2. When you're gone (Cuando te hayas ido)
[Aquí debería haber un GIF o video. Actualiza la aplicación ahora para visualizarlo.]
Emma
Subí las escaleras hasta el piso tres, con las manos apenas por el peso de las bolsas.
¡Tres pisos a la mierda! Nunca más subo las escaleras si tengo un ascensor. ¿En qué rayos estaba pensando?
Lo sabes muy bien.
Ok, lo sé muy bien: la carita flotando de Kai, diciéndome que lo mejor es hacer deporte. Para mi salud mental, el estrés de la universidad, y sobre todo para tener un trasero hermoso como el de él. Porque sí, Kai es de esos chicos que tienen un trasero maravilloso, y no sabía que eso me atraía taaaanto hasta que lo vi a él.
No puedo creer que ya estoy pensando en su trasero.
¿Qué me has hecho Kai Ragni?
Las últimas semanas, la universidad se había estado absorbiendo mi tiempo, así que para hacer ejercicio —si bien estaba entre mis prioridades— me faltaba vida. Así que bueno, de repente me daba por subir las malditas escaleras o... me permitía ejercitar con Kai.
Y nadie me podría juzgar porque estoy segura de que pocas se resistirían.
¿Por qué soy tan débil?
No hay ni una pizca de orden en lo que respecta a mi vida amorosa.
Y caí de nuevo.
Sí... como varias veces ya. Le había prometido a Laura, a Abril, a diosito, a la ama Sofía, a los ángeles del amor y —lo más importante— a mí misma; que yo no recaería con Kai. Que las aventuras sexuales que habían sucedido las primeras semanas a su llegada eran cosa del pasado... no porque no las disfrutaba, sino que las disfrutaba demasiado y me convertí de alguna forma en la chica con la que él se acuesta, pero no quiere nada. Y no lo digo en el modo cliché sabrosona... lo digo en la forma en que en otros aspectos soy una amiga más y no hay ningún indicio de que yo podría ser otra cosa.
Yo nunca he sido esa chica ni tampoco tenía intensiones de serlo. Yo soy para ser amada por completo, con todas mis cosas buenas y no tan buenas. Quiero que me amen completa con lo que tengo y lo que no. Me gusta el amor y está perfecto tener relaciones abiertas o amistades con ciertas ventajas.
Bueno, yo me di cuenta de que no servía para eso... porque a él lo quería para decirle buenos días, abrazarlo y quererlo.
El problema con Kai, es que a mí no me había sucedido que al ver a un chico por primera vez, mi cuerpo por completo reaccionara a su mirada. Fue como una droga desde el primer minuto y sin siquiera haberlo probado. Me puse nerviosa, todos mis movimientos se me hicieron extraños; y cuando se acercó a mí para saludarme; ya fui una adicta a su olor.
Su olor me embriagó súbitamente.
—Hola Emma —me saludó, sin haberle dicho mi nombre. Se acercó con tanta confianza, que besó mi mejilla y luego me sonrió, con la misma sonrisa encantadora que su hermano. Yo no iba a hacer como que no sabía quién era.
—Hola Kai. ¡Por fin te conozco! —Sonreí y me imaginé lo que habría dicho Ariel: que ganas de ser una gatita y saltarle encima.
Si hubiesen sacado una foto en ese momento, les mostraría mi cara con la expresión de: adiós Emma, ya caíste. El lado oscuro te espera.
Kai llevaba jeans ajustados hasta los tobillos, una chaqueta de jeans ancha sobre su sudadera. Era diciembre y ese día hacía frío y tenía su nariz roja, al igual que sus labios.
Llegó al departamento con dos maletas y una mochila. Visiblemente emocionado por la nueva aventura en Nueva York, y a pesar de que era su país, un poco desorientado después de haber estado los últimos tres años en Alemania, estudiando y trabajando para su padre y sus negocios.
Esa primera noche, los cuatro salimos a un bar. Y esa misma noche... hicimos lo que no deberían hacer dos personas que apenas se conocen y que van a vivir juntos.
Sí, sexo.
Un poco más de tres meses habían pasado desde ese instante y, no solo rompí las promesas que les hice al resto, sino la que me hice yo. En conclusión, no podía confiar en mí misma. Nunca más.
La noche anterior, únicamente necesité encontrármelo en el pasillo cuando fui al baño en la madrugada. Él saliendo... yo entrando. Y el maldito me esperó afuera del baño, en la oscuridad. Una hiena esperando a su presa, y yo un pequeño ratoncito, ni corriendo tenía oportunidades. Me atrapó por la espalda, camino a mi pieza. No hubo alcohol, no hubo insinuaciones previas, nada, simplemente un cruce de miradas que terminó con los dos casi que lanzando la ropa por la ventana.
