Capítulo 13

Dionisio miró a Ariadna dormir en sus brazos como si fuera un ángel al que debería cuidar, y aunque aún tenía dudas sobre el pasado de la chica, la alegría de tenerla a su lado superaba aquello por mucho, y como se había prometido a sí mismo la noche anterior la conquistaría poco a poco, lo que implicaba ir conociéndola de nuevo en su forma reencarnada, sin exigirle nada ni siquiera el revelar lo que no quería si no era el momento.

Una sonrisa se extendió por su rostro cuando la vio arrugar la nariz en medio de su sueño, una característica común en ella en su pasado.

«Hay cosas que no cambian», pensó.

Sin querer despertarla se separó de ella suavemente y bajo a la sala, eran alrededor de las nueve de la mañana y él había estado despierto desde las cinco sin poder dormir gracias a todo lo que le carcomía en su mente. Sus recuerdos iban asentándose poco a poco y la mayoría de ellos no eran gratos, por lo que luchaba con el bajón emocional que le daba recordar cada situación.

—Bienvenido de nuevo, Dionisio —saludó una mujer cuando lo vio aparecer en la sala y dejando a Dionisio mudo.

«No, no puede ser», pensó; sin embargo, por más que parpadeará la persona frente a él no desaparecía.

—Malia...

—Mi niño bonito —le dijo la mujer acercándose a él y abrazándola con fuerza— Ha pasado tanto tiempo —señaló mirándolo de pies a cabeza—, mírate como haz crecido.

—¿Cómo? ¿Tú? No entiendo...

—Te lo explicaré todo, te lo prometo —le respondió Malia— Ahora solo déjame abrazarte —le pidió y Dionisio se dejo hacer.

¿Como era posible que ella estuviera ahí? ¿Qué supiera de él? Necesitaba explicaciones, parecía nadar en la nada; sin embargo, el abrazo que le daba era tan cálido como recordaba que se permitió dejarse llevar.

«Un minuto, solo aprovecharé un. minuto».

Después de su madre, ese abrazo y el que recordaba que obtenía de Perséfone eran los mejores. Abrazos maternales, familiares, llenos de promesas y cariño hacia un hijo.

—Probablemente sonará horrible, pero no tenemos tiempo para saludos y despedidas largas, Malia —habló Carlo desde el sofá haciendo que Malia se separará de él.

—Tiene razón.

—¿Despedidas? ¿Qué despedidas?

Malia lo miró con pena escrita por todo su rostro y Dionisio negó, para él no concebible que luego de volver a encontrarse tuvieran que volver a separarse, no, ya había perdido a Acci no quería perder a nadie más.

—Tenemos que hablar de cosas importantes, mi niño.

Niño, así era como se sentía.

—¿No te vas a ir, verdad?

—Hay cosas que debo explicar.

—¿Qué cosas? —exigió— ¿Y cómo lo conoces a él? —le preguntó molesto señalando a Carlos— ¿Acaso sabes el idiota aprovechado que es? ¿Sabes que planeaba quitarme todo lo que mis padres me dejaron? ¿Qué quería dejarme sin nada y enviarme a otro país?

Mientras más hablaba, más fuerte era su tono y con ello más se notaba su furia.

—Sí, lo sé —confirmó la mujer frente suyo— Lo sé, Dionisio. Fui yo quien envió a Carlo y convenció a tu madre que sea tu tutor —le dijo calmada aunque su mirada delataba el miedo que sentía y con justa razón.

Dionisio se separó de ella sintiéndose ¿Traicionado? ¿Dolido? Ni siquiera sabía que sentir luego de esa declaración.

—Por favor, escúchanos antes de sacar conclusiones precipitadas, mi niño.

—Ya no soy un niño —la corrigió.

Él no lo era y no importaba cuanto de su pasado regresará para hacerlo sentir cálido y protegido nunca sería así.

Debía recordarse quien era y que había hecho, ya no necesitaba la protección de nadie, su inocencia cuando fue un dios se perdió cuando dejo el monte Nisa a causa de la locura que le provocó Hera y en esa vida se termino de perder cuando mataron sin piedad a su mejor amigo delante suyo.

—Lo sé, solo... Por favor, escúchanos.

—Hablen —ordenó pasando de ella y sentándose frente a Carlo.

