Capítulo 11. La oscuridad acecha

El grupo está en la guarida segura de los Tres Mosqueteros y Beelzy. Se podía escuchar a Nyaramon comer sin cesar porque tu abuela preparó una buena comida para la gente desamparada al igual que los Digimon. La verdad es que es una gran mujer.

—¡Ni hablar!

Y, por otro lado, estás escuchando la discusión entre los dos Beelzemon. El hermano mayor se está contradiciendo a las decisiones de su hermano gemelo pequeño.

—Debemos enfrentarnos a ellos.

—Y te estás arriesgando a que te localicen, Beelzemon —gruñó Beelzy.

—Tú sabes muy bien que no me voy a unir a ellos, si es lo que te preocupa -aclaró.

—Eres considerado...

—¡Sé lo que soy y asumiré las consecuencias!

Son conversaciones de Digimon. Tú y Yuki no podéis hacer nada. Solo os limiteis a mirar y escuchar. La idea de Beelzemon es buena, sin embargo, se está arriesgando mucho. No paran de hablar sobre un monstruo creado a partir de la fusión de los Siete Pecados Capitales y sería el fin del Mundo Digital y el Mundo Humano.

—Los Tres Ángeles nos pueden ayudar.

El ángel más cercano a ese grupo llamó la atención del resto del grupo. Angewomon está dispuesta también a ayudar.

—Nos pueden decir porque Yggdrasil está ausente y no hace algo al respecto —continuó hablando.

—¿Estás sugiriendo que unos Digimon tipo virus se presenten en su gran palacio como si nada? —gruñó LadyDevimon—. Es una idea estúpida.

—No sabemos donde están los Caballeros Reales —interrumpió—. Ellos deberían estar deteniendo a este grupo traicionero. Solo... se me ocurre eso.

—... Opto por la vía segura —dijo Beelzy.

Beelzemon está un poco en desacuerdo, pero no le queda más opción. Tú aprovechas para acercarte al grupo al escuchar lo que están dispuesto a hacer.

—Yo os acompañaré.

—¡No! —gritó Angewomon—. Tú te quedas aquí con el resto.

—Tú sabes bien que no me voy a quedar con los brazos cruzados. Tengo un Digimon que no sabe porque paró conmigo y cuál es su misión —dices, viendo a Nyaramon rodando por el suelo para bajar la comida—. A lo mejor... me eligió para detener esto.

—Como la profecía de los Niños Elegidos —añadió MagnaKidmon.

A Angewomon no le hacía mucha gracia. Vio a Yuki también unirse porque no se iba a quedar en brazos cruzados, y aparte de que desconfiaba mucho de la gente de su alrededor. Al ángel no le queda más remedio que rendirse y dejar lo que te plazca. Sonríes complacida de que Digimon te dejase.

—Nosotros cuidaremos del resto —anunció BellStarmon—. No nos hace gracia dejar al descuido de los civiles.

—Cuento contigo, hermana —apoyó Beelzy.

—Bien, ¿y por dónde...?

No pudiste terminar tu frase porque Angewomon, con solo susurrar unas palabras y el uso de la magia blanca, abrió un portal para acceder al mundo de los ángeles Digimon.

—¡Guau! —exclamas con sorpresa.

—E-Eres genial, Angewomon —tartamudeó Yuki.

—Esto no es nada. Puedo...

—Si, sí. Deja de alardear de tus poderes divinos y vamos entrando de una puta vez —insultó LadyDevimon agarrando las alas blancas de esta para caminar al portal.

—¡Te he dicho un millón de veces que no me agarres ahí!

—Y de esos millones te he ignorado completamente.

—... ¿Se llevan bien de verdad? —cuestionó Beelzy a Beelzemon.

—No lo sé. Pregúntaselo a la humana.

—¡No me dejes solo! —gritó Nyaramon que saltó hasta tu mochila—. Me gusta tu compañía, mami.

Oh, cierto. Nyaramon se acostumbró a llamarte de esa manera porque todavía es un bebé.

—¿Qué te parece si me llamas por mi nombre? Que me digas mamá es un poco incómodo —confiesas.

—... ¡Mami!

Está claro que el Digimon no quiere y tú no puedes hacer nada al respecto. Tus ojos se centran en el portal. Ya todos lo atravesaron menos tú. Antes de marcharte, tú miras a las personas débiles ante el ataque de los traidores. Todos no merecen este trato, y mucho menos de su especie. Tus abuelos no tienen culpa ninguna. Nadie la tiene.

