Capítulo 17

Durante lo que quedaba del semestre, el ascenso de Jungkook a la posición de quarterback resonó en todo el equipo de fútbol americano y en la escuela. Con su excepcional habilidad y dedicación incansable, Jungkook se convirtió en el líder indiscutible del equipo.

En el campo de entrenamiento, se destacaba por su precisión en los pases y su aguda visión estratégica del juego. Trabajaba arduamente junto a sus compañeros para perfeccionar cada jugada y fortalecer la cohesión del equipo.

Para Jungkook, este ascenso representaba un nuevo desafío y una oportunidad para demostrar su valía. Se comprometió a liderar al equipo con honor y humildad, esforzándose al máximo para alcanzar la excelencia en cada partido. Sin embargo, había algo que ocupaba un rincón especial en su mente: Taehyung.

Mientras tanto, el omega se encontraba en el jardín de la escuela, sumido en sus pensamientos mientras observaba las hojas que danzaban al compás de la brisa. El murmullo de la naturaleza le brindaba una paz reconfortante en medio del bullicio del día escolar.

De repente, el sonido de pasos interrumpió su ensimismamiento. Al levantar la mirada, vio a Jungkook acercándose con una sonrisa suave en los labios. La simple presencia de su alfa le transmitió un consuelo inesperado, llenando su corazón de calidez y alegría.

Jungkook dejó caer su mochila y se sentó junto a Taehyung. Tan pronto como tuvo la oportunidad, lo besó, disfrutando del espacio compartido bajo la sombra del árbol.

—¿Vas a necesitar ayuda con la estrategia para el próximo partido? —preguntó Taehyung entre risas y suaves besos, sus ojos brillando con complicidad mientras se acurrucaba más cerca de Jungkook.

—¡Sí, definitivamente! —respondió Jungkook con entusiasmo, una sonrisa amplia iluminando su rostro. Le dio un último beso, lleno de ternura, antes de abrir su mochila con un movimiento decidido—. ¿Puedes echarle un vistazo al plan y darme tu opinión?

Con un gesto confiado, sacó unas hojas llenas de anotaciones y dibujos, listos para que Taehyung los revisara.

Horas después, Jungkook respiraba profundamente mientras caminaba de la mano con Taehyung por el vecindario, con una determinación inquebrantable. Al llegar a la casa del omega, se detuvieron frente a la puerta, sintiendo un nudo en el estómago que le oprimía el pecho.

—Puedes llamar a tu papá; necesito hablar con él —dijo Jungkook, tratando de mantener la calma.

—¿Estás seguro? —preguntó Taehyung, mirándolo con preocupación. —No quiero que te sientas presionado.

—Lo estoy —respondió Jungkook con firmeza—. Es importante para nosotros.

Taehyung asintió, aunque la inquietud era evidente en su expresión. Entró en la casa y, tras unos momentos, regresó con una mirada de incertidumbre.

—Dijo que te está esperando en el salón. Pero... ¿qué vas a decirle? —preguntó Taehyung, su voz temblorosa.

—Voy a ser honesto —dijo Jungkook, intentando calmar sus propios nervios—. Quiero que sepa cuánto significas para mí y que estoy aquí para quedarme.

—Está bien —respondió Taehyung, apretando la mano de Jungkook.

Cuando caminaron juntos hacia el salón, Jungkook sintió la mirada evaluadora del padre de su omega. Era un desafío que lo hacía sentir vulnerable, pero estaba decidido a enfrentarlo.

—Señor —comenzó Jungkook, hablando con humildad—, he reflexionado mucho sobre mis acciones pasadas y quiero disculparme sinceramente por el dolor que he causado a su familia.

El padre de Taehyung lo observó atentamente, sus ojos transmitiendo una mezcla de seriedad y compasión.

—Jungkook, las palabras son importantes, pero lo que realmente cuenta son las acciones —dijo con calma—. ¿Estás realmente comprometido a cambiar y a reparar tus errores?

Jungkook asintió con firmeza, sintiendo que su corazón latía con fuerza.

—Sí, señor. He estado trabajando duro para convertirme en una mejor persona y quiero demostrar con mis acciones que he aprendido de mis errores. No solo por Taehyung, sino también por mí mismo.

El padre de Taehyung lo observó en silencio por un momento, evaluando la sinceridad en sus palabras. Jungkook sintió que el aire se volvía denso, lleno de tensión. Finalmente, el padre de Taehyung esbozó una suave sonrisa y extendió su mano hacia él.

—Todos cometemos errores, Jungkook. Lo importante es reconocerlos y hacer todo lo posible para enmendarlos —dijo con una calidez inesperada—. Quiero creer que estás listo para dar ese paso.

Jungkook sintió una oleada de alivio y gratitud al estrechar la mano del hombre.