Había tenido miles de conversaciones similares con él, en la que ambos se enfrentaban por varios desacuerdos que tenían y era mejor verlo a él que a Malia, con quien probablemente cedería por los recuerdos.

—Bien iniciemos por el principio.

«Y por donde más idiota», pensó Dionisio rodando los ojos y soltando un suspiro de frustración que no pasó desapercibido por su tutor que le sonrió.

—Primero voy a aclarar que no soy ninguna reencarnación mítica en la que la mayoría de este pueblo esta involucrado y sí fui verdadero amigo de tus padres antes de enterarme de esto —dijo señalando alrededor— Nosotros tres éramos buenos amigos.

—¿Y si tan buenos amigos eran por qué quieres quitarme y vender todo lo que a ellos tanto les costo construir?

—Porque yo se lo dije —contestó Malia por él atrayendo su atención.

—¿Qué quieres decir con qué tú se lo dijiste?

—Cuando tu madre murió, no podíamos sacarte del pueblo por temor a que te pasará algo —le explicó la mujer— Las parcas estaban pendientes de ustedes y si alguno salía del pueblo podría haber sufrido un accidente o algo peor, como le sucedió a Apolo y Ares —señaló.

Dionisio lo recordaba, aunque ninguno de ellos fue precisamente por salir del pueblo. Sin embargo, entendía el punto.

—... entonces me contacté con Carlo para que te cuidará y le revele quien eres en verdad.

—¿Y confiaste en él así nada más? Es un humano —le señaló Dionisio a la mujer.

—Igual que tú y que la mayoría en estos momentos —le recordó ella— Carlo era mi mejor apuesta para te cuidara.

—Que gran trabajo.

—Lindo sarcasmo, pero teniendo en cuenta que nunca quise hijos cuidarte fue todo un reto —le dijo su tutor dando un resoplido— Sobre todo cuando tendías a meter tu nariz donde no te llamaban.

—Nunca confié en ti.

—Nunca te pedí que lo hicieras ¿O sí?

—¿Cómo eras amigo de mis padres con esa actitud?

—Si tu padre estuviera vivo y lo hubieras conocido entenderías porque éramos mejores amigos —le respondió el hombre con un tono plano.

Esas palabras chocaron en Dionisio con fuerza. Era su culpa que sus padres estuvieran muertos y él indirectamente se lo estaba diciendo.

—Ambos teníamos un carácter similar y es por ellos que arriesgo mi cuello por ti.

—Carlo, basta —le pidió Malia, pero el hombre no estaba ni cerca de obedecerla.

—No, Malia. Hemos hecho de todo para cuidar a este mocoso y hemos logrado mantenerlo con vida hasta ahora —le respondió antes de fijar su mirada en él—, y el que sea un dios no significa nada no para mí, por que ante mis ojos sigues siendo un mocoso mimado, y aún estás bajo mi tutela —le recordó.

La tensión en la sala, que de por sí había sido mucha, en ese momento aumento a niveles estratósficos.

—Mataron a tus padres, a tu amigo...

—A él no lo menciones con tu sucia boca —le gruñó Dionisio.

—Yo no soy el enemigo. De hecho de no ser por mí hubieras muerto hace años —le dijo Carlo soltando un suspiro frustrado— Mira Dionisio no quiero pelear, y como dije no tenemos tiempo, por lo que las cosas son así —le dio una mirada a Malia que asintió como si estuviera dándole permiso— Tú tienes dos opciones gracias a nosotros.

—¿De qué hablas?

—Puedes decidir quedarte y ser parte de esta estúpida lucha en la que los demás se están involucrando, o puedes irte del pueblo y olvidar todo.

—¿A que te refieres? Nadie puede salir de aquí.

—Tú si —le dijo Malia— Tomó tiempo, pero averigüe cómo sacarte de Nuevo Agrigento. Fuiste el dos veces nacido por lo que puedes recuperar tu memoria de igual manera.

—Pero...

—Pero nosotros no queríamos que recordaras; sin embargo, ya que lo haz hecho si salimos del pueblo olvidarás todo...

—¿A qué te refieres con todo?

—A todo. No familia, no amigos, no novia, no nada que te relacione aquí —le respondió Malia— Es por eso que Carlo estaba pasando todo a su nombre para venderlo después, porque no queríamos que al perder tu memoria sacándote del pueblo hubiera algo que te relacioné aquí.

