30. Dime que te quedas
Emma
Dormí horrible esa noche, sumida en una pesadilla eterna sobre el viaje de Luca y cómo, con esa partida, lo perdía. Una hora antes de que sonara mi alarma y tras varios intentos fallidos de conciliar el sueño, me rendí. No hubo caso. Cogí mi celular con miedo de leer la notificación de Luca, temiendo que me confirmara que ya tenía los pasajes y que su partida sería al día siguiente. Sí, eso era precisamente lo que me atormentaba en mi pesadilla.
Abrí el mensaje con dedos temblorosos.
Luca: ¿Ya te quedaste dormida? :( Quería verte de nuevo un ratito.
Luca: Sip, parece que te quedaste dormida. Tengo que contarte algo, mañana temprano te cuento porque debe ser en persona.
Luca: Son las dos de la mañana y con papá estamos celebrandoooo. Muero por verte :)
Luca: Son las cinco de la mañana y te quiero mucho <3
Luca: Son las cinco y media, espero que tú también me quieras mucho :)
Resoplé. Ellos celebraban y yo hacía pataleta como una niña pequeña. Me sentí egoísta, enojada y enamorada. ¿Qué combinación tan extraña era esa? Otra notificación llamó mi atención, pero esta vez era de la aplicación donde Luca publicaba Samuel.
Había un nuevo capítulo publicado. Aún me quedaba bastante tiempo antes de tener que levantarme para ir a la universidad, así que me puse a leerlo: capítulo 30 (final).
—¿Final? —murmuré—, ¿tan rápido? —Comencé a leer a toda velocidad.
Samuel se enamoraba de la chica a la que le hizo sentir el cielo y el infierno con su lengua y sus manos. Sin embargo, a medida que me acercaba al final, la alegría y la emoción de leer el capítulo se fueron esfumando poco a poco. Había un pequeño o no tan pequeño detalle en la historia de Samuel que se parecía a la de Luca, y es que el protagonista de su libro decidía ir a abrir una sede de su empresa al otro lado del mundo... específicamente, a Irlanda.
Dejé de leer unos instantes. ¿Qué iba a pasar con la chica? Volví a leer porque la curiosidad empezó a desesperarme. La chica le decía que no podía acompañarlo como él pretendía que lo hiciera porque no iba a dejar su carrera botada. Pero la cosa no mejoraba. Yo esperaba que él le dijera que al menos iba a viajar a cada cierto tiempo a verla, sin embargo, se despiden con la promesa de volver a encontrarse en algunos años si no lograban olvidarse.
Si no lograban olvidarse.
Así de triste, el libro llegó a su fin, y probablemente estuve diez minutos con la boca abierta. Primero, porque a mí me gustan los finales felices; y segundo, Luca se iba a ir y no iba a querer una relación a distancia. No sería como él me lo había anunciado, sino que el final de Samuel sería nuestro final.
Era demasiada casualidad como para no considerar esto como una señal clara de lo que sucedería en la próxima conversación con Luca, así que no pude hacer nada más que largarme a llorar abrazada al celular, tapada de pies a cabeza, lamentándome por lo terrible de mi vida en uno de mis momentos más dramáticos del último tiempo. Las lágrimas salían descontroladas. No quería perderlo.
La alarma sonó, y eso significaba que ya era momento de arreglarme para la universidad. Si algo no iba a permitir, era que me vieran con la cara hinchada y los ojos llorosos. Me maquillé e hice lo mejor que pude para ocultar la evidencia de mi llanto. Respiré profundamente e incluso salí antes de lo usual, tratando de hacer el mínimo ruido para que Luca no me pillara en el pasillo, aunque por la hora que se durmió, me parecía poco probable.
Llegué a la universidad, y Casey con Olga cuchicheaban en una esquina del salón. Me fui a sentar junto a ellas, y me quedaron mirando esperando a que yo fuese la primera en hablar.