—Lo estoy, señor. Estoy aquí por Taehyung, y haré todo lo que esté a mi alcance para demostrarlo.

—Eso es todo lo que se puede pedir —respondió el padre, asintiendo—. Solo recuerda que las palabras son el primer paso, pero las acciones son las que realmente cuentan.

Taehyung observaba a su padre y a Jungkook con una mezcla de orgullo y alivio, sintiendo que finalmente estaban en el camino correcto.

Después de conversar un rato más sobre lo que había sucedido durante el tiempo que estuvieron separados, Jungkook sintió que era momento de marcharse. Aunque había disfrutado de la charla, la inquietud en su interior le recordaba que tenía algo importante que atender.

—Señor —comenzó Jungkook, adoptando un tono más serio—, se me hace tarde y debo irme. Hay algo que no puedo dejar de hacer, y ya no puedo quedarme más.

El padre de Taehyung lo miró con una mezcla de curiosidad y cierta inquietud, notando el cambio en su expresión.

—¿Todo bien, Jungkook? —preguntó, su tono cargado de una leve preocupación mientras evaluaba al joven con detenimiento.

—Sí, todo bien —aseguró Jungkook—. Es solo que hay un asunto que necesito resolver, y ya no puedo posponerlo.

Taehyung frunció el ceño, inquieto por la inminente partida de Jungkook.

—¿Quieres que te acompañe? —ofreció, su tono implorante revelando cuánto le importaba.

Jungkook sonrió, agradecido por la oferta. La idea de no estar solo le brindó un leve consuelo.

—Sí, me gustaría que vinieras —admitió, sintiendo que su compañía haría el momento un poco más significativo.

—Iré por mi chaqueta —mencionó Taehyung, levantándose rápidamente.

—Gracias, señor, por darme esta oportunidad de hablar y por su comprensión. De verdad significa mucho —dijo Jungkook, dirigiéndose al padre de Taehyung.

El padre asintió, mostrando una expresión de aprobación. Jungkook se dirigió hacia la puerta, cuando Taehyung apareció de nuevo, entrelazando rápidamente sus manos con las de él.

—¿Nos vamos? —preguntó Jungkook, inclinándose para besarlo suavemente en la mejilla.

—Llegaré temprano, papá —susurró Taehyung, con un brillo en sus ojos.

—Aquí estaré, esperando —respondió su padre, su sonrisa iluminando su rostro mientras los veía salir juntos.

Con una mirada cargada de promesas, Jungkook cruzó la puerta con Taehyung. El omega, con expresión cautelosa, sintió su corazón latiendo con incertidumbre mientras Jungkook se detenía a comprar un ramo de rosas blancas, sorprendiéndose al darse cuenta de que las flores no eran para él.

—¿Para quién son? —preguntó Taehyung, levantando una ceja con curiosidad.

—Son para alguien importante —respondió Jungkook, con una sonrisa evasiva.

Mientras caminaban en silencio, Taehyung lanzaba miradas furtivas hacia el ramo en manos de Jungkook, preguntándose qué intentaba. La ansiedad y una punzada de esperanza se revolvían en su interior al llegar al hospital; la atmósfera se sentía tensa, como si una sola palabra pudiera quebrar el momento.

—¿Por qué estamos aquí? —se atrevió a preguntar, aunque ya temía la respuesta.

—Solo confía en mí —dijo Jungkook, su tono firme pero suave—. Quiero que estés aquí conmigo.

Al entrar en la habitación de la madre de Taehyung en el hospital, un silencio abrumador envolvió a Jungkook y Taehyung. La atmósfera, densa y cargada, estaba impregnada de la fragancia de las rosas y el suave pitido de las máquinas. Jungkook tragó con dificultad y avanzó hacia la cama, sintiendo el peso de la situación en cada paso.

—Señora... —comenzó, su voz apenas un susurro, la emoción apretando su garganta—. Soy Jungkook, el alfa de su hijo.

Se detuvo, buscando las palabras correctas mientras sus ojos recorrían el rostro de la mujer. Sabía que ella no podía oírlo, pero el deseo de expresarse era irresistible.

—Sé que no puede escucharme ahora, pero necesito decirle cuánto lo siento... —las palabras se le quebraron, impregnadas de arrepentimiento—. Fui inmaduro, egoísta. Herí a su hijo de una manera que nunca debí haber permitido. Lo lamento... profundamente. Si pudiera retroceder el tiempo...

El silencio se hizo más pesado mientras Jungkook bajaba la mirada en busca de la mano de Taehyung; sin pensarlo, entrelazaron los dedos, compartiendo un gesto de silenciosas promesas, y Taehyung apretó suavemente la mano de Jungkook, como si ese simple acto pudiera transmitir una pizca de perdón o, al menos, de comprensión.

