Capítulo 3. Los Caballeros Reales

Aún sigues estando molesta por lo sucedido con Beelzemon. Como te hubiera gustado golpearlo en aquel entonces por haberte dejado con esas ganas. ¡Dios! ¡Estuviste a punto de ser besada y, a lo mejor, tener relaciones sexuales con un Digimon! Cuando se lo comentaste a las chicas, Angewomon casi te da una reprimenda por hacer tal estupidez. Estamos hablando de un Digimon que forma parte del grupo de los Siete Pecados Capitales.

A ti te la sudaba completamente.

La curiosidad persistirá en ti hasta el fin del universo.

Las clases te están torturando demasiado. No estás concentrada del todo porque tu mirada se centra en el exterior deseando volver a Beelzemon. Sin embargo, en estos dos días has visto a BeelStarmon caminar hacia la estación de tren. Posiblemente no querrá tener un encontronazo contigo. Un suspiro sueltas, sabiendo que no vas a tener mucha oportunidad con ese Digimon.

El profesor os hizo recordar que a las doce del mediodía vendrán los Caballeros Reales y tienen que reunirse todos en el gran salón. Oh, cierto. Te habías olvidado completamente. Notas a los Digimon un tanto entusiasmados de conocerlos en personas hasta más de alguno es un verdadero fan. La verdad es que sientes curiosidad en saber cómo son en persona.

Ya la hora se estaba acercando y poco a poco los alumnos de cada curso iban llenando el gran salón. Tú, como siempre, te pones con Yuki, Angewomon y LadyDevimon. Tus mejores amigas. Escuchas como el Digimon tipo virus le iba haciendo preguntas al ángel sobre su cita con MagnaAngemon. Tú simplemente te centras en leer la información acerca de los Caballeros Reales.

Unos tienen forma de bestia y otros humanoide.

Miras de reojo notando a Yuki nerviosa y tensa. ¿Por qué será? Tu cuerpo se inclina un poco hacia adelante para ver quien estaba al lado de Yuki.

Un chico de cabellos negros azabache y ojos azules, considerado el chico popular de su clase, está sentado a su lado. Su nombre es Yagami Ryu. Tú sabes perfectamente que la peli-rosa está colada por él, pero ella se vuelve invisible a causa de su timidez. Dudas mucho que Ryu se fije en ella, pero es casualidad que se haya sentado a su lado.

—Hola, Yuki-chan.

Te sorprendiste que haya dicho su nombre y ella también.

—H-Hola, Ryu-kun —balbuceó.

—¿Preparada para conocer a los Caballeros Reales?

—T-Tengo un poco de miedo…

—No creo que vayan a destruir este lugar —rio con suavidad.

Yuki se sonrojó abruptamente. Todo esto te está resultando extraño porque Ryu en ningún momento sintió interés en hablar con ella.  La peli-rosa tendrá que estar muy atenta para que no resulte herida emocionalmente.

Un leve carraspeo llamó tu atención. Proviene de la zona del escenario. El director de la escuela está delante del micrófono del atril porque iba a hablar. Solo esperas que no dé un discurso bastante largo porque la mayoría de ellos son aburridos. Cualquiera se quedaría dormido.

—¡Bienvenidos, jóvenes alumnos! Como bien ya sabéis, hoy tenemos el placer de tener aquí a los héroes del Mundo Digital y también del Mundo Humano. Gracias a ellos se redujo la criminalidad y se condenaron a esos malhechores por bastante tiempo. ¡Den un aplauso a los Caballeros Reales!

Todos lo hicieron y ninguno se quedó atrás en silbar. Uno por uno entraba, mostrando su gran majestuosidad. Cada uno llamaba la atención, sobre todo, uno con forma de dragón llamado Examon. Es considerado como uno de los Caballeros Reales más poderosos, pero no tiene punto de comparación con su líder.

Un Digimon de armadura negra se colocó delante del atril. Tu cuerpo se tensó porque es grande e impone demasiado. Aquella criatura golpeó con suavidad el micrófono para comprobar que funcionaba y luego carraspeó la garganta. Más de uno gritó con emoción con solo escucharlo. Joder, que exagerado.

—Gracias, director Komatsu, por la invitación a su escuela y conocer a los futuros trabajadores de este país —habló. Su voz es grave y dura. Un Digimon maduro en todos los sentidos del mundo—. Sinceramente, estas son las pocas ocasiones que tenemos oportunidad, ya que últimamente estamos trabajando arduamente en mantener el equilibrio de ambos mundos.

Estás impresionada de que hable como un verdadero caballero. Por alguna extraña razón, esos ojos amarillos son capaces de ver a través del alma de las personas y los Digimon. Un escalofrío recorre tu cuerpo.