—Supongo que ya supieron todo.
Las dos se rieron bajito.
—Mi amor, amo los dramas sobre todo si incluyen hombres —replicó Casey.
Olga tomó mi mano.
—¿Tú estás bien?
—Mmm... creo que diosito me tiene como una de sus mejores guerreras y ya que me ha dado ese papel, lo voy a enfrentar con dignidad. Así que sí, estoy bien.
Olga se largó a reír.
—Muy bien amiga. —Hizo una mueca de desagrado—. A propósito, la bruja y sus secuaces acaban de entrar a la sala y creo que vienen hacia acá.
No me giré; no iba a darle la cara al peor dementor de la existencia.
—Hagamos como que no existe —sugirió Olga, y a mí me pareció una excelente idea. Casey asintió.
—Buena idea. Les voy a contar sobre un libro que leí hace algún tiempo y que deberían leerlo.
—¡Justo estoy buscando un nuevo libro para leer! —Casey dio un saltito, y vi cómo su vista se desvió un momento hacia alguien detrás de mí.
—¿Aún no te rindes de estar en esta universidad? —La voz de Georgina sonó a mi espalda.
—¿Cómo se llama? —me preguntó Casey.
—Se llama "Estaba escrito". ¿Lo han leído?
—¿Qué se sintió que Kai se estuviese riendo de ti con prácticamente toda la universidad? —La pregunta estaba cargada de odio.
—No, yo no lo he leído. Cuéntame —Olga se mostró emocionada—, ¿es de amor? Porque uno así me gustaría leer. El último que leí, el chico moría y lloré tres días. No me gustó. —Hizo una mueca de desagrado.
—Sí, es de amor y tiene un poquito de misterio. Todo empieza cuando Isla llega a un nuevo pueblo porque se tuvo que cambiar por el trabajo de su madre. Allí viven los hermanos Fonseca que están cada uno más bueno que el otro. Lo que es un problema porq...
—Hablaré con mi padre para que nunca encuentres trabajo, Emma. Nunca podrás ser la enfermera que quieres ser. Me puedes ignorar todo lo que quieras, pero no te podr...
—¡Oh, por dios! Georgina, detente —ordenó alguien de repente. Las bocas de mis amigas prácticamente llegaron al piso, y yo me giré para presenciar esa escena: Rachel haciendo callar a su amiga.
Georgina se volteó en cámara lenta hacia su amiga, sin poder creérsela.
—¿Perdón?
—Detente —repitió Rachel—. Vamos. —Intentó coger a Georgina del brazo, pero ella se zafó, tirando fuerte su brazo hacia atrás.
—¿Qué estás haciendo? —Me sorprendió escuchar su voz entre cortada.
—Geo, esto ya ha ido demasiado lejos —Cris se puso entre Georgina y yo, pero yo quería mirar, así que me corrí para ver mejor la escena que no lograba creer. Georgina miraba atónita a sus dos amigos. Pareció que de repente olvidó hablar. El resto de dementores se veía igual de impactado e incapaces de decir una palabra.
—¿Ahora están todos en mi contra? ¿Por alguien que no vale absolutamente nada?
—¡Detente de una vez! —Rachel explotó y comenzó a hablar con la voz temblorosa—. Geo, te quiero con todo mi corazón y tengo que decirte esto: un hombre no vale nuestro estrés, nuestra paz, nuestras relaciones con la gente que nos rodea. No vale todo lo que has pasado tú y creería que Emma también. Menos ese chico que fue una real mierda contigo, Geo, te usó y lo sabes. Él es el que no vale absolutamente nada. Te mereces felicidad y para eso debes dejar ir ese odio que te lo impide y también eso que sientes por Kai. —Una lágrima bajó por la mejilla de Rachel. Cerró los puños—. Y si tuviera enfrente a ese idiota ahora lo golpearía tan fuerte que la pensaría la próxima vez que siquiera le hable a una chica. —Rachel habló sin respirar y de repente se apoyó en Cris y tomó aire profundamente.
