20. Idiota
Todos me dicen que paciencia
Que te ponga a prueba con mi ausencia
Pero nadie ve las consecuencias
De que este juego no salga bien
Kai
Creo que nunca había visto a mamá vestida completamente de negro, y estoy seguro de que nunca la había visto llorar desconsoladamente. Mi padre la tenía sujeta por la cadera, como si en cualquier momento ella se fuera a derrumbar. Él se mostraba impasible, con la vista medio perdida entre el ataúd frente a ellos y sus pies. Cerca, las lágrimas aparecieron bajo las gafas de Diego y se perdieron en algún lugar de su cuello. No lo vi moverse casi en ningún momento. Parecía que estar así, quieto, era lo máximo que su cuerpo le permitía.
El abuelo no tenía mucha gente conocida, o quizás era porque ya estaba bastante viejo y sus amigos se fueron antes que él. Me alegró ver a la señora de la pastelería de la esquina, una de las pocas que no era de la familia. No olvidemos que el abuelo era una persona bastante difícil de entender. Pero yo lo amaba. A metros de distancia observé todo, porque apenas podía con lo que yo sentía como para absorber lo que sentía el resto. Sin embargo, me encontraba tranquilo. El último tiempo fue una despedida constante, y mi abuelo nos dijo demasiadas veces lo cansado que se encontraba, como para no estar tranquilo de que ya no sufría más. Era su momento de partir y como él nos dijo tantas veces: tuvo una vida increíble.
Al otro día, en la casa del abuelo, todo era silencio. No creo que mis padres hayan pegado un ojo, porque los sentí divagando por la casa toda la noche, y cuando me levanté, solo estaba papá tomando un café con la mirada perdida en la televisión.
—¿Mamá?
—Fue al parque a dar una vuelta.
Miré la hora en el reloj de la pared.
—Son las 7 de la mañana.
Mi papá se giró y me quedó observando como si no entendiese lo que acababa de decir.
—¿Tan temprano? —preguntó sorprendido.
—Sí. Son las 7.
—Bueno, quizás fue por algún rollito de canela. ¿Estás bien?
—Sí, pero... es extraño que mamá haya salido tan temprano. Iré a buscarla.
—Déjala. Si ella decidió salir sola, es porque es lo que necesita —respondió cansado. Apoyó su cabeza en el respaldo del sofá.
—Quizás no quiere preocuparnos.
—No sé si eso esté en su mente en estos momentos. ¿Y Diego no se ha levantado?
—No, me imagino que debe estar durmiendo.
—¿Y qué haces tan temprano despierto?
—Escuché la televisión. Creo que te escuché toda la noche dando vueltas.
—Sí, es extraño que no esté aquí. Fui a su habitación cinco veces a preguntarle si necesitaba algo. —Resopló—. Ve a buscar a tu mamá —dijo, contradiciéndose él mismo. Volvió la mirada al programa de la televisión.
Salí en pijama en búsqueda de mamá. Hacía frío, pero no me di cuenta de eso hasta que ya iba en la esquina. Caminé hacia la cafetería que ella siempre elogiaba, y cuando al principio no la vi, me sentí un poco desesperado porque no sabía dónde más buscar. Sin embargo, después de unos minutos buscando entre las personas que compraban café antes de ir al trabajo, mamá apareció en un rincón, con ambas manos sobre el vaso más grande de café que vendían. Tenía los ojos cerrados, con expresión serena parecía estar oliendo la bebida. Me senté junto a ella.
—¿No quieres ir a la casa a beberlo?
Dio un respingo y me quedó mirando asustada. Luego se largó a reír.
—¿Quieres que me dé un ataque? Dios mío, mi corazón. Salió volando. —Me agarró la mejilla—. No asustes así a tu mamá.
—Perdón, pensé que me habías sentido cuando me senté. Soy bastante grande —bromeé, señalando mis brazos.
Meneó la cabeza y se llevó una mano al corazón.
—Estaba pensando en que me quiero ir a casa. Y no he podido dejar de pensarlo. Más bien me quiero ir ahora, corriendo.
Cogí su mano.
—¿Estás segura? ¿Tan pronto?
—Sí, si me quedo una noche más aquí, creo que perderé la cabeza... y estoy muy joven para eso. Prefiero llorar en mi casa, con mis amigas. No quiero estar aquí —explicó, con expresión de culpabilidad. Había perdido a alguien importante, como ella quisiese llevar ese dolor, solo era su decisión.
Asentí con la cabeza; cada persona vivía el dolor como podía.
—Iré contigo, mamá. No te vas a ir sola. Yo creo que papá tendrá que quedarse un tiempo.
