6. Bésame


https://youtu.be/cyVI6YkphkQ

Como un pez debajo del agua
Cuando me ves me engancho a tu mirada
Y tu piel, canela dorada sobre mi piel
Me hacen perder la calma

Emma

—Sí, sí tengo. ¿Y tú? —preguntó Luca.

—Sí... es uno de los chicos que viste en la mañana. —Laura resopló y agregó con voz triste—: Se fue por algunos meses y ya siento que me falta una parte. Una pierna, un brazo... no sé.

Escuché una leve risita de Luca, no porque Laura estuviese triste, sino por el dramatismo que siempre la caracterizaba. Bueno... Luca como nuevo vecino ya tenía que conocer como éramos realmente.

—Seguro el tiempo pasará rápido. ¿Se fue muy lejos?

—Sí —gruñó mi amiga—. Y sí, eso espero, que el tiempo pase rápido. —Un sonido de impresión y felicidad inundó la conversación—. ¿Trajiste papas fritas? ¿quién eres? ¿Un ángel?

Rodé los ojos y no pude evitar la risa.

—¿Estás acosando a nuestro invitado? —pregunté, acercándome a ellos. Laura se giró con una papa frita en la boca.

—Primero: nos trajo papas fritas. Ya se ganó el título de amistad.

—Y segundo: no fui invitado —agregó Luca en dirección a Laura, y luego me señaló—. Estoy aquí obligado... por ella.

Bufé y me hice la sorprendida.

—Nadie te ha puesto una pistola en la cabeza.

—Estás invitado todos los días. —Lau se llevó otra papa frita a la boca—, y además trajo hamburguesas. —Arrugó la frente y se volvió para mirarlo—, ¿cómo es eso que obligado?

Luca volvió a señalarme y me encogí de hombros.

—Me pidió ayuda...y se la di a cambio de comida por esta semana.

—Te amo Emma Ross, nadie más que tú pediría comida a cambio de dar ayuda.

—Soy Tauro bebé, no lo olvides. ¿Así que... papas fritas?

—Y espero que las hamburguesas les gusten porque son veganas.

—Nos encantan —dije acercándome con pequeños saltitos—, la verdad es que comemos de todo... o casi todo.

—Esa eres tú, yo soy un poco más quisquillosa, pero todas las hamburguesas me encantan. Gracias Luca.

Carraspeé.

—¿Dices que tienes filtro al momento de comer?

Laura entornó los ojos con los labios apretados para aguantar la risa.

—No estoy entendiendo nada —gruñó Luca. Abrió la bolsa para sacar las hamburguesas.

—Que se comió a mi hermano —comenté, quitándole una hamburguesa de la mano a Luca como si no hubiese dicho nada relevante. La boca de Laura se abrió hasta el piso. Esa fue mi venganza por preguntarle sobre su novia tan poco disimuladamente, porque sí... aunque ella no me lo haya confesado, quiere hacer de cupido. ¿Se habrá dado cuenta Luca?

—¿Eso es verdad? —preguntó él, tratando de reprimir la risa sin mucho éxito.

—Es que nunca me lo ha perdonado, ¿sabías que me lo tenía prohibido?

—Luca —dije seria. Lo miré directamente a los ojos y pregunté—: ¿están prohibidas las hermanas de tus amigos?

Tragó saliva y deslizó la mirada entre las dos.

—Voy a salir perdiendo con lo que responda, así que diré que... ¿no?

—Muy bien.

Solté una carcajada y Laura también aunque me lanzó varias miradas de: te voy a matar y yo de... eso te pasa por poco disimulada.

—Pero no los hermanos de los amigos, al parecer —murmuró Laura muy bajito—, no sé si los vecinos.

Ay, dios.

Se pasó tres pueblos.

El fucsia me invadió.

—Ustedes están súper locas —rio Luca e hizo como si no hubiese escuchado nada, pero sospechaba que sí lo había hecho—. Que bueno porque los locos somos las mejores personas.

—Yo digo lo mismo. De verdad esto huele delicioso. —Casualmente, damos la primera mordida los tres al mismo tiempo y cierro los ojos un instante. Cuando los abro, Luca me mira con carita de risa.

—¿Está buena?

—Está increíble. La verdad es que cuando te dije que tenías que darnos cena... pensaba en alguna ensalada, pasta... pero con esto te ganaste las cinco estrellas. Está buenísima.

—¿Cinco estrellas a mejor vecino?

—Sip, totalmente.

—Luca, ¿estás estudiando? —Laura apoyó los codos en la mesa y desvió la mirada. Supe de inmediato que su mente ya se había ido a Diego.