Con determinación atraviesas la puerta. Llegaste a pensar que te ibas a marear y todo lo contrario. Te encuentras de maravilla. Tu cara fue de impresión al ver el gran palacio de los Tres Ángeles. Siempre te has preguntado dónde estaría ubicado. En el mundo humano no. Tus amigos están más adelante que tú por lo que corres con mucha prisa para alcanzarlos.

Los ángeles Digimon miran con recelo a los demonios Digimon. La presencia de esas criaturas no es nada bueno. En su día, Angewomon te explicó que si un Digimon tipo virus pisase este sitio, sería la exterminación absoluta. Tú no ves que sea así. Sientes que los Tres Ángeles saben de vuestra presencia y cual es vuestro objetivo.

Angewomon pidió a unos Angemon que abriesen la puerta del palacio. Ellos dudaron de ello. La Digimon aclaró que es la subordinada directa de Ophanimon. Lo saben muy bien. Esos ángeles de rango inferior las abrieron sin ninguna dificultad.

Todo era dorado. Las cortinas blancas y azules combinan a la perfección con las columnas y las paredes. Los cuadros representan la evolución de la especie y como Yggdrasil se convirtió en su dios. ¿Por qué no los está protegiendo ahora?

Enfrente hay tres asientos, dos ocupados. Cherubimon y Ophanimon. Intimidan un poco, no obstante, cierta paz notas en tu interior. Claro, son ángeles. No transmiten ningún tipo de maldad. Por cierto, ¿dónde estará el tercero?

—Bienvenidos —habló Cherubimon—, aunque no me hace mucha gracia que hayas traído a individuos de tipo virus, Angewomon —le riñó.

—Lo siento mucho —se disculpó, mientras realizaba la reverencia.

—No debes disculparte, Angewomon. —La voz de Ophanimon resuena por todo el lugar.

—¿Qué no? —cuestionó el otro ángel—. ¿No te das cuenta que trajo a la Omega?

Vaya, se refiere a ti. Ya todo el mundo te tiene un mote: la humana Omega.

—Soy consciente de ello, Cherubimon. Y sé que mi heredera los trajo aquí por el mundo apocalíptico que están creando nuestros enemigos.

—Esto no nos incumbe. ¿Dónde están los Caballeros Reales? ¿Dónde está nuestro dios Yggdrasil?

—Todo el mundo se pregunta lo mismo.

—¡Beelzemon! —le gritó Beelzy por atreverse a hablar de esa forma.

Los Tres Ángeles no os pueden ayudar. Entonces ha sido una pérdida de tiempo. Suspiras con cierta decepción. Nyaramon saca su cabeza para ver tu rostro triste. El Digimon apoya la mejilla en tu hombro para animarte. En el fondo agradeces que haga eso. Parece que este pequeño tiene la percepción de sentir las emociones de sus seres queridos.

Todo tu cuerpo se tensó al instante. Está sensación la conoces perfectamente. Una descarga eléctrica pasa por tu columna vertebral, luego por tu vientre y el recorrido termina en tu zona íntima. No puede ser que hayas entrado en celo enseguida. Beelzemon, al tener un "vínculo" contigo, lo percibió. Puede notar tu incomodidad en la entrepierna.

Yuki se preocupó mucho que se puso a tu lado a ver si podía ayudarte de alguna manera. El Digimon virus está dispuesto a llevarte a un rincón, no obstante, se dio cuenta de quién es el causante. Un Digimon ángel con armadura dorada y seis pares de alas hicieron acto de aparición. Es el tercer miembro y se siente... extraño.

—Seraphimon, no debiste aparecer en tu estado —lo riñó Cherubimon.

El nombrado hizo caso omiso al mayor de los tres. Él es joven y aún debe controlar ciertas cosas, como, por ejemplo, su celo. Él estaba en su recámara, pero percibió a Omega en el palacio. Su instinto de Alfa le estaba suplicando en dominarla. Sus ojos, cubiertos por aquel yelmo, te vieron. De un rápido movimiento voló hacia ti para agarrar tu cuello.

Beelzemon se interpuso, agarrando las dos manos del ángel. Esto es una pelea de territorio.

—A esto me refería —dijo Angewomon—. No quería que vinieras porