26. I think he knows



Emma

—¿Qué tienes que decirme? —pregunté con la voz temblorosa. No quería más sorpresas esa noche.

Se encogió de hombros.

—Dime primero a qué viniste. —Miró la hora en el reloj. Su tono molesto fue demasiado para mi corazón—. Son casi las dos de la mañana.

Resoplé.

—Lo de hoy...

Luca meneó la cabeza y dejó de mirarme.

—¿Vienes a decirme que estás enamorada de Kai? Porque eso siempre lo he sabido. No me interesa escucharlo otra vez.

—No es eso —murmuré, buscando su mirada. Tuve que moverme unos pasos a la derecha para encontrarla—. Eres tú. No es él.

—¿Yo qué? —preguntó serio; en su expresión no había ni un ápice de emoción.

—Desde hace tiempo que eres tú, Luca. Estaba confundida y no quería aceptarlo porque estabas en una relación y también porque Kai me gustó durante tantos meses y, por fin, él me estaba dando la atención que quería... pero apenas me dijo que vendría, se me revolvió el estómago porque yo quería... quiero estar contigo. —Abrió la boca para hablar, pero lo detuve—. Sé que lo besé. Fuimos de fiesta, bebí y me dejé llevar. —Arrugué la frente; no sabía si él me iba a creer. O si eran palabras suficientes para convencerlo de que lo que yo había hecho fue un error—. Fue una estupidez.

—Creo que ahora no quieres estar con él porque hizo algo malo —replicó, más frío de lo que hubiese esperado. ¿Acaso quería matarme con su indiferencia? Tuve que hacer un esfuerzo sobre humano para reprimir los pucheros y el llanto.

—No... eso no es así. Él no era ni ayer, ni hoy, ni mañana. Estuve meses con ganas de besarlo y simplemente lo hice. Me costó, es verdad, asumir que el chico por el que hice que nos metiéramos en un estúpido proyecto porque me tenía obsesionada, ya no significaba lo mismo para mí. No sé si yo realmente te gusto porque acabas de terminar... —Solté el aire y luego me encogí de hombros—. Nunca había hecho esto. ¿Se nota? Me estoy declarando a las 2 de la madrugada y me veo como un completo desastre.

Luca carraspeó y se rascó la barbilla.

—Emma, hace algunos meses postulé para estudiar un semestre en Irlanda. Lo hice porque quería estar cerca de Frani. Hace tres semanas me dieron los resultados y fui aceptado. Claramente ya no iría por ella, pero es una oportunidad para mí.

Me quedé en silencio, tratando de procesar sus palabras como si las hubiera dicho en un idioma desconocido y también de haber sido ignorada en mi declaración.

—¿Un semestre de ingeniería?

—Sí, pero es con posibilidad de extenderse. Probablemente sea todo un año.

—¿Y eso es lo que tú quieres? —pregunté, dando una vuelta rápida con mis ojos por el departamento lleno de su arte.

Se encogió de hombros.

—Sí. Y, si te soy honesto, no me atrae mucho la idea de vivir frente a ti y a Kai. No te lo había contado porque este tiempo no sabía si lo aceptaría, pero creo que me siento preparado para hacerlo. —Sacó su teléfono del bolsillo—. Dame un minuto —pidió, y se alejó.

Pensé en huir de ahí. Luca no me creía.

Me distraje con Ron que mordisqueaba un papel sobre el sofá, y fui a quitárselo para que no se lo comiera. Sin querer, alcancé a leer el título: "Exposición de arte", y ya de curiosidad, leí todo. Era una invitación para Luca para exponer sus obras en una exposición el siguiente mes.

—Y también gané una exposición con artistas importantes. Fui el único invitado. —Sonrió al ver que tenía el papel en la mano. Me sobresalté, no esperaba que volviése tan rápido—. No podré ir, ya estaré en Irlanda.

—¿Qué? Luca, esto es... excelente. Deberías... —No podía creer que Luca estuviera rechazando algo tan importante por ir a estudiar algo que no le interesaba tanto. ¿Era porque estaba dolido o porque realmente lo quería?

—Ya lo tengo decidido —replicó antes de que yo siguiera hablando. Había una pared de tres metros entre nosotros y cada minuto se hacía más grande.