Con Kai me pasaba algo extraño. Su presencia era un artefacto incendiario para mi cuerpo. Su mirada arrogante me volvía loca. Lo encontraba seguro de sí mismo, sobre todo cuando estábamos en la cama. Pero todas mis esperanzas absurdas de novela se derrumbaron rápidamente en el momento en que Kai me dijo que lo de nosotros era sexo y nada más.
Al principio estuve de acuerdo y luego... luego el "nada más", comenzó a comerme la cabeza, hasta que Laura me hizo prometerle que ya no más, que ya no iba a caer en sus brazos... o debajo de él.
Laura fue igual de débil con mi hermano, ¿yo no podía cometer errores?
Pero nunca más.
Nunca más debo acostarme con Kai Ragni.
Promételo Emma.
La mañana estaba recién comenzando, maravilloso habría sido que la única emoción fuerte del día hubiese sido ver a Kai desnudo durmiendo en mi cama, apenas desperté. Sin embargo, las bolsas pesadas y yo sudando por las escaleras era una gotita de los problemas a los que me iba a enfrentar ese día; el siguiente problema se presentó en formato de ladrón del departamento de en frente. Apenas el ladrón me escuchó aparecer por el último escalón, se dio vuelta, y me quedó observando con máxima curiosidad de pies a cabeza, haciendo cierta pausa en la gota de sudor que me caía por la mejilla. Tenía una tarjeta en la mano y se encontraba arrodillado en el suelo tratando de abrir la puerta. Se volvió a girar para seguir intentando.
—Hola —saludó, como si el hecho de que yo lo pillase, no significara absolutamente nada.
Yo sabía que ese no era su departamento porque estaba vacío, por lo menos, los cuatro meses que llevaba viviendo en ese edificio.
—¿Eres el dueño del departamento?
—Si fuera el dueño, tendría la llave —replicó. Se giró levemente y me quedó observando con expresión divertida. Alzó la tarjeta.
—¿Y por qué... estás tratando de entrar? —pregunté, dejando las bolsas en el suelo, moví la riñonera hacia atrás por si se rendía con la puerta y yo me convertía en su nuevo objetivo. Cogí mi celular con la intención de llamar a la policía.
Siguió intentando abrir, sin intención de responderme.
—Ese no es tu departamento, ¿sabes que estás cometiendo un delito?
¿Cometiendo un delito? ¿Quién soy?
—Sí, ¿cuál? —preguntó. La puerta no se rendía ante esa tarjeta y él comenzaba a perder la paciencia.
—¿Irrupción de morada?
Me miró entornando los ojos y tratando de contener la risa. Eso no me causó gracia, aunque sí noté que su cabello café chocolate hacían una bonita combinación con sus ojos celestes.
—Eso te lo acabas de inventar. —Se puso de pie y guardó la tarjeta en su jeans. Era mucho más alto que yo.
—¡Claro que no! —arrugué la frente y lo miré con cierto desdén.
¿Me lo acabo de inventar? Según yo... existe. Osea, obviamente es un delito lo que está haciendo, pero ¿cómo se llama el maldito delito?
Él no tenía aspecto de ladrón, más bien se veía normal: jeans ajustados, converse blancas, camiseta blanca y unos lentes de aviador sujetando su cabello chocolate por sobre la frente.
—Si te lo acabas de inventar.
—Estás tratando de entrar a la fuerza a un departamento. No quiero vivir frente a un ladrón.
—¿Tengo cara de ladrón? —Hizo un gesto como si se sintiera ofendido y luego sonrió—. Si fuese un verdadero ladrón, cambiaría de idea y lo intentaría con tu departamento. —Su mirada se enfocó en la puerta que estaba detrás de mí.
—Voy a llamar a la policía.
Suspiró ampliamente.
—¿Tienes alguna herramienta que me pueda ayudar a abrir la puerta?
—¿Me estás pidiendo ayuda para robar?
—No lo estoy robando —replicó, rodando los ojos. Comenzó a buscar algo en su mochila y unos pinceles se cayeron al suelo. Me di cuenta de que tenía cinco llaves desperdigadas por el piso. Notó mi mirada—. Solo que no traje la llave correcta.
—¿Y no puedes ir por ellas?
—¿Si te cuento me ayudarás?
