3. La triple T
https://youtu.be/SydGHrvcTZA
Me quiero morir en estos momentos y estoy pensando seriamente en si tirarme por la ventana es una opción.
Pero son 10 pisos, así que... prefiero que no.
Tocaron la puerta y pegué un salto que me dejó pegada al techo. Sé que Kai no está porque creo que lo oí salir hace un rato, así que tengo que seguir cumpliendo mi labor como mejor amiga y mejor apoyo emocional para Laura.
Suspiré.
Hoy no es día para andar lamentándome por mis estupideces.
—Pasa Lau. —Me fui a recoger el teléfono rogando para que Kai no hubiese respondido algo vergonzoso. El mejor escenario era que le hubiesen robado el celular antes de leerlo o que decidiese ignorarlo.
Miré la pantalla y retuve el aire al darme cuenta que no respondió nada. Me giré lentamente, y se me detuvo el corazón al ver a Kai apoyado en la puerta con una sonrisa traviesa. Esa sonrisa que no estaba acostumbrada a ver... esa que debía ser catalogada como una de las cosas más sexys del planeta. Pasé rápidamente al fuego, no solo mis cachetes quemándome la cara... sino las manos... el cuerpo, mis piernas, que se me ablandaron y no... no porque él estaba ahí siendo hermoso, sino porque no podía parar de pensar en la palabra vibrador.
¡Es que ni siquiera tengo uno!
Me observaba con ese aire decidido y seguro; vestido con jeans oscuros, camisa, recién afeitado y con el cabello húmedo y desordenado. Sus ojos verdes relucían encantadores. Algo increíble que tenían Kai y Diego, eran sus ojos y el color bronceado de sus pieles morenas. Esa combinación los convertía en el centro de miradas en cualquier parte que fueran.
No yo que soy tan blanca como un papel. En la escuela siempre me decían que era familiar de Gasper.
—No soy Lau —aclaró, como si ya no me hubiese dado cuenta.
Tragué saliva.
—¿Te vienes a burlar de mí? En mi defensa... tú nunca me escribes y me confundí de mensaje —bromeé, con ganas de salir corriendo.
Se despegó de la puerta.
—¿Qué? No... cualquiera se puede equivocar con un mensaje, Emma. No voy a burlarme por algo así.
Me sorprendió su respuesta.
—Sí, es que...
—Pero... me quedó una duda... —Sus ojitos se iluminaron traviesamente.
—¿Qué cosa?
—¿Cuándo dices que te quedarás sin sexo lo dices porque yo me iré? —preguntó, arrugando el entrecejo. Se quedó esperando atentamente mi respuesta—. Supongo entonces que me vas a extrañar.
No tengo claro cuántos segundos me quedé inmóvil, estoy casi segura de que sufrí alguna especie de shock de vergüenza.
—Voy a hacer como que no hiciste esa pregunta. —Me giré y comencé a recoger unos calcetines que tenía en el piso.
—Te tengo una propuesta. —Sentí sus pasos acercándose a mí y en ese instante era como si una hoguera se estuviese aproximando.
¡Aléjate satanás!
—¿Qué propuesta? —Me senté en el borde de la cama porque de repente todos mis movimientos se me hicieron extraños, me ponía demasiado nerviosa su cercanía y el olor que ya me tenía envuelta por completo. Tenerlo cerca era prácticamente una tortura, sobre todo si se iba. Si me hubiesen dicho que teníamos tan poco tiempo juntos, probablemente me habría esmerado más en conquistarlo. Con la experiencia que tuvo mi mejor amiga y mi hermano que cayó rendido a sus pies, nada era imposible.
—Salgamos. Ahora. —Se lamió los labios, esperando mi respuesta.
—¿A dónde? ¿Necesitas comprar algo para el viaje?
Meneó la cabeza.
—No, vamos a bailar.
—¿A bailar? —pregunté confundida. No pensé que dados los acontecimientos tendría ganas de salir... y a bailar.
—Sí... iremos con unos amigos a Oak y...—Se encogió de hombros—, ¿quieres acompañarme? Cris viene a buscarme en 20 minutos.
Nunca había ido a bailar con él... ni menos sin Laura y Diego.
