Capítulo 16
—Penteón.
—Vaya, entonces si me recuerdas primito —le dijo el chico frente a él burlonamente llevándose una mano al pecho— No sabes cuan halagado me siento de que lo hagas, así será mucho más satisfactoria mi venganza.
—Tu estúpida venganza no es nada más que el capricho de un niño que no obtuvo lo que quiso —habló Afrodita antes de que él pudiera hacerlo—, y no es nada más que el orgullo herido de un joven que quiso ser líder y nadie confió en él para esa tarea —metió aún más cizaña y Dionisio quería saber a que se refería con eso.
Hace menos de un par de minutos la chica parecía asustada por la aparición de Penteon.
«¿Quizá fue la sorpresa? ¿O es por qué esta flanqueada por los escorpiones?» Se preguntó mirando como avanzaba hacia su "primo".
—Eres tan lamentable.
—Yo logré lo que ninguno de ustedes hizo —le señaló Penteon a Afrodita como si estuviera satisfecho— Logré desestabilizar a un Olímpico, le quite lo que más quería.
Acci.
—Estas muerto —gruño Dionisio queriendo acercarse; sin embargo, fue detenido por Ariadna que estaba a su lado y muy cerca de ella Hades con Athenea.
—No lo hagas —le pidió la chica aferrándose a él— Solo te esta provocando.
Lo sabía, pero no podía evitar sentir la ira fluir por su sistema.
—Por su puesto, sin olvidar el intento de Medusa y Lidia por matar a la madre de Athenea y a ella en el camino —continuó diciendo Penteon— Eso su fue lamentable, ya que fueron ellas las que murieron ¿O no? —preguntó mirando a Athenea que le dio una mirada indiferente— ¿No vas a tomar crédito por sus muertes? Pensé que estarías orgullosa por ello.
La risa que soltó después de ese comentario fue tan maníaca que parecía como si le faltara un tornillo, o al menos así parecía para Dionisio.
—Que mal, estoy segura que tu parte divina se retuerce de no tomar el crédito de lo que haces —dijo antes de mirar más allá de Athenea— Tú sabes de eso mejor que nadie ¿Verdad, Hera? ¿Hades?
Empezó a querer acercarse hacia ellos, pero un par de cazadoras y un escorpión lo detuvieron amenazándolo con sus armas, por lo que solo levanto las manos y volvió a su lugar.
—Deberían estar orgullosas de lo que han hecho, deberían decirles a todos lo que hicieron —espetó— Lo hicieron en el pasado con todas las mierdas que nos hicieron a nosotros los humanos, háganlo ahora ¡Tomen el crédito y no sé queden callados! —gritó.
—Así como esperas que ellos tomen el crédito, no dudo en que tú harás lo mismo para responsabilizarte del desastre que haz hecho —habló alguien del lado de Penteon.
Todos se giraron y las cazadoras movieron sus armas en la misma dirección sin titubear mientras unas cuantas se movían al lado de Artemisa.
—Eres tan imbécil que crees que por matar a alguien especial para un olímpico lograste algo —continuó el recién llegado— Mataste a ese pobre imbécil por nada —gruñó el chico acercándose a Panteón y tomándolo por el cuello retándolo antes de girarlo hacia ellos— Mira bien y dime lo qué ves.
La orden era clara y aunque a Dionisio le frustró de sobre manera la manera en la que se expresó de su amigo, la satisfacción de ver como trataba a Penteon era un pequeño pago por la ofensa.
—Dime lo qué ves —volvió a ordenar el chico.
Penteon lo miró primero a él antes de posar su mirada en cada uno de los demás que estaban de su lado y abrir los ojos sorprendidos, hecho que no paso desapercibido por el otro chico que lo tiró al suelo.
—No eres más que un peón —le dijo— Ya viste lo que provocaste —agregó poniéndose a su altura —Ahora dime ¿Tomarás el crédito por ello?
Silencio.
—Te hice una pregunta.
Más silencio.
—Cobarde —sentenció poniéndose de pie y mirando a los chicos que habían llegado con Penteon— ¿Deberé ocuparme de ustedes también? —preguntó y como si fueran una sola mente todos se inclinaron ante él— Idiotas, váyanse y déjenme solucionar esto —ordenó y todos hicieron caso e incluso sin necesidad de que el chico lo dijera se llevaron a Penteon.
Mirándolos a ellos se acercó con confianza y ni quiera las armas de las cazadoras, que parecían ser las únicas dispuestas a dispararle lo detuvieron; ya que, la gente de Hades y la misma Athenea habían bajado sus armas.
—No des un paso más —amenazó una de las cazadoras y el chico la miró como si no fuera más que una simple mosca molesta antes de mirar a Artemisa.
—¿Dejarás que me hagan daño?
—¡A mi hermana no le hables, estúpido! —gritó Apolo desde donde estaba queriendo ir hacia su hermana que lo detuvo con la mirada.
—No te metas donde no te llaman.
—Pero...
—Deja de ser un mocoso, Apolo. No te necesito ahora y nunca lo hice antes, no te metas en lo que no te concierne.
Un jadeo colectivo se escuchó entre los presentes y Dionisio se soltó del agarre de Ariadna girándose hacia la hermana de Apolo.
—¡Artemisa!
—Estoy apoyándote, no te metas.
—Yo tampoco te pedí que te metieras en mis asuntos —le señaló Dionisio— Nunca lo hice antes y menos ahora —continuó lanzando las mismas palabras que le había dicho a Apolo hace unos instantes— Tengo quienes me protejan, no te necesito.
La pelinegra lo miró con furia viva, y por un momento pensó que le respondería; sin embargo, no fue así y como si tuvieran un enlace mental todas las cazadoras iban dando un paso atrás alejándose de ellos.
—Recuerda tus palabras.
—Recuerda las tuyas —le respondió Dionisio a la chica, a quien no hace mucho tiempo tiempo, aunque orgullosa, había considerado sensata.
—No sé porque nos molestamos en separarlos si eso lo hacen bien ustedes solos —comentó el chico acercándose a ellos, más específicamente a Afrodita.
—Orión —lo amonestó la pelirroja dándole por fin un nombre.
Y sí, él era el único que podía crear tanto drama con su sola presencia.
La manzana de la discordia de los gemelos y el aliado de Afrodita.
—Tenemos que solucionar esto —le dijo Orión a su compañera que asintió mirándolos.
—La verdad no pensaba hacer esto hoy —señaló Afrodita con una mueca mirándolo— Te dije que haría que Penteon pagara por lo que hizo...
—Y yo te dije que esa venganza la quería cobrar yo.
—Lo sé y por eso te proponemos algo.
—¿Qué es? —preguntó Hades metiéndose en la conversación
—Queremos evitar que esta contienda se extienda más de lo necesario —comentó Afrodita antes de proponer— Un enfrentamiento y un pacto de sangre. Tú y Penteon en una lucha clásica.
—¿Cómo sabemos que no es una trampa? —preguntó Dionisio no creyéndose que eso fuera así de fácil.
—¿De verdad piensas que me importa esa escoria?
Bueno ahí tenía un punto.
—Penteon no significa nada para nosotros más que problemas —agregó Afrodita— Sin embargo, tampoco te lo podemos dar en bandeja de plata —le aclaró— Por lo que terminaremos esta de un modo que sea justo para ambas partes.
—¿Y desde cuando los escorpiones, o las Eris, son justos? —preguntó Apolo mirando a Afrodita bastante dolido y Dionisio no dudaba que era a causa de las palabras de su hermana y el que la pelirroja estuviera con Orión.
—No espero que confíes en mí justo ahora, Apolo —le respondió la chica— Por eso mismo haremos un pacto de sangre...
—No —cortó Hera evitando que Afrodita continuará— Ningún pacto de sangre.
—Sin un pacto no hay reglas y no podremos hacer esto —le señaló Orión a la rubia que se molestó al escucharlo.
—No te hablé a ti.
—Esta es la única manera en la que nosotros podemos hacer esto justo, Hera —intervino Afrodita— Penteon hizo una jugada arriesgada con Dionisio y no queremos más cabos sueltos de nuestro lado frustrando nuestros planes.
—¿Qué planes? —preguntó Hermes a la pelirroja que le sonrió con nostalgia y evadió su respuesta.
—¿Tenemos un trato?
—No.
—Sí.
Y él no había dado ninguna respuesta. La negativa y la afirmación fueron dichas por parte de Hera, Athenea y Hades, siendo los últimos quienes estaban de acuerdo.
—¿Están locos? —les preguntó la rubia— ¿Acaso sabes...
—Hera —la cortó Athenea— Confía en mí.
—No en esto...
—Él lo hará —sentenció Hades mirándolo— Esta bajo mi protección, pertenece a mi banda, yo decido que hará.
—Mira imbécil, hemos sido socios por años...
—Y no hagas que me arrepienta eso —le reclamó Hades a Hera, a quien Dionisio se sorprendió de ver actuar así.
La rubia siempre había sido dura, fría, recta, poderosa y no dudaba en sacrificar a unos peones por sus caprichos; sin embargo, en ese momento era todo lo contrario, parecía estar agotada como si llevara días sin dormir, como si ella hubiera pasado por un infierno más grande que el de todos ellos. La rabia que obtuvo con sus recuerdos se esfumó en ese momento mirando como alguien tan imponente como ella se caía a pedazos.
—Hera, no lo hagas más difícil —tercio Athenea presionando el brazo de la chica que la miró con súplica.
—No lo dejes, no tenemos...
—Lo siento, pero no puedo hacer eso —le dijo la castaña antes de asentir a Hades.
—Tomamos el enfrentamiento y el pacto.
Dionisio estaba fuera de base sin decir una palabra; ya que, todos parecían poder tener una opinión menos él.
—Tres días a partir de ahora, nos encontraremos en el lugar donde su primera lucha contra mi equipo —manifestó Orión acercándose a Hades con una cuchilla.
Ambos chicos se miraron mientras el líder de los escorpiones cortaba la palma de su mano antes de pasar el arma a Hades que hizo lo mismo.
—Es un pacto.
—Es un pacto —aceptó Hades tomando la mano extendida de Orión que asintió.
Su socio y ahora líder le entregó la cuchilla al otro chico que barrió su mirada por todos ellos antes de girarse con Afrodita y marcharse dejándolos solos.
—Tres días —murmuró Hades y Dionisio lo miró con los ojos entrecerrados.
—¿Qué acaso yo no tengo voz y voto?
—No —le respondió de manera dura sin inmutarse en lo más mínimo por su molestia e indignación por el tema.
***
Y... Bueno Hades es Hades.
¿Qué piensan de este pacto?
Qué piensan de los olímpicos para en esta escena... Aquí dejé un pequeño spoiler de algo que cuenta para el futuro.
Espero les haya gustado el cap.
No olviden dejar sus votos, comentarios y compartir.
Muchas gracias por su apoyo!
Los quiero mucho!
Au revoir!!!
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