Capítulo 1

En el bullicioso patio central de la prestigiosa academia, Kim Taehyung, un omega cuya belleza resplandecía como el sol al amanecer, caminaba con la elegancia natural de quien no necesita esfuerzo para atraer miradas. La suavidad de su rostro contrastaba con la firmeza que irradiaba desde su interior. Con cada paso, era imposible no notar su presencia; sus ojos, grandes y brillantes, parecían guardar secretos y sueños que solo él conocía.

Su cabello ondulado caía en suaves mechones, moviéndose ligeramente con la brisa que corría entre los pasillos. Esa tarde, lo llevaba suelto, lo que resaltaba aún más su aspecto angelical mientras caminaba por los alrededores del gimnasio, donde las actividades deportivas de la escuela tenían lugar. Una sonrisa distraída y luminosa adornaba su rostro, la misma que solía robar suspiros de los estudiantes que lo observaban desde las bancas o los salones cercanos.

Cerca de la cancha de entrenamiento, sus ojos se posaron, casi por instinto, en Jeon Jungkook, el alfa que había acaparado la atención de todo el equipo de fútbol americano de la escuela. Jungkook se movía con una precisión felina, su cuerpo atlético era una manifestación de fuerza y destreza. La camiseta empapada de sudor se pegaba a su piel, revelando músculos bien definidos, producto de horas de entrenamiento. Taehyung no pudo evitar admirar la forma en que Jungkook se enfocaba en cada movimiento, como si el resto del mundo desapareciera en esos momentos.

"¿Por qué me atrae tanto?", pensó Taehyung, sintiendo el inconfundible hormigueo en su pecho mientras observaba a Jungkook durante la práctica del equipo de fútbol americano de la escuela. Desde su lugar en las gradas, podía verlo moverse con precisión y determinación, como si cada golpe al balón llevara un mensaje que solo él deseaba descifrar.

Taehyung se quedó quieto, incapaz de apartar la mirada. El sonido de los silbatos y los gritos de los compañeros de Jungkook parecían amortiguarse, como si el tiempo se ralentizara. Allí, en medio del bullicio de la práctica, solo podía enfocarse en él, en la forma en que dominaba el campo con su presencia imponente y su mirada decidida.

Con un nudo formándose en su garganta y el corazón latiendo más rápido de lo que podía controlar, Taehyung decidió que hoy sería el día en que finalmente lo saludaría. Respiró hondo, tratando de calmar el temblor en sus manos, y comenzó a avanzar hacia Jungkook, que ahora descansaba a un lado del campo, bebiendo agua y secándose el sudor de la frente con una toalla.

Mientras se acercaba, distraído por el torbellino de nervios que sentía, no vio una pequeña piedra en su camino. Tropezó torpemente y cayó de rodillas frente a Jungkook, dejando escapar un leve grito de sorpresa. Alarmado por el sonido, Jungkook rápidamente dejó su botella y se inclinó para ayudarlo a levantarse, con los ojos llenos de preocupación.

—¿Estás bien? —preguntó Jungkook, su voz profunda impregnada de preocupación mientras su mirada se posaba firmemente en Taehyung. Había algo en la intensidad de sus ojos que hacía que el corazón de Taehyung latiera aún más rápido.

Ruborizado y con las manos temblorosas, Taehyung apenas pudo levantar la mirada. Las palabras se le trababan en la garganta.

—S-sí... lo siento mucho, fue un accidente... —tartamudeó, esforzándose por recomponerse mientras sentía el calor de la cercanía de Jungkook. El aroma a bosque que desprendía el alfa lo envolvía, casi como un abrazo invisible que lo hacía sentir expuesto.

—Descuida —respondió Jungkook, esbozando una sonrisa cálida que parecía iluminar todo su rostro—. Todos tenemos esos momentos.

Taehyung tragó saliva, aún nervioso, mientras la presencia de Jungkook lo envolvía completamente. La cercanía del alfa le resultaba embriagadora.

—Yo... solo quería decirte que he visto cómo juegas. Eres... increíble —logró decir Taehyung, su voz temblorosa pero sincera, cada palabra cargada de admiración.

Jungkook lo miró, una chispa de diversión brillando en sus ojos, pero también un destello de sorpresa.

—Gracias, eso significa mucho para mí. —Se inclinó un poco más cerca, como si buscara conectar—. Pero creo que no hemos tenido la oportunidad de conocernos. Soy Jeon Jungkook.

—Yo soy Kim Taehyung. —El omega sonrió tímidamente, como si la formalidad de presentarse le diera un aire especial al momento. Había algo en la manera en que Jungkook pronunció su nombre que le hizo sentir un cosquilleo en el estómago—. Es un placer conocerte.

—El placer es mío, Taehyung. —Jungkook repitió su nombre con una suavidad que hizo que Taehyung sonriera involuntariamente—. ¿Te gusta el fútbol?