Pero, ¿quién soy yo para rechazar invitaciones?
Tenía que repasar unos apuntes y no me importó.
—Sí... sí voy —repliqué algo torpe—. Me cambiaré.
—Sí, te espero en la cocina... comeré algo antes de ir. —Salió y cerró la puerta tras él. Requería extra ayuda. Corrí por mi celular.
De: Emma
Para: Laura.
Kai me dijo que fuéramos a bailar. ¿Qué hago? Soy una bola de nervios.
Lo envié. De inmediato escuché una puerta abrirse, los pasos apurados de alguien por el pasillo y Laura entró a mi habitación con el celular en la mano y expresión de no me la creo.
—Es el momento —dijo, cogiéndome de los hombros y obligándome a mirarla a los ojos.
—¿De tirármelo una última vez?
—De conquistarlo, bebé. Recuerda las lecciones que nos ha dado Sofía. Primer paso para conquistar al inalcanzable: ser perrísima.
Resoplé.
—Creo que ya no lo fui, literal me entregué en bandeja de plata.
Laura hizo una mueca.
—Ni siquiera te alcanzó para bandeja honestamente, pero aún podemos recuperarnos de esta situación. Te vas a poner el mismo vestido que ustedes me hicieron usar cuando fui a la fiesta luego de romper con Justin.
Arrugué la frente. Desde que había entrado a la universidad, no iba a fiestas y con el frío tenía todos los vestidos guardados.
—Ufff, tendré que aguantarme el frío. ¿O tu objetivo es que muera?
—¿No tienes un abrigo largo?
—Trae el vestido y busco el abrigo. Me quedan quince minutos. —Laura corrió como si se le fuese la vida en ello.
En ese tiempo hice magia: pasé de estudiante promedio de un día de semana por la noche a verme digna de la mejor disco de la ciudad, y sobre todo, digna de besar al chico más guapo.
—Maquillaje negro y dorado. Te ves preciosa... Bueno siempre eres hermosa, pero ahora te ves guauuuuu. Me siento un poco conquistada por ti —Laura me dio una palmadita en el trasero—. 10 de 10.
—¿De verdad me veo bonita? —pregunté, mirándome al espejo no muy segura. Al no oír respuesta, me giré. Tenía el ceño fruncido.
—¿Por qué lo preguntas? —Se acercó y me abrazó por la espalda, quedamos las dos una al lado de la otra mirándonos en el espejo—. Eres maravillosa por dentro y por fuera.
—Últimamente, no me he sentido muy... bonita —confesé en voz baja. El tema de ser bonita o no, nunca me había importado. Me agradaba que me lo dijeran, claro, sin embargo, al entrar en la universidad comencé a cuestionarme muchas cosas, entre esas, la belleza. Al escuchar a una compañera decirle a otra en el baño que en un mes parecía que había subido algunos kilos, que mi cabello lucía más opaco que las primeras semanas y que en general no me veía bien; me sentí extraña... observada y juzgada.
—Si lo dices por las idiotas que hablaron de ti, fue porque se sintieron amenazadas. Apuesto que sabían que tú estabas en el cubículo.
—No te conté todo —murmuré. Laura se quedó esperando—. ¿Te acuerdas que tenía que hacer un laboratorio con Mark?
—Sí...
—Sale con una de las chicas... y habló con la profesora para decirle que no quería hacer el laboratorio conmigo porque me encontraba irresponsable. Sé que lo dijo por Rachel, pero igual... fue extraño. Pensé que en la universidad seríamos todos más maduros, pero está peor que el colegio.
—No sabía que era tan así...—Laura hizo un mohín de disgusto—. Y no puedo creer que personas que no aportan nada a tu vida estén afectando la percepción que tienes de tu misma. Me molesta porque realmente encuentro que eres maravillosa y no me refiero a físicamente... porque eres una diosa y te lo he dicho siempre... sino porque eres de las personas más inteligente, jugada y divertida que conozco.
Los ojos se me pusieron brillosos. La entrada a estudiar enfermería es verdad que me afectó mucho.
Abracé a mi amiga.
