Carnívoro.

Akari tenía una extraña manera de pensar.

Normalmente le hubiera molestado el hecho de que Taiki se exigiese más de lo que debía, pero ahora simplemente se hallaba preocupaba.

No solo porque fuese la misma madre del chico quien la hubiese llamado.

Suspiró y espero unos segundos antes de tocar el timbre de la casa del muchacho. Escuchó unos pasos torpes y apresurados para después ver como la puerta era rápidamente abierta.

—¡Akari-chan! —saludó la mamá de Taiki —. Perdón por hacerte venir hasta aquí, pero en serio necesito realizar este trabajo.

—No tiene de qué preocuparse Kudou-san —respondió ella —. Puede ir sin tener preocupaciones.

La mujer le sonrió y le dio un par de palmadas en la cabeza para luego abrazarla.

—¡Aw! ¡No puedo esperar a verte como una buena esposa! —exclamó a lo que Akari se sonrojó.

No era la primera vez que la llamaban así y, ciertamente, no sería la última.

Aunque a Taiki le pasaba lo mismo.

La señora Kudou le indicó un par de cosas antes de irse y se despidió con la mano mientras tomaba un taxi.

La mujer era ama de casa, pero cada que podía tomaba uno que otro trabajo al azar para poder darse algunos gustos que su marido no podía complacer.

Obviamente Taiki estaba en contra de aquello, pero no había nada que pudiese hacer.

—Bien, vamos a ver al enfermo —se dio ánimos a sí misma y empezó a subir las escaleras de dos en dos.

Hacía mucho que no iba a visitar por lo que se quedó un rato en el pasillo viendo las fotografías que hacía tiempo no veía.

Un par habían sido cambiadas, pero todo lo demás, incluyendo todo lo que la rodeaba, había sido dejado en su lugar. Parecía que el tiempo no hubiese pasado por esa casa.

Lo que no era cierto.

Ella se había mudado hacía unos cuatro años y no había estado pasando por ahí desde que pasó lo de Quartzmon.

Pensando en eso, recordó que llevaba su Xros Loader en el bolso, aunque no había nadie ahí. Al parecer todos habían regresado al Mundo Digital a celebrar algo.

No le importaba, mientras que regresaran bien no habría de qué preocuparse.

Pasó de largo hasta la última puerta del corredor y tocó un par de veces para que el chico notase que estaba ahí.

Escuchó un leve gemido y supo que le había dejado entrar.

Tomando aire, abrió la puerta e ingresó a la habitación.

—Mira nada más. Haciendo más cosas de las que deberías eh... —mencionó mientras daba unos pasos dentro y se cruzaba de brazos —. No me extraña que te hayas enfermado.

Taiki giró sobre su cama y se sentó. Llevaba una camiseta blanca y unos pantalones cortos de pijama.

Estaba ligeramente sonrojado por el resfrío y sudaba a mares por la fiebre.

A Akari siempre le había parecido cómico verlo en ese estado.

Se acercó a Taiki y le puso una mano en la frente para medir su temperatura.

—Estás ardiendo —dijo preocupada mientras acercaba su rostro al de él. Obviamente ella no sabía lo que estaba provocándole —. Deberías echarte otra vez, voy a traer algo para que te baje la fiebre ¿está bien?

Él asintió y volvió a recostarse. Sus pensamientos habían ido directamente a parar a como iba vestida Akari ese día.

Llevaba un traje enterizo que combinaba un short de mezclilla con una blusa de tirantes.

Era algo exhibicionista, pero no la culpaba, aquel día hacía un calor que sobrepasaba los 28° C.

Akari volvió a subir pasados unos dos minutos. Había traído una taza con té.

—No tenías que venir —le dijo él después de tomarse el contenido de un solo sorbo—. Mi mamá debería dejar de hacer trabajos de un solo día.

La pelirroja rió y se sentó en el suelo al lado de su cama.

—Deja que tu mamá haga lo que quiera —pidió —. No es su culpa que su hijo se sobre exija a sí mismo.

Taiki parpadeó un par de veces sorprendido.

—¿Cómo lo supiste? —le preguntó. Aunque la respuesta era más que obvia.