—Sí, Ingeniería civil.

Arrugué el entrecejo.

—¿No eres pintor?

Se encogió de hombros.

—Entre nosotros... soy más pintor y escritor que Ingeniero. —Hizo una mueca de disgusto que me dejó confundida.

—¿No te gusta?

—Sí, me gusta, pero igual siento que no es lo mío. ¿Ustedes qué estudian?

—Yo enfermería y Lau literatura.

—¿Y les gusta?

—A mí me encanta, quiero ayudar a la gente. Es solo que la universidad no me está gustando tanto.

—¿Por qué?

—Creo que no le caigo muy bien a mis compañeros y no sé por qué.

—Son unas malditas odiosas —gruñó Lau. Se llevó otra papa a la boca—, lo que pasa es que Emma es demasiado para ellos.

Me largué a reír y rodé los ojos.

—Creo que es porque uno de los novios de mis compañeras me anduvo mandando mensajes en Instagram, incluidos unos fueguitos.

Laura detuvo todos sus movimientos y yo respondí con una mueca.

—¿Qué? Yo no sabía eso.

—Lo descubrí hoy. Estaba en solicitud de mensajes. Así que al parecer había una explicación. El problema es que no se enojó con él, sino conmigo. ¿Por qué hacen eso? Es él, el imbécil con novia, no yo.

—Que tipo más idiota, ¿cuál es la idea de querer engañar a tu chica con una compañera de clases? —Luca hizo una mueca. Y de repente recordé que nosotros nos dimos un beso y que él tenía novia. ¿Acaso fui parte de una infidelidad?

Ay, diosito, ¿en quién me he convertido?

No tenía intenciones de ser esa chica. Y al parecer mi cara dijo todo lo que pensaba, él agregó—: ya sé en qué estás pensando.

El rojo se apoderó de mi cara y sentí el calor en todo mi cuerpo. Odio que eso me pase porque no puedo controlarlo y queda más que evidente que el tema me dio... vergüenza. Tuve ganas de taparme la cara y excusarme que iba al baño, pero la expresión de sorpresa de Lau con una papa frita a medio camino a la boca, me detuvo.

Me largué a reír.

—No estoy pensando en nada —repliqué. Me aclaré la garganta—, ¿por qué no suenas tan feliz de tu carrera?

Luca pareció desparramarse por la silla y bebió de su coca cola, bastante amurrado.

—Entré a estudiar eso porque mi padre me lo pidió. Sé que es una estupidez y parece que no tuviese ninguna opinión, pero creí que sí lo quería... luego fui cambiando de opinión.

—¿Y ya es muy tarde para salirse?

Se encogió de hombros.

—No lo sé, aunque mientras estudio, sigo pintando y escribiendo. —Noté un pequeño cambio de humor en Luca, como si el tema fuese más complicado de lo que sonaba. Quizás su padre era demasiado estricto o dominante. Así que desvié el tema para lo que ya sabía que le gustaba... y a mí también—. ¿Qué escribes?

Sonrió y meneó las cejas.

—No les diré —respondió con una enorme sonrisa, mostrando todos sus dientes blancos y alineados. Se acomodó el cabello desordenado hacia atrás, quedando su frente totalmente al descubierto. No es que no me hubiese dado cuenta antes de que Luca era bastante guapo, sin embargo, en este instante lo encontré más interesante. No conocía a nadie que pintara o que dijera abiertamente que escribía libros... bueno... excepto Laura escribía a veces. Lucas tenía algo más, un estilo diferente. Llevaba una chaqueta de jeans negra, una talla más que la que debía usar, con chiporro blanco por todo su al rededor, unos pantalones del mismo color de corte recto, camiseta café caramelo metida dentro del jeans y zapatillas blancas.

Muy parecido a los chicos de Pinterest del momento. Recordé de inmediato todas las fotos que tenía guardadas del estilo que yo quería llevar y disimuladamente, miré el estilo que llevaba realmente: ninguno. Era una alpargata vieja al lado de mis tableros de ideas guardados en la aplicación.

Lo que quería llevar: el estilo coreano de las chicas de los doramas.

Lo que llevaba: un jeans aburrido y normal, y un sweater que perfectamente sería del gusto de mi abuelita.

Rayos.

—Voy a adivinar —Laura lo quedó mirando con los ojos entrecerrados—. ¿Fantasía?

Luca meneó la cabeza lentamente.

—No adivinarán.