—Creo que tienes razón —suspiré—. No podría existir sin ti.
—Yo tampoco. Además, siendo sincera... te tienen miedo porque eres la puta ama. Solo... estás teniendo un bajón de confianza.
Justo tocaron la puerta. Sentí una corriente atravesar mi cuerpo.
—¿Emma? —Kai abrió la puerta un centímetro—. Ya llegó Cris.
—Vuélvelo loco y dalo todo —susurró Laura en mi oído. Solté una carcajada y me separé de ella. Laura abrió la puerta por completo—. No la dejes sola porque cualquier pervertido se le puede acercar —le advirtió. Rodé los ojos. Hubo un silencio en el que Kai me observaba desconcertado de arriba abajo. El vestido mostraba bastante y se pegaba en todos las curvas.
—¿Pasa algo? —pregunté, mirando mi vestido.
—No... no te había visto antes con vestido. —Se dirigió a Laura y aclaró—: va conmigo, ningún pervertido se atrevería y si lo hace se las verá conmigo.
Laura se rio.
—¡Diviértanse!
Lo seguí por el pasillo y la puerta de entrada se me hizo cada vez más lejana. Era muy extraño estar saliendo con Kai. Los dos... ¿era una cita?
Mierda.
¿Es esto una cita?
Emma recuerda respirar. Inhalar... exhalar... sí, así mismo. Así se hace.
—¿Por qué parece como si estuvieses conteniendo la respiración? —Kai apretó el botón del ascensor. Solté el aire de pronto.
—¿Solo vino Cris?
—Mmm creo... pero estoy dudando —murmuró y puso una mueca a la vez que sus ojos recorrían mi vestido de nuevo.
—¿De qué?
—De si ir a la discoteca o devolvernos al departamento. —Estiró el brazo y lo pasó al rededor de mi cintura, atrayéndome hacia él—. Te ves increíble, tengo muchas cosas en mente que me gustaría hacer mientras llevas ese vestido—. Su mano se deslizó unos centímetros hasta el inicio de mis bragas y se quedó allí unos segundos jugando con sus dedos. Su olor me tenía drogada y sus dedos a punto de tocar mi trasero eran una inyección letal de excitación.
—¿Cómo qué cosas te gustaría hacer? —pregunté.
—Tocarte —soltó como si nada—. Quiero tocarte mucho. —Cogió mi cara y acercó la de él. Se veía delicioso y sexy, demasiado para mi sanidad mental. Las puertas del ascensor se abrieron y yo seguía sin poder hablar. Con Kai las cosas no sucedían con insinuaciones... sino que era solo sexo a altas horas de la madrugada, la mayoría de las veces con alcohol en el cuerpo. Esa noche me estaba sorprendiendo.
Caminamos al coche aparcado de Cris. Un Audi del año que su papá le regaló para el cumpleaños número 21. A él lo había visto un par de veces que había ido al departamento a ver a Kai.
Al acercarme, noté que iba una chica en el asiento de copiloto y me sentí extrañamente incómoda. Cris se giró cuando entré al coche y se quedó mirándome mientras me acomodaba.
—Se ve muy guapa señorita Emma —bromeó y señaló a la chica que no paraba de observarme con sus enormes ojos celestes. La cabellera colorina le llegaba cuidadosamente a los hombros y tenía ese aire sofisticado con el que sabes que su vestido es de diseñador—. Ella es Paula, compañera de nosotros.
—¡Hola Paula! —Extendí mi mano—. Emma.
—Hola Emma. —Su mirada se suavizó y me sonrió—. Y él tiene razón. —La miré confundida—. Que te ves muy guapa —aclaró.
Le sonreí.
—¡Gracias, tú también!
Kai resopló.
—¿Ya podemos ir?
Paula giró los ojos.
—Siempre eres un pesado.
En el camino a la discoteca, Cris no paró de hablar sobre la chica que dejó de responderle los mensajes luego de la tercera cita. Estaba impactado de que una chica lo rechazara, Paula no paraba de reírse de la situación... y Kai solo le aconsejaba que la superara, que había infinitas más.
