XI
Bajo el cielo teñido de tonos anaranjados y violáceos, Myah observó desde una distancia segura, escondiéndose junto a Lopmon detrás del grueso tronco de un árbol, a un grupo de digimon deleitándose en su propio juego entre las flores y los arbustos. La diversidad era evidente: algunos de ellos ostentaban tamaños más imponentes que otros, mientras que algunos adoptaban la forma de plantas exuberantes o incluso insectos curiosos. Entre ellos, sólo unos pocos se asemejaban a los pequeños digimon que Theo llevaba consigo cuando los encontraron al abandonar las cúpulas. No podía decir si eran una familia exactamente, ya que recordaba que le habían dicho que los digimon no se reproducían como animales o personas, pero sin duda podía reconocer cierta dinámica al ver a los más grandes cuidar de los que apenas parecían cabezas saltarinas.
—Si no ayudas, no podremos volver pronto —y luego Ren habló y Jazamon picoteó uno de los árboles para cortarlo con un ataque, haciendo que los digimon volaran a sus escondites.
Myah hizo un mohín.
—¿Tenías que asustarlos? —inquirió, acercándose de nuevo para ayudar a recoger algunos trozos de madera que habían caído.
Tras enseñarles cómo funcionaba todo y todos en el cuartel y en otros lugares del exterior, más o menos, Lina terminó haciendo un sorteo para repartir tareas que faltaban hacer. Ya sea por buena o mala suerte, a Myah le había tocado ir con Ren a recolectar la madera que usarían para la leña en los días posteriores, la que aparentemente no podía ser cualquier tipo de madera, sino una que no acumulara mucha humedad para que el fuego se prendiera bien y más rápido, y tampoco podía ser una madera demasiado blanda, porque si no habría demasiado humo que llamaría mucho la atención de tanto digimon curiosos y posiblemente hostiles como de otros grupos de personas que probablemente no eran amistosos.
No era de conocimiento común, claramente, para personas como ella, pero aparentemente la mejor madera que podían utilizar se encontraba hacia el Noreste, a unos tres kilómetros del cuartel y aunque realmente no era algo que se muriese por hacer, Myah entendía que el que no ayudaba, no comía y al menos ellos le estaban brindando un lugar para dormir mientras averigüaban exactamente por qué estaban ahí, ya que "salvar el mundo" no les proveía tanta información como les gustaría.
Ren la observó sin una expresión especial en la cara y ella continuó:
—Parecían amigables, quizá podríamos pedirles ayuda, ¿no, Lopmon?
Lopmon asintió repetidas veces, como para convencer de su punto a Ren, pero este solo se encogió de hombros, guardando los pedazos que Jazamon terminaba de cortar limpiamente.
—Solo hay que terminar con lo que nos pidieron —dijo —. Si fuera tan fácil como eso, créeme que todos podríamos vivir como lo hacen en las cúpulas.
—Hm... —Myah lo observó por unos segundos, pensativa —. Y según tú, ¿cómo es vivir en las cúpulas?
—¿No lo dijiste antes? —preguntó de vuelta, sin ánimos de iniciar alguna clase de debate —. Pacífico.
Pacífico... Ciertamente, esa era la palabra que había usado, pero no creía que hubieran entendido o intentado entender a lo que se refería.
—Es pacífico para los humanos —ella explicó —. Pero, ¿realmente se le puede llamar paz a algo que ocurre por miedo a consecuencias peores?
Ren le dirigió la mirada, preguntándole en silencio qué quería decir, mas solo había que pensarlo. Aina y Theo habían visto cómo utilizaban a los digimon para cierto fin que desconocían, del mismo modo siempre se los habían pintado como seres con ansias de lucha, únicamente de lucha y destrucción, por lo que las barreras eran todo lo que los protegían; sin embargo...
—Es imposible que los humanos y los digimon hayan coexistido desde siempre, o desde hace muchos años, ¿no? —ella comentó, dándole una mirada a Lopmon —. A lo que voy es, debe haber otras formas, ¿no?