—¡Escribes libro eróticos! —grité, con las palabras saliendo más efusivas de lo normal. Luca se atoró con la papa frita y cuando logró tragársela, quedó con los ojos llorosos.

Con Laura nos miramos, poco disimuladamente con la boca abierta y Luca se largó a reír con las mejillas levemente coloradas.

—Espera, ¿de verdad escribes libros eróticos? ¿Tipo Pídeme lo que quieras? ¿Lascivia? —Frené ahí, tampoco me iba a poner a nombrar todos los libros que conocía de este estilo. Aunque Laura no tuvo mi mismo razonamiento.

—¿Sofía? ¿Sometidas? ¿Cincuenta som...bras...—Laura iba a seguir nombrando al parecer toda la lista de libros eróticos que habíamos leído, hasta que, con una seña apenas imperceptible, le dije que se detuviera. Carraspeó—. ¿de grey?

Nos dimos de esas miradas que nos damos las amigas y entendemos todo.

Te estás dejando al descubierto como lectora máxima de libros eróticos...

y explícitos.

Calmémonos por favor Lau, que si caes tú, también caigo yo.

Le lancé una papa frita a nuestro vecino.

—Confiesa la verdad. No saldrás de aquí si no lo haces —lo amenacé. Me sorprendió lo mucho que me estaba divirtiendo. Cuando había pensado en ese día, me había imaginado en llorar con Lau toda la tarde, sin embargo, nos estábamos riendo a carcajadas.

—Así que las dos son lectoras pornográficas.

—¡Hey!

Me reí y dije algo ininteligible. No admití la verdad, pero tampoco lo negué.

—¿O eres un escritor romántico? —pregunté, batiendo las pestañas. Más para cambiar el tema de lo erótico que porque lo creyera realmente.

Luca resopló.

—Me atraparon. —Sus manos se alzaron y las dejó arriba un momento.

—¿Románticos o eróticos?

—Eróticos —confesó por fin. Se produjo un silencio en el que esperé que dijera que en realidad estaba bromeando, pero cuando él arrugó el ceño por la forma en que lo mirábamos, reaccioné.

—¡Necesito leer tu libro! —dije, cogiendo mi celular—, ¿cómo se llama?

—Ah, no no no.... imposible.

—¿Qué? —Laura se veía completamente indignada—. No puedes andar diciendo que escribes libros eróticos y luego no darnos el nombre.

—Yo opino lo mismo. Además, lo vamos a descubrir igual.

Ok, perdimos toda la decencia.

—No lo harán.

—¿Nos estás desafiando Luca... cuál es tu apellido?

—Brooks, pero no me encontrarán, lectoras pervertidas.

—¡No somos pervert...—Laura alzó su celular—, me está llamando mi conejito, chicos. —Se puso de pie y le sonrió a Luca—. Muchas gracias por la cena, nuevo vecino.

—De nada —respondió con una enorme sonrisa. Luego se acercó un poco a mí—. ¿Conejito?

—Así se dicen ellos. Yo también les digo así a veces para molestarlos. —Seguí con la mirada a Laura mientras se alejaba. Suspiré—. ¿Y cuál es la historia tras el departamento cerrado? —pregunté, poniéndome de pie para ir a buscar una bebida. Cuando tenía la cabeza metida en el refrigerador, me di cuenta que no me respondía. Volví con dos vasos—, ¿quieres bebida?

Meneó la cabeza.

—No, gracias. De hecho... ya debo irme. Tengo que estudiar. —Se puso de pie—, ¿te debo una pintura?

—Sí, me la debes.

—¿Cuándo tienes tiempo? Quiero que sea parte de un proyecto que debo entregar para mis clases.

—¿No que estudias Ingeniería?

—Tengo clases de pintura también.

—Mmm...No me vas a hacer posar en alguna posición ridícula, ¿cierto?

Rodó los ojos.

—¿Cuenta el disfraz de banana que necesito que te pongas?

—Sí, eso cuenta.

Hizo una mueca de disgusto y luego se encogió de hombros.

—Está bien, ¿te parece el viernes?

Hice como que lo pensaba un poco, la verdad no quería admitir que el viernes no tenía nada que hacer... más que envolverme en una manta a leer Estaba Escrito o seguir viendo Aterrizaje de emergencia en tu corazón, y sinceramente no quería hacer ninguna de las dos porque no soportaba la idea de que terminaran. ¿Qué iba a pasar con mi vida después? Era un completo misterio.

¿Desolación por el término de un libro? Además... ¿siquiera terminaba feliz? Me estremecí de la idea de que no triunfara el amor, pero a veces... eso pasa en los libros y luego me paso días mirando el techo analizando la existencia. Y lo mismo con las series, sin tener en cuenta de que tenía un profundo y poco sano amor por el protagonista de la que estaba viendo.

—Sí, el viernes puedo —repliqué luego de mi desolador análisis mental.

—Perfecto. Nos vemos.

Pasé por fuera de la habitación de Laura y seguía hablando con Diego, así que fui a pensar en lo que me había pedido Michell: un secreto.

Un secreto que no quisiese que alguien se enterara.

¿Le había mentido a alguien?

No que recordara.

¿Había dicho algo de alguien?

Mmm... creo que no.

De repente me senté de golpe en la cama, porque mi secreto era tan obvio que me sentí una idiota. Literalmente, frente a mis ojos. La razón de por qué estaba haciendo todo eso:

—Me gusta Kai —murmuré.

—¡Pero queeeeee te dijeeeeee! —Laura entró corriendo y saltó arriba mío, dejándome atrapada bajo su cuerpo. Levantó un cojín amenazándome—, si tengo que hacerlo, lo haré.

—¡Dejameeeeee!

—¡Pero qué acabo de oír! ¿Escuché mal?

—¡Dejameeeeee! Y noooo, no escuchaste mal.

—Ay dios mío virgencita líbranos del mal de los hombres sin responsabilidad afectiva por favorcito.

Solté una carcajada.

—Feliz de que me libre de ese hombre al menos. Aló diosito, me he portado bien.

—Eso, que te libre de Kai.

—O de su pene.

—Que al parecer es de oro —dijo Laura, y luego, como si lo pensara mejor, añadió—: ¿es de oro?

—Noooo.

Me largué a reír y Laura se recostó junto a mí, limpiándose las lágrimas de risa.

—Diego me dijo que ya vieron a su abuelo y que se ve mejor de lo que esperaban —susurró y ladeó la cabeza para darme una sonrisa triste de boca cerrada.

—Va a pasar volando el tiempo —susurré.

—Eso espero porque no sé cómo despertar sin él. —Resopló—. Iré a terminar un trabajo. —Se puso de pie y antes de caminar hacia la puerta, se giró—. Me agrada mucho Luca.

—Sí, es simpático.

—Y muy guapo.

—Y tiene novia.

Hizo una mueca de decepción.

—Es verdad. Chico con novia no se toca.

Apenas salió por la puerta le envié un mensaje a Michell

De: Laura

Ya sé mi mayor secreto: estoy enamorada de Kai.

De: Michell

Ay, dios. Obvio que la misma razón de por qué hacemos esto, será tu perdición. ¡Drama y romance puro! Videollamada ahora.

La llamada entrante de Michell apareció de inmediato. Contesté y su cabellera crespa abarcó toda la pantalla, parecía que iba caminando.

—¿Dónde estás? —pregunté, tratando de ver un poco más de al rededor. Se escuchaba gente hablando junto a ella.

—Estoy en una cita Tinder, pero el tipo me ha hablado de su ex novia desde que lo saludé.

—¿Y por qué no te vas? no está escuchando, ¿cierto?

—No, está comprando unas flores para no se quién, ¿su madre? ¿su ex? Y no me voy porque dejé de estudiar por esto, así que vamos camino al restaurant y como él me invitó, pediré lo más caro del menú y lo comeré con mucho gusto.

Solté una risita.

—Deberías escribir sobre tus experiencias con aplicaciones de citas.

Bufó.

—Sería un libró cómico. Puros fracasos. —Agitó la mano para que no respondiera nada—. Lo importante: dime exactamente qué sientes por Kai.

—Sabes que me gusta —repliqué, arrugando la frente.

—Dímelo de nuevo y quiero detalles.

Resoplé y me dejé caer en la cama. Levanté las manos y puse el celular en alto, apuntándome la cara desde arriba.

—Creo que estoy enamorada. Me encanta y no puedo dejar de pensar en él. Me envió un mensaje y no se lo he podido responder porque cada vez que abro la ventana del chat, el estómago se me revuelve. Nunca había sentido algo así, me siento débil y a la vez llena de vida. Sentir esto...—Me llevé la mano al pecho, con mi corazón agitado—, es nuevo. Me encanta y a la vez me asusta.

—¿Qué te asusta?

—Asumir en algún momento que él no me quiere ni me va a querer de la forma en que yo lo quiero.

—¿Sientes que estás enamorada de él, solo porque nunca antes habías sentido esto?

Asentí.

—La ansiedad de su existencia no puede ser otra cosa que locura por él. Estoy enganchada de él. Me vuelve loca su presencia.

—¿Y qué sucederá si él dice que no te quiere?

Me encogí de hombros.

—Supongo que me quedará llorar y seguir adelante.

—Una lloradita y unos Cheetos y se te reinicia la vida. Mmm... ¿Crees que él sepa que estás loca por él?

—No...lo creo... no sé. Quizás sospechaba que a mí él me atraía, pero no lo que realmente siento. Y... sé que allá hay una chica que intentará conquistarlo, eso me da inseguridad —confesé por primera vez en voz alta. Una lágrima se deslizó por mi ojo derecho—. Me siento desbordada de emociones, perdón.

Michell apretó los labios.

—Es normal, no somos robots como algunas personas nos quieren hacer creer por como a veces reaccionamos. —Tragué saliva y ella desvió su mirada. Quizás su cita se iba acercando—. Ok, tengo lo que necesito Emma.

—¿Qué te dijera por videollamada lo loca que estoy?

Soltó una risita y alzó las cejas

—No, tu confesión grabada.

Me quedé con la boca semi abierta un segundo.

—¿Me... me grabaste diciendo todo lo que sentía? —Con cada palabra, la voz se me iba escuchando menos.

—Sí. Así que si por cualquier motivo quieres terminar antes este proyecto, la grabación llegará directo a Kai.

—¿Me quieres matar?

—Ya me tengo que ir, llegó mi cita. ¡Atenta a tu correo porque ya tengo listo!

—Aún no puedo creer que fui tan estúpida como para caer en tu trampa —murmuré. Michell me lanzó un besito y me cortó.

Dos horas más tardes mi teléfono comenzó a sonar. Otra video llamada de Michell. Apenas contesté, me quedé sin aire al ver no solo la cara de ella, sino la de Kai. Era una videollamada entre los tres.

—Entonces, ¿qué quieres? —preguntó él.

—Hola Emma. Muy bien, les contaré sobre mi proyecto: son cuarenta y cinco preguntas que deben responder al mismo tiempo. Hay una página que les enviaré donde irá apareciendo cada pregunta a medida que vayan respondiendo, y también solo les aparecerá la respuesta del otro, cuando cada uno envíe la suya. Es decir, si Emma responde y Kai no... Kai no podrá ver lo que respondió Emma, hasta que él envíe su respuesta.

—¿Para qué es esto? —replicó, notoriamente molesto. Michell no perdió su calma.

—Para enamorarse.

Kai rompió en risas y yo le seguí un poco.

—¿Estás jodiendo? ¿Yo?

Con cada segundo me fui hundiendo más en la cama.

—Pero Michell —comencé a decir.

—Confío en que contestarán con total honestidad. En juego está lo que cada uno ya sabe.

—¿Y solo tenemos que contestar las preguntas? —pregunté.

—Sí, solo eso.

Kai meneó la cabeza y luego gruñó.

—¿Algún problema, Kai?

—Sí, tu proyecto es una mierda.

—¿No vas a participar? —Michell batió sus pestañas perversas.

—¿Solo responder tus malditas preguntas?

—Sí.

—Ok. —Cortó la llamada. Michell alzó las cejas.

—Uff... que genio ese chico.

—¿Qué le dijiste que ibas a hacer si no participaba?

—Exponer un secreto de él. Bye cariño, mandaré la primera pregunta de inmediato.

De Kai:

¡¡¡Esto tiene que haber sido idea de Laura!!! Está loca, pero lo haré... para que sepa que Michell no es una hada madrina del amor. ¿No le has dicho que solo somos amigos?

Pregunta número 1:

Nombre tres cosas que pienses de la otra persona y que no le has dicho.

Me lancé a la cama boca abajo, sintiéndome miserable.

—Esto no va a resultar —gruñí, arrepentida del proyecto.

Sonó otra vez mi celular.

De: Luca.

Si estás libre ahora... podrías venir. Me siento inspirado para pintar. (Y este departamento es enorme y demasiado silencioso)

Kai Ragni ha respondido. Envía tu respuesta para ver la de él.

De la pura ansiedad y estrés me puse de pie y salí del departamento.

______

Capítulo dedicado a la bby wilma567 !!! <3 

La primera pregunta de esta aventura que no es tan desconocida :P

¿Pero resultará este plan?

¿Quieren que resulte?

¿Prefieren saber más de Luca?

¿O más de Kai?

¿Les gustó este capítulo?

Si quieren que les dedique el capítulo, solo tienen que comentarme bbys <3

Las amo ! :)



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