—Quiero que sepa que he resuelto la situación y que estoy comprometido a hacer las cosas bien —dijo Jungkook, su voz quebrándose, cada palabra resonando con una sinceridad desgarradora—. Haré todo lo que sea necesario para ver a Taehyung feliz.

Una lágrima traicionera se deslizó por su mejilla, y su sinceridad llenó el aire, revelando el peso de sus errores. Al escuchar las palabras de Jungkook, Taehyung sintió que su corazón se contraía, abrumado por una mezcla de emociones.

—Lamento que usted haya tenido que pasar por esto a causa de un alfa estúpido. Estoy aquí para jurarle que voy a ser alguien mejor... —murmuró Jungkook, su tono cargado de vulnerabilidad—. Aprenderé de mis errores y haré lo correcto. No quiero seguir siendo el tipo que le hizo daño a su hijo. Quiero ser el alfa que él merece, el que lo sostenga, que lo apoye... y nunca más lo lastime.

Con cuidado, colocó las rosas junto a la cama, llenando la habitación con su fresco aroma, una promesa de renovación.

—Le prometo... —susurró Jungkook, inclinándose hacia la madre de Taehyung, como si ella pudiera oírle— que haré todo lo posible para ser el alfa que su hijo merece.

Aunque la madre de Taehyung permanecía inconsciente, la paz en su rostro y la calma del ambiente sugerían que una reconciliación comenzaba a florecer, como un rayo de esperanza en medio de sus sombras compartidas. Taehyung sintió que ese era el primer paso hacia un nuevo comienzo.

Meses después de aquel día en el hospital, la relación entre Taehyung y Jungkook se había transformado, enriquecida por una confianza profunda y un apoyo mutuo que los acercaba cada vez más. Con ese lazo más fuerte, llegó el día del partido más importante. Jungkook sentía que necesitaba a su omega a su lado, un faro de luz en medio de la presión, especialmente porque reclutadores de universidades estarían presentes, buscando nuevos talentos.

Al llegar, Jungkook fue recibido por el padre de Taehyung, quien le indicó que su hijo estaba en su cuarto.

—Ah, Jungkook, qué bueno verte —dijo el padre con una sonrisa. Su mirada era amistosa, pero había un aire de seriedad en su tono—. ¿Estás listo para el gran día?

—Sí, señor. Estoy un poco nervioso, la verdad —admitió Jungkook, sintiendo la presión del momento.

—Eso es normal —respondió el padre, asintiendo—. Solo recuerda por qué juegas. No se trata solo de la atención de los reclutadores. Se trata de divertirte y dar lo mejor de ti.

—Tiene razón —dijo Jungkook—. Quiero hacerlo bien para Taehyung y para el equipo.

—Y Taehyung estará allí, apoyándote —añadió el padre con una sonrisa alentadora—. Ve a buscarlo, él está emocionado por verte.

Jungkook agradeció la charla y subió las escaleras. Cuando llegó a la habitación de Taehyung, encontró la puerta entreabierta. Al entrar, su aliento se detuvo. Taehyung lo esperaba, listo para el día, con la camiseta del equipo que resaltaba su figura y una chaqueta ligera que caía elegantemente sobre sus hombros.

—Te estaba esperando —dijo Taehyung, sus ojos brillando con una mezcla de emoción y ternura.

—Ya estoy aquí por ti —respondió Jungkook, sintiendo que su corazón se derretía ante Taehyung. Sin pensarlo, tomó su mano y le dio un suave beso en los labios, encendiendo una chispa de calidez entre ellos.

Luego de salir de la casa, mientras caminaban hacia el estadio, el calor de la mano de Taehyung le otorgaba a Jungkook una renovada energía. Cada caricia de sus dedos era un recordatorio de que no estaba solo, y eso le daba la confianza necesaria para enfrentar el gran partido que lo esperaba.

—Hoy vas a brillar —dijo Taehyung en un susurro, su voz llena de certeza.

Jungkook soltó una risa breve y nerviosa, desviando la mirada hacia él.

—¿Crees que los reclutadores se darán cuenta? —preguntó, intentando disimular la tensión en su voz.

Taehyung le dedicó una sonrisa cálida y segura.

—No sólo lo notarán —respondió—, se darán cuenta de que encontraron lo que buscaban.

Jungkook sintió que sus nervios se disipaban un poco al apretar la mano de Taehyung con más fuerza; al llegar al estadio, rodeados del bullicio de la multitud y el aroma del césped recién cortado, se detuvo dejando que la mezcla de nervios y emoción llenara su pecho.

—Siento que todo depende de hoy —murmuró, mordiéndose el labio, sus ojos reflejando una vulnerabilidad rara en él.

Taehyung le sostuvo la mirada, cálida y llena de confianza. Se acercó, colocando su mano en la mejilla de Jungkook, y habló con suavidad.