—Preferiría que te quedes con tu padre. Necesitará ayuda. Tú conoces esta ciudad muy bien.
—Está bien, Diego te podrá acompañar. ¿Volvamos a la casa?
Justo en ese momento, Diego apareció por la puerta de la cafetería y encontramos miradas en el mismo instante. Se acercó a paso lento, pero vi cómo su expresión se relajó cuando vio a mamá. Se sentó junto a ella y apoyó la cabeza en su hombro. Ella le acarició la cara y cerró los ojos un momento. El cansancio se le notaba.
—Mamá, si vas a salir, ¿podrías avisar dónde irás? —preguntó en voz bajita. Mi mamá rodó los ojos.
—No tengo 10 años —respondió riendo—, pero está bien. Lamento haberlos preocupado. Es muy temprano, yo pensé que seguirían durmiendo. No los había visto despierto a las 7 de la mañana en... ¿nunca?
Diego hizo una mueca graciosa.
—No sé si hemos logrado dormir —refunfuñé.
—Le contaba a tu hermano que me quiero ir a casa.
—Yo iré en unos minutos, ya que estoy aquí, me compraré un café.
Mama se rió.
—A Estados Unidos. A casa. —Se puso de pie—. Kai acompaña a tu hermano mientras se compra un café, yo volveré a ver a tu padre y le llevaré esto. —Alzó una bolsita—. Un pie. Y me voy en dos días.
—¿Segura que no quieres que te acompañe?
Meneó la cabeza.
—Feliz de caminar unos minutos sola. Coman algo rico.
A los minutos, Diego llegó a sentarse con dos cafés.
—¿Cómo te sientes? —preguntó.
—Tranquilo, ¿y tú?
—También. El abuelo ya estaba demasiado cansado. Estoy feliz de que pudimos estar con él este tiempo. Me costará acostumbrarme a que no está. Creo que me regañó por algo distinto cada dos días.
—A mí todos los días. Creo que pensaba que era un desastre. —Eso me hizo gracia.
Diego se rio.
—Sí, probablemente. Y yo también. Creo que la única persona que era perfecta en el mundo para él, es mamá.
—De acuerdo.
Suspiró ampliamente.
—Extraño a Laura. Quiero volver.
—Deberías volver con mamá.
—¿Y tú?
Me refregué la cara.
—Me quedaré con papá. Aunque igual me gustaría volver. Tengo muchas ganas de volver, queramos o no, este tiempo ha sido muy tenso... necesito... cambiar de aire.
—¿Emma? —inquirió, entornando los ojos.
Asentí con la cabeza.
—Sí... quiero verla. Mucho. Extraño verla todos los días.
Diego sonrió.
—¿En qué momento te empezó a gustar tanto una chica? ¿Y en qué momento esa chica es Emma?
—Es que no es cualquier chica. No sé... es extraño. Con las otras que he salido, siempre quieren destacar y buscan formas de lucirse frente a mí. Son chicas atrevidas, hermosas, brillan donde quieran que vayan... he salido con chicas increíbles. Y pensé que ellas eran mi tipo.
—¿Y no lo son?
—Creo que no. Emma es una chica que nunca quiso destacar frente a mí. Es simpática, divertida... inteligente. La he pillado comiendo a escondidas en la noche esos cereales de colores malísimos. Y cada vez que la pillo se ríe y sale corriendo —comenté, con la mirada perdida en el café, y dándome cuenta a la vez que estaba medio perdido por ella—. El otro día vimos Shrek. ¿Tú crees que podría haber visto Shrek con alguna de las otras chicas con las que salí y tú conociste?
—Sí, lo sé. Emma es increíble. Pero...
—Somos algo que quizás nunca va a suceder. El abuelo me lo dijo. Arruiné todo antes de tener una verdadera oportunidad y no sé qué hacer. Georgina me llamó el otro día. Y yo... creo que es la primera vez que siento esto por una chica. O no sé... estoy confundido. —Por un instante me sentí vulnerable y avergonzado de estar diciendo esas cosas.
—¿Y qué quiere exactamente Georgina?
—Quiere muchas cosas a cambio de no molestar a Emma, ni de contarle lo que...
—¿Quieres saber qué opino? —Me interrumpió.
—¿Que me lo merezco?
Se encogió de hombros, apesadumbrado.
—Lo siento, Kai. Pero realmente creo que es parte de lo que tienes que aprender. Yo no te voy a juzgar por cosas que hiciste antes, porque creo realmente que has cambiado y que ahora no harías esas cosas. Lo sé porque veo lo que esto ha hecho en ti, y porque habérselo contado al abuelo, es algo que no harías si hubiese algún porcentaje dentro de ti, que pensara que no estuvo mal.
