En un momento suspendido en el tejido del tiempo, dos almas de mundos distantes se encontraron, tal como el destino lo había planeado desde un inicio.

Un joven de corazón puro, proveniente de la tierra, con pies firmes en la realidad, totalmente incrédulo ante las cosas sobrenaturales, se vio envuelto en una situación que ni en sus sueños más locos había imaginado, al ser encandilado por el brillo de aquella preciosa joya en medio de esa noche oscura.

Enfrentándose así al majestuoso monarca de un mundo desconocido, cuyo trono se erguía en un próspero reino donde la magia y lo inexplicable eran lo que más abundaba.

El aire vibraba con la resonancia de dos mundos que se tocaban por primera vez, y en ese preciso instante, el chico sintió que su corazón se expandía hasta abarcar la inmensidad del cosmos.

El rey, con ojos que habían visto todo y nada, miró al joven y notó en él una chispa de lo divino, tan atrayente que lo invitó a quedarse y prestarle su ayuda para cumplir su objetivo. Y en ese encuentro, dos caminos se cruzaron, y el destino de ambos se reescribió.

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