Capítulo 11
-Chicas, ya casi es la hora de comer, ¿porqué no vais yendo? yo enseguida os alcanzo. ¿Recordáis como se iba? - les dije sin dejar de mirar a Greesh.
«Tengo que hablar con ella muy seriamente sobre lo que acaba de hacer» - esto último se lo dije telepáticamente a Greesh.
-Claro - dudó Kathleen. - No hay problema, vamos yendo.
Las dos se dieron la vuelta y se alejaron andando.
«Lo siento Jordan, se que no debí hacerlo. Solo comprobaba como era. Y no te imaginas lo que he descubierto...»
«¡NO QUIERO SABERLO! ¿SABES LO QUE LE PODRÍA HABER PASADO?» - creo que esta fue la primera vez que le grité a Greesh.
Ella gimió y agachó la cabeza. Sentí como se me encogía el corazón al verla reaccionar así.
«Lo siento.»
«Podrías haberla matado» - las palabras se deslizaron de mi mente a la suya sin remordimientos. Los dos sabíamos que era verdad, podría haberla matado al intentar leerle la mente sin que Kathleen comparta el don de poder hacerlo también.
Si intentas entrar en la mente de alguien que no pueda leer la de los demás, es decir, que no sepa desactivar el escudo que protege su mente, podrías comprimirle tanto el cerebro que acabaría estallando en su cabeza.
«Lo sé. No me lo habría perdonado nunca... y sé que tu tampoco. Se lo mucho que ella te importa y lo mucho que significa para ti»
Estas palabras me dejaron un par de segundos desconcertado. Sabía que ella lo sabía. No se lo había dicho directamente, tampoco hacia falta, estamos conectados telepáticamente. Tampoco solíamos hablar de ello.
«Kathleen piensa que fue un sueño. No sabe que realmente estuvimos allí. Eso era lo que intentaba decirte. Yo solo quería saber si ella sentía lo mismo por ti y que pensaba sobre aquella noche»
Me gusta dar largos paseos por el bosque y alejarme mucho de casa. Incluso paso algunas noches en el bosque. Nadie me suele echar de menos, no tengo familia ni muchos amigos. Vivo de lo que cazo con Greesh y de lo que me da Nahala, la elfina más anciana del pueblo. Soy como su nieto adoptivo. Yo se lo agradezco trayéndole hiervas medicinales que encuentro a lo largo de mis paseos, ya que ella es la curandera del pueblo.
Uno de estos paseos me llevó tan lejos que estuve fuera de casa más de dos días, y esa fue la primera vez que vi a Kathleen. Estaba descansando en la rama más alta de un árbol, cuando vi una luz blanca que brillaba con fuerza en el suelo un poco alejada de mi árbol, y cuando miré vi a dos chicas, no sabía muy bien de que raza eran, pero parecían perdidas y desorientadas. Una de ellas me llamó la atención, Kathleen.
Después de pasar un par de segundos observándolas me decidí a bajar a preguntarles quienes eran y que hacían aquí, cuando apareció ese gnomelf que siempre las acompaña. Y decidí quedarme al margen. El gnomelf se las llevó a su aldea donde les dieron comida y un lugar donde dormir. Volví a mi aldea, se lo conté a Greesh y ella me dijo que me acompañaría hasta la aldea de los gnomelf para volver a verla. Fuimos y llegamos sobre las 3:00 a.m. La encontré tumbada en el césped al lado de Mary. Al principio la observaba a distancia entre la maleza, hasta que me atreví a acercarme y tumbarme a su lado. Me sentía atraído hacia ella, como si la envolviera un campo magnético y yo fuese un imán. Estuve tumbado a su lado observándola, acariciando su pelo y su piel al rededor de una hora, como si necesitara su contacto. Ella se giró hacia mi y yo me quedé mirándola, era la primera vez que podía mirarla de frente tan cerca. Decidí dejarla descansar. De pronto le oí preguntarme quien era y si era humano, me invadió el pánico y salí corriendo. Desde entonces la he observado.
«¿Y bien?»
«Sí, siente lo mismo por ti, lo único es que piensa que esta loca porque cree que la única vez que te vio fue un sueño.»
***
-¿Qué te ha pasado antes? - llevábamos andando en silencio un par de minutos hasta que Mary lo rompió.
