Paula.
Es una zorra.
No hay mucho que agregar; ¡La odio! Se pasa las horas alegando sobre mi poca atención a sus preguntas y que he de dejar de vivir en un mundo de libros.
¿Qué sabe ella? ¡Nada! Los libros son los únicos capaces de comprenderme, y además no son tan complicados como las personas. Ellos no se enojan cuando yo me distraigo, ni preguntan por qué lloro. Ellos simplemente están allí, mostrándose apetitosos ante mis ojos.
No quiero volver a verla.
* * * *
"¿Y qué tal tus compañeras?" preguntó, tras anotar las quejas que había realizado inconscientemente de mi padre.
"No lo sé, no me hablan".
"¿Has intentado hablarles tú?".
Negué con el rostro y miré por el umbral sobre Paula. Parecía como una salida soleada tras un abismo oscuro.
"Deberías hacerlo".
Esa era la palabra mágica. Deberías. Pensé un poco el asunto y acordé que volvería a tomarle atención a Elizabeth. Ella no era tan mala después de todo.
Y creo que Lenny estaría de acuerdo con ello.
* * * *
Cuando Paula me preguntó sobre Lenny no supe qué responder. A ella no podía contarle sobre Lenny; y a nadie en verdad.
Lenny era mío y si Paula sabía sobre él se lo llevaría, así mismo como se llevó a Elizabeth.
"Es el personaje de un libro" respondí, titubeante.
No era del todo mentira.
"¿Y tu hablas con él?".
"No" otra vez aquel umbral me pareció tentador. No importaba la hora o el día de mi cita con Paula, el umbral siempre lucía como una salvación "Tan sólo repetí una línea del libro que me pareció buena para la ocasión".
Con eso conseguí mantener a Lenny a mi lado por más tiempo, aunque sabía que Paula lo echaría algún día.
Ella rondaba a las personas que me agradaban como un buitre, sácandolas a todas de mi vida.
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