Capítulo 11
El mundo de Taehyung se tambaleaba, cada palabra entre Jimin y Jungkook lo envolvía en una tormenta de emociones devastadoras. El dolor le quemaba el pecho, y el aire se volvía más denso, como si cada respiración le costara más esfuerzo. Quería gritar, correr, pero se sentía atrapado, inmovilizado por la magnitud de la traición que estaba escuchando.
—¡Eres un cobarde, Jungkook! —la voz de Jimin resonaba, llena de ira y desdén—. ¡Dijiste que lo amabas, pero solo lo usaste! ¡Y ahora Taehyung tendrá que vivir con esto! ¡Incluso hablaban de su virginidad como si fuera un maldito trofeo!
El cuerpo de Taehyung tembló ante esas palabras. Todo se volvió borroso, y de repente se sintió como si estuviera viendo todo desde fuera, como si su alma se desprendiera de su cuerpo. La palabra virginidad resonaba en su mente, llevándolo a una espiral de vergüenza y desolación. Todo lo que había compartido con Jungkook, las miradas, las caricias, los secretos susurrados, ahora parecían teñidos de mentira.
Jungkook, desesperado, se giró hacia Jimin, con la angustia dibujada en su rostro.
—¡No lo entiendes, Jimin! ¡Sí, cometí un error, acepté la apuesta, pero nunca quise herirlo! ¡Me enamoré de Taehyung, de verdad! —Su voz era un ruego, casi quebrándose bajo el peso de sus propias palabras—. ¡Yo no... no soy como esos otros!
El corazón de Taehyung latía con fuerza en su pecho, cada latido era una mezcla de esperanza rota y rabia. Se apartó un poco más, incapaz de procesar lo que Jungkook decía. Las excusas, las justificaciones, todo sonaba hueco en ese momento. El amor que Jungkook decía sentir ya no era suficiente para contrarrestar la traición.
—¿Cómo pudiste? —murmuró Taehyung, apenas encontrando fuerzas para hablar. Su voz era frágil, como si las palabras le rasgaran la garganta al salir—. ¿Cómo pudiste hacerlo si decías que me amabas?
Jungkook dio un paso hacia él, su rostro lleno de culpa y desesperación.
—Tae, yo... Yo nunca quise que esto pasara así. Yo... me he equivocado, lo sé, pero te amo, de verdad. Tienes que creerme.
Pero Taehyung ya no podía. Su corazón estaba destrozado, su confianza en Jungkook rota de una forma que no sabía si alguna vez podría reparar. Las palabras "te amo" ya no significaban lo mismo. Las promesas que alguna vez compartieron ahora se sentían vacías, y Taehyung se dio cuenta de que, por mucho que lo quisiera, no podía seguir adelante con esa mentira sobre sus hombros.
Los ojos de Taehyung se llenaron de lágrimas, pero no era solo tristeza lo que sentía. Era el peso de la decepción, la traición, y el miedo a haber sido simplemente una apuesta más en la vida de alguien que decía amarlo.
La tensión en la habitación era casi asfixiante. El aire entre Taehyung y Jungkook parecía vibrar con un resentimiento silente, un eco de todo lo que había quedado sin decir. Jungkook dio un paso hacia adelante, buscando algo en los ojos de Taehyung que pudiera suavizar el golpe de la verdad que estaba a punto de revelarse, pero lo que encontró fue devastador. Taehyung estaba inmóvil, con el cuerpo tenso, sus ojos verdes cristalizados por las lágrimas contenidas. Parecía que todo su mundo se desmoronaba frente a él.
—Taehyung... —susurró Jungkook, con la voz rota, extendiendo una mano temblorosa hacia él, pero el vacío entre ellos solo se hacía más grande.
Taehyung dio un paso atrás, como si el simple toque de Jungkook lo quemara. Su voz temblaba, una mezcla de incredulidad, furia y un dolor desgarrador que apenas podía contener.
—¿Es verdad? —Su pregunta resonó en la habitación como una sentencia, cortando el aire pesado con una frialdad que hizo que incluso Jungkook se estremeciera.
El silencio que siguió fue peor que cualquier respuesta. Jungkook, incapaz de encontrar las palabras, solo podía mirarlo con desesperación, sintiendo cómo todo lo que habían construido se desmoronaba. Taehyung ya no era solo el chico dulce y enamorado que solía ser; ahora era una sombra de sí mismo, roto por la traición.