—Claro... como a ti nunca te han rechazado. Oh, oh, aquí viene el más deseado de la escuela de negocios. ¡La chica que quiero la tengo! —bromeó Cris y a mí me dio una puntada de celos. Frenó en la luz roja y se dio vuelta con una mueca de culpabilidad. Nos señaló—. ¿La estoy cagando? Perdón, Emma. No estoy acostumbrado a que él vaya acompañado en el asiento trasero. Paula le dio un golpe en el hombro. Yo solo atiné a reírme.
—¡Ya cállate!
—No te preocupes, Emma es solo una amiga —aclaró Kai y luego me sonrió. Le devolví la sonrisa con ganas de golpearlo. Quizás pensarán que fui exagerada, pero en ese mismo instante quise bajarme del coche y devolverme al departamento.
¿Qué hago aquí?
¿Desde cuándo sufro por chicos?
Hola dios, ¿me puedes hacer insensible?
Mi celular sonó por un mensaje de Feña.
Feña: Cariño, puedo mañana como a las 12. ¿Me confirmas?
Le envié un mensaje a Luca para preguntarle si podía. Cris aparcó el coche en una de las calles aledañas y nos bajamos. El frío estaba horrible, Kai rápidamente me rodeó con su brazo y su calor se extendió. Subí la cabeza para mirarlo.
¿No me podía gustar alguien menos alucinante? Las chicas lo miraban sin descaro y él hacía como que no se daba cuenta, aunque también los chicos me miraban a mí.
—Hace un frío de la mierda, explíquenme cómo es que están con vestidos —preguntó Cris, sobándose los brazos.
—Tenemos un super poder —contestó Paula—. Pero creo que nos están mirando mucho —agregó con una mueca de desagrado.
—Si quieres que te aleje a los babosos de hoy, olvídalo. Necesito olvidarme de Ronda así que pretendo ligar. A menos que quieras besarte conmigo. —Cris meneó las cejas, eso me hizo gracia.
Paula rodó los ojos.
—No, gracias.
Se encogió de hombros.
—Tú te lo pierdes.
—Ya lo creo. No sé cómo podré vivir.
Con Kai nos reímos. Cuando entramos a la disco, las luces, la música a todo volumen y la mano de Kai envolviendo la mía, hizo que me diese un cosquilleo en el vientre. Decidí que iba a disfrutar la noche a pesar de que una parte de mi corazón estuviese triste, ¿qué sacaba con irme cuando lo único que quería era besarlo? Y una parte de mi alma creía que esa noche era mi última oportunidad, que nada estaba dicho ni definido.
Emma, literal... acaba de decir que eres su amiga.
Nos sentamos en unos sofás con una pequeña mesa en el centro, en la zona vip del segundo piso. Se veía la pista de baile abajo. Cuando Kai y Cris fueron a comprarnos bebidas, Paula aprovechó de sentarse junto a mí.
—¿Conoces a Kai desde hace mucho?
—Algunos meses, es que vivimos juntos. Mi mejor amiga y su hermano son novios. No sé en qué momento nos arrastraron a nosotros a la relación —bromeé.
Paula soltó una carcajada.
—Bueno, a veces nuestra relación más tóxica es con nuestras amigas —rio. Yo me cambié de universidad para estar cerca de la mía. —Me cogió el brazo y sonrió—. Los novios y las amigas no son comparables. Estoy segura de que podríamos vivir sin novios perfectamente, aunque no sin amigas.
En mi cabeza apareció Laura y Abril y no pude estar más de acuerdo.
—Tienes razón, no imagino mi vida sin mis amigas, pero mírame... estoy perfectamente respirando sin un chico.
—¡Yo también! No sé de dónde salió eso que sin chicos no podríamos existir. Bueeeeno —dijo con una mueca de desagrado—. Sin sexo no podría vivir la verdad.
—Aunque para eso no necesitas un novio —murmuré, mirando a Kai que se acercaba. No, a él no lo necesitaba, pero sí lo quería. Paula notó mi mirada.
—Kai... a veces no lo entiendo mucho.
La quedé mirando...Es que para mí, Kai era un misterio por completo. Poco sabía de su trabajo, clases de negocios, amistades, ex novias... e información en general.
