✦ 𝗗𝗈𝗌

Su segunda cita con el castaño fue bastante interesante, por no decir un poco movida para Heeseung.

Para entender mejor, Heeseung había ido alrededor de cinco veces a buscar a su primo para poder ver a Jungwon, con la simple excusa de "no tengo nada que hacer" y "no te preocupes, tía, me queda de pasada" pero no fue hasta la sexta vez que le pidió salir para conocerse mejor, cosa que el castaño aceptó feliz.

Desde su primera cita, habían pasado unas dos semanas y media y en ella se habían compartido los números de teléfono. Según Jungwon, así era más fácil arreglar para verse, sin necesidad de meterle algún pretexto tanto a él como a su tía.

Volviendo a su última cita, ambos habían ido a un parque de diversiones a las afueras de la ciudad. Ambos se estaban divirtiendo, pues habían pasado una hora subiendo y bajando al mismo juego, entraron tres veces a los autos chocadores y a los de carrera, fueron a comer y estuvieron caminando y sacando fotos.

Ya eran las cuatro de la tarde y el parque estaba repleto. Por donde se busque, todos los juegos iban a tener fila de hasta quince minutos, pero no querían irse aún.

— Vamos a la montaña rusa, está casi vacía. — Comentó Jungwon sonriendo, mientras agarraba de la manga a Heeseung y se dirigía a la fila para dicho juego, o tortura medieval, como la había nombrado Lee.

— ¿Estás seguro? creo que en las tacitas ya no hay tanta gente. — Pronunció Heeseung tratando de sonar casual y evitar transmitirle su miedo al mayor. El castaño lo miró con una sonrisa gigante, mostrando sus lindos hoyuelos y asintiendo como niño de seis años. Lee olvidó todo al ver los huecos que se le hicieron en la mejilla. Jungwon era realmente la persona más hermosa que había conocido en su vida.

No fue hasta que estuvieron subiendo la atracción que Heeseung volvió a la realidad. Cerró fuerte los ojos y trató de calmarse. Todo iba a estar bien. Al carrito caer por los raíles, soltó un grito y se aferró fuertemente al brazo de Jungwon, quien reía y gritaba de emoción.

Al salir del juego, el pelirrojo apenas podía mantenerse en pie.

— Hee, ¿Te sientes bien? estás un poco pálido. — El castaño lo ayudó a sentarse en una de los bancos que estaban cerca.

— Sí, sí, solo necesito recuperarme, no soy fan de las alturas. — Pronunció despacio. Jungwon abrió su boca, formando una gran 'O'. En sus ojos se veía la preocupación.

— Me hubieras dicho antes, así íbamos a las tacitas. — Dijo con un pequeño puchero en los labios.

— Te veías muy emocionado de subir, y digamos que esa arma letal tuya no dejó embobado.

— ¿Cual arma? — Preguntó, muy confundido.

— Tu sonrisa junto a esos tontos hoyuelos.

Ya estaba anocheciendo y ambos chicos seguían caminando por el lugar, con la diferencia de que había un nuevo integrante a su cita y ese era Toby, el pequeño oso de peluche que Jungwon ganó para Heeseung en forma de disculpa por lo de la montaña rusa.

— Vayamos a ese. — Comentó Lee, señalando ni más ni menos que la noria del parque, que a estas horas era iluminada por muchas luces de colores.

— ¿Seguro? sabes que no tienes porque hacerlo, no hay que arriesgarnos a que te pongas mal. — Su voz salió con notoria preocupación, pero el menor solo asintió y lo llevó a la fila.

Una vez dentro de la pequeña góndola en forma de globo, se sentaron juntos y hablaron un poco sobre sus vidas. Al momento de empezar a girar, Heeseung se asustó, pero nada que las caricias de Jungwon en su brazo no puedan calmar.

— La vista es realmente hermosa. — Pronunció el pelirrojo con brillos en sus ojos. — Jamás había visto la ciudad desde este punto.

Jungwon lo notaba demasiado feliz, así que solo asintió a lo dicho por el contrario con una sonrisa y colocó su brazo alrededor de los hombros del menor, atrayéndolo más cerca. Por reflejo, Heeseung apoyó su cabeza en el castaño, respirando su suave colonia, provocando cosquillas al mayor y, por ende, esa risa que tan loco lo había vuelto en las últimas ocho semanas.

Las dos vueltas que le siguieron a esa fueron acompañadas con pequeñas charlas, tontas bromas de Heeseung y una que otra caricia de parte de Jungwon. Al bajar del juego decidieron volver a casa, yendo primero a la casa del menor.

— Realmente no era necesario que ganes el peluche, gastaste mucho dinero. — Lo regañó con un pequeño puchero.

— Puede que tengas razón, pero yo quería regalártelo. — Sonrió el mayor, mostrándole sus hoyuelos.

— Deja de embobarme con tu linda sonrisa. — Rió Heeseung, tratando de abrir la puerta de su departamento.

— ¿Es mi culpa ser tan encantador?

— Sí, lo es. Es tu culpa que... — Iba a seguir hablando pero un pequeño maullo se escuchó y seguido de eso una cálida sensación se hizo presente en la parte baja de su pierna.

— ¿Quién es esta lindura? — Preguntó Jungwon, agachándose para estar a la altura del gato y poder acariciarlo.

— Es Shiro, pero aún no se acostumbra mucho a casa. A veces muerde. — Sonrió, para dirigir su vista al castaño, quien tenía a su gato en brazos, sin ninguna mordida o rasguño. — ¿Cómo hiciste eso? — Preguntó realmente en estado de shock.

— Creo que le agrado. — Respondió el mayor con una sonrisa.

Luego de estar un rato jugando con el animal, Jungwon decidió que ya era tarde y que debía irse, cosa que Heeseung terminó aceptando y se despidió del mayor para luego entrar a su casa con Shiro en sus brazos.

— Estoy segurísimo que ya tienen nuevo padre. — Le habló el castaño a sus gatos, quienes dormían tranquilamente en el sillón, importándoles nada lo que su dueño había dicho. — Un perro se alegraría de esto. — Suspiró y se ganó una nueva mordida de Shiro.

© ¡ 𝖥𝖠1𝖱𝖸𝗕𝗘♡︎𝗠 ⁺ ට !

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