Oyó un suspiro por parte de Ren y alzó la mirada. No es como si estuviera agotado o aburrido, más bien él genuinamente estaba buscando una forma de responder.
—Al menos de nuestra parte, no hay manera de saberlo —él terminó diciendo —. No hay muchos ancianos por aquí después de todo, y solo hemos sobrevivido gracias a las enseñanzas que nos han heredado —miró hacia el cielo y luego hacia las bolsas con madera cortada. La pausa confundió a Myah, pero esperó a que continuara —. Pero si estás interesada... supongo que tenemos tiempo.
—¿Tiempo? —Myah repitió.
Ren asintió.
—Sígueme.
Con una sensación similar al desconcierto, mezclado con curiosidad ante la iniciativa tomada por Ren, Myah intercambió una mirada con ambos digimon compañeros para empezar a seguirlo. Él la llevó a una zona un poco más profunda del bosque, donde el espesor de los árboles apenas les dejaba vista hacía adelante. Tuvo que empujar muchas ramas y hasta trepar con dificultad unas raíces enormes para no perderlo de vista, mientras que tanto él como los Lopmon y Jazamon se movían como si fuera lo más natural del mundo. No fue hasta que llegaron al borde de un pequeño claro que se detuvieron y agachándose, Ren se llevó su dedo índice a sus labios para indicarles que no hicieran ruido. Ahí, un grupo un tanto más grande de digimon de distintas especies comía tranquilamente junto a unos troncos de árboles caídos.
—Entre ellos mismos pueden llegar a ayudarse, he visto algunos grupos que crean pequeñas sociedades entre ellos y colaboran para su supervivencia —le explicó con calma, casi en un susurro, apuntando con su mano a los más pequeños —. La comida que traen los grandes ayudará a los pequeños a evolucionar y los más grandes saben que así podrán tener más ayuda para defender al grupo.
La chica se iluminó con interés, una expresión similar a la de una niña con una curiosidad pura chispeando en sus ojos. Ren apenas la miró de reojo, pensando en cómo un conocimiento tan sencillo que todos en el Cuartel tenían la había puesto así.
—Sin embargo —aún así, tristemente había tenido que interrumpir su ensoñación, justo cuando un nuevo digimon aparecía de la nada, desde el otro lado del bosque. Él tomó su digivice como precaución, pero aquel digimon que se asemejaba a un león, "Liamon" según la pantalla del digivice, ni siquiera los notó cuando saltó sobre uno de los digimon que parecían plantas. Al instante, el digimon pequeño explotó en datos y luego otro de los digimon, "Sunflowmon", simplemente atacó sin pensar mucho en los que no habían logrado ocultarse todavía. Myah se llevó las manos a la boca para evitar que cualquier sonido innecesario se le escapara, aunque Lopmon y Jazamon observaban atentos —. Como dije, deben defender al grupo, y ahí es donde la cadena se complica.
—Los digimon que atacan las Cúpulas, esos...
—El instinto de lucha es real —la interrumpió el pelirrojo, todavía manteniendo la mirada en el claro —. No tienen que cazar para sobrevivir, sino para evolucionar. Disfrutan peleando, pero los más débiles siempre se unen. Ahora mismo sería demasiado riesgoso acercarnos pero si ves las Cúpulas desde el exterior, están totalmente rodeadas día y noche por Digimon realmente agresivos que ya dejaron atrás la necesidad de estar en grupo.
—¿La supervivencia del más fuerte entonces? —Myah dudó, empezando a dar media vuelta para dejar atrás la lucha que no se detenía —. Pero, ¿eso no contradice lo que son Lopmon y los demás? Incluso los digimon que Theo ayudó...
Ren negó.