—Nosotros, los Caballeros Reales, nos sentimos orgullosos de pertenecer a esta generación. Muchos nos preguntan qué debe hacer uno para convertirse en un justiciero. No es fácil. Debe tener la bendición de Yggdrasil, nuestro Dios.

Desde pequeña siempre te han contado acerca de ese dios artificial. Una IA que controla a todos los Digimon y que, ahora, está en un estado de paz con los humanos. Gracias a él, la tecnología ha avanzado considerablemente. No apartas la mirada en ese Digimon majestuoso y de los otros tampoco. Hay algo que te llama mucho y es diferente a la de Beelzemon.

Mira que en el registro de los Digimon cuentan que Alphamon es un ermitaño. Una criatura que viaja por el mundo en solitario. Solo aparece en los momentos catastróficos. No quiere imaginarse cuando está cerca de él. Seguramente le dobla el tamaño.

El ermitaño cuenta sus anécdotas siendo un simple Dorumon y el porqué de su existencia, al igual que el resto de los Caballeros Reales. Esta parte te está interesando más que cualquier profesor de historia que has tenido en tu vida. Ellos siempre han considerado a los humanos como los enemigos número uno del Mundo Digital por sus basuras digitales y la creación de nuevos virus.

Te pones a pensar que el ser humano da asco. Es un ser vivo que destroza todo a su paso sin pensar en el resto. Las cosas son así. No lo niegas. Por eso, tú prefieres mil veces estar con gente que piensa igual que tú y los Digimon que desean velar por un mundo feliz y lleno de armonía.

—Creo que me he pasado contando —murmuró Alphamon con una gota de sudor en su casco—. Bueno, seguramente que alguno tendrá alguna pregunta.

De repente, casi la mayoría de los Digimon levantaron la mano o las alas. Vaya, estás impresionada. Alphamon señaló a uno que estaba delante. Su nombre es Hawkmon.

—Quisiera saber si LordKnightmon es masculino o femenino.

—¡Soy masculino! —exclamó el caballero de la armadura rosada—. ¡¿Por qué todos piensan que soy femenina?!

—Por tu armadura y que tus antepasados eran femeninas —respondió UlforceVeedramon, pero este recibió un buen golpe en la cabeza.

—¡Cállate!

Todos no evitaron reírse ante ese acto. Y tú tampoco.

—Bueno, ya veis la relación que tenemos entre nosotros —carraspeó Alphamon—. Adelante, Dracomon.

—Muchos dicen que usted es muy fuerte, pero luego está Examon. Sin embargo, yo considero que Dynasmon es el más fuerte por su monstruosidad fuerza. ¿Cuál es la gran verdad?

—Técnicamente cada uno tiene sus habilidades culinarias. Yo siendo el más antiguo tengo mucha experiencia en esta vida. Examon es muy fuerte debido a la unión de dos Digimon de la misma clase. Y luego tenemos a Dynasmon que…

—¡Siempre le decimos que no coja un jarrón porque no es capaz de controlar su fuerza! —respondió Sleipmon interrumpiendo a su líder.

—Yo tengo cuidado.

—¡Mentira!

Otras risas. Aparentemente es un grupo bastante curioso. Están en sus momentos serios, pero luego son cómicos. Sí, definitivamente es curioso.

A Alphamon no le importaba responder las preguntas de cada uno. Desea darles toda su sabiduría, ya sea a los Digimon y a los humanos. Ninguno de tu raza se atreve a hacer una pregunta. ¿Será por qué no les interesa?

Esta sería una gran oportunidad para ti. Conocer el motivo de si los Digimon y los humanos pueden tener relaciones sentimentales y sexuales. Lo más probable es que todos te mirarán con extrañeza y tus amigas te dirán que estás loca. Sin embargo, la curiosidad te está matando demasiado.

Con valentía levantas la mano. Tus amigas se sorprendieron, pero Angewomon se dio cuenta de lo que ibas a hacer.

—No lo hagas —susurró.

—Solo quiero saber…

—Todos se burlarán de ti. Los Caballeros Reales te considerarán una humana…

—¡Angewomon, para!

—¡La humana que está hablando con Angewomon!

La voz de Alphamon retumbó en toda la sala. Es como si estuviera a punto de echarte la bronca. Sientes esa tensión nuevamente, pero tú no dudas en levantarte. Esos ojos amarillos están viendo tu alma. Lo sabes muy bien.

—No muchos humanos tienen la ocasión de hacer preguntas, así que siento curiosidad en saber cuál es la tuya.

—No lo hagas —volvió a repetir el Digimon ángel.