Los ojos de Georgina se llenaron de lágrimas ante la mirada atónita de toda la clase. Salió corriendo. Rachel con Cris y unos cuantos más salieron tras ella.
Me desplomé en el asiento al darme cuenta de algo. No tenía ninguna duda de que mi informante desconocido era Rachel. De las personas que menos esperaba. Ella había intentado advertirme, pero no se atrevió del todo.
Rachel me había dicho de Kai, y yo... hice caso omiso.
El profesor llegó, sin darse cuenta de que el salón completo se encontraba en estado de shock por lo sucedido, y como si nada comenzó a hablarnos del próximo examen. Nadie pudo procesar los acontecimientos previos porque el examen nos preocupaba a todos. Con mis amigas nos miramos sorprendidas, exhalé ampliamente y traté de concentrarme en la clase.
Al terminar, me despedí de mis amigas de un abrazo y salí con ganas de ir a comprarme un pastel para que la llegada a mi casa no fuese tan amarga. Sin embargo, casi saliendo de la universidad escuché a alguien llamándome, y cuando miré era Rachel haciéndome señas, con Georgina a un lado.
Me quedé inmóvil, dudando de si salir corriendo por mi vida sin mirar atrás o acercarme para saber qué querían decirme.
La curiosidad ganó. Siempre la curiosidad me gana.
Me acerqué, sentía que por cada paso que daba retrocedía dos, porque no estábamos a tanta distancia, pero se me hizo eterno el camino hasta llegar a ellas.
Rachel soltó el aire.
—Emma, queremos hablar contigo. —Se quedó esperando mi respuesta.
—Las escucho.
Rachel miró a Georgina quien apenas podía sostener la vista en mí. Sus ojos viajaban por todo el lugar.
—Queremos disculparnos por todo este tiempo que hemos sido una mierda contigo. —Sus dedos peinaban su cabello sin parar.
—Sobre...—Georgina se aclaró la garganta—. Sobre todo yo. Sé que esto te parecerá extraño viniendo de mí y ahora, pero aquí frente a ti te confieso que perdí la razón. Nunca me había enamorado y no quiero excusarme. —Sacudió sus manos—. Simplemente así sucedió. Me arrepiento de cada palabra que te he dicho; la verdad es que tampoco me habría atrevido a usar a mi padre para arruinarle a alguien su carrera. A pesar de todo lo que dije, soy solo una idiota ocultándose tras su familia. —Arrastró las manos por su cara, como si estuviese despertando de un horrible sueño.
Me quedé sin palabras por unos segundos, deslizando mi mirada desde Rachel a Georgina y viceversa. Una y otra vez.
Rachel me estiró la mano.
—Obviamente no espero que seamos amigas, pero creo que nos estaremos viendo bastante durante los próximos años y espero que la enemistad termine aquí, sin embargo, si para ti es difícil perdonarnos, está bien. Nosotras no te vamos a molestar más. Te lo prometo. —Su mano seguía estirada.
Estreché su mano todavía confundida. La maldad de Georgina no iba a desaparecer de un momento a otro... quizás qué le había dicho Rachel para hacerla entrar en razón. Lo que fuese no me importaba, con que nunca más me dirigieran la palabra —o su veneno—, suficiente para mí.
—Estoy de acuerdo en que ningún hombre debe ser motivo de peleas entre nosotras las chicas. No se lo merecen. Acepto las disculpas y, de todas formas, quien tiene mi corazón no es Kai. —Sonreí porque la carita hermosa de Luca apareció en mi mente. Georgina bajó la cabeza. Lucía miserable—. Nos vemos.
Me alejé lo más rápido posible, pensando en que quizás Georgina se arrepentía y se lanzaba arriba mío por la espalda.
Aún no respondía ningún mensaje de Luca y ya había llegado el momento de enfrentarme a la realidad y ponerme feliz por su viaje. Yo no le iba a agregar más carga de la que él sentía, a pesar de que cada una de mis neuronas estaba segura de que él se debía quedar conmigo e impulsar su carrera asistiendo a la exposición a la que había sido invitado.
Sentía demasiada impotencia de no poder ayudarlo.
Camino a casa recibí un mensaje de texto.
Número desconocido: disculpa de nuevo, Emma. Sé que debes tener mil dudas de cómo Geo cambió de actitud tan rápido, pero créenos :) Rachel.
Guardé el famoso número desconocido como Rachel. Quizás algún día tendría guardado el de Georgina... o ojalá no. Mejor no.
Toqué la puerta de Luca antes que la mía y me abrió Mark.
—¡Hola Mark!
—¡Emma! Luca salió hace un rato —dijo haciendo una mueca de decepción—, si quieres lo llamo para avisarle que estás aquí.
Negué con la cabeza, algo decepcionada de no poder verlo de inmediato.
—No te preocupes, lo llamaré. Grac...
—¿Te contó Luca que ayer estuvimos celebrando? Queríamos que vinieras, pero ya dormías. ¡Estoy tan emocionado que quisiera celebrar con todos! Mañana me voy así que en la noche voy a hacer pizzas, ¿de qué te gustan?
Traté de imitar su sonrisa enorme y estoy segura de que lo logré. Con razón para Luca había sido imposible hablar con él. Ese hombre había vuelto a la vida.
—Mmm... ¿Puede ser vegana? Es que soy...
—Vegana a la orden, iré de inmediato a comprar ingredientes. —Cogió las llaves desde el colgador de la entrada. ¡Nos vemos en un rato!
—Sí, claro. Ya estoy ansiosa por la pizza.
Resoplé apenas entré a mi departamento. Sentí voces en la pieza de Lau así que fui corriendo. Mi amiga estaba recostada en la cama, luciendo hermosa como si nada le hubiese pasado.
Hice un puchero.
—No te operes nunca más por favor que te necesito todos los días.
Soltó una carcajada.
—Yo creo que cumplí más que suficiente contestando todos tus mensajes. —Señaló las bolsas de compra sobre la cama—. Mamá me dijo que tú la acompañaste a comprar.
—Me hizo gastar —replicó Carla—. Más que tú.
—Lo siento. Use ir de compras con tu mamá como terapia —reí. Carla soltó una carcajada y me abrazó—. Las dejaré solas, yo tengo que ir a comprar algunas cosas.
—¿Te sientes bien? —preguntó Lau.
—Creo que esa pregunta es la que yo te debo hacer a ti, ¿te sientes bien?
—Muy bien, ¿tú?
—¿Leíste el último capítulo de Samuel?
—Al minuto de haberse publicado. Estaba con insomnio. —Hizo un puchero y luego resopló y cogió mi mano—. Que haya escrito eso no significa nada. ¿has hablado con él?
—Hoy no. —Suspiré ampliamente y cogí mi celular. Leí en voz alta el último mensaje de Luca—: "Necesito verte y hablar contigo. Sé que estás en la universidad... te quiero mucho, ¿me avisas cuando vuelvas?"
—Awwww me derrito, ese chico te quiere tanto, Emma. Lo has ignorado todo el día... no lo ignores más por favor. No se lo merece.
Me tapé la cara con cosquilleos por todo mi cuerpo. Avancé en la cama hasta recostarme junto a ella y me puse a teclear la respuesta.
Emma: Acabo de llegar al departamento. Vi a tu papá y me invitó a comer pizza <3. Te quiero mucho (perdón me he sentido muy sensible)
Luca: A las ocho te esperamos... y está bien, te entiendo. No debes forzarte a hacer cosas que no quieres. Te espero. Besitos (de esos que te voy a dar cuando te vea) :P
Desperté por mi celular sonando sin parar. Estaba sola en la habitación de Laura y ella era la que me llamaba. Contesté asustada.