—Jungkook... —Taehyung murmuró, su voz quebrándose—. ¿Todo esto lo hiciste solo para acostarte conmigo? —Cada palabra era un filo que se clavaba en su pecho, obligándolo a enfrentarse a la cruel realidad.
Jungkook tragó saliva, su corazón enloquecido. Sus palabras quedaron atrapadas en su garganta, sabiendo que cualquier cosa que dijera podría empeorar el dolor de Taehyung.
—No, Tae... no fue así. No quería que... —Las palabras salieron apresuradas, pero incluso a sus propios oídos sonaban vacías, como si intentara apagar un incendio con cenizas.
Entonces, la risa burlona de Bogum cortó el ambiente como un cuchillo.
—Así que lo desvirginaste... ¡Felicitaciones, Jungkookie! —dijo, su sonrisa retorcida mientras lanzaba los billetes al aire, como si aquello fuera un espectáculo entretenido y no la destrucción del alma de alguien.
Taehyung se tambaleó como si hubiera sido golpeado físicamente. Las lágrimas que antes contenía comenzaron a escapar, y su voz se alzó en un grito desgarrador.
—¿Por qué Bogum te está dando dinero, Jungkook? ¡¿Por qué?! —Las palabras estaban cargadas de una desesperación que partía el corazón.
—Tae... —Jungkook quiso alcanzarlo, pero sus pies se sentían como anclados al suelo. El miedo lo paralizaba, pero lo peor era la certeza en los ojos de Taehyung: ya lo había perdido.
—¡No quiero escucharte! —gritó Taehyung, retrocediendo aún más. Sus feromonas explotaron en el aire, un rastro de frambuesa amarga que llenó la habitación con el inconfundible olor de su miedo y dolor. Jungkook casi se ahogó en él.
—¡Por favor, escúchame! —suplicó Jungkook, sus ojos llenos de lágrimas. Sentía que el suelo se desmoronaba bajo sus pies—. No fue solo sexo para mí... Nunca fue solo eso. Me importas, Tae, te amo... lo juro. —Su voz se rompió, cada palabra era un intento desesperado por sostener lo que quedaba entre ellos.
Taehyung lo miró, sus ojos llenos de lágrimas y traición. La voz apenas le salía de los labios.
—¿Cómo puedes decir que me amas... después de esto? —La herida en su voz era evidente. Sus labios temblaron antes de dejar caer la pregunta que más lo atormentaba—. ¿Cómo pudiste arrebatarme mi primera vez de esta manera? —La fragilidad en su tono dejó a Jungkook destrozado—. Todo lo que hicimos... ¿acaso no significó nada para ti?
Las lágrimas se desbordaron de sus ojos, corriendo por sus mejillas mientras su corazón parecía romperse en mil pedazos. Jungkook sintió que su alma se desgarraba. Quería acercarse, quería borrar todo el dolor, pero sabía que lo que había hecho era imperdonable.
—No... no fue una mentira... —Jungkook cayó de rodillas frente a él, su voz temblaba con la intensidad de su arrepentimiento—. Te lo juro, Tae. Lo que siento por ti es real. No era parte de la apuesta, nunca quise hacerte daño...
Taehyung retrocedió un paso más, la distancia entre ellos se sentía más como un abismo.
—Todo fue una mentira, Jungkook —dijo, su voz quebrada—. Tú, nosotros... yo fui solo un juego para ti. Un maldito juego.
El silencio volvió a caer, y esta vez, parecía que nada podría llenarlo. Taehyung, con el corazón roto, se giró para irse, pero la voz de Jungkook lo detuvo una última vez.
—¡No te vayas, Tae! ¡Por favor, no me dejes! —Su ruego quedó suspendido en el aire, su desesperación palpable, pero Taehyung ya no podía seguir escuchando.
—Esto se acabó, Jungkook. —Las palabras salieron de los labios de Taehyung como una sentencia final, irrevocable. Se marchó, llevándose consigo cada parte de su ser que alguna vez había confiado en Jungkook.
