorpresa.
—Solo a ella —aclaró.
Hades asintió, pero siguió sin moverse de su camino.
—¿Algo más?
—Por extraño que suene, confío en tu juicio —le dijo, y sí, era extraño escuchar eso—. Sé que no armarías problemas a drede...
—Pero...
Estaba seguro que había un pero en su declaración.
—Pero recuerda de que bando son, no te dejes engañar ni por un segundo.
—No lo haré —ya había bajado la guardia antes y perdió a Acci no cometería ese error de nuevo.
—Bien, porque tengo suficiente con Hefesto y Ares teniendo contradicciones por sus sentimientos como para agregar a otro a la lista.
¿Otro?
—Hefesto está con otra chica —le recordó señalando al mencionado y su acompañante.
En lugar de indicar uno más, debería haber indicado uno menos.
—Eso no quiere decir que haya dejado algo de sentir por tu invitada allá afuera, o ella hacia él —le señaló y Dionisio entendió.
La relación de Hefesto y Afrodita se había visto tan enredada que incluso sus sentimientos era confusos. A diferencia de Ares y ella, ahí aunque no sentían lo mismo el uno por el otro tenían claro lo que querían.
—Iré a verla —le dijo y Hades de apartó de su camino.
Cuando salió el frío aire lo golpeó antes que la imagen frente a él.
«¿Qué diablos?»
Aclarándose garganta para llamar la atención de las dos personas que se estaban besando como si su vida se fuera en ello, Dionisio se cuestionó que tan complicado podía volverse todo.
—Hola.
«¿Hola? ¿Es enserio?», quería cuestionar a la pelirroja que se acomodaba sus ropas como si nada.
—Te invité solo a ti ¿Qué hace aquí? —le preguntó señalando a Orión que no apartaba su vista de él.
—Es mi acompañante.
—Afrodita... —advirtió con un tono bajo—. Fui claro en que no podías traer a nadie fuera de nuestro círculo.
—Hefesto trajo a alguien fuera de nuestra maldición y no le haz impedido la entrada —le reclamó la chica por lo que él se masajeo el puente de su nariz.
—¿Cómo sabes eso?
—¿Importa?
—Sí —le respondió tajantemente—, quiero sabes si haz estado vigilando mi bar o quien te informó de eso —, porque si alguien estaba informando a Afrodita de esos detalles significaba que tenían un infiltrado entre ellos haciéndose pasar por personas de su bando.
La pelirroja bufó como si supiera lo que pensaba— Nadie me dijo nada. Yo estuve aquí desde temprano y los vi llegar.
—¿Entonces lo llamaste a él? —le preguntó de juevo señalando al chico a su lado que parecía importarle poco la situación.
—Sí ¿O querías que este sola mientras ellos derraman miel y amor?
Mierda, no, pero...
—¿Por eso lo besaste?
—Digamos que nuestro público estaba observando demasiado y decimos jugar —aportó Orión por primera vez señalando a una esquina donde se podía ver claramente a Ares y Hefesto mirándolos.
«Idiotas», pensó con ganas de golpearse en la frente. Aunque eso confirmaba que varios, sino eran todos, sabían de la llegada de Afrodita y la estaban ignorando.
Si eso era bueno o malo aún no lo sabía.
—No llevábamos ni treinta segundos hasta que llegaste a separarnos.
—¿Estabas contando el tiempo?
—Queríamos ver cuánto aguantaban viéndonos hasta que alguno de ellos decida hacer algo —le dija la pelirroja y Dionisio soltó un suspiro.
OK. Él la había invitado el debía lidiar con las consecuencias.
—Cómo sea Orión no puede entrar.
—¿Por qué soy el enemigo?
—Sí —ni siquiera tenía que dudar en eso.
—Yo también lo soy —le recordó Afrodita y bueno...
—Pero también eres una Olímpica y... Y fuiste, eres, mi amiga.
Esa confesión desencajo un poco a la pelirroja que se tomó unos segundos antes de responderle.
—No puedo entrar sin Orión.
—¿Por qué?
¿Es qué tenía que ser tan terca?
—¿Y si deciden atacarme?
—No lo harán...
O al menos eso esperaba.
—¿Pero y si lo hacen?
—¿Tanto desconfías de nosotros?
—Supongo que tanto como ustedes de mí —le respondió y no podía rebatir eso, porque estaba seguro que todos estarían alerta apenas entrará— No pierdes nada dejándonos entrar.