—Esto es algo que va a explotar de alguna u otra forma y cambiará todo. Me gustaría hacer todo lo posible para ser un aporte en la vida de Emma. Puedo ser lo que ella quiera que yo sea. Aunque, solo me importa que ella esté bien. —Puse la mano en el hombro de Diego—. Creo que queda poco de vivir en ese departamento con ustedes.
—Deberías volver pronto también.
—Sí, espero que sea luego. No creo que papá quiera quedarse mucho más tiempo sin mamá.
—Honestamente, creo que volveremos todos juntos. Los tramites que papá tenga que hacer, los hará después o se los encargará a alguien.
—¿Le avisarás a Laura que llegas en unos días o será sorpresa?
—Sorpresa. Además si le digo la pondré nerviosa y en dos días tiene un examen importante.
Emma
Sus labios rozaron los míos de forma inesperada, ni cuando estaba a unos centímetros de mi cara pensé que lo que iba a hacer Luca era besarme. Fue una sorpresa y a la vez un caos. Fue un beso eléctrico que recorrió mi cuerpo, una corriente que atravesó mi piel de forma profunda. Cerré mis ojos para sentirlo y sumergirme en esa sensación alucinante. Nuestros labios comenzaron a moverse cada vez con más intensidad. Cada contacto y cada vez que nuestros labios volvían a rozarse se producían chispas que me encendían. Mis latidos comenzaron a acelerarse de forma frenética, cogí su cara entre mis manos, conectándome aún más con el momento, con él, con su agitación. Ese beso era una maravilla eléctrica, una corriente, unas ganas desbordantes de ambos.
No sé cuánto tiempo nos besamos, si fue mucho o tan solo un minuto. No quería que terminara ese momento, quería sentirlo cada vez más. Su lengua rozando la mía, su aliento delicioso a chicle de mora, el sonido de besos ansiosos y deliciosos.
Sin embargo, cuando las manos de Luca comenzaron a avanzar por mi espalda, di un paso atrás. Lo admito, me dio miedo. No solo éramos amigos, si no vecinos y además trabajábamos juntos. No me sentía preparada para mezclar sexo con todo eso, no sabiendo qué sentía él. Preguntas comenzaron a molestarme: ¿era eso para pasar el rato? ¿o algo más? ¿Yo le gustaba? ¿O solo se sentía con ganas de un encuentro casual?
El tiempo pareció detenerse en el instante en que nos quedamos mirando, con las bocas semi abiertas, nuestros pechos subiendo y bajando y nuestros labios brillando por la humedad.
—Tenía que hacerlo —dijo, mordiéndose el borde del labio.
—¿Por qué? —quise saber, sin poder calmar mi respiración. Seguía sintiendo chispas de electricidad.
—¿Tengo que decirlo? —Alzó una ceja coqueta.
Esos besos... mis labios vibran.
—Me gustaría que lo dijeras —repliqué, copiando su expresión.
Tomó aire y dio un paso al frente para levantar mi cabeza, guiándome con su dedo en mi mentón.
—Porque no puedo dejar de pensar en ti, Emma. No solo eres mi amiga y vecina, eres más que eso. Créeme que le he dado muchas vueltas a esto, pero no lo puedo evitar. Pienso en ti todo el tiempo. Y quizás esté haciendo una estupidez porque has estado pensando en otra persona, pero ojalá que te des cuenta de que nosotros... no sé, somos algo difícil de explicar y a la vez algo increíble. No puedo pensar en una puta razón de la por qué no deberíamos tener algo. Comprendo que esto puede complicar las cosas para ti, pero si por un instante sientes que esto vale la pena, necesito saberlo —dijo con una profundidad que me dejó helada, así como me dejaban los capítulos de sus libros. Sentí que por primera vez me encontraba con el escritor de Samuel.
Su confesión flotó en el aire, y me dejó en una encrucijada. Lo único que quería hacer era saltar a sus brazos y volver a besarlo, porque necesitaba sentir esos labios una vez más, o muchas veces más. Pero algo en mi mente impedía que reaccionara, era lo mismo que había ocupado la mayor parte de mis pensamientos desde hace varios meses: Kai.
Él iba a llegar y teníamos algo más que una amistad a distancia, quizás con la intención de más cuando él llegara... en poco tiempo.