Me quedé pensando unos segundos, la verdad es que tener un vecino amigo me llamó mucho la atención. A veces yo quería salir de fiestas y Laura con Diego estaban pegados el uno al otro y enrollados como un burrito viendo Netflix y... me daba vergüenza decirle a Kai. Además, mis compañeros de universidad eran muy aburridos en ese aspecto.
—Depende —respondí.
—¿De qué?
—De si tienes una buena razón.
Se cruzó de brazos.
—¿Y cómo me ayudarías?
—Tengo un amigo cerrajero que no haría ninguna pregunta.
Se quedó pensando unos segundos en mi propuesta y luego habló:
—La historia es algo deprimente, no te quiero poner triste.
—No la abrirás con una tarjeta. Estas cerraduras no abren con nada que no sea la llave.
—Sí, ya me di cuenta —refunfuñó algo agotado. Pegó la frente a la puerta y se quedó allí en silencio, como si fuese la persona más desdichada del mundo.
Recordé que ese edificio tenía cámaras por todos lados.
—¿Cómo es que no te han visto por las cámaras?
—¿Por esa? —preguntó, señalando la cámara redonda en la esquina derecha—. Si me están viendo, pero ya me conocen. Es el departamento de mi papá. Lo que pasa es quiere tenerlo clausurado para siempre.
—¿Y por qué?
Abrió la boca para hablar y pareció arrepentirse de inmediato.
—¿Qué puedo hacer para que me creas que no haré nada malo en este departamento? —Hizo un puchero exagerado—. Oh, vamos. ¿Quieres que me quede en la calle por tu culpa? —Meneó sus pestañas dramáticamente.
—No me digas que no tienes donde ir —arrugué la frente, para nada parecía un vagabundo.
Resopló.
—Veamos. Mi mamá vive en Chile, mi papá... no quiero seguir viviendo con mi papá, mi novia se mudó de país, y... no quiero arrendar una habitación si puedo tener...—señaló la puerta tras él—. Un departamento entero para mí.
—Ok, te podría ayudar. Pero tú me tendrás que ayudar en algo más.
—¿En qué?
—Mmmm... justo esta semana me toca cocinar la cena. —Me encogí de hombros y me quedé esperando su respuesta.
—¿Quieres que te cocine?
—Sí.
Soltó una risa irónica.
—¿Me estás diciendo que quieres que sea tu chef personal?
—Solo es cocinar... es que lo odio y puedes quedarte a comer. Pero bueno... si no quieres... —Comencé a girarme para abrir la puerta.
—Espera...
—Y debes contarme por qué tu papá no te quiere entregar las llaves y prefiere dejarlo abandonado.
Bufó.
—Lleva un año abandonado —dijo, como si eso explicara todo.
En ese momento se abrió el ascensor y salió un chico con una sudadera y el gorro puesto.
—Oh... no lo lograste —le dijo, con una mueca de decepción.
—No, necesitamos las llaves. Ninguna... funcionó. Tendré que volver la próxima semana a la casa de papá.
—Ok, eso requerirá otra estrategia. —De repente sus ojos se posan sobre mí—. ¿Hola?
—Es la chica que vive en frente. Me va a ayudar a que no quede botado en la playa.
—Yo no he di...
—Hola chica que vive en frente. Me llamo Gabriel. —Estiró la mano en mi dirección—. Muchas gracias por ayudar a mi amigo Luca a no quedar en la calle. Ya me tiene aburrido quedándose en mi departamento. Con mi novio tenemos que ser silenciosos y no queremos ser más silenciosos. —Lo último lo dijo entre dientes.
—Que conste que eso no se los he pedido. Yo solo pedí el sofá para dormir... y además duermo con audífonos desde la primera noche, gracias. Gaspar tampoco me deja dormir mucho.
—Su hermano. —Me explicó el Luca, señalando a su amigo.
Gabriel lo miró con el ceño fruncido.
—Nos podrías haber informado. —Volvió a mí—. ¿Cómo te llamas nueva vecina?
—Emma... y yo no he dicho que lo voy a ayudar.
El ladrón entornó los ojos y alzó una ceja.
—Emma —dijo acercándose a mí. Olí el olor de su perfume cítrico que me encantó. Me dio un poco de vergüenza pensar que yo olía a sudor—. Tú me ayudas... yo te ayudo. Y además... te voy a pintar.
—¿A qué?
—A pintar. Un retrato.
—¿Tan bien pintas?
—Sí, hasta te dejaré hermosa.
Resoplé.
—Que pesado, ¿y así quieres mi ayuda?
Soltaron una carcajada.
—Es así siempre —explicó Gabriel.
—Sabes que no lo digo en serio. Eres muy guapa, te voy a dejar así... como eres.