—Un poco, solo me gusta verlo —confesó Taehyung, sintiendo cómo el calor subía a sus mejillas—. No soy lo suficientemente fuerte como para jugar.

Jungkook soltó una leve risa, pero no de burla, sino con una calidez que hizo que Taehyung se sintiera más cómodo.

—No tienes que ser fuerte para disfrutarlo —respondió Jungkook, mirándolo con curiosidad—. A veces, solo ver cómo alguien lo vive ya es suficiente.

Taehyung asintió, sintiendo cómo su corazón latía con fuerza ante la cercanía de Jungkook. Había imaginado que el alfa sería más distante o reservado, pero en lugar de eso, se mostraba abierto y genuino. Esa autenticidad solo intensificaba la atracción que ya sentía por él.

—Si alguna vez te animas a intentarlo, avísame. Podemos jugar juntos —ofreció Jungkook con un tono amistoso, pero en su mirada había un destello de algo más profundo que hizo que el pecho de Taehyung se apretara.

—Eso sería... genial —respondió Taehyung, sorprendido de lo fácil que la conversación fluía a pesar del torbellino de nervios que lo invadía. Su sonrisa era sincera, y la emoción brillaba en sus ojos—. Gracias, Jungkook.

El alfa le devolvió la sonrisa, y por un momento, el mundo se sintió más pequeño, como si estuvieran en una burbuja, aislados del bullicio a su alrededor.

A lo lejos, algunos compañeros de Jungkook observaban la escena con miradas aviesas, intercambiando gestos que denotaban intenciones no tan nobles. Park Bogum, el quarterback del equipo de fútbol americano, fue el primero en romper el silencio, su voz impregnada de esa mezcla de burla y provocación.

—¿Viste que está hablando con ese estúpido omega? —dijo Bogum con una sonrisa maliciosa, sus ojos llenos de desprecio—. Parece que a nuestro Jungkookie le gustan los tímidos.

Min Yoongi, siempre con su sonrisa ladeada, como si estuviera esperando la oportunidad de causar problemas, añadió con tono burlón:

—Tal vez deberíamos poner a prueba sus habilidades de conquista.

Ambos se rieron entre dientes, como depredadores oliendo la vulnerabilidad de su presa, mientras miraban a Jungkook y Taehyung desde las sombras del campo, preparando lo que parecía una trampa para ambos.

Cuando Jungkook se acercó al grupo, fue recibido por miradas cómplices y risas entrecortadas que llenaban el aire con una sensación de amenaza latente.

—¿Quién es ese omega? —preguntó uno de los compañeros, su tono despreocupado pero con un brillo de curiosidad.

—¿Te refieres a Taehyung? —respondió Jungkook, sintiendo que una sonrisa se formaba involuntariamente en su rostro al recordar su mirada dulce. —Es... realmente lindo.

Las risas se intensificaron, y Bogum, con una expresión traviesa que brillaba con una chispa de desafío, tomó la delantera.

—Te propongo un reto, Jungkook. Te damos tres meses para conquistar a ese omega. Kim Taehyung, ¿verdad? —Su sonrisa se amplió, revelando una peligrosidad que hacía eco de sus intenciones—. Ya sabes, el solitario que nunca ha tenido novio. Te reto a que lo enamores.

—¿Y si no lo consigo? —preguntó Jungkook, sintiendo que la presión comenzaba a aumentar. La idea de tener a Taehyung tan cerca lo atraía, pero también lo inquietaba.

—Si no lo haces, no pasa nada —dijo un compañero, encogiéndose de hombros. —Pero si lo logras, te prometo 200 dólares.

Jungkook frunció el ceño, intentando pesar la oferta. Pero entonces Bogum añadió con una sonrisa astuta:

—Y si realmente lo haces, puedo conseguirte una carta de recomendación de mi padre para una buena universidad. Sabes que tiene conexiones.

Jungkook sintió que se le aceleraba el pulso. La idea de ganar dinero y obtener una ventaja para su futuro le resultó tentadora. Aun así, la posibilidad de jugar con los sentimientos de Taehyung lo hacía dudar.

—No es eso... —replicó Jungkook, sintiendo el nudo en su estómago. Sin embargo, la idea de pasar más tiempo con el omega lo atraía como un imán.

—Vamos, Jungkook. ¿Acaso tienes miedo de perder? —se burló otro de los compañeros, provocándolo—. Sería divertido. Además, ¿quién no querría ver a nuestro Jungkookie enamorado?

Jungkook miró hacia el campo, donde Taehyung reía con sus amigos, y sintió un impulso irrefrenable. A pesar de las advertencias en su mente, la posibilidad de conocer mejor a Taehyung lo empujó a aceptar el reto.

—Está bien. Acepto.

...

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