—No exactamente. A diferencia de los animales, todos los digimon tienen un cierto nivel de entendimiento. Simplemente eligen querer ser los más fuertes, absorbiendo todo tipo de datos que puedan —habiendo guardado su digivice, se agachó para acariciar a Jazamon, quien felizmente empujó su cabeza hacia su mano —. Si te das cuenta, los que Theo sacó de la cúpula simplemente hicieron lo que harían aquí afuera: juntarse con quien puede ayudarlos. Independientemente de si tienen un lazo o no. Mientras que nuestros compañeros, según lo que dijo Joseph, tienen un vínculo con nosotros.
—Un vínculo... —Myah observó su propio digivice y recordó su primer encuentro con Lopmon —. Cierto, desde el inicio dijiste que era tu elegida, ¿no? ¿Cómo lo sabías?
—Hm... —Lopmon miró hacia el cielo, con una patita en su mentón —. ¿Solo lo sabía?
Como si ya estuviera programada para eso, Myah inclinó la cabeza.
—Entiendo, pero eso... —la chica trató de encontrar la manera de explicarse. Para ese momento ya habían vuelto al lugar en el que habían estado tallando para iniciar y realmente no sería bueno si tardaban mucho más —. ¿No quiere decir que hay un límite para lo que buscan? Ya que todos son seres sensibles...
Esto lo dijo acariciando la cabeza de Lopmon con ternura.
Ren se encogió de hombros.
—No hemos descubierto una manera óptima de diferenciar aquellos que sí estarán dispuestos a atacar, pero muy comúnmente, o bueno, eso pienso yo, los realmente fuertes tienden a ser solitarios...
Myah inclinó la cabeza. Ren era del tipo que aprendía observando, aparentemente.
—¿Has visto grupos que ataquen?
Asintió distraídamente.
—Hace tiempo, cuando todavía iba de lado a lado con mis padres —contestó, ponderante —. Tyran... Tyrannomon, o algo así. Supongo que entre ellos también tendrán sus propios acuerdos, con el objetivo de evolucionar todos juntos, en lugar de solo cuidarse las espaldas la mayor parte del tiempo.
—Ya veo...
Myah presionó los labios, solo para rendirse contra su propia sonrisa. No solo era la primera vez en toda esa locura que tenía toda una conversación fluida con alguien que no era Theo (quien ahora claramente tenía otra prioridad), sino que también había aprendido algunas cosas nuevas. No podía evitar sentir un poco de emoción y expectativa al respecto.
—Este mundo realmente es increíble —se le escapó sin querer.
Ren frunció el ceño, deteniéndose en seco. ¿Que acaso no acababa de oír que los digimon realmente atacaban indiscriminadamente solo para hacerse más fuertes? ¿O es que no había terminado de comprender lo peligroso que eso era? No era un pensamiento curioso, sino plenamente descuidado. Sin embargo, antes de que pudiera decir algo al respecto, un fuerte sonido lo interrumpió. Fue relativamente lejano y parecido a un rugido, aunque no del todo. Si el viento no hubiera estado soplando en su dirección probablemente ni le hubieran prestado atención.
—¿Qué fue eso? —Myah preguntó.
—No lo sé... —Ren miró hacia ambos lados, solo para después mirar hacia el suelo y ver un montón de sombras haciéndose cada vez más grandes. No tuvo que mirar hacia arriba para asegurarse cuando dejó caer todas las maderas que había juntado —. ¡CUIDADO!
—¡¿Huh?!
Antes de darse cuenta ya había saltado para empujar a Myah fuera del camino, golpeándose fuertemente al rodar por el suelo. Lo que sea que cayó en donde justo unos segundos atrás habían estado, levantó tanta tierra, partió tantas ramas y mandó a volar tantas hojas de los árboles que por unos segundos no pudieron ni ver ni respirar bien, tosiendo cada partícula que se pegaba a sus gargantas. Todo lo que habían juntado claramente quedó destrozado.
—¡Jazamon!
—¡Lopmon!
Ambos llamaron al mismo tiempo, preocupados, pero por suerte, los dos digimon aparecieron sin ningún rasguño, corriendo lo más rápido que pudieron al lado de sus compañeros.