—¿Cuándo te vas?

—En un mes. Hasta el domingo a la medianoche tengo para aceptar el cupo. Papá vendrá mañana. Dice que quiere que celebremos. Me acaba de llamar.

Me dejé caer en el sofá. Él se iba y no sabía si podría soportarlo. Los ojos se me llenaron de lágrimas.

—No quiero que te vayas —susurré.

—¿Puedo saber qué fue lo que hizo Kai?

Hice una mueca de desagrado.

—Me utilizó para conseguir... ciertos beneficios.

Arrugó la frente.

—¿A qué te refieres con que te utilizó?

Resoplé.

—Salió conmigo solo porque otra chica se lo pidió... para distraerme o algo así.

—¿Si lo lanzo ventana abajo me vas a entregar a la policía?

Solté una carcajada.

—Me siento avergonzada —dije por fin. Luca se sentó junto a mí.

—¿Por ese imbécil?

—Por haber caído. —Apoyé mi cabeza en su hombro, si ya se iba a ir, no me importaba alargar ese momento un poco más. Quería sentirlo cerca—. ¿Sabes de qué me di cuenta cuando tocaba tu puerta?

—¿De qué?

—Que las últimas veces, cada vez que me ha pasado algo que me ha puesto triste, he venido a estar contigo. —Sonreí más para mí misma que para él—. Has sido mi lugar seguro desde el principio. Quizás te obligué a serlo, pero me has hecho reír cada vez que pensé que el universo ha estado en mi contra. —Cogí su mano y la llevé a mi cara. Su calor me reconfortó y cerré los ojos un instante. Me ardieron por todo lo que había llorado—. No quiero perderte —dije bajito—. De verdad no quiero perderte. Me he equivocado tantas veces en toda mi vida, y ahora en este momento, siento que he cometido el error más grande... aunque no sé muy bien cuál es. Yo sé que debe haber sido horrible verme con otro chico, pero Luca...

—No quiero ser tu plan B —respondió con la frialdad del principio. Mis palabras no hacían efecto para su corazón dolido.

—¿Mi plan B? Nosotros hemos sido nuestro plan todo este tiempo. Hemos estado juntos casi todos los días desde que nos conocimos, ¿acaso eso es normal? Me senté frente a ti para que me pintaras cuando apenas sabía tu nombre, y desde que te ayudé a abrir esa puerta —dije señalándola—. Casi me la he pasado más acá que allá. ¿Tú crees que estoy aquí porque él fue un idiota? Luca, yo siempre he sabido que él es un imbécil. Era el chico malo que me gustaba, pero nunca pensé que él sería un gran amor.

Sus ojos se volvieron llorosos y lo abracé. Su mano acarició mi cuello delicadamente.

—Tengo que confesarte algo —susurró en mi oído—. No es solo que me gustas. Estoy enamorado de ti. —Se alejó para mirarme a los ojos—. Y tengo que ser honesto en que no quiero sufrir más. Llevo un dolor en mi corazón desde que Max se fue. Tengo miedo a sufrir un poco más. No sé si podría soportarlo.

Acaricié su cara; el silencio se interpuso entre nosotros, y mi corazón resonaba en el espacio que nos separaba. Sus ojos se deslizaron a mis labios, y una de sus manos avanzó por mi brazo hasta el cuello. Cada centímetro recorrido era electricidad y calor que aumentaban a una velocidad que apenas me sostenía en pie. Acercó su boca a la mía y me besó. Era todo silencio, excepto por nuestros labios tocándose y las respiraciones aceleradas.

Era el beso más real que había sentido en mucho tiempo. No tenía confusiones, no había culpabilidad ni sensaciones encontradas. Era él, y no quería a nadie más que a él. Acariciaba mi cabello y mi espalda al mismo tiempo, y nuestros besos se volvían más intensos. Se separó unos instantes, con los labios rojos y los ojos brillando.

Cogió mi mano sin decir ninguna palabra y comenzó a caminar conmigo hacia su habitación. Lo seguí con mis dedos apretando los suyos. Al entrar a la habitación, cerró la puerta, se giró y me atrajo hacia él. Su lengua entraba ferozmente en mi boca, envolviendo la mía con tantas ganas que pensé que en ese instante me iba a derretir. Metí las manos bajo su camiseta; quería tocarlo, y sus abdominales marcados guiaban mis manos hasta su pecho caliente y su corazón que latía con fuerza.