—Te conozco, Taiki —contestó ella simplemente y luego suspiró —. Por cierto ¿Y Shoutmon y los demás?

Taiki se volvió a echar en la cama, pero esta vez sobre el edredón y contestó.

—Fueron a ver algo al Mundo Digital, creo que tenía que ver con la Zona Lago o algo por el estilo —respondió sin poner interés. Parecía que su cuerpo se estaba cansando.

—Así que estamos solos eh... —comentó la muchacha sonrojándose al instante y cambiando de tema —. Voy a ver si hay algo más que pueda hacer antes de irme.

Se levantó de golpe y empezó a caminar, pero al pasar al lado del muchacho, este hizo algo completamente inesperado. Incluso para él mismo.

Tomó a Akari de la muñeca y la jaló hasta hacerla caer a su lado sobre el edredón.

Ella, por supuesto, se lo atribuyó a su estado enfermo.

Intentó zafarse empujándolo, pero sólo ganó que el chico la apretara más contra él.

—Taiki, basta —ordenó —. Tu mamá ha dejado encargado un par de cosas, las haré rápido y luego...

—¿Y luego te irás? —la interrumpió —. ¿Y no volverás hasta que me enferme otra vez y mi mamá te pida ayuda?

Akari se quedó callada. ¿Qué estaba diciendo tan de repente?

Dejó que Taiki aligerara sus brazos por sí mismo para que después la soltase, pero eso no sucedió. En su lugar, se colocó a horcajadas sobre ella y acercó su enrojecido rostro a su oído.

—Taiki, estás enfermo. Déjame...—ella intentó volverlo a empujar, pero él sujetó sus manos con las suyas —. ¿Qué estás haciendo? Ya detente, no es divertido —exigió.

No estaba asustada, tampoco molesta. Solo algo incómoda al notar la posición en la que estaban.

—¿Y quién dice que debe ser divertido? —cuestionó el muchacho.

Quizás fuera su imaginación, pero la voz ronca de Taiki hizo que su espina dorsal sintiera una descarga eléctrica.

—Hace tiempo que no nos vemos y ya te quieres ir... ¿Acaso ya no quieres estar conmigo? —preguntó acercando sus boca muy cerca del oído de Akari.

—¡P... Por supuesto que no! —la pelirroja se aclaró la garganta al notar su tartamudeo. La cercanía de Taiki le provocaba un montón de emociones que ella creía superadas —. Es solo que no he tenido tiempo, eso es todo.

—Tiempo... —repitió Taiki y soltó una ligera risa. Por alguna razón, Akari nunca había visto antes esa personalidad carnívora del chico —. Hey... Me gusta lo que llevas puesto —susurró.

Está bien. Akari sabía que Taiki nunca mencionaría algo así tan a la ligera. Mucho menos en una situación como esa.

Eso fue lo que la hizo darse cuenta de la razón que llevaba: todo se debía a su fiebre.

Así que lo dejó ser y decidió escuchar todo lo que tenía que decir. Quizás y decía algo interesante.

Suspiró a modo de respuesta y dejó de forcejear.

—A decir verdad, me gusta todo lo que te pones —comentó —. Para mi, todo queda perfecto en ti. No sé qué es lo que me pasa, pero a veces incluso sueño contigo —confesó haciendo que Akari se sonrojase.

—¿Desde hace cuánto? —preguntó, curiosa de verdad.

Taiki sonrió y se dejó caer a un lado sin soltarla.

Akari sabía que si le dejaba seguir hablando en cualquier momento se cansaría y ella podría esperar en la sala a que la señora Kudou llegase.

—Hmm... Creo que desde aquella vez que fuimos a la playa con todos nuestros amigos —respondió y el cerebro de Akari se puso a analizar su respuesta.

De eso habían pasado unos dos años, cuando ambos tenían catorce años.

—Wou... —mencionó —. Eso es mucho tiempo.

Taiki apoyó si cabeza en el hombro de Akari y asintió en silencio.

—Es lo que causas en mi —contestó —. De hecho, te diré un secreto ¿puedo?—Akari asintió —. Cada vez que veo a alguna chica bonita usando ropa bonita lo único en lo que puedo pensar es que eso se vería mejor en ti.