Gabriel tampoco parecía un delincuente, más bien se veía... casi normal. Digo casi, porque sus ojos eran de un azul más intensos que los de Luca... y él era más hermoso, a un nivel un poco perturbante.
—¿Debo ayudarlo? —le pregunté.
—Por favor. De verdad me tiene aburrido. —Miró su reloj y se volvió a su amigo—. Mierda, debo estudiar, ¿nos vamos, Luca?
—Sí, necesito terminar algo. —Luca puso cara de decepción—. No me siento tan inspirado. Emma, ¿me das tu número?
—¿Y mañana me vienes a cocinar?
—Aún no, primero tenemos que abrirla.
Resoplé.
—Está bien. —Me pasó su celular y escribí mi número, se lo devolví—. En tres días háblame para decirte noticias sobre el cerrajero.
Luca me cerró un ojo, y Gabriel llamó al ascensor.
—Gracias por acompañarme en la irrupción de morada, ¿sabías que ya eres cómplice?
—No lo soy.
Se largó a reir.
—Está todo en las cámaras. —La señaló.
—De hecho, él tiene razón —aclaró Gabriel. Se despidió moviendo la mano y las puertas del ascensor se cerraron en sus narices.
Mientras buscaba la llave del departamento, mi celular sonó.
De: número desconocido.
Para: Emma
Hola ladrona! Guarda mi número.
De:Emma
Para: Ladrón
Ya lo guardé, con un nombre muy interesante.
De: Ladrón
Para: Emma
Ojalá me hayas guardado como: mi nuevo mejor vecino :P
De: Emma.
Para: Ladrón.
Ufff, ¿cómo lo supiste?
Abrí la puerta del departamento, moría por el desayuno y por contarle a Laura sobre Luca.
—Odio ir a comprar. No lo haré más —declaré, dejando caer las bolsas, apenas abrí. Laura, Diego estaban abrazados como siempre en el centro de la sala y Kai estaba en el sofá con la cabeza entre sus manos—. Oye, ¿nadie se dio cuenta de que afuera hay un chico...—Los tres me miraron con expresiones tristes. Laura tenía la cara que pone cada vez que quiere llorar, pero se aguanta. Supe de inmediato que algo había sucedido—. ¿Me tengo que sentar para lo que me tienen que decir? —La voz apenas me salió. Tenía miedo de lo que me iban a contar.
Laura me contó lo que había sucedido unos minutos antes y no sabía qué pensar. Su pena no se comparaba a la mía... o no se podía comparar. Laura se separaba de su novio, Diego. Yo... con Kai no teníamos nada, pero aun así, sentí un nudo horrible en el pecho. Me di cuenta de que me gustaba realmente y que iba a sufrir cuando se fuera, quizás por cuanto tiempo. Me lancé de espaldas a la cama y grité con la almohada en mi cara. Me asomé un poquito y miré a Laura que lloraba sin parar.
—Lo siento —murmuré—. Siento que Diego se vaya...—comencé a sollozar como un bebé, aunque Laura me cortó toda la inspiración lanzándome un cojín en la cara.
—La dramática soy yo, Emma. ¿Por qué parece que estás a punto de lanzarte a llorar al piso?
Hice un puchero y puse mi mejor expresión de culpabilidad.
—Soy una idiota.
—Sí, ¿no habíamos hablado ya de Kai? —Se cogió el puente de la nariz, sus lágrimas seguían cayendo. Tampoco me agradaba la idea de Laura y Diego separados, ellos son de esas parejas que las miras y crees, que el amor realmente existe y que no es cosas de novelas o películas románticas.
¿Por qué Kai no es más como Diego y me quiere así con mucha intensidad?
—Si sé...
—¿Y hoy lo encuentro acostado en tu cama?
—En mi defensa, yo me fui a acostar sola. Desp...
Laura resopló.
—En mi defensa, mi abuela. Eres débil... igual que yo. Por eso no puedo juzgarte. —Esbozó su primera sonrisa en mucho rato.
—¿Qué pasó? ¿Recordaste cuando te metiste con mi hermano y yo te lo había prohibido? —Me mantuve con una mirada acusatoria, tratando de evitar reírme—. Al menos yo no me pongo el pijama al revés.
—Shhhh —Miró la puerta abierta. Luego habló en voz bajita—: sabes perfectamente que no pude controlarme y que no me quedó otra opción que... caer.
Solté una carcajada.
—Eso te pasó por zorrita, Laura Miranda.
Se encogió de hombros.
—Le echo toda la culpa a Oliver.