—Escúchame bien, Jeon Jungkook. Para mí, ya eres increíble, no importa lo que pase aquí hoy. —Sus ojos brillaron con una sinceridad que hizo que Jungkook se sintiera un poco más tranquilo—. Pero sé que darás lo mejor, como siempre. Tienes una fuerza que nadie más tiene.

Jungkook sonrió, sus labios temblando ligeramente mientras sentía el apoyo de Taehyung calmar sus miedos.

—Gracias, Tae... Saber que estás aquí me da fuerzas. —Se inclinó y le dio un suave beso, breve pero lleno de emoción—. Prometo dar el espectáculo de mi vida, solo para que estés orgulloso.

Taehyung le sonrió, sus dedos rozando los de Jungkook como una promesa silenciosa.

—Ya lo estoy, Jungkook. Ahora, ve y muéstrales de qué estás hecho.

Con esa confianza renovada y el corazón latiendo con fuerza, Jungkook se dirigió al vestuario para cambiarse. Mientras se ajustaba la camiseta, recordaba las palabras de Taehyung, y una sonrisa se dibujó en su rostro.

Al salir, el bullicio del público lo envolvió como un abrazo cálido. El sonido de los vítores resonaba en sus oídos, y su equipo se alineó a su lado, cada uno con una energía contagiosa. Jungkook respiró hondo, sintiendo el aroma fresco del césped y la emoción palpable en el aire.

—¡Vamos a darlo todo! —gritó, y todos respondieron con un grito unificado.

Al sonar el silbato del árbitro, Jungkook se lanzó al juego, cada jugada impulsada por el deseo de hacer sonreír a Taehyung. Con cada paso, sentía el ritmo del partido resonar en su pecho, la energía de la multitud vibrando a su alrededor.

El partido transcurrió con intensidad, con Jungkook mostrando una determinación feroz y un juego impecable en el campo. Driblaba a sus oponentes con agilidad, su cuerpo se movía con la confianza que había ganado de las palabras de Taehyung. Cada pase, cada tiro, cada jugada era un reflejo de su arduo trabajo y de su deseo de brillar ante los cazatalentos.

Cuando marcó el primer gol, el estadio estalló en vítores, y Jungkook no pudo evitar buscar a Taehyung entre la multitud. Sus ojos se encontraron, y vio la alegría en el rostro de su omega, una sonrisa radiante que iluminó su corazón. Jungkook levantó los brazos en señal de celebración y gritó, "¡Lo hice, Tae!", mientras su sonrisa se ensanchaba aún más. Taehyung le devolvió el gesto, saltando de emoción.

—¡Eres increíble! —respondió, su voz llena de entusiasmo—. ¡Sigue así, Jungkook!

Durante la siguiente jugada, el alfa se distrajo momentáneamente, su concentración quebrantada al notar un tipo en las gradas que parecía incomodar a Taehyung. La sonrisa de su omega se desvaneció, y Jungkook sintió que el fuego en su pecho se transformaba en una oleada de preocupación.

Con el balón aún en juego, Jungkook mantuvo la mirada fija en Taehyung, pero su atención se vio interrumpida por la figura inquietante del extraño que se acercaba más, gesticulando de manera amenazante.

Un jugador del equipo contrario, consciente de la distracción de Jungkook, vio la oportunidad y se lanzó hacia él. Con un movimiento brusco y descontrolado, embistió a Jungkook, quien apenas tuvo tiempo de reaccionar antes de caer al suelo con fuerza, golpeándose la cabeza brutalmente.

El sonido del impacto resonó en el estadio, y en un instante, el bullicio del público se convirtió en un murmullo de preocupación. El grito desgarrador de Taehyung atravesó el aire, lleno de horror y angustia, al presenciar el brutal ataque contra su alfa.

—¡Jungkook! —exclamó, su voz llena de desesperación mientras se abría paso entre la multitud, su corazón latiendo desbocado. Taehyung se sintió paralizado por el miedo, cada segundo que pasaba intensificando su pánico. Se acercó lo más posible al campo, buscando el rostro de Jungkook, deseando que se levantara y le sonriera como siempre.

Los gritos del entrenador y de los jugadores resonaban en el aire, una cacofonía de preocupación mientras el equipo médico corría al rescate de Jungkook. Rápidamente evaluaron la gravedad de su lesión, brindándole atención inmediata, pero su mente estaba nublada por el dolor y la confusión.

Para Jungkook, el dolor físico palidecía en comparación con la angustia que sentía al ver a Taehyung a lo lejos, su rostro lleno de miedo y desesperación.

...

Si te ha gustado este capítulo y quieres saber qué sucede a continuación, ¡no olvides dejar tu voto! Tu apoyo me ayuda a seguir creando y compartiendo más de esta historia.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top