—Por favor dime que no te caíste en el baño o algo así, ¿por qué no me avisas si te vas a levantar?
Se aclaró la garganta.
—Querida Emma, veo que te acabo de despertar. Tengo una información muy importante para ti.
—¿De qué estás hablando? —pregunté riendo.
—No me interrumpas por favor señorita Emma. Usted está cordialmente invitada al departamento frente al suyo exactamente en 15 minutos.
—¿Qué? No entiendo nada. ¿Dónde estás?
—Ay dios. Te digo que te levantes, te pongas muy bonita y vayas al departamento de Luca.
—¿Ahora?
—Ahora ya. Adiós. Te amo. —Cortó dejándome con el celular en la mano sin entender nada, sin embargo, fui obediente y corrí con el corazón a mil kilómetros por hora a mi habitación y me detuve de golpe al ver un vestido sobre mi cama. Nuevo con la etiqueta reluciendo sobre él; blanco, largo y con pequeñas flores celestes en toda su extensión. Era el vestido más romántico que alguna vez me había puesto. Hasta tenía unas cintas que se amarraban al pecho.
Me maquillé ojos y labios. Todo en un tiempo récord de 10 minutos. ¿Así era como Luca me quería dar la gran noticia? Bueno, quizás... si podíamos tener una relación a distancia.
Abrí la puerta del departamento y me encontré con un camino de flores de distintos tipos y colores que hacían un camino más allá de la puerta de Luca. Me llevé la mano al corazón y admito que me pellizqué el brazo para saber si todo era real.
Caminé lento con una sonrisa que no podía controlar, y los nervios encendiendo mi cuerpo. Las luces del departamento se encontraban tenues, y al cruzar el umbral, estaba Luca, vestido con unas pantalones sueltos y una camisa de lino color crema. Era un look distinto a lo usual y se veía hermoso, contento y alucinante. Ron movió sus patitas para ir a saludarme. Llevaba un corbatín en el cuello que me derritió.
Miré a Luca con la boca abierta.
—¡Sabía que eso era lo que más te iba a sorprender de todo! —rió—. Se ve lindo, ¿no?
Cogí a Ron y mis ojos se pusieron llorosos de lo hermoso del momento. No me había dado cuenta de que el departamento por completo estaba lleno de flores y pinturas... de mí.
Muchas pinturas con mi retrato... mi espalda, perfil... era como una exposición sobre mí.
Las manos me temblaban y Luca comenzó a acercarse. Yo me quedé allí plantada, sentía que si me movía, mi corazón iba a salir a toda velocidad de mi pecho. Tragué saliva cuando cogió mi mentón, lo subió lentamente y acarició mis labios con los suyos.
—Te ves preciosa —murmuró.
—Tú también te ves hermoso. ¿Por qué está todo tan bonito?
—Me has ignorado desde ayer, así que decidí que tenía que hacer algo grande para que volvieras a quererme.
Solté una risita.
—Estaba triste —respondí en voz bajita, mis ojos se pusieron llorosos—. Lo siento, a veces no sé cómo enfrentarme a lo que me pone triste.
Acarició mi cabello.
—Tengo dos cosas que decirte.
—¿Son buenas?
—Mmm quizás.
—Dime que te quedas —dije con la voz temblorosa—. Dime que te quedas, por favor.
Sonrío y asintió.
—Me quedo. —Se encogió de hombros—. No podía irme.
—¿Es verdad? —Lo abracé fuerte, no quería despegarme de él—. ¿Pero tu papá...?
—Lo entendió. Se me hizo imposible seguir adelante con lo del intercambio y tuve que decirle todo. Me costó demasiado, pero cuando pensé en ti se hizo más fácil.
Me despegué de él confundida.
—Tu papá me dijo que habían estado celebrando y que... hoy quería seguir celebrando. Estaba muy feliz, y yo pensé que...