—Y yo a Kai.
Suspiró profundamente y se dejó caer junto a mí.
—Puede que pasen meses... meses antes de volver a verlo. Quiero que vuelva lo más pronto posible y a la vez eso es ser demasiado cruel, porque eso literalmente significa que su abuelo...
—No te culpes por querer tenerlo cerca. Está bien que tú también sientas esto, tampoco puedes hacer como si nada.
—¿Crees que nos afecte en algo?
Menee la cabeza.
—¿A ustedes? En absoluto —dije, creyéndolo realmente. Estaba segura de que ellos no tendrían ningún problema. Serían máximo seis meses. Pero... yo tendría que olvidarme de Kai, si no éramos nada ahora... seguiríamos siendo lo mismo si él se iba.
Laura me abrazó.
—Yo también lo creo así. Cuéntame algo para distraerme un poquito.
—Mmm... Tenemos un nuevo vecino... o lo vamos a tener. Se llama Luca y me va a pintar un cuadro.
Laura me miró con el ceño fruncido.
—¿A cambio de qué?
—A cambio de... ¿que lo ayude con Feña?
—¿A salir con Feña?
—No... a abrir la cerradura del departamento.
—Emma, te digo que te alejes de Kai porque no tiene corazón y pegas un salto directo a un delincuente. ¡Queeeee voy a haceeeer contigooo dios mioooooooo!
—¡No es un delicuenteeeee! —respondí riendo—. No tiene cara de delincuente.
—Eso lo dices porque es guapo.
—Sí, es guapo... pero en mi cabeza solo hay una persona. ¿Me debería haber quedado con Alex? Él era bueno. —Nos miramos y no pudimos evitar las risas.
—Mmm admito que al principio pensé que eran el uno para el otro... pero tú tienes mucha personalidad para él.
—Parecía un pollito al lado mío. Pero Kai es como...
Me pegó con un cojín en la cara.
—¡Qué no!
—¡Es deliciosooooo! uffff —hice un mohín—. Justo ahora que terminé exámenes tengo algunas semanas más libres. Buscaré un trabajo... necesito dinero y ocupar mi tiempo. ¿Y sabes qué?
—¿hum?
—Me gustaría aprender a pintar.
—¿Harás algún curso?
—No, pero alguien me debe un favor. —Me puse de pie decidida a: primero, no echarme a morir porque Kai se iba y ya estaba acostumbrada a tenerlo cerca... en mi cama; y segundo, toda mi vida había querido aprender a pintar. La única vez que lo intenté, mi hermano se rio dos días completos porque mi elefante parecía un tractor.
Hasta ahí llegó mi carrera artística, aunque no mis ganas por aprender.
Así que le iba a pedir a Luca que me enseñara, y así también tendría mi tiempo más ocupado. ¿Cómo es que recién a mis 18 años me doy cuenta de que no tengo ningún hobby?
De: Emma
Para: Feña.
Hola Feña, ¿cómo estás? Te tengo una propuesta :D
De: Feña
Para: Emma.
¿Propuestas indecentes? Emma para por favor, sabes que las mujeres no me gustan. Y me es difícil rechazarte a ti diosa mía. ¿Qué necesitas? Hago lo que quieras.
De: Emma
Para: Feña.
Maravilloso bebé, necesito abrir una puerta. En tres días puedes venir? Trae tus herramientas.
De: Feña
Para: Emma
¿De qué herramienta estamos hablando específicamente? jeje
De: Emma
Para: Feña.
De todas las que consideres necesarias para abrir una puerta jaja. Dios, el libro de Sofía me tiene en llamas, ¿y a ti?
De: Feña.
Para: Emma.
En llamas!! ¿Sigues con Kai?
De: Kai
Para: Emma
¿Estás en la casa?
De: Emma
Para: Kai
Noo, me quedé sin sexualidad. ¿Qué haré ahora? ¿me regalas un vibrador? Jajaja
Enviar.
Visto por Kai
No lo puedo creer.
Quiero morir.
Que se abra la tierra y me trague... después que se abra de nuevo y me trague otra vez.
Lancé el celular lejos y cerré la puerta de mi habitación.
__
Dedicado con mucho amor a @tonallyHernndezvidal y @Leydy_42 <3
Mis amores
Qué opinan de esta segundo capítulo??
Cuéntenme qué les pareció??
Creen que Emma logrará tener el corazón de Kai... en el 3 capítulo pasarán cosas interesantes al respecto jeje
¿Qué les parece Luca?
¿Y... Gabriel? ¿No les recuerda a alguien?
L@s amo!!!
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top