—¿Estás bien, Ren? —Jazamon preguntó.
Ren asintió, levantándose. Con uno de sus antebrazos se cubrió el rostro mientras que con su mano libre ayudó a que Myah se levantara.
—¿Qué fue-...? —Myah tosió y se aclaró la garganta —. ¿Qué fue eso?
Él no supo qué responder, dudando de moverse de donde estaban.
O al menos eso fue así hasta que la nube de tierra empezó a disiparse y enormes digimon de color oscuro, con algo parecido a una máscara de gas en sus rostros, se abrieron paso en su campo de visión. Los cuatro se paralizaron cuando hicieron contacto visual con los mismos. Habrían unos cinco en total, todos con el mismo aspecto escalofriante y cada uno pareció analizar a ambos humanos individualmente. Ren, en toda su vida, jamás había visto digimon de ese estilo.
Lentamente soltó la mano de Myah para sacar de nuevo su digivice. En lugar de lanzarle un nombre como normalmente hacía, ahora la pantalla se mantenía mostrando la misma palabra: "analizando..."
Él frunció el ceño. Eso era raro, mas no pareció importante cuando los digimon empezaron a moverse, casi ignorándolos por completo al pasar de ellos.
—¿Nos... atacaron? ¿O no? —Lopmon preguntó, Jazamon inclinó la cabeza y Myah también buscó respuestas en él, pero para ser sincero, Ren no estaba seguro de la respuesta.
Los digimon ni siquiera se molestaban en evadir los árboles o saltar los arbustos, simplemente los atravesaban, abriendo su propio camino. Algunos digimon más pequeños salieron corriendo despavoridos, aves volaron sin rumbo y aun así parecía que ni los estaban registrando.
Una realización casi lo hizo jadear.
—Van en camino al Cuartel —notó.
Myah frunció el ceño.
—¿Cómo lo sabes?
—Es el único camino que lleva hacia ahí y aunque no sea su objetivo, entonces igual lo aplastarán al pasar por ahí —él trató de explicar lo mejor que pudo.
—Quizá... Quizá podemos hablar con ellos —Myah sugirió apresuradamente —. No nos atacaron realmente, solo cayeron sobre nosotros, ¿no? Lopmon, ¿podrías intentarlo?
Ren no tuvo tiempo de decirle que quizá no era una buena idea. Verlos le recordó a los Tyrannomon, pero de una manera diferente. Los Tyrannomon activamente buscaban peleas, estos digimon parecían tener otro objetivo en mente, si es que lo tenían.
¿O quizá es que Lopmon y Jazamon simplemente no llamaron su atención?
Pero si era el caso, entonces tampoco le prestarían atención cuando intentara hablarles. Lo que sea que pudiera teorizar, simplemente estaba siendo consumido por el inquietante sentimiento que ahora le aplastaba el pecho. Algo no andaba bien. Eso concluyó Ren cuando Lopmon llevó una patita a la frente como un saludo militar y empezó a correr tan rápido como podía.
Saltó al lado de uno, trató de hablarle, luego se interpuso en el camino del otro y solo entonces todos se detuvieron.
—Como decía, no pueden continuar por este camino, porque-... ¡WOAH!
No pudo explicar, porque de pronto, con una de sus patas, el digimon decidió intentar aplastarlo.
Myah soltó un gritó, pero por suerte Lopmon fue lo suficientemente veloz para esquivarlo. No tendría tiempo de evadir un segundo ataque, sin embargo, así que Ren rápidamente alzó su digivice y el código binario no tardó en aparecer y rodear a su compañero como quien lanza una red.
—¡Jazamon!
—¡Jazamon digievolves... Jazardmon!