-¿Cuándo?
-Cuando has perdido el equilibrio y te has puesto pálida.
-Me ha empezado a doler mucho la cabeza y me he mareado. Siento haberte preocupado.
-¿Estas mejor?
-Sí, aunque preferiría sentarme un poco. Así esperamos a que Jordan nos alcanze.
Veinte minutos más tarde apareció Jordan solo.
-¿Qué hacéis aquí? Vamos chicas, deben de estar todos esperándonos.
Me tendió su mano para ayudarme a incorporarme. No me lo pensé dos veces y la agarré. Sentí una pequeña descarga de energía agradable y cálida y se me coloraron las mejillas.
«¡Seré estúpida! Me ha dado la mano no me ha besado» - me dije a mi misma intentado controlar el color de mis mejillas.
-Estábamos un poco cansadas y se nos ocurrió sentarnos a esperarte - intervino Mary.
-Vale, pero si no nos damos prisa no llegaremos a tiempo.
Después de decir estas palabras comenzó a andar decidido. Y Mary y yo le seguimos.
-¿Greesh no viene?
-No, me tienen prohibido que Greesh vuelva a asistir a un banquete. La última vez acabamos todos llenos de comida y con mucho que limpiar - deja escapar una pequeña carcajada mientras sonríe. - Fue divertido ese día.
Finalmente llegamos. Apartamos un par de plantas que nos entorpecían y nos encontramos en un claro espacioso que había a un par de minutos del pueblo atravesando el bosque, no comeríamos donde nos habían recibido como yo había pensado, sino que comeríamos allí. Hay muchas mesas muy largas de madera rojiza repartidas por todo el claro llenas de un montón de comida.
Cuando ya estamos fuera de la maleza y ya se nos puede ver con claridad el jefe Clalf nos ve y se dirige hacia nosotros con determinación.
«¡Ah!, había olvidado por completo que íbamos a ayudar a organizarlo todo»
Hecho un rápido vistazo a mi alrededor para buscar algo con lo que ayudar mientras el jefe Clalf sigue acercándose, pero no hay nada por hacer. Todas las mesas están colocadas, la comida ya está servida y preparada y todo el mundo esta aquí.
-Que bien que ya estéis aquí, me estaba empezando a preocupar. Adelante, serviros y probar todo lo que queráis.
Me sorprendió que el jefe Clalf no estuviera molesto por no haber ayudado tal y como nos comprometimos. Los cuatro nos acercamos a la mesa más cercana que tenemos y yo pruebo una especie de seta de colores muy vivos. Cuando la muerdo noto como se derrama en mi boca un jugo espeso aunque muy dulce.
-Humm... Está buenísimo, ¿qué es?
-Son setas rellenas de savia de árbol.
Me fijé en todo lo que había sobre las mesas y todo parecía ser producto de la tierra. ¿No comen carne? La única pieza de carne que vi estaba entera menos por lo que Leky se estaba comiendo.
-¿No coméis carne? - preguntó Mary que por lo visto también se había fijado.
-No, no nos parece correcto, preferimos vivir en su compañía que comerlos cuando podemos alimentarnos de los alimentos que nos brinda la tierra - me respondió Clalf.
Era una teoría interesante.
-Bueno, dejémonos de tonterías y comamos todos a gusto y en paz - y con estas palabras Clalf se apartó y se dirigió a un gran grupo de elfos que estaban manteniendo una conversación divertida por lo que se podía ver.
-Bueno Jordan, ¿que nos recomiendas probar primero?
-La verdad es que no hay muchas cosas que me gusten. Prefiero la carne - nos susurró a las dos.
-¿Eres al único elfo que le gusta la carne? - le pregunté.
-Es posible.
Como todos teníamos hambre nos centramos en saciarnos. La comida no estaba nada mal, aunque algunos platos podrían tener más sabor.
Apenas quedaba comida, solo quedaron algunos restos de los platos menos sabrosos y apetecibles.
-¿Damos un paseo? - me susurró una voz melódica que parecía divertida a la espalda.
Me sobresaltó, pero cuando me giré comprobé que era Jordan y se me calentaron y coloraron las mejillas.
-Cl... Claro.
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