Bajo La Noche Estrellada

—¿Ya los viste? —preguntó apoyado frente a la ventana cual perro moviendo la cola.

—No —contestó sin despegar la mirada de su juego de cartas.

—¿Los estás viendo? —insistió.

—Que no —volvió a decir.

—¡Ya los viste y por eso no estás volteando a verlos ahora! —Yuu sintió uno de sus ojos temblar antes de levantarse del suelo y dejar a Damemon en su turno.

—Tagiru...

—Uh... ¡Ha pasado mucho tiempo desde que molesté a Taiki-san con Akari-san! —Tagiru, en cambio, ajeno al aura molesta de Yuu, continuaba mirando a través de la ventana con una sonrisa de guasón.

—¡Ya cállate!

—¡UUGH-...!

Menos de dos segundos bastaron para que Yuu pudiera acertar un golpe en la boca del estómago de Tagiru para callarlo.

Claro, podría haberle pedido a Damemon que lo hiciera por él, pero eso habría llamado la atención más de lo necesario.

—Ara, ¿qué hizo Tagiru-kun ahora? —preguntó alguien acercándose desde la cocina de la cabaña.

Su ropa era bastante cómoda y normal, muy contrario a la que estaba acostumbrada.

—¡No hice nada, Nene-san! —exclamó el aludido arrastrándose como si a penas le entrara aire a los pulmones.

La esquina de su camiseta se atracó en una de las maderas del suelo, lo que hizo que se diera se cara contra el mismo.

Las maderas crugieron cuando dos seres más se acercaron con las patas cruzadas frente a su pecho.

—Cielos, Tagiru, han pasado ya seis años desde que nos conocemos, ¿cuándo vas a madurar? —preguntó Gumdramon sin ofrecerle su ayuda para levantarse, mas inclinándose burlescamente.

A su lado, el otro digimon suspiró.

—Tú no eres quién para hablar, enano.

—¡Cierto, cierto dame~!

—¡Eek!

Nene y Yuu rieron ante la interacción de los digimon. Cada vez que estaban juntos el ambiente se volvía más animado que de costumbre y aunque las veces se habían vuelto más escasas con el paso de los años, era obvio que ninguno cambiaba.

Yuu oyó a su hermana suspirar.

—¿Nee-san?

Nene rió y negó con la cebeza antes de devolverle la mirada.

—No es nada, Yuu. Es solo que me alegra haber encontrado tiempo para hacer este viaje con ustedes.

Esta vez fue Yuu quien suspiró, decidiendo ayudar, por fin, a Tagiru a ponerse de pie otra vez.

—Sí... Con lo ocupados que estamos todos ahora, es más difícil encontrar tiempo.

—Ugh... ¿Solo por eso me golpeaste, Yuu? ¡Estaba bromeando! —Tagiru reclamó dejándose caer sobre el mullido sofá.

La verdad era que habían intentado reunir a todos otra vez antes de que tuvieran que volver a clases o, en el caso de Nene, a trabajar. Habían decidido que sería un corto viaje a las montañas junto a los digimon, nada más, pero aún así tanto Kiriha como Zenjirou no habían podido participar.

—Tsk, no bromees con eso, Tagiru. Puede que no parezca mucho, pero Taiki estaba preocupado por no poder ver a Akari durante el viaje —explicó Shoutmon moviendo una pata como si fuera obvio.

—¿Huh?

—Ah, es verdad —Nene se llevó el dedo índice a la mejilla —. Akari me comentó que quizá no podría lograrlo. Con todo lo del viaje a América...

—¡¿Eh?! ¡¿Viaje a América?! —repitieron Tagiru y Gumdramon al mismo tiempo.

Yuu rodó los ojos antes de que su hermana se pusiera a explicar la situación.

No es como si Akari-san se fuera a vivir a América. Ella misma había establecido que nunca podría vivir tanto tiempo lejos de Japón, pero igual quería ver aunque sea una vez el resto del mundo.

Su universidad le había dado la oportunidad de un intercambio estudiantil y aunque tomó los exámenes sin esperar ganar, lo hizo. Y ahora tenía que preparar un montón de cosas antes de irse, por lo que estaría muy ocupada la siguiente semana.

—¿Todo un año? ¡Akari-san es asombrosa! —halagó Tagiru volviendo a mirar por la ventana.

Nene asintió.

—Correcto. Y Kiriha va a ayudarla cuando esté allá.

—En resumen —Gumdramon miró a los demás —, como no van a estar juntos en todo un año, están aprovechando todo este viaje.

—Sí, así que lo mejor será dejarles en paz —Yuu entrecerró los ojos en dirección a Tagiru, quien sólo miró a otro lado mientras silbaba suavemente.

Shoutmon sonrió y miró por la ventana. A pesar del frío de afuera, estaba seguro que los dos se sentían más cálidos que nunca en compañía del otro.

Por supuesto, eso no evitaría que los molestara después.

~°~

Las estrellas en las montañas brillaban más que en la ciudad.

Taiki podía decir eso con seguridad, sin embargo no era eso lo que le gustaba más de estar en ese lugar aislado.