—Me pasa lo mismo —confesé. Los chicos llegaron a nuestra mesa y Kai me acercó un enorme mojito—. ¡Gracias! ¿Esto es para compartir?
—No, es para ti sola.
—¿Quieres llevarme a rastras al coche?
Kai miró a sus amigos que estaban distraídos cuchicheando algo y luego se fijó en mí.
—Pensándolo mejor, compartámoslo... porque sigo con mi idea del ascensor, y no lo puedo lograr si te tengo que arrastrar.
Me llevé la copa a la boca como si eso fuese a detener el rojo de mis mejillas. Sonrió.
—¿Vamos a bailar? —Cris ya estaba de pie con Paula y nos quedó mirando.
—Bajamos en unos minutos —respondió Kai.
Paula nos cerró el ojo.
—Estaremos justo aquí abajo. —Me quedé mirando su vestido a medida que se alejaba.
—Es el vestido más alucinante que he visto en la vida.
—¿Qué? Mmm... —Se llevó la mano a la barbilla—. Se te vería increíble.
—¿Tu crees? —Me bebí varios sorbos más. Kai nunca me había alagado tanto.
—Claro que sí. Siempre te ves sexy.
—¿Me dices todas estas cosas porque ya te vas? —Su expresión se ensombreció por un segundo y cogió su vaso—. ¿Vamos a bailar?
—Vamos.
A pesar de que nosotros ya habíamos pasado cierta barrera de intimidad, nunca imaginé que bailar con Kai sería tan excitante. Sus manos rozaban mi piel, pegó su cuerpo al mío y ya me lo imaginaba desnudo sobre mí. Me sentía en un espiral de emociones acentuadas por la música y el alcohol.
De repente, Kai se giró porque una chica le puso una mano en el hombro.
—¡Flor! —La abrazó efusivamente, más de lo que nunca había visto abrazar a alguien. Incluso le sonrió... esa sonrisa que me costó semanas conseguir a mí. Cuando ella me miró, pensé que iba a saludarme... pero quedé con la mano a medio camino porque se giró haciendo como que yo no existía.
Maldita zorra.
No tengo nada en contra de las zorras, la verdad.
Maldita bacteria.
Luego de un minuto, le solté la mano a Kai y no se dio cuenta. Así que me giré para subir buscar la copa que tenía arriba. Me cogió por el brazo.
—¿Dónde vas? —La chica seguía a su lado, distraída con su celular.
—A buscar mi copa —repliqué con cara de pocos amigos.
—¿Por qué?
—¿Qué quieres que haga? ¿Que me quede al lado mientras conversas con alguien más?
Alzó las cejas.
—¿Estás celosa?
—No, me acabas de dar la espalda. No pretendas que me quede mirando. Cuando termines volvemos a bailar —dije, sacando una sonrisa desde no sé donde porque tenía muchísimas ganas de darle un puñetazo.
—No te confundas, Emma. Nosotros solo somos amigos. —Me dio un beso corto en la boca y se giró para volver a su amiga.
Ok, está bien que no me quiera para algo más... pero invitarme a salir y en menos de 3 horas friendzonearme dos veces me parece una exageración. ¿Ya... que si este idiota me gusta con locura y pasión? Sí.
Pero estoy segura de que no se me nota... tanto
Me quedé un momento tratando de comprender lo que recién había sucedido, y comencé a caminar hacia el segundo piso, sintiéndome confundida y preguntándome una vez más.
¿Qué hago aquí?
Volví al sofá y comencé a escribirle a Laura.
—¡Hola! ¿Cómo estás? Me llamo...—El chico que se acercó, dejó de hablar en el instante en que subí la cabeza para mirarlo—. ¡Mierda! —gruñó Luca.
—¿Te llamas mierda? Interesante elección de nombre. —Estiré mi mano, como si no lo conociera—. Emma —me presenté. Luca soltó una carcajada y yo también.
—¿Nos vemos dos veces en un mismo día?
—¿Qué? ¿Crees en el destino y todas esas cosas? —Golpeé el asiento junto a mí, Luca se sentó.