¿Cómo iba yo aparecer en los brazos de otro así como si nada? ¿Y acaso ya había olvidado al chico del que estaba casi obsesionada? No... ese chico seguía muy presente en mi corazón. Tenía que pensar y ser cuidadosa con mi corazón. No había visto a Kai. Tenía que verlo antes de dar un paso adelante. Que Kai sintiera cosas reales por mí, siempre lo vi como algo utópico, lo que fue cambiando las últimas semanas... pensar que quizás él y yo éramos una posibilidad... haberle hecho creer que sí, y que luego yo estuviese con otro...
Me llevé la mano a la boca, sintiéndome desbordada de emociones.
La chispa de electricidad entre nosotros continuaba vibrando, y mi mente daba vueltas intentando procesar todo.
—Luca, esto... —titubeé, buscando las palabras adecuadas. —No esperaba esto. Necesito tiempo. Me estás arruinando todos los planes. —Exhalé, mirando el techo—. Me confundes demasiado y no esperaba que lo hicieras.
Nos encontrábamos frente a la posibilidad de explorar algo nuevo o mantenernos en nuestra amistad. La conexión que compartíamos desafiaba cualquier lógica. No me atreví a decírselo. No si mi mente era un caos, no si no podía asegurar que con la llegada de Kai, mi corazón diese un vuelco.
Luca asintió comprensivo, sus dedos acariciando suavemente los míos.
—Quería que lo supieras antes de que él vuelva —resopló y se fue en silencio a servir un vaso de agua—. Bueno, ya sabes dónde está todo para Ron. Te dejaré las llaves bajo la alfombrilla, yo me iré en la mañana. ¿Cuidarás a mi bebé?
—Como si fuera mío.
Esa misma noche, Luca subió otro capítulo de Samuel, en la que ordenaba a la chica sentarse en su cara. Se me cayó el celular en la cara en plena lectura, simplemente mis dedos dejaron de funcionar. Me llevé la almohada a la cara, con mi vientre vibrando y mis pies me pedían que me levantara y corriera a su puerta.
Fui a la habitación de Laura y le conté todo.
—¡¿Quéééééé?! ¿Hizo eso? Está enamoradooooo. —Se llevó una mano al corazón—. Ay dios, ¿qué harás? Me imagino que eres un desastre entre Kai y Luca, Luca y Kai... tu sabes que yo quiero mucho a mi cuñadito, pero tiene más material de novio mi almohada que él.
Resoplé.
—No lo sé, Kai ha sido mi obsesión por mucho tiempo. Y dice que quiere verme, estar conmigo... que le gusto... y es uno de los hombres más sexys y guapos que existen. —Laura dio un respingo por mi grito de desesperación y se largó a reír—. Y luego está Luca que lo conozco hace poco, pero hemos compartido mucho y que es delicioso. Sus besos... sus besos son... ¡Me lo comería! Así de simple. Me lo comería... a Luca.
—¿Y a Kai?
—También... pero es que con él ya hemos... tú sabes. Con Luca solo nos hemos dado un par de besos.
—¿Y si escoges a Luca?
—¿Y si luego llega Kai y me desespero por no estar con él? ¿Y si llega y me dice que quiere estar conmigo? ¿Alguien en la vida podría rechazar a ese hombre?
—Entonces Luca no te gusta lo suficiente —murmuró Laura.
—Creo que el problema es otro —comenté seria.
—¿Qué?
—Que los dos me gustan... demasiado.
—Alguno te tiene que gustar más.
Resoplé agotada.
—Sí, hay uno que me gusta más.
—¡Déjame adivinar! Es Luca. —Justo cuando iba a responderle, nuestros celulares se encendieron al unísono, y un mensaje en el grupo que compartíamos los 4: Laura, Kai, Diego y yo; llevó la conversación hacia otro tema.
—Falleció —murmuré apenada.
—Oh, dios. Llamaré a Diego. —Laura se puso de pie nerviosa y yo me quedé con la mirada perdida en el mensaje, porque yo sabía lo que le dolía a ambos y eso me dolía a mí también.
—¿Diego? Amor... lo siento... lo siento tanto. —La voz de Laura se quebró y yo me levanté y la abracé. Diego con la voz entre cortada nos contó sobre la muerte de su abuelo.
——
Hellooo, qué opinamos de que haya publicado una semana después del último capítulo? Jjijij
Te gustó este capítulo?? Siempre necesito saber sus opiniones <3
Capítulo dedicado especialmente a @fanny_512
Cómo van los teams???
#teamluca
#teamKai
Y yo digo la conchadelaloraaaaaa va a llegar Kai t qué creen que va a pasar 👀👀
Cuéntame aquí tus opiniones <3 besos bbs
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