Capítulo 13. ¿Qué eres?

En la penumbra, Impmon se encontraba solo. La oscuridad lo envolvía como un manto, y sus ojos buscaban desesperadamente un destello de luz. Preguntas sin respuesta bullían en su mente, intentando comprender su situación. El último recuerdo que tenía era un dolor punzante en su pecho, una sensación maligna que jugaba con sus sentidos.

"¿Será este mi destino inevitable?"

Las sombras de su infancia se materializaron ante él. Desde su nacimiento, fue rechazado por su comunidad, marcado por portar en su ser uno de los Siete Pecados Capitales. Nunca deseó tal carga. La envidia hacia su hermano gemelo, perfecto a los ojos de todos, le carcomía el alma, mientras que él era despreciado, incluso por su propia familia. Solo el amor incondicional de su hermana menor le brindaba consuelo, apoyándolo sin importar las circunstancias. "¿Por qué existo?", se preguntaba.

"Sé que nunca ganaré la aprobación de la diosa. No soy más que un desecho destinado a convertirse en maldad."

El eco de los insultos de su pueblo resonaba en su mente. Arrodillado y temblando de miedo, anhelaba que todo terminara.

"¿Acaso soy un monstruo? ¿Jamás podré igualar a mi hermano? ¿Estoy condenado por esta maldición eternamente?"

—¡Beelzemon!

La voz que escuchó le resultó conocida, aunque no podía identificarla. "¿Serán acaso alucinaciones?", se cuestionó.
De pronto, percibió una presencia. Una sombra se cernía sobre él en la oscuridad, la esencia de un antiguo códice que lo llamaba a unirse a las fuerzas oscuras. Impmon se sentía indefenso, inclinado a aceptar su destino y entregarse a la oscuridad. Con los brazos extendidos, estaba listo para recibirla, pero una voz distinta lo detuvo.

Era un susurro apenas audible, una exigencia de resistir. Y lo escuchó de nuevo, cada vez más débil. Los ojos verdes de Impmon se abrieron de par en par al distinguir una figura resplandeciente en la negrura. Reconoció al Digimon al instante.

—¿D-Diosa? —balbuceó.

—Impmon, ¿por qué te das por vencido? ¿Dónde quedó tu determinación de no seguir los pasos de tus ancestros?

La pregunta lo tomó por sorpresa, y frunció el ceño, lleno de ira.

—¿Por qué? ¡¿Por qué?! ¡Tengo mis motivos para capitular! ¡No entiendo por qué hablo contigo, cuando tú eres la razón de mi desesperanza! ¡Soy el monstruo que todos temen! ¡Así que no intentes contradecirme!

Lágrimas se deslizaban por las mejillas de la diminuta criatura, cada una un reflejo de su creciente frustración. Se sentía arrastrado hacia la oscuridad, un legado de los Siete Pecados Capitales que parecía sellar su destino.

—Te equivocas —una voz firme interrumpió sus pensamientos.
Impmon abrió los ojos, sorprendido y confundido.

—Es verdad que llevas la esencia de Beelzemon en tu ser, pero no estás predestinado a seguir ese camino —explicó la Diosa con claridad—. Te he escogido porque representas la esperanza de un cambio radical.

—¿Cambiar? ¿Cómo? —preguntó Impmon, su curiosidad despertando ante la posibilidad de un destino diferente.

Con un gesto delicado, la Diosa invocó una imagen que reflejaba el mundo exterior. Impmon se quedó atónito al ver un rostro implorando con fervor que resistiera, que atendiera a esa voz suplicante.

—¿Ella? ¿Qué papel juega en este cambio?

—Un papel crucial. Ella es el presagio de algo mucho más grande, de un evento que está por desencadenarse.

—¿Cómo? Pero si es solo una humana —insistió Impmon, incrédulo.

—Ella me llamó para venir en tu auxilio.