Con su alta velocidad, Jazardmon voló a rescatar del siguiente ataque a Lopmon, tomándolo básicamente por las orejas y dejando que el digimon raro golpeara el suelo con toda su fuerza. Al mismo tiempo, apenas tuvo la oportunidad, dio media vuelta para volar directamente hacia su atacante,
—¡Ojo láser! —solo para comenzar a atacar con los rayos láser de sus ojos mientras que Lopmon lanzaba burbujas de aire súper congelante.
Myah jadeó de preocupación y volteó su vista a Ren, que ahora estaba completamente enfocado en lo que estaba pasando frente a ellos, sus ojos analizando cada movimiento tanto de Jazardmon y Lopmon, como de los enemigos.
Sintiéndose un tanto impotente, apretó los puños contra su cuerpo, tratando de ocultar la culpa de haber sido descuidada. No sabía qué podía hacer, cómo ayudar a Ren y a sus compañeros, puesto que aunque solo uno de los digimon había empezado a prestarles atención, la diferencia de poder era abrumadora.
Si Ren podía hacer a Jazardmon evolucionar, ¿cómo podía ella hacer algo similar por Lopmon? No le había dado la debida importancia hasta ese momento, asumiendo que simplemente pasaría y ahora no podía distraer la concentración del chico de la batalla, puesto que gracias a sus indicaciones era que Jazardmon lograba esquivar la cantidad de ataques que le llegaban. Lopmon casi cae de su espalda, aterrando por un momento a la chica, que sabía que una vez en el suelo sería presa fácil.
—No sé cuanto más aguantaremos así —dijo Jazardmon a Lopmon, quien solo trataba de seguirle el ritmo con los ataques lo mejor que podía, más defendiendo y desviando ataques que atacando en realidad.
—No sé cómo ayudarte —confesó Lopmon —. No tengo su nivel.
Ren entre tanto pensamiento y toma de decisiones, tuvo la idea de decirle a Myah que tomara a Lopmon y fuera por ayuda, pero no estaba seguro de si los Troopmon permitirían que ella se alejara, o que en el camino de vuelta no encontrara alguna otra amenaza y Lopmon no pudiera defenderla, ya que de todas maneras tenía que atravesarlos. En todos los casos que su mente le presentaba, las cosas podían salir mal.
Uno de los digimon de pronto lanzó un ataque hacia ellos. Bueno, en realidad fue hacia Jazardmon, quien por poco lo esquivó; sin embargo, Lopmon tuvo que bajarse para poder desviar con su viento congelante la onda de energía.
Myah y Ren cayeron a un lado de todos modos.
—¡Agh!
—¡Myah, muévete!
La más joven solo pudo cubrirse con los brazos al oír la voz desesperada de Ren, cuando ramas de todos los tamaños y todo el follaje que podía casi le cae encima.
—¡Pequeño tornado!
Mas si no hubiera sido por Lopmon, que llegó a tiempo, igual no habría servido de nada.
Ella apretó la mandíbula, exasperada, asustada, perdiendo la oportunidad de agradecer al ver que no tenía sentido.
Lopmon estaba dispuesta a luchar de todos modos, aun cuando no tenía ni idea de cómo. Myah se preguntó cómo podía hacerlo, qué necesitaba, qué hacía falta. ¡No podía dejar que los demás se encargaran de todo, quería saber cómo funcionaba la evolución!
"¿Quieres saber?"
La pregunta de su digivice cruzó su mente en un instante.
Claro que quería saber, necesitaba saber, porque si no ahí mismo, Ren, Jazardmon y Lopmon podrían no salir de esa. Ella misma no la contaría sola.
Y no estaba dispuesta a permitirlo. No después de todo lo que había aprendido ese día, quería seguir, experimentar, investigar, descubrir.
Pero principalmente quería saber para que su conocimiento pudiera ayudar a alguien. Para ser útil.
No le bastaba con conformarse. Si iba a salvar el mundo, tenía que saber cómo.
¡Quería saber!
Su digivice brilló en su bolsillo y ella enseguida emuló lo que Ren hizo, justo cuando Jazardmon era golpeado contra un árbol. Los 0s y 1s se desplazaron alrededor de Lopmon y lo rodearon como si fuera un cálido abrazo.