—¿Tú no? —Sus amigos comenzaron a llamarlo e incentivarlo a hacer algo. Se giró nervioso y me miró directo a los ojos—. Emma... esos idiotas que ves ahí me han dado dos opciones: te pido un beso. Si me lo das, me invitan los tragos toda la noche... o si me rechazas tengo que pagar yo todos los tragos.
Me atoré con el mojito.
—¿Así que viniste a pedirme un beso? —Alcé las cejas y él me dio una sonrisa encantadora. Luca iba vestido con una remera y jeans claros y ajustados. Se veía increíble. Sus converse le daban un toque rebelde. Sus dos brazos iban cubiertos de tatuajes pequeños en toda su extensión.
—Es una estupidez, lo sé. Es que ya estamos ebrios y celebramos una entrega que hicimos.
—¡Luca! !Me traes 2 piña colada? —gritó una chica. Luca tragó saliva.
—Me vas a deber una —advertí. Sin poder creer lo que iba a hacer. Besarme con chicos desconocidos en las fiestas no era mi estilo... aunque él ya no era tan desconocido... y añadamos todo el mojito que llevaba en mi cuerpo.
—Lo que tú quieras. —Sus palabras sonaron como una súplica—. Solo un piquito.
—Está bien. —Me sentí como una niña de 15 años haciendo alguna travesura. Para mí, una chica que había cometido pocas travesuras en su vida, eso era todo un acontecimiento—. Le cogí la cara con dramatismo y la acerqué a la mía. Fue un beso de un segundo y de labios cerrados. Curiosamente, los labios más suaves que había besado.
¿Un beso con mi nuevo vecino guapo? ¿Qué podría salir mal?
Si no iba a tener besos con Kai, entonces no me iba a ir con las manos vacías... o el labial intacto.
Aún con la música de la fiesta, se escucharon los amigos eufóricos por un simple beso.
Con Luca nos reímos. Se acercó a mi oído.
—Ten piedad con lo que me pedirás. A propósito, mañana sí puedo.
Solté una carcajada y noté que alguien estaba junto a nosotros. Kai me observaba fijamente mientras bebía de su vaso. Cuando lo dejó sobre la mesa, su expresión era digna de un ser carente de cualquier tipo de emociones, un ser impasible. Alzó una ceja y luego nos ignoró.
Luca me cerró un ojo y se giró para ir hacia sus amigos. No se dejó perturbar por Kai y de repente se volvió:
—¿Nos vemos mañana? —preguntó con toda la seguridad que se permitió, y se quedó la pregunta flotando entre los tres porque Kai seguramente había escuchado.
—Sí, claro —respondí, nerviosa. ¿Cuál era mi nivel de mojito que había besado a otro chico?
Cuando Luca se alejó, cogí mi copa como si nada hubiese sucedido.
—¿Vamos a bailar? —pregunté a Kai con cara de inocente, consciente de que algo estaba sucediendo en él. Me puse de pie y me acerqué. Me cogió por la cintura y me pegó a él.
—¿Has hecho eso para sacarme celos? —susurró en mi oído, enterrando sus dedos suavemente en mi piel a través del vestido. Tragué saliva.
—No, ¿estás celoso?
—No, pero si lo hubieses hecho solo para sacarme celos, me molesta. Además... hoy te quiero solo para mí, Emma.
—Mmm... cuando me dejaste bailando sola no pareció eso.
Soltó una risita traviesa. Kai era un enigma para todo, menos para saber que se había tirado a Flor quizás cuantas veces.
—Si quieres que él te lleve a casa no tengo ningún problema, pero primero avísame... así me puedo ir con Flor —agregó, como si nada.
—Vete con ella. —Apenas esas palabras salieron de mi boca, puso sus manos en la pared, a la altura de mi cara. La luz roja y destellante de la disco en su expresión, lo hacía lucir aún más sexy. Acercó su boca a mi oreja—. ¿Segura? —Tocó mi cintura—. Tengo demasiadas ganas de subir ese vestido y besar entre tus piernas.
Ay, dios.
Tengo que ser fuerte, el idiota ha estado jugando conmigo descaradamente. No quiero ser su juguete por más que me muera porque me toque.
Sus amigos me salvaron.