—¿Me iban a sacar a la fuerza?

—Antes de que recuperarás tus recuerdos sí —le dijo Carlo sin una pizca de culpa— No lo hicimos antes porque había muchas trabas, pero ya no las hay.

Irse. Dejar todo ¿De verdad podría hacerlo?

—Solo tienes que decirnos que sí y tu vida será como nueva. No recordarás el dolor, ni todas estas desgracias —le señaló Malia tentándolo, pero como solía suceder en su vida nunca tenía tiempo para pensar sus opciones antes de que el desastre volviera a ocurrir.

Un grito de Ariadna desde su cuarto los asustó. Dionisio fue el primero en pararse y correr hacia la chica.

Cuando entró en su cuarto la encontró tratando de zafarse del agarre de una chica, una Eri; por lo que, se acercó y las separó a ambas empujando a la intrusa al suelo y poniéndose delante de Ariadna para protegerla.

—¿Quién eres?

—Solo una mensajera —le dijo la chica con una sonrisa ladina acercándose a su ventana— Nunca podrás proteger a quienes quieres. Penteo quiere su venganza...

—Solo fue descuartizado —soltó Dionisio como si fuera nada, porque para él justo en ese momento era eso lo que él dichoso Penteo valía, nada.

—Ese no es mi problema —le respondió la Eri encogiéndose de hombros dejando claro que eso a ella no le importaba— Ojo por ojo, diente por diente.

«La ley del taleon», pensó Dionisio mirando a la chica.

—Tienes razón. Ojo por ojo, diente por diente —le dijo— Yo lo torturé a él, dile que venga y me torture a mí si puede. Esto es entre ambos sino tiene miedo que venga él mismo a enfrentarme —agregó.

Era una provocación peligrosa, pero estaba harto de Penteo fuera tras los que él quería, si su primo quería guerra, guerra le iba a dar, pero no involucraría a nadie más.

La chica lo miró como si la lucha ya se hubiera dado y él hubiera perdido antes de salir por su ventana saltando a través de ella sin miedo.

—¿En verdad te enfrentarás a él? —le preguntó Malia, pero Dionisio primero centró su atención en Ariadna que estaba bastante asustada.

—Lo siento, lamento que te veas arrastrada a esto.

—N-no... No es tu culpa —le respondió la chica y él dejo un beso en frente abrazándola.

—¿Estás bien?

—Dionisio te hice una pregunta ¿Te vas a enfrentar a Penteo? —le cuestionó Malia y por su tono no estaba feliz.

Pero... ¿Quién lo estaría?

—¿Qué otra opción tengo?

—Tienes una opción. Te dimos una opción hace unos minutos —le recordó Carlo, y el solo hecho que hablará molesto a Dionisio, no importaba si gracias a él estaba vivo, por su carácter nunca le agradaría y no pensaba lamerle los zapatos solo por enterarse de ello; sin embargo...

—¿Ella puede venir? —les preguntó a ambos adultos en la habitación y cuando ambos negaron la respuesta se dio por si sola.

—Entonces tienes tu respuesta.

—Dionisio...

—Malia, de verdad, agradezco que mientras estuviera ignorante me protegieran —le dijo a la mujer— Pero no la voy a abandonar.

—No tienes protección —le recordó la mujer y antes de que él pudiera responder un perro negro se apareció en la entrada de su cuarto caminando con gracia absoluta e infundiendo miedo con solo ello— Un perro infernal.

—Mi protección —aclaró sin bajar la mirada.

Malia lo miró como si le hubiera salido una segunda cabeza; sin embargo, no dijo nada en contra.

—Espero que sepas lo que estas haciendo.

«Yo también. Yo también», se repitió Dionisio mientras pegaba a Ariadna a su costado. 

Tenía una misión, una batalla en camino y por sobre todo proteger a la chica que estaba a su lado aferrándose a él como si fuera su único salvavidas, tal y como auguraba la profecía que Apolo le había dicho.

***

Dionisio lanzó un reto!!!

¿Qué sucederá?

Veamos lo en los próximos capítulos.

Pd: ¿Ustedes se hubieran ido o se hubieran quedado si les dieran la misma opción que a Dionisio?

Los leo!!!

NO olviden dejar sus votos, comentarios, y compartir.

Los quiero mucho!!!

Au revoir!!!

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