Capítulo XXXIV: Descansa en Paz, Akari

     El incendio provocado por Cho-Hakkaimon fue tal que los edificios adyacentes también se prendieron en llamas. El Xros Heart tuvo que correr un largo trecho cubriéndose la nariz y la boca con sus ropas para evitar inhalar el humo. Llegaron finalmente a una bodega vacía, Zenjirou se alegró de que la zona industrial donde se encontraban fuera completamente distinta al sitio donde se ocultaban los hombres de Zero. Con todo, no podían estar totalmente seguros hasta no atrincherarse.

     Kiriha derribó una de las puertas a punta de patadas mientras Tagiru aferraba con fuerza a Taiki por los brazos. El pobre y devastado chico no dejaba de gritar, Airu se sentía totalmente aterrada tan sólo de verlo. Entraron a trompicones cuando la puerta se abrió y Kiriha la bloqueó colocando pesadas vigas de acero para atrancarla. No era la mejor barrera pero sí les daría un par de minutos de ventaja si alguien intentaba entrar. Un Candlemon de Airu se encargó de iluminar la oscuridad, el sitio estaba totalmente vacío.

     — ¡Cálmate!  —exclamaba Tagiru mientras le daba sacudidas a Taiki.

     Kiriha tuvo que relevar a Tagiru en su tarea de controlar al pobre chico. Lo sostuvo de pie un par de segundos antes de asestarle un fuerte puñetazo en el rostro que lo derribó. Airu retrocedió y Tagiru intentó reclamar. Afortunadamente para Kiriha, y el resto, Taiki se vio beneficiado con el golpe. Dejó de llorar y sus gritos se apagaron. Se levantó tambaleante y agradeció que el dolor en su mejilla ahogara la opresión en el pecho. Miró entonces a Kiriha, la capa de lágrimas no desaparecía de sus ojos grises.

     —Akari… —balbuceó el chico con voz quebradiza—. Akari está… Está…

     Se abrazó a sí mismo con fuerza y los sollozos volvieron, el grupo agradeció que no estuviera tan enloquecido como antes. A causa de su anterior locura, ninguno de sus amigos se atrevió a acercarse. Fue Kiriha quien, realizando una acción nada común en él, acortó la distancia que lo separaba de Taiki y lo envolvió en un fuerte abrazo. Taiki lo devolvió y sollozó sin control en el hombro de su amigo.

     Lo que el general más quería en ese momento era una mano amiga que le demostrara apoyo… Eso, o un arma para introducirse una bala en el cráneo y acompañar a Akari. Agradeció para sus adentros que Kiriha lo acompañara en lo que, seguramente, era el momento más devastador de su vida.

     Nene bajó de un salto del Gawain cuando volvieron al refugio.

     Literalmente, abrió la compuerta y saltó desde aquél sitio. Al caer, echó a correr sin importarle el dolor que sentía en sus piernas a causa del aterrizaje desde tal altura. Le dio un empujón a Kallen para sacarla del camino y Zero la siguió con la misma velocidad. A su paso, Nene dejaba una estela de lágrimas.

     Akari yacía sin vida sobre la plataforma donde Zero solía dar sus discursos. Diethard estaba junto a ella y tenía las manos manchadas de sangre pues estaba intentando examinar la herida. Akari se veía tan vulnerable, tan insignificante… Era injusto.

     Nene se dejó de caer de rodillas junto a ella y le buscó el pulso con desesperación. El cuerpo de Akari comenzaba a enfriarse. Diethard no pudo evitar mirar a Nene con impotencia.

     —Akari… —sollozaba la pobre chica—. Akari, despierta… —suplicó.

     Le dio una sacudida por los hombros pero no funcionó. Nada funcionó, nada funcionaría.

     —Diethard, dame el informe —exigió Zero con frialdad.

     El aludido se preguntó en qué momento se había convertido en el médico oficial de la Resistencia.

     —Al parecer, la bala perforó su corazón —explicó—. No hay nada que hacer.

     —Y después de toda la batalla, es bastante obvio que no sobreviviría aunque pudiera —aportó Oggi.

     Nene parecía totalmente ajena a la conversación. Zero, devastado por la forma en la que su amada sufría, tomó un profundo respiro y habló en voz alta para todos:

     —Váyanse —dijo—. Déjenme a solas con Nene y la chica fallecida.

     — ¿Que nos vayamos?  —reclamó Kallen ofendida.

     —Hicieron un gran trabajo hoy —concedió Zero—. Ahora váyanse, Nene necesita un tiempo a solas para despedirse de su amiga.

     —Pero, Zero… —intentó decir Tamaki.

     — ¡Todavía tienes que explicar a detalle lo ocurrido con Cornelia!  —secundó Oggi enfurecido.

     — ¡A callar!  —Llamó Zero con severidad y se hizo el silencio—. ¡Dije que se vayan! ¡Mañana nos reuniremos de nuevo y tendrán todas esas explicaciones! ¡Ahora, largo de aquí!