Él fue más rápido y sacó mi vestido por sobre mi cabeza, arrastrando la tela con los dedos, quemando mi piel con ese contacto excitante. Con la fuerza de su cuerpo, avancé hacia atrás hasta chocar con la pared. Sus manos deseosas apretaron mi cintura con una fuerza que aceleró aún más mi corazón, y no pensé que eso pudiera ser posible. Todo mi cuerpo sentía lo que su contacto provocaba. Era un estremecimiento continuo y una vibración en los lugares que quería que él tocara.

Podría haber seguido en esa posición horas. Simplemente besándolo y sintiendo esos labios recorrer los míos. Los besos de Luca eran de puro fuego y eso era todo lo que quería en ese momento, pero allí pegó más su cuerpo a mí y la sensación de su miembro duro, fuerte contra mí, superó todas mis expectativas de la situación.

Si me tiraban un fósforo, no dudo en que me hubiese encendido allí mismo de forma instantánea. Quizás los dos, porque el calor que su cuerpo desprendía subía en varios grados la temperatura de la habitación.

Llevé mi cabeza hacia atrás un momento para respirar y sus besos se trasladaron a mi cuello, en el camino entre oído y clavícula. Subían y bajaban y así me dificultaba más el poder tomar aire. Llevé mis manos a su camiseta y se la saqué por fin. Mientras pasaba por su cabeza aproveché de mirar su torso, adornado con tatuajes dispersos en toda su extensión y lo único que pensé era que quería besar cada uno de ellos.

Choqué con la cama y me dejé caer en ella. Se paró frente a mí y me dio una sonrisa juguetona mientras se bajaba el pantalón del pijama y quedaba en ropa interior. Su miembro haciendo presión sobre el bóxer no dejaba mucho a la imaginación.

—Te ves preciosa así —dijo separando mis piernas e inclinándose hacia mí.

—Tu... tu también. —murmuré apenas porque comenzó a besar mi abdomen y a bajar hacia mi entrepierna dejando rastros húmedos a su paso. Sus labios viajaban por el interior de mis muslos, mientras sus dedos jugueteaban al rededor de mis bragas, electrizando mi alma. Mis piernas temblaban y cuando sentí que cruzaba el umbral de la pequeña tela que separa mi piel de la de él, arqueé mi espalda levemente.

Mordió delicadamente mi pierna en el instante en que entró en mí con una delicadeza arrolladora. Derretida en el lugar, solo lo quería a él sobre mí. El mundo daba vueltas y empezó a besar todo el lugar. Dedos, labios, humedad, adentro, fuera, lengua, electricidad. Se incorporó para sacar su bóxer ante mi atenta mirada y mis piernas abiertas y mis manos enterradas en las sábanas. Avanzó por mis muslos, abdomen, pechos, cuello; mientras él se acomodaba entre mis piernas, llegando con su cara frente a la mí. Nos quedamos mirando unos instantes. Le di un beso corto y él pasó su lengua por mis labios. Se hizo a un lado para sacar un preservativo de la mesita de noche.

—¿Todo bien? —preguntó mientras se lo ponía—. ¿Estás cómoda?

—Todo muy bien. —Podría haberle dicho que se callara y que volviera a concentrarse en mí, o que todo muy bien no describía para nada lo que realmente sentía: fuegos encendiéndose en cada punto de mí.

—¿Segura que quieres hacer esto?

—Más que segura —repliqué volviendo a besarlo.

—Bien, porque no habrá vuelta atrás.

Sentí mi cuerpo por completo estremeciéndome mientras él me penetró fuerte. Y fuerte era todo lo que necesitaba. Pasó una mano por mi espalda y con un movimiento rápido me sentó sobre él a horcajadas. Besaba todo de mí, y guiaba todos mis movimientos a entrar y salir más profundo y más rápido.

Mis gemidos salieron sin control, la forma en que me tocaba y besaba superaba todas la expectativas del momento. Me dejó de espaldas en la cama para comerse mis pechos una y otra vez y en un movimiento rápido me subí sobre él. Me miró de arriba abajo sin ganas de ocultarlo y estiró sus manos para seguir electrizando mi cuerpo; y desde el trasero guió mis movimientos sobre su miembro que sentí llenaba todo mi espacio.