Soltó una risita.
—Se comprometió. No da más de felicidad, por eso quería que vinieras anoche. Esa es la celebración.
—O sea hice todo este llanto por nada.
Me abrazó riendo.
—Más o menos.
—¿Y cuál es la segunda cosa que me vas a decir?
—¡Ah! Algo muy importante. Es que hice otro cuadro y quería entregártelo. —Señaló el atril en el que se encontraba el cuadro tapado con una sábana blanca. Destápalo.
Me acerqué y saqué la sábana con emoción, no todos los días te hacían cuadros. Lo quedé mirando sorprendida. Mis ojos iban del cuadro a su cara una y otra vez. Específicamente iban de las palabras escritas en el cuadro, de la pregunta ¿quieres ser mi novia? y un gatito naranja como Ron. Luca carraspeó y cogió mis manos—. ¿Quieres ser mi novia, Emma?
La emoción de ese momento me embargó tanto que se me olvidó hablar y respirar. Nunca... nunca había sido la novia de nadie y quizás nunca alguien me había querido tanto como para realizar algo así.
Asentí con emoción.
—Sí, quiero. —De un salto me subí encima de él, mis piernas se entrelazaron en sus caderas y me afirmó del trasero. Le di besos por toda su cara—. En este momento, probablemente sea la chica más feliz del país... o del mundo.
Sacudió su cabeza riendo y sus labios se plantaron en los míos, con sus labios suaves saboreando los míos.
—También creo que soy el chico más feliz del mundo —murmuró contra mis labios—. Me aseguraré de que sigas siendo así de feliz. Te quiero mucho... más que eso, me siento por completo enamorado de ti aunque suena una locura... y probablemente Ron también está enamorado de ti.
—Y yo por un momento pensé que te irías. No sé cómo lo iba a soportar.
—Yo también, y luego dije que hay dos cosas que me hacen feliz en este momento: tú y la pintura. Y yéndome era abandonar todo.
Me bajé de él y miré a mi alrededor.
—Así que se viene tu primera exposición. Eres increíble.
—Sí, y no tengo idea qué voy a presentar, últimamente solo te he pintado a ti.
FIN
______________
Y llegamos al final del libro. Ufff... ha sido un año largo (y quizás un poquito más) de escritura. Estoy muy feliz de haber escrito esta historia de Emma y Luca. Y hacer lo que ustedes tanto me pidieron (una segunda parte de dime la verdad) ¿habrá una tercer parte? Quien sabe.
No me queda más que agradecer todo el apoyo que me dieron a lo largo de estos capítulos, y no solo en este libro si no en todos los otros que algunos se han leído.
Nos vemos en la próxima historia (y no olviden seguirme en ig: valerieparriss) Muack!!
____
Avance epílogo (próximamente)
Abrí la puerta corriendo después de todas las veces que sonó el timbre sin parar. Allí estaba mi amiga, con los brazos en las caderas.
—Hola zorra, ¿cómo es que tienes novio y no lo conozco?
Di un salto y abracé a Abril, la extrañaba demasiado.
—Tengo novio de hace apenas dos días y sí te conté... ese mismo día. Y sabes toda la historia. —La ayudé a entrar con su maleta—. ¿Vienes sola?
—Pero no lo conozco en persona y como tu otra mejor amiga, me siento en desventaja por eso. Además, ¿cómo es que a Lau la operaron? —Exhaló cansada y se rascó la frente—. Estar tan lejos hace que me pierda todos los chismes en tiempo real, ni siquiera alcancé a conocer al dios del Olimpo Kai. —Fingió que lloraba.
—Ay que te extrañaba.
—No hay cinco centímetros supongo.
—¿De Kai?
—Sí.
—Nop.
Suspiró aliviada.
—Es perfecto. Sí, viajé sola. Necesitaba descansar un par de días. Elías puede resolverlo todo.
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