La confusión se apoderó de Impmon. La imagen cambió, mostrando un beso entre él y la figura humana. Fue entonces cuando un estremecimiento recorrió su corazón.

—¿Qué es esto que siento? —inquirió, desconcertado.

—Es el momento de abrazar la luz y rechazar la oscuridad, Impmon —pronunció la Diosa, extendiendo su mano hacia él—. Es el momento de que el guerrero que he escogido siga el sendero de Yggdrasil.

—Pero aún no comprendo... ¿Qué relación tiene ella con todo esto?

—A su tiempo lo entenderás. Por ahora, solo te diré que debes protegerla a toda costa.

Impmon se hallaba sumido en un mar de incertidumbre. Tu presencia se había convertido en un faro de importancia vital; a pesar del breve tiempo compartido, era como si una vida entera hubiera transcurrido a tu lado. El diminuto Digimon albergaba un único deseo: que no te ocurriera ningún mal. Con determinación, extendió su mano, aceptando el llamado de la Diosa.

Por ti, él está dispuesto a transformarse.

❌❌❌❌

Los gritos de Beelzemon se extinguieron con el beso que le ofreciste. Observabas con ansiedad, dudando si había surtido efecto. La multitud aguardaba en silencio, desconcertada por el fulgor misterioso. Los Digimon percibieron algo celestial, aunque no podían confirmarlo.

Beelzemon se puso de pie, su expresión sombría. Temías que tus palabras hubieran sido en vano y que él se hubiera rendido a la oscuridad.

—¡Beelzemon! —exclamó Barbamon—. ¿Estás con nosotros?

—¡Beelzemon, detente! —Beelzy se interpuso, sujetando a su hermano por los hombros—. No es lo que deseas. Lo sabes. Yo...

—Entiendo... —susurró Beelzemon, tomando la muñeca de su hermano—. La he visto.

—¿A quién? —preguntó Beelzy.

—A la Diosa. Se me reveló. —Los ojos de Beelzy se abrieron de par en par—. Hermano, siempre fui el prescindido para alterar nuestro legado. Siento... un cambio.

Al pronunciarlo, unas imponentes alas negras brotaron de su espalda, y en su diestra se materializó un arma similar a la de Beelzy.

—¿Beelzemon?

—¡La Diosa me ha escogido para su protección! —proclamó, encarando a los presentes. Sus iris rojos se tornaron verdes—. ¡No me uniré a vosotros, tengo una misión! ¡Cumpliré el designio de la Diosa! ¡Beelzemon Modo Explosión!

El Digimon ha digievolucionado dando una forma única y exclusiva. No sucumbió al poder del códice. Barbamon está sorprendido. Nunca pensó que esto sucedería. Tiene que haber algún fallo con el conjunto. Tanto él como Daemon tuvieron que esquivar porque Beelzemon disparó una ráfaga bastante peligrosa para cualquier criatura.

Beelzy estaba viendo un reflejo idéntico a él, pero sin cola. En el fondo sabía que su hermano era diferente y se cumplió. Ya Beelzemon no será rechazado. Lo único que no entendió a quien debe proteger. No importa. Lo ayudará hasta el final para que cumpla el objetivo de la diosa. También atacó con entusiasmo a los Digimon.

Belphemon iba a atacarlos, pero de nuevo fue golpeado con fuerza por Meicoomon. El gato Digimon no va a permitir que ese demonio se acerque mucho. Ella te protegería hasta el final si fuese necesario.

—¡Retirada! —exclamó Barbamon.

—¡¿Cómo?! ¡No podemos irnos! —dijo Daemon.

—¡Su digievolución es poderosa! ¡Debemos planear un plan mucho mejor! —Una bomba de humo creó para los tres, huyendo del escenario.

—¡Ja! Cobardes —murmuró con orgullo Meicoomon, mientras se acercaba a ti—. ¿Estás bien, mami?

—Sí… eso creo.