El sudor corría por nuestros cuerpos y los gemidos hacían vibrar la habitación. Todo era maravilloso. Con otra vuelta quedé bajo él y quedé en blanco. Nuestros cuerpos se estremecieron casi al mismo tiempo, y quedamos con nuestros labios pegados y recobrando el aliento unos minutos.

Me dio un beso en la frente antes de rodar y quedar recostado junto a mí.

—¿Puedo dormir aquí? —pregunté con la voz cada vez más baja. Me dio vergüenza.

Rodó y se apoyó en su codo.

—Sería el más feliz si te quedas conmigo.

No sé en qué momento me quedé dormida, pero cuando desperté, estaba sola en la cama, y la puerta de la habitación se encontraba cerrada. Miré el celular; eran las 4:30 am. Me envolví en una de las mantas y salí buscando a Luca. Caminé lentamente hasta la sala porque se veían las luces prendidas. Llegué con los ojos medio cerrados y encontré a Luca frente al atril, pintando sin parar. Estaba solo con el pantalón del pijama y arriba nada. Estaba tan concentrado que no se dio cuenta de que yo estaba allí mirándolo. Caminé hacia el sofá frente a él y me recosté; allí levantó la cabeza y me quedó observando divertido.

—¿Y qué haces aquí? ¿Te desperté yo?

—Me dejaste durmiendo sola —dije con un puchero. Volvió a sonreír y se puso de pie. Caminé hasta encontrarlo a medio camino, y me abrazó.

—Perdón, es que me sentí creativo. Necesitaba pintar. Si no quieres dormir sola, voy ahora. Solo dame...

Meneé la cabeza.

—Me acostaré en el sofá.

—Pero hace frío. Te voy a traer otra manta —dijo, sin esperar mi respuesta. Llegó con el cubrecamas, lo que me pareció gracioso. Me envolvió en él como un burrito, me acomodó en el sofá y me dio un beso corto en los labios—. ¿Estás bien así?

Mi sonrisa daba vuelta la cara.

—No me puedo mover, pero sí estoy bien. —Ron se subió arriba mío y miré a Luca con una sonrisa enorme—. Aquí nos quedaremos los dos.

—Muy bien, así no te escapas —bromeó.

Me quedé mirando mientras pintaba varios minutos. Se concentraba tanto que parecía que todo lo demás desaparecía. Mezclaba las pinturas y de repente se alejaba para ver mejor. Me tenía embelesada con su forma de hacer arte. Cada ciertos momentos, sus ojos se deslizaban hacia mí como si me estuviese pintando, y yo le respondía con una sonrisa cada vez que lo hacía. Hasta que mis ojos no dieron más y me quedé dormida.

Desperté porque alguien golpeaba la puerta. Lo primero que vi fue a Luca aún frente al atril con un pincel en la mano, pero con la mirada en la puerta. Ya era de mañana porque el sol ya comenzaba a iluminar la sala.

—¿Quién es? —pregunté casi susurrando. Luca de todas formas me escuchó y se encogió de hombros.

Caminó hacia la puerta y la abrió unos centímetros.

—¿Qué haces aquí?

—¿Está Emma aquí contigo? —preguntó Kai. Luca se giró, buscando mi respuesta. Resoplé. Eso no era nada bueno.

¿Por qué quieres arruinar mi noche perfecta?

—Sí, está aquí.

Kai empujó la puerta con fuerza e hizo a Luca retroceder.

—Te aprovechaste de que ella estaba triste —gruñó con la voz cargada de rabia.

Yo me sentía diminuta como una hormiga, prácticamente desnuda y envuelta en una frazada demasiado grande.

______

Hola bbyssss. Ay! Entre corte de luz y otras cosas no había podido subir el capítulo, peeeeeeero este viene con picante así que asumo que estoy perdonada

¿Si?

¿No?

Te gustó????? Cuéntame si ya esperabas algo así o te sorprendió jijiji

¿Qué quieres o crees que pasará ahora?

Gracias por leerme bbysssss

besitosssss <3 

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top