Capítulo 7

Oigo una voz. Al principio no es más que un zumbido que me recuerda al de los beerys, pero poco a poco se va aclarando y cogiendo forma. No logro entender todas las palabras, sólo algunas sueltas como: veneno, muerte, beerys, suerte, bien, mejorará, descansar.

***

Abro un poco los ojos y veo tres borrones, dos a mi izquierda y uno a mi derecha. El de la derecha no deja de mover las manos mirando fijamente a los dos borrones de la izquierda y tampoco deja de hablar, aunque no le presto atención, intento concentrarme en enfocar la imagen para poder averiguar quienes son estos borrones. Pero me canso y cierro los ojos.

Vuelvo a abrir los ojos, pero esta vez estoy sola, tumbada en la hierva con la cabeza apoyada en un tronco, igual que antes. Juraría que no me había dormido. Miro a mi alrededor y no veo ni a Leky ni a Mary; me doy cuenta de que tengo todo el cuerpo dolorido y lleno de pequeños bultos, rasguños y moratones que me duelen. El sol no me molesta porque estoy a la sombra de un árbol.

Como no me puedo mover sin quejarme y hacerme daño opto por quedarme tumbada mirando entre las ramas buscando el cielo.

Oigo un crujido un poco a la derecha de donde estoy mirando entre las ramas y veo una figura que no puedo reconocer porque las sombras del árbol me lo impiden, lo único que veo son sus ojos amarillos y grandes. Me recuerdan al chico.

-¡Hey! - exclamo en su dirección para llamar su atención.

Los ojos se mueven y salen del árbol volando, no es más que un búho. El chico de ese sueño acabará con mi poca cordura. Pero no entiendo porque no logro sacarlo de mi cabeza, ¿qué tiene de especial?

-Por fin estas despierta - me sobresalta Leky apareciendo de la nada.

-Menos mal, ¿qué tal te encuentras? - me pregunta Mary.

-La verdad es que estoy mejor, pero me duele todo y tengo mucha hambre.

-Has tenido mucha suerte de sobrevivir, menos mal que no estábamos demasiado lejos de la aldea y Mary ha podido ir corriendo a buscar al médico. Tienes que ponerte estas hojas machacadas en todas las heridas de vez en cuando, te aliviará el dolor y te sacará todo el veneno de las garras y picos de los beerys - dice esto mientras me muestra unas hojas redondas, pequeñas y blanquecinas.

-De acuerdo - ahora entiendo porque me desmayé, el veneno - ¿A dónde os habíais ido?

-A por esas hojas y un poco de cena - me respondió Mary.

-¿Cenar?, ¿no es la hora de comer? - pregunto confusa - ¿Cuánto tiempo llevo dormida?

-El suficiente como para perderte la comida más rica que habrías tenido en mucho tiempo - me dice Mary mientras se recorre la barriga formando pequeños círculos con la mano, seguramente estará recordando el sabor.

-Que morro, y ¿qué hay para cenar?

-He conseguido cazar una especie de ciervo, Leky ¿cómo dices que lo llamáis aquí?

-Cirvadrum.

-¿Os ayudo a preparar la cena? - digo mientras señalo al cirvadrum y a un pequeño círculo de piedras con ramas secas y palos en el centro, supongo que lo habrán preparado ellos mientras dormía.

-No te preocupes Kathleen, hoy prepararé yo la cena con una receta especial de los gnomelf. Descansar un poco las dos.

Dejamos a Leky preparando la cena y Mary y yo nos pusimos a charlar sobre Hinnmal y sobre nuestras familias, hasta que Leky nos interrumpió:

-Chicas, ya esta la cena.

-Leky, tenemos que volver - dije yo mirándole a los ojos con pena - Nuestros padres deben de estar preocupados y seguro que nos están buscando desesperadamente.

-Nadie puede salir de Hinnmal así como así, hace falta utilizar un hechizo o algo parecido... o bien te destierran, pero para eso hace falta hacer algo terriblemente malo y un juicio.

-¿No podrías hacer magia y devolvernos? ¿No conoces a nadie que sepa hacer magia y pueda ayudarnos? - preguntó Mary impaciente.

-No todos los hinnmalianos podemos hacer magia, depende de cada raza. Y sólo las más poderosas poseen ese don.

-¿Un hada podría llevarnos de vuelta? - preguntó Mary.

-¿Cómo sabes que hay hadas? No os he hablado de ellas.

-En nuestro mundo son conocidas por todos como una leyenda.

-No tiene ningún sentido, se supone que no podéis recordar nada de Hinnmal - Leky se frotó la barbilla pensativo - Es posible que el hechizo se debilite, ya que Búhul murió, y con él gran parte de la magia de Hinnmal. Si los humanos se enteran podrían intentar regresar... - añadido en susurros inaudibles.

-¿Entonces no tenemos forma de escapar? ¿Estamos condenadas a vivir aquí para siempre, sin más? - no lo puede soportar más y dejé caer una lágrima, a la que siguieron varias más - ¿Qué... qué pasará con nuestras familias? Nos echaran de menos, y nosotras a ellos.

-Podríamos intentar un hechizo de olvido, no hace falta mucha energía ni poder para conseguirlo, así vuestras familias no os recordarían y no estarían tristes.

-¡¿Cómo puedes pedirnos que dejemos atrás toda nuestra vida en la tierra con todas las personas importantes en nuestra vida?! ¿Cómo te atreves a proponernos borrar, como si nada, todo nuestro rastro de vida en la gente que queremos? No es tan sencillo, ¿sabes? - dije montando en cólera.

Leky no supo que contestar, se arrepentía de esa idea. Me arrepentí de haberle gritado, pero seguía enfadada, su propuesta me había cogido desprevenida. Sabía que esa era la mejor opción que teníamos hasta ahora, por mucho que la odiara. Pero yo no me quería rendir sin antes intentar volver.

-He recordado algo. Creo que sé cómo podéis volver. No se si os lo conté, pero Búhul, nuestro protector, era la viva representación de la magia más pura. Todo su cuerpo irradiaba magia y bondad, incluidas sus plumas. Cuentan, que antes de morir, dejó caer una de sus plumas a las manos de uno de los guerreros que habían sobrevivido y le explicó que la pluma tenía el poder para conceder un deseo y dejaba en sus manos su poder y protección de la pluma, también le advirtió que su sacrificio no tendría eficiencia siempre, el conjuro de encierro se debilitaría con el tiempo, aunque duraría el tiempo suficiente como para que encontrásemos a algún guerrero dispuesto a ayudarnos en la lucha definitiva. Pero nos dejó la pluma por si necesitábamos ayuda y no encontrábamos ese guerrero.

Los tres nos quedamos en silencio.

-¿Y que nos quieres decir con esto? - preguntó Mary.

-¿No os dais cuenta? Podríais usar el poder de la pluma para volver a la Tierra. Pero nosotros nos quedaríamos expuestos a los Kathara...

Volvimos a callarnos los tres. Leky tenía razón. Si usábamos el deseo para volver los hinnmalianos morirían sin ninguna oportunidad.

-¿Y porque has propuesto esa idea si no se puede llevar a cabo? - pregunté.

-No he acabado - se defendió él -Haremos un trato, todos los hinnmalianos os cederemos el poder de la pluma con la condición de que os unáis a nuestra causa en la guerra.

-Leky... A Mary y a mi nos encantaría ayudar en la lucha, pero no sabemos ni por donde empezar. No sabemos luchar, no sabemos usar la espada, ni disparar, apenas tenemos puntería...

-¿Te has visto antes Kathleen? Has acertado de lleno con el arco y la flecha, ambas tenéis las cualidades necesarias para la lucha, sólo hace falta despertarlas, sé que siguen ahí.

Mary y yo nos miramos indecisas. Sí que era verdad que había disparado bastante bien, y Mary no lo había hecho nada mal tampoco. Pero por otra parte no nos veíamos capaces de luchar contra unas criaturas tan extrañas y, según Leky, mortíferas. Aunque, si no lo intentábamos, estaríamos condenadas a vivir aquí para siempre o morir en la invasión de los Kathara sin haber hecho nada por evitarlo, y ésta opción ambas sabíamos que era la más probable.

-Prefiero morir luchando por algo que importe a morir por haber sido inútil - pensé en voz alta.

-¿Entonces lucharás?

Me tomé unos segundos para recapacitar bien la idea, y cerciorarme de que lo que hacía era lo correcto y que no me arrepentiría. Finalmente respondí:

-Lucharé con vosotros para acabar con los Kathara.

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