—Artemisa esta adentro —informó tratando de disuadir al chico.
—Me comportaré —prometió Orión—, además estoy aquí por Afrodita, no por Artemisa.
«Gran cambio».
—No pierdes nada dejándonos entrar —le repitió la pelirroja—, y si se arma una pelea somos dos contra ¿Cuánto? ¿Once de ustedes?
—Catorce —corrigió, porque aunque Zeus no hubiera asistido, la gente de Hades sí.
—Ves, nada que perder.
—Me voy a arrepentir de esto —masculló mientras una sonrisa se extendía por el rostro de Afrodita.
—Nos comportaremos.
—No más besos —advirtió y ambos resoplaron.
—Cómo si quisiéramos besarnos de más... No nos queremos así, ni siquiera nos gustamos, solo somos socios —le respondió Orión, pero Dionisio no le creía nada por lo que miró a Afrodita que resopló.
—Solo somos socios —confirmó mirándolo por primera vez como la Afrodita que conoció antes de que toda la verdad de ser dioses estallará en sus caras—. Tú sabes de mis sentimientos y por mucho que quiera deshacerme de ellos no puedo hacerlo de la noche a la mañana.
Dionisio captó una mueca en Orión y se preguntó si era lo mismo para él, después de todo para nadie era un secreto los sentimientos del chico por Artemisa.
—Bien, pasen —les dijo guiando el camino.
Cuando estuvieron a la vista de todos las conversaciones, bailes y juegos murieron dejando solo el sonido de la música resonar en el lugar mientras los observaban.
«Bien, arreglemos esto», se animo Dionisio mirando a Ariadna que le sonreía desde el otro extremo.
—¿Por qué se detienen? —cuestionó— No es como si no supieran que ellos estaban afuera —les señaló y varios tensaron sus mandíbulas mientras otros solo se encongian de hombros, como las erinias -que aunque observaban el drama seguían bebiendo.
Ellos querían y no que Afrodita estuviera.
—Sin peleas, ni dramas —les recordó—, esta es una noche de re inauguración privada de mi bar, no lo arruinen —advirtió y como siempre Apolo dio el primer paso en romper la incomodidad, más o menos.
—¡Afrodita! —se acercó a saludar a la pelirroja ignorando olímpicamente a Orión— Ven, mira Hermes esta con el barman aprendiendo a preparar margaritas —le dijo y eso asustó a Dionisio que miró en dirección al chico.
Su trabajador de confianza esa noche se dio cuenta y alzó un pulgar en su dirección indicándome que todo estaba bien, pero ¿Hermes preparando tragos? Dionisio tenía sus dudas.
—Dejalos, es una noche para divertirse, tú mismo lo dijiste.
Athenea apareció a su lado sorprendiendolo y él la miró con sospecha.
—Sé que esto es más que una fiesta de inauguración o victoria —le dijo la castaña.
—¿Eh?
—Solo déjalos ser quienes eran esta noche, mañana habrá otros problemas que enfrentar.
Quienes era... Sí, ese era el motivo de esa fiesta, olvidarse de todo su drama y disfrutar por una vez como lo habían hecho antes; sin embargo...
—¿Qué es lo que sabes? —le preguntó— ¿Qué problemas se acercan?
Siendo sincero no esperaba una repuesta por lo que cuando le respondió se sorprendió.
—Ya hay una nueva profecía de uno de nosotros...
—¿De quién?
Athenea miró al grupo con el que estaba Afrodita y su estómago cayó.
«No», pensó mirando a los que estaban en esa dirección.
Sí alguno de ellos iba a pasar por lo que él iban a terminar tan mal como Afrodita, ya que, habían sido, de cierta manera, los más inocentes, juguetones y protegidos de cada uno de sus grupos.
—Ve con Ariadna, Dionisio, no tenemos que preocuparnos por hoy —le dijo Athenea antes de regresar con Hera.
«Nada que preocuparse, por supuesto», pensó con sarcasmo mientras veía a los demás divertirse hasta que Ariadna se acercó a él.
—Vamos a bailar —le pidió la chica y Dionisio casi se niega hasta que vio a todos los demás hacer lo mismo, bueno todos los que estaban dispuestos a pasar un buen rato.
Divertirse. Él lo había dicho, podía hacerlo.
***
Loooooooo siento por no publicar ayer, se me pasó T-T Pero aquí les traigo nuevo cap.
Espero que les guste.
No olviden dejar sus votos, comentarios y compartir!
Los quiero!!!
Au revoir!!
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