—... Solo quiero saber si entre Digimon y humanos puede haber más que una relación de amistad, es decir, si pueden llegar a enamorarse —dijiste—. No sé si esto para vosotros es un tabú, pero llevo mucho tiempo observando a las criaturas digitales, sobre todo los humanoides, comportarse de una manera extraña hacia nosotros, los humanos. Es como si les atrajese nuestra naturaleza. Si fuera así, ¿qué es lo que les impide?

Algunos empezaron a susurrar por lo bajito por tu pregunta. Una gota de sudor iba resbalando por tu sien. Angewomon se cubrió las alas con suma vergüenza no deseando que los Caballeros Reales la recordaran como la amiga de una humana curiosa. Yuki tampoco. LadyDevimon tenía una sonrisa de oreja a oreja ante el atrevimiento tuyo.

Pero ese silencio sepulcral proveniente de Alphamon no es bueno. Eso significaba que no iba a responder. Un suspiro sueltas y decides sentarte, sabiendo perfectamente que no conseguirás nada. Fue una idea estúpida, te dices a ti misma.

—¿Es un impedimento enamorarse?

Y esa pregunta te dejó a cuadros.

—Los seres vivos tenemos el derecho de amarnos unos a otros. Debo decir que siendo un ermitaño no experimenté tal cosa. Y mis compañeros tampoco por nuestro arduo trabajo. Soy consciente de que los jóvenes de hoy en día se sienten atraídos por otro ser diferente al suyo. Pero no se dio ningún caso; así que, yo le recomiendo que no siga con ello.

Eso sonó a una amenaza. Los ojos de aquel Digimon te lo está diciendo bien claro. No volver a comentar sobre ello, o si no te matarán. O eso pensabas.

Ya no hubo más preguntas porque el director dio por finalizada esta reunión. Todos aplaudieron a los Caballeros Reales alabándolos como los héroes de ambos mundos. Poco a poco los alumnos se iban retirando, mientras escuchabas las conversaciones de algunos pocos.

Tu respuesta te desilusionó por completo. ¿Es tan difícil responder a una obvia pregunta? No. Hay algo que están ocultando y no quieren pecar. Esto para ellos es una especie de tabú. Ya estás escuchando a Angewomon a reñir por tal atrevimiento, mientras que LadyDevimon te defendía porque todos los seres vivos tenemos el derecho del mundo en saberlo.

¿Deberías desistir de tener interés en los Digimon?

—¡Señorita ___, acuda al despacho del director, por favor!

—¡Oh, no! ¡Te echará la bronca por esa pregunta! —exclamó Angewomon.

—Vas a tener tu primera bronca —rio LadyDevimon.

—A lo mejor querrá hablar de otra cosa —defendió Yuki.

No, será lo primero. No quisieras que tus abuelos se enteraran de todo esto. Entonces tomas la decisión de ir al despacho del director que no está bastante lejos. Todo el mundo te observa detenidamente. Murmuran cosas que son difíciles de entender. Te daban ganas de mandarlos a la mierda porque no tienen derecho.

Ya estás delante de la puerta. Te tomas como diez segundos de animarte antes de tocar levemente la puerta y escuchar: «¡adelante!». Al abrir la puerta te sorprendes que el director no está solo. Todos los Caballeros Reales están presentes. Joder, algunos son bastante grandes. Tú dirías que dos metros o un poco más.

—Señorita ___ —la llamó el director—, ¿cómo se atreve a hacer esa pregunta?

—... Solo siento curiosidad. Llevo mucho tiempo pensándolo.

—Pues ha creado cierta polémica en este colegio y…

—Director Komatsu —habló Alphamon—, nos gustaría que nos dejase hablar con la señorita sin su presencia.

—... ¿Está seguro?

El caballero de la armadura negra asintió con la cabeza. Ellos son como la cúspide de la ley y el director debe aceptar tal petición. Tú sientes la mirada del hombre pidiéndote que no hagas ninguna estupidez. Tragas saliva sintiendo tu garganta seca.

Alphamon caminó hacia el gran sillón. Sus pies monstruosos retumban en el despacho dando entender que es alguien sumamente peligroso. Los Digimon pueden herir a un ser humano sin importar el motivo.

—Es la primera vez que un humano siente curiosidad en ese aspecto —irrumpió el silencio Gallantmon mirando a su líder—. Deberíamos eliminarla por ser un peligro.

—Le doy la razón a Gallantmon. Como comandante que soy, no debemos tolerar estas cosas, gran Alphamon —defendió Duftmon.

¿En serio que iban a matarla por solo preguntar una cosa muy importante en su vida?

—Os estáis precipitando —alzó la voz Gankoomon—. Todo ser vivo tiene curiosidad y la humana ha hecho una gran e importante pregunta.

—Estoy de acuerdo con usted, maestro Gankoomon.