—En serio, Taiki, ¿está bien hacerlos esperar? —preguntó su acompañante con una mirada preocupada.

Taiki sonrió.

—Está bien, Akari. Estoy seguro que Shoutmon los debe estar entreteniendo. Además, estoy cómodo aquí, todavía no quiero irme.

Akari rodó los ojos y sonrió volviendo a mirar hacia el cielo nocturno.

Sus manos enguantadas jugaban ligeramente con su cabello mientras él usaba sus piernas de almohada.

—No tienes remedio —terminó por decir, pero no hizo ningún ademán de moverse.

Después de todo, ella también sabía que pronto no podrían estar juntos como en ese momento.

El silencio los rodeó un rato. No incómodo. No molesto. Solo era silencio. Silencio en el cual uno podría dormir tranquilamente.

El viento frío chocó contras sus mejillas y movió su cabello, entonces su sonrisa fue reemplazada por una expresión más seria.

—Así que un año, huh... —comentó.

Akari se mordió el labio inferior, pero luego lo volvió a mirar con una sonrisa.

—Debes tratar de morir por sobreesfuerzo mientras no estoy.

—Sabes que extrañarás hacer todas esas cosas.

Ella rió levemente.

—No lo sé, quizá lo tome como unas vacaciones.

—Bueno, yo sí te extrañaré.

No lo dijo con la intención de molestarla o avergonzarla. Taiki estaba diciendo lo que realmente quería decir en ese momento. Quizá en un vano intento por hacerla cambiar de opinión y rechazar la beca.

Pero Akari solo negó con la cabeza al mismo tiempo que sus mejillas se sonrojaban.

—Sabes que yo también, pero solo es un año.

Un año.

En un año podían pasar muchas cosas y ninguno de los dos seguía siendo un niño como para no saberlo.

Taiki estiró una mano hacia ella y la colocó en su cálido rostro.

—Vas a regresar, ¿no?

Akari frunció el entrecejo con una expresión agraciadamente confundida.

—¿De qué hablas? Por supuesto que lo haré.

—¿Y prometes que no me cambiarás?

—¿Huh? ¿Qué pasa contigo, Taiki? No es normal que estés tan preocupado. No soy tan popular como tú, sabes.

Taiki presionó los labios.

Puede que Akari no lo supiera, pero no todas las miradas a ella eran con la intención de hacer amistad. Asistían a la misma universidad y aunque no se movían en los mismos círculos sociales aparte del de los hunters, Taiki había oído muchas veces hablar de ella.

¿Y cómo no? Akari era bonita, con un fuerte carácter y buen sentido de justicia. A diferencia de él que lo había comenzado haciendo todo por un sentimiento de autosatisfacción, Akari siempre había sido y era leal a sus sentimientos.

Incluso había escuchado comentar a sus compañeros lo envidiosos que estaban de él por tener a alguien como Akari a su lado.

Taiki simplemente no podía evitar preocuparse.

—Solo... ¿Puedes prometerlo? —pidió.

Akari exhaló y el vaho de su respiración se notó.

—Está bien. Sí. Lo prometo.

Entonces Taiki pudo sentarse tranquilo, dejando que Akari se acomodara sobre la manta que habían puesto en el suelo.

—Gracias... En serio.

Por todo. Por todo lo que ella había aguantado por él. Por todo lo que ella había hecho por él. Por todo lo que todavía hacía por él.

Akari juntó sus manos con las suyas, entonces.

—Estás tan dramático.

Taiki se encogió de hombros con una sonrisa. Era lo que ella le provocaba. Ser dramático. Preocuparse en exceso.

Solo podía pasar por Akari.

Porque él la necesitaba en su vida.

—Te amo. ¿Acaso no es normal? —quiso saber.

Otra vez, Akari se sonrojó sorprendida por la declaración repentina —aunque no fuera la primera vez que se lo decía —y sonrió.

—No tienes remedio —repitió exhalando—. Pero así es como te amo supongo.

Por esos segundos en silencio fueron solo ellos bajo la noche estrellada. Con sus manos unidas y sus miradas conectadas.

Por esos segundos el mundo fue solo suyo.

—¡Oigan, par de tórtolos enamorados!

Y esos segundos se acabaron más pronto que tarde cuando la fuerte voz de Tagiru cortó el silencio.

—¡La cena está lista!

Ambos comenzaron a reír por la irreal situación sin importarles haber sido interrumpidos.

Aún cogiéndose de las manos, ambos regresaron a la cabaña junto a sus amigos.

Todavía tenían tiempo, después de todo.

Y, después de un año, tendrían todo el tiempo del mundo.

~°~

¡Fua! Hacía muuucho tiempo que no escribía de estos dos amores. No sé qué tal me salió, ¡pero espero que a los que siguen por este Fandom les haya gustado!

Este one-shot va dedicado a _JulieWinter como un regalo de bienvenida —mentira, me obligó a hacerlo —y por el re-estreno de Digitalizados. Espero que las cosas salga como quieras.

¡Suerte!

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