Jungkook se quedó de rodillas en el suelo, con el corazón en un puño y el peso de sus errores aplastándolo. Sabía que lo había perdido. Y sabía que no había nadie más a quien culpar, salvo a sí mismo.
La despedida de Taehyung dejó a Jungkook solo en medio de una oscuridad que parecía consumirlo por completo. Las palabras de su omega, frías y definitivas, resonaban en su mente como un eco interminable: "Esto se acabó". Era un abismo insalvable, y Jungkook no sabía si alguna vez podría encontrar el camino de regreso.
Observó impotente cómo Jimin, con el rostro tenso y protector, se llevaba a Taehyung lejos, ambos desvaneciéndose en la distancia. La imagen de su omega roto y devastado lo atormentaba, y el peso de su traición aplastaba cualquier atisbo de esperanza que pudiera haber quedado en su corazón.
Jungkook cerró los ojos, intentando contener las lágrimas que amenazaban con caer, pero fue inútil. Se sentía vacío, como si la vida se le hubiera escapado junto a Taehyung.
—¿Cómo pude ser tan estúpido? —murmuró para sí mismo, su voz apenas audible. Era una pregunta que ya no tenía sentido, una que solo encontraba respuesta en el abrumador arrepentimiento que lo carcomía.
La tensión en la sala era palpable, el aire cargado de miradas y murmullos mientras Jungkook avanzaba con la furia acumulada quemando en su pecho. Sus ojos, oscuros y llenos de rabia, se clavaron en Bogum, quien, rodeado de sus amigos, intentaba mantener su fachada despreocupada, pero el ligero temblor en su voz delataba el nerviosismo.
Jungkook no se detuvo hasta que estuvo cara a cara con Bogum, el espacio entre ellos lleno de odio no disimulado.
—¿Vienes a recoger lo que te ganaste? —soltó Bogum, lanzando los billetes con un desdén calculado. Las miradas se fijaron en ellos, expectantes, como si el dinero fuera una chispa en un barril de pólvora. Pero el dinero ya no importaba; todo lo que le quedaba a Jungkook era su orgullo y la necesidad de justicia por lo que le habían hecho a Taehyung.
—No hay excusa para lo que hiciste, —respondió Jungkook, su voz baja y peligrosa. Cada palabra estaba cargada de la promesa de violencia que su lobo interior exigía. Sus puños se cerraron con fuerza, sintiendo el peso de cada golpe antes de que ocurriera.
Bogum intentó encogerse de hombros, pero la verdadera amenaza que representaba Jungkook lo hizo titubear.
—¿Qué más da? Sabías en lo que te estabas metiendo cuando aceptaste la apuesta, —dijo, sus palabras teñidas de arrogancia, pero el miedo en sus ojos traicionaba su intento de mantenerse firme.
La rabia de Jungkook se desbordó. Antes de que pudiera pensar dos veces, sus puños ya se dirigían hacia Bogum con una furia incontrolable. El primer golpe conectó con una fuerza demoledora, haciendo que Bogum retrocediera, su expresión de sorpresa y miedo era un reflejo de su impotencia.
—¡No fue un maldito juego! —gritó Jungkook, cada golpe acompañando las palabras que gritaban su dolor. La traición, la humillación, todo lo que había soportado por culpa de Bogum se transformaba en una serie de golpes que sacudían el cuerpo del quarterback.
Los amigos de Bogum intentaron intervenir, pero Jungkook estaba fuera de control, empujándolos a un lado, decidido a que Bogum sintiera cada fragmento de su ira.
—¡Esto es por Taehyung! —aulló, su voz rota por la mezcla de dolor y furia. El nombre de Taehyung flotaba en el aire, y con cada golpe, Jungkook sentía que intentaba recuperar algo de lo que había perdido, aunque sabía, en lo más profundo, que ni mil golpes serían suficientes para sanar la herida que se había abierto entre él y su omega.
Finalmente, la sala se llenó de caos, los gritos y el sonido de los puños conectando ensordecían a los presentes, pero todo lo que Jungkook podía ver era la imagen de Taehyung alejándose, destrozado por su traición. Mientras continuaba golpeando a Bogum, una pregunta martillaba en su mente: ¿Podría alguna vez ser digno de Taehyung nuevamente?
La respuesta aún era un eco vacío en su pecho, mientras el caos continuaba a su alrededor.
...
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