Tus ojos seguían fijos en Beelzemon. Sus alas negras resplandecían con intensidad, como si hubiese emergido de nuevo a la vida. Él captó tu mirada y, con un gesto, hizo desvanecer su arma para luego extender su brazo hacia ti. Sin vacilar, aceptaste su mano y él te ayudó a levantarte con delicadeza. Estabas a punto de hablar, pero Beelzemon te interrumpió, colocando un dedo sobre tus labios.

—No vuelvas a besarme en público, ¿entendido? —exclamó con un tono firme, aunque su rostro se tiñó de un leve rubor.

—Me alegra verte bien —susurraste con una sonrisa—. Temía que...

—Shh, no hace falta decir más.

Por ahora, parece que la calma ha regresado. Sin embargo, hay quienes murmuran que los Siete Pecados Capitales no tardarán en buscar a Beelzemon para arrastrarlo a su lado de una vez por todas.

Sientes la presencia de Alphamon acercándose. No es tiempo de apareamiento, así que su aproximación te desconcierta. Sus ojos amarillos, brillantes como la luna, te escudriñan, evaluando la situación con meticulosidad. Una gota de sudor recorre tu frente, indicio de las dudas que debe albergar.

—¿Qué eres? —indaga.

—... ¿Una humana Omega?

—Eso es lo que pareces, pero ¿qué eres en esencia? Esa luz... —se detiene, buscando las palabras correctas.

—Estoy tan confundida como tú; no comprendo lo que ocurre.

—Es un poder... divino. —La incertidumbre tiñe su voz. Su atención se desvía hacia Beelzemon—. Hablaste de ver a tu Diosa y de una protección. ¿A quién?

—A ella.

—¿A mí? —repites, sorprendida por la revelación.

La sorpresa se pintó en los rostros de todos los presentes, intercambiando miradas de asombro ante la inesperada revelación. La idea de proteger a una humana era un concepto ajeno a ellos. En medio de la conmoción, Meicoomon se mantenía sereno, ronroneando a tu lado en busca de cariño. Respondiste a su afecto con un abrazo, tus manos deslizándose sobre su amplia cabeza.
Eres un enigma que aún aguarda desciframiento.

❌❌❌❌

—Habéis fracasado en vuestra misión —rugió Lucemon, su voz destilando irritación.

—Perdónanos, señor —se disculpó Barbamon, su voz temblorosa.

—¡No pidas perdón, inútil! ¡Tu incompetencia nos ha costado a Beelzemon! —la furia de Lucemon era palpable.

—¡Ha evolucionado a un estado superior! ¡Era demasiado arriesgado enfrentarlo! —Barbamon intentó justificarse.

Lucemon ya estaba al tanto, había observado todo desde las sombras. Su ceño fruncido denotaba su descontento con la ineptitud de sus subordinados. La presencia de Lilithmon, sin embargo, con su sonrisa tranquila y enigmática, captó su atención.

—¿Qué te divierte tanto? —preguntó Lucemon, intrigado.

—He descubierto algo interesante —respondió Lilithmon, revelando una imagen a Lucemon—. Conozco a esa humana; es aliada de mi heredera. ¿Ves ese halo de luz que la envuelve?

Al oír esto, Lucemon no pudo apartar la mirada. Sus ojos azules estaban fijos en la silueta luminosa. Ni él ni sus ancestros habían presenciado algo así. La luz era... fascinante, y podía sentir en ella la presencia de lo divino.

—La llaman Omega —intervino Daemon—. Pobre criatura, rodeada de Digimon...

Lucemon se volvió hacia Daemon, una nueva curiosidad despertando en su interior.

—¿Dijiste Omega?

—Así es, mi señor.

La curiosidad de Lucemon se intensificó, una sonrisa astuta se dibujó en su rostro, presagiando que podría ser la clave para desentrañar los secretos que te envuelven. Se puso de pie, decidido a reflexionar con detenimiento sobre los recientes acontecimientos y a resolver el enigma que te rodea.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top