—¡Los venimos a buscar! —Paula se acercó bailando.
—¡Voy! —La cogí del brazo y me puse a bailar con ella. Ninguno de los chicos se nos unió y cuando miré de reojo, Kai me estaba observando fijamente. Su mirada me provocaba nervios y a la vez me excitaba, así que lo di todo en las siguientes canciones, consciente de que se encontraba siguiendo mis movimientos. Flor apareció de repente y se sentó junto a él. Kai le dijo algo al oído provocando una risa coqueta de Flor. Ella le besó la mejilla, peligrosamente cerca de la boca y él... él le puso un mechón de cabello detrás de la oreja. Era toda una escenita de tortolitos en una fiesta.
Si me quedo aquí, le tiraré un zapato.
Es oficial, lo odio. ¿Qué estás haciendo Kai?
Él tenía mi mojito en la mano, así que le dije a Paula que iría al bar por más, tampoco me iba a quedar mirando la escena como idiota. Reconocí a Luca por la espalda y me acerqué a él, quedándome en el único espacio en la barra... y consciente que me veía desde el sofá donde se encontraba Kai.
—¿Ahora me empezarás a salir en todas partes? —pregunté.
Ladeó su cara y me di cuenta de lo cerca que estaba, había tanta gente que no teníamos espacio.
—Te estoy siguiendo. No logro olvidar ese beso —bromeó. Rodé los ojos.
—Iré al baño antes de pedir —murmuré. Le toqué el hombro cariñosamente y me alejé. Cuando volví al bar, Luca me esperaba a un costado con un mojito.
—¿Podemos considerar la deuda pagada?
Solté una carcajada y cogí la copa.
—Claro que no. —Mi mirada se cruzó con la de Kai observándome desde el sofá—. Pero este es un excelente comienzo para pagar la deuda—. Cuando volví, seguí bailando con Paula, y al cansarnos, nos sentamos.
—Vamos —dijo Kai de repente. Por un segundo me sentí aliviada de salir de ese lugar, pero... no nos decía a nosotros, sino a Flor.
Maldito idiota.
Paula me dijo que también nos fuéramos.
En el coche reinaba un silencio extraño. Kai se había ido con Flor y yo me devolvía sola con sus amigos.
¡Con sus amigos! No tenías que ser genio para darte cuenta de que algo no cuadraba. Me sentía avergonzada de las caras apenadas de Flor y Criss
—Yo habría bailado más —dije, asomándome entre los asientos delanteros, tratando de hacer como que nada me importaba. Paula me miró con un puchero—. Yo también, pero podemos salir de nuevo la próxima semana—. ¿Te parece si vamos por papas fritas antes de dejarte en el departamento?
—Me encantaría. —Paula sabía perfectamente cómo curar un corazón roto... o al menos darle un poco de cariño. Fuimos por tres cajas de papas fritas que nos comimos fuera del local de comida rápida, sentados en el auto. No sé cuánto estuvimos ahí, prácticamente en silencio, como si cada uno de nosotros hubiese estado curando su propia herida. No podía creer que Paula me había dado mala espina... la crueldad de las últimas chicas que había conocido, me tenía más alerta de lo normal.
Cuando me dejaron en el departamento, subí las escaleras, extendiendo el momento de llegar al departamento sola, sin embargo, cuando llegué, en la puerta... me encontré con Kai, como si estuviese esperando a alguien, a mí.
—Fui un imbécil —soltó—. No te debería haber dicho eso... ni tampoco haberte dejado sola. —Me quedé sin palabras... sin pensamientos... vacía. Los nervios me comieron al oírlo decir eso—. Me vine directo de la discoteca. No sé cuándo volveré... y te voy a ser sincero: esta noche no quiero dormir solo. —Llevó su mano a su cabello y se lo desordenó algo frustrado. Continuó—: quiero dormir contigo.
_____
AY DIOS MIO
Este capítulo me quedó largo :P
¿Lo disfrutaron bbys?
¿Qué quieren que suceda el próximo capítulo? Las leooooooo
El próximo capítulo lo dedicaré entre quienes me comenten aquí.
Muak!!! (No se olviden de seguirme en ig: valesminombre)
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