La pelirroja casi deja salir una carcajada. No era que se estuviese burlando de los sentimientos del muchacho, sino todo lo contrario. Se estaba burlando de los de ella.

Creía que lo había superado.
Taiki nunca le había dado razones para hacerla creer que él gustaba de ella y eso la había deprimido hasta hacía un año, pero parecía que estaba equivocada.

Dejó a Taiki solo sobre la cama en cuanto notó que se había quedado dormido y bajó al primer piso para hacer lo que la señora Kudou le había encargado.

---

Al día siguiente, Akari volvió a ir a la casa de Taiki para ver como estaba.

Fue el mismo muchacho quien le abrió la puerta.

—¡Ah! ¡Akari! —dijo sorprendido como si no la hubiese visto el día anterior —. ¿Qué haces por aquí?

Ella saludó y sonrió.

—Vine a ver como estabas. Tu mamá me envió un mensaje diciendo que ya estabas mejor por lo que decidí venir a molestar un rato.

—Tú nunca molestas, ven, pasa —se hizo a un lado y la dejó entrar.

Conversaron por un par de horas hasta que llegó el momento en el que Akari decidió que ya era hora de irse.

Al parecer Taiki no recordaba mucho de lo que había pasado el día anterior y seguramente creía que lo que recordaba había sido un sueño.

A Akari no le importaba en realidad. Le bastaba con saber que todavía era, y seguiría siendo, parte importante de la vida de Taiki.

—¿En qué piensas? —le preguntó Taiki una vez que cruzaron a la otra vereda.

—En que ha pasado mucho tiempo desde la última vez que me acompañaste a tomar el tren —respondió Akari con una sonrisa.

Taiki sonrió.

—Bien, esperemos que no pase mucho tiempo hasta la próxima vez ¿está bien?

Akari asintió. Parecía que Taiki también se había metido en sus pensamientos.

Estando ya en la estación, una hermosa chica pasó al lado de ambos y Taiki se la quedó mirando.

—Hmmm...—sonrió Akari.

—Eh.. Etto... Yo... No es lo que...—tartamudeó.

—¿Y qué si no? —preguntó —. ¿Estás pensando en que su vestido se vería mejor en mi?

Taiki entró en shock y se sonrojó al oír aquello.
Akari nunca había visto tal expresión tan graciosa en el chico.

—Vaya, acerté —rió un poco.

—Pero... ¿Cómo lo...?

—Porque te conozco, Taiki.

Y fue entonces que el chico recordó todo lo que había pasado la tarde anterior en su casa. Se sonrojó más de lo que alguna vez lo había hecho en toda su vida.

Justo cuando Akari ya estaba subiendo al tren que la llevaría a su casa, el muchacho entró en acción y la tomó de la cintura para darle media vuelta y mirarla frente a frente para después besarla antes de que le dijera algo.

Esta vez, ella fue la que se quedó en shock.

—Espero que ahora vengas más seguido —le dijo Taiki, volviendo a su personalidad carnívora para luego empujarla dentro del tren y despedirse con una mano.

Un minuto más tarde, cuando el transporte empezó su camino, Akari reaccionó. Todos los pasajeros la estaban mirando, probablemente a su rostro completamente rojo.

Pero luego sonrió y cerró sus ojos para enviarle un texto al castaño.

Taiki estaba loco si creía que ella iba a ser la única en gastar dinero en el pasaje.

HOLAAA! Así es, no están soñando, he vuelto y debo decir que estoy frustrada con este capítulo.
Les voy a decir la verdad: Este no era el capítulo que tenía en mente.
Por eso no está tan bueno, pero les explicaré qué pasó.

Yo tenía un hermoso capítulo en mis manos. Ya lo estaba escribiendo, iba más de 2000 palabras y ¡BOOM! La aplicación del móvil decide fallar.

Bueno, dije, seguro el proceso ya se habrá guardado... ¡PERO NOOO! Se había borrado el 90% de lo que llevaba. Y eso, eso me dolió en el corazón 💔.

Sin embargo, yo tenía ganas de crear algo así que salió esto.

Nota mental: No confíes en las app's y siempre usa una computadora.

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