—P-Pero hay que dictar lo que dice Yggdrasil.

—Yggdrasil no ha dicho nada de ejecutar a la humana, Magnamon —corrigió UlforceVeedramon.

—¿Por qué eliminar a una criatura bella y curiosa? Eso es… macabro.

—¿Criatura bella? Sería el fin del universo, LordKnightmon —sobresaltó Sleipmon.

Todo tu cuerpo está temblando. Algunos opinan en eliminarte. Otros te están defendiendo. Son seis contra seis y el único que faltaba por opinar es su líder. El decimotercer caballero que analizaba todo con sus ojos amarillos. Con una sola mano alzada, hizo callar al resto. Él tiene un poder increíble.

—¿Te has enamorado de un Digimon?

—No tuve la ocasión —te sinceras.

—¿Solo sientes curiosidad en la parte sentimental o también en la parte sexual? —preguntó con un leve ronroneo en ese último.

—En… ambos… —La timidez te está consumiendo y el ambiente se ha vuelto un tanto caluroso para ti.

Los dedos de Alphamon golpean la mesa de aquella sala. No había nadie más a tu alrededor, salvo él. ¿Qué es esta sensación? No lo has experimentado nunca, salvo con Beelzemon. ¿Esto es una manera de cortejar a las hembras? No estás segura de ello. Sientes que tu cabeza está a punto de explotar con tantas emociones percibiéndose en el entorno.

—Los humanos son meramente curiosos —dijo, finalmente—. Y nosotros también tenemos esa curiosidad. Somos diferentes en cuanto a biología. Es cierto lo que dices. Los Digimon humanoides a veces nos sentimos atraídos por vuestra raza. Todo lo contrario a los Digimon bestias. Yo lo he visto y lo he vivido una vez —confesó. Los caballeros están sorprendidos—. Sin embargo, es un tabú que un Digimon o un humano tengan un tipo de relación más allá de la amistad.

—Si no existiera esa barrera, ¿lo haría?

—... Dejadme a solas con la humana.

—¿Está seguro, gran Alphamon? —cuestionó Omegamon.

—No os preocupéis. Solo quiero… aclarar ciertas cosas.

Los Caballeros Reales no están seguros de ello, pero es su líder y deben confiar en él. Poco a poco se iban retirando uno a uno. El último en salir fue Craniummon quién cerró la puerta. Otra vez esa sensación de calor y de lujuria.

Alphamon te indicó con el dedo índice para que te acercaras a la mesa. Parece que tuviera poder sobre ti. Tus pies se mueven con lentitud quedándote bastante cerca del mueble. Tus ojos (c/o) no se atreven a mirar al gran Digimon.

—Eres demasiado atrevida para hacer ese tipo de preguntas. Te gusta el peligro, ¿eh?

—N-No lo niego…

—La curiosidad es buena y, a veces, es mala.

El caballero oscuro no paraba de ronronear con suavidad. Cierto aroma llega a tus fosas nasales. No estás segura de que es, solo sabes que es atrayente. Alphamon inclinó su cuerpo para colocar un dedo en tu barbilla para acariciar con suavidad esa zona, como si fueras una gatita indefensa.

—Si no existiera esa barrera, podría hacerlo —respondió.

Esa respuesta causó que tú apoyes las manos en la mesa e inclines un poco hacia adelante, mientras vas desabotonando los primeros botones casi mostrando tu escote. El Digimon no evitó mirar abajo.

—Entonces, ¿qué le impide hacerlo?

—Los Digimon son salvajes por naturaleza. Un humano no soportaría tal cosa, a no ser que sea de nuestra especie. Digamos que… nuestras reservas no se agotan con facilidad. Podríamos durar… más de media hora y querer más. Los humanos podríais morir de placer y no lo digo literalmente.

—¿Y no quiere experimentarlo conmigo? —tú preguntas con tono de coqueteo—. Tal vez sea el 1% que puede aguantar.

—¡Gran Alphamon! —gritó Omegamon abriendo la puerta. No se esperó ver enfrente suyo las bragas de la joven a causa de su falda levantada. El caballero blanco desvió la mirada y tosió—. E-Es hora de irnos. Alguien nos reclama.

—Lo siento, tengo unos asuntos pendientes. —El gran Digimon se levantó de su asiento y se dirigió a la puerta, no sin antes echar un último vistazo hacia a ti—. Espero que comprendas que los Digimon somos peligrosos en cuanto a ese tema. Si quieres tener una familia, no será posible porque somos incompatibles e inestables en cuanto a emociones fuertes. Entonces olvídate de ese pensamiento y busca a un humano que cumpla tus deseos.

Ves como esos dos caballeros se retiran de la sala dejándote con las ganas. ¿Qué fue todo eso?

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