—¡Lopmon!
El digimon asintió.
—¡Lopmon digievolves... Turuiemon! —al salir de la luz, con un salto al momento exacto en el que otro ataque buscaba darle, el digimon que apareció no fue más un conejo del tamaño de un peluche, sino uno más grande, con armas en los puños y ropas similares a los uniformes que Myah alguna vez había visto en competencias de artes marciales.
El nuevo digimon, que brillaba con el nuevo y repotenciado poder de la digievolución, no perdió el tiempo.
—¡Garra ninja!
Con ambos guantes armados en sus patas y su agilidad natural, empezó a golpear múltiples veces al digimon desconocido, sin darle tiempo a reaccionar.
Al mismo tiempo que Myah observaba con admiración y un poco de orgullo, Ren sonrió de lado.
—¡Jazardmon, no te contengas más!
—¡Entendido, Ren! —esta vez, haciendo uso de su máxima velocidad, Jazardmon básicamente voló en picada, pasando justo al lado de Turuiemon. El cabello de Myah se agitó aun estando a unos metros de distancia —. ¡Volcán sónico!
Como cuando los vio por primera vez, Jazardmon disparó como si se tratara de un avión de combate. Las pequeñas explosiones lograron desbalancear al digimon, solo para que después Turuiemon tomara impulso con todo lo que tenía para saltar y seguidamente asestarle una patada que no solo pareció partirlo a la mitad, sino que también causó otra onda de energía que hizo trastabillar tanto a Myah como Ren.
—¿Turuiemon? —Myah llamó, con el digivice en la mano, cubriendo su nariz de la nueva ola de tierra y polvo que pasó en un segundo.
—Todavía no termina —escuchó la voz de su compañera, todavía concentrada en el grupo de los digimon que poco a poco se alejaba aún sin importarles nada más.
Jazardmon por su lado también se mantuvo alerta detenido en el espacio aéreo.
Ren frunció el ceño al notar que aunque el digimon desaparecía, sus datos no volaban ni eran consumidos por sus compañeros, sino que, por el contrario, su cuerpo se deformó como una bola de plastilina, optando por mantener lo que todavía parecía útil para arrastrarse hacia uno de los otros digimon.
Ninguno se detuvo para esperarlo ni nada por el estilo; sin embargo, a toda la velocidad que pudo, los restos del digimon se arrastraron hasta llegar con el último del grupo, y sin esperar a siquiera lo notara, de pronto se elevó a la altura de su pecho y lo atravesó por la espalda.
Myah y Ren jadearon sorprendidos al unísono, pero el digimon apenas comenzó a reaccionar, encorvándose hacia adelante, retorciéndose no para tomar una nueva forma, sino para asimilar lo que sea que hubiera pasado, creciendo en tamaño y pareciendo obtener otros aditamentos que antes no tenía.
—¡¿E-Evolucionó?! —Myan inquirió.
Ren abrió la boca para responder. Ciertamente habían digimon que se fusionaban para evolucionar, pero eso y lo que acababan de ver era totalmente distinto. Para empezar, nunca había visto que pasara justo después de ser completamente derrotado. Algunas partes de su cuerpo seguían en donde Turuiemon y Jazardmon lo habían dejado incluso. No obstante, no pudo explicarle la razón cuando el digimon de pronto lanzó un fuerte grito que les erizó la piel, ya sea de dolor o de guerra, no podía decir.
Entonces, un par de bips seguidos llamaron su atención.
Se trataba de sus digivices.
Ren amplió los ojos cuando leyó la rápida descripción que el dispositivo le brindó y recordó de qué dirección esos cinco habían aparecido.
"Análisis completo. Troopmon: un digimon creado artificialmente. No hay más información disponible."
Lo que sea que estuviera pasando, no podían dejar que llegaran al Cuartel. Tanto Ren como Myah simplemente supieron eso.
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