     No tuvieron más opción que obedecer. Kallen vio a CC dedicarle una caricia en el hombro a Nene para demostrarle su apoyo antes de retirarse. Intentó acercarse pero su antipatía contra la devastada chica fue más fuerte. Quiso también demostrarle sus condolencias pero las palabras no salieron de su boca. De igual manera, Nene estaba demasiado ocupada llorando la muerte de su amiga como para darse cuenta. Kallen fue la última en retirarse y Zero esperó a que todos se fueran para cerrar la puerta, asegurarla y sacarse la máscara para que su conversación con Nene fuera más amena.

     Si bien consideraba que el sonido más bello del mundo era la risa cruel que Nene soltaba al burlarse de él, escucharla sollozar le partía en mil pedazos el corazón. La chica se encontraba llorando encima del estómago de Akari, ahogaba sus lágrimas con la tela de sus ropajes y no dejaba de apretarle con fuerza sus pequeñas manos frías. En el rostro de Akari había un surco de lágrimas, sin duda las había liberado poco antes de morir. O quizá, aquél fue el último vestigio de vida que fue liberado tras soltar su último suspiro.

     Lelouch no pudo evitar sentirse culpable y se preguntó qué habría pasado de ser él el asesino de la pobre chica. ¿Nene lo habría perdonado alguna vez? Claro que no, la idea era bastante ridícula. Ni el fuerte amor que sentía el uno por el otro habría podido ayudarlos a superar aquello. Fue por esa razón que se sintió agradecido de que fuera Cornelia la homicida. Tuvo que hacer un enorme esfuerzo para dejar de divagar y concentrarse en la chica que sollozaba.

     Se agachó junto a ella y la tomó por los hombros para alejarla del cuerpo de Akari. Nene, sin decir nada, lo envolvió en un fuerte abrazo y hundió el rostro en su pecho. Lelouch sólo pudo decir lo primero que le llegó a la cabeza.

     —Lo lamento mucho, Nene.

     Ella agradeció que las palabras salieran de su boca con la voz amable de Lelouch y no con la frialdad de Zero. Lo abrazó con más fuerza al ser incapaz de articular palabra alguna. Era imposible concentrarse en otra cosa que no fuera su amiga, en especial estando en compañía del cadáver.

     —Podemos enterrarla en la mansión —le aseguró Lelouch tras besar su cabeza con cariño—. Así estarás siempre cerca de ella. Le explicaremos a Nunally lo ocurrido y juntas podrán cubrir su tumba de flores, cualquier cosa con tal de ayudarla a descansar en paz —seguía diciendo—. Si tú quieres, podemos hacer una lápida. Tú elegirás el epitafio. Le daremos un funeral decente, todos nosotros guardaremos luto por ella.

     Pero Nene ya no lo escuchaba. Sería imposible describir la forma en la que se sentía. Sólo puede explicarse diciendo que aquella fue la primera vez que Nene deseó jamás haber llegado a Britannia.

     Tal y como Lelouch había prometido, Akari fue enterrada en el jardín de la mansión Ashford.

     Aunque Diethard insistió en organizar un funeral digno, sin entender en realidad porqué Zero quería hacer semejante cosa, Nene se negó.

     —Sólo quiero que pueda descansar —le dijo a Diethard en un par de ocasiones.

     El entierro lo realizó Zero a altas horas de la madrugada para evitar llamar la atención. La lápida era de mármol y con letras doradas rezaba lo siguiente:

Akari Hinomoto

2002 – 2018

Tú significas para mi más de lo que las palabras pudieran expresar.

     El epitafio fue elegido por Nene.

     Sobre la lápida reposaba un Cutemon fabricado con origami, cortesía de Nunally, en el que Nene escribió las palabras “descansa en paz”. Sabía que a Akari le hubiera gustado tan lindo detalle. El resto estaba adornado con cientos de adornos florales, la mayoría enviados por parte de la Orden de los Caballeros Negros. Todo por orden de Zero, claro está. Lelouch se encargó de quemar todas las cintas que expresaban condolencias para que, en caso de que alguien descubriera la tumba, no pudieran ligar el acontecimiento con Zero. Y mucho menos involucrar a Lelouch.

     Pasaron dos días en los que Nene no se despegó de la tumba, dos días en los que Lelouch se devanó el cerebro pensando en qué podía hacer para ayudar a su amada a superar todo ese dolor. Fue aquella la primera vez que Lelouch deseó que el Xros Heart jamás se hubiera involucrado en sus asuntos. Pero, para fortuna de la desdichada pareja, Lelouch tenía un poder especial. Sabía que era momento de usar su Geass y su rebelión para algo distinto a conseguir su propio beneficio.

     Vengaría a Akari Hinomoto.

     Por Nene y por él mismo.

     Tenía que aceptar que también le devastaba que Cornelia hubiera sido capaz de asesinar a una Eleven a sangre fría. La bala que le quitó la vida a Akari estaba destinada a ejecutar a Taiki Kudou. Y Lelouch estaba decidido a asegurarse de que la siguiente bala de Cornelia se impactara en su destino sin herir a nadie más.

     Y luego, cuando Cornelia obtuviera lo que deseaba, sería el turno de Lelouch para realizar su movimiento. Tan sólo esperaba que el plan que estaba maquinando funcionara para beneficiarlos a todos. A él, a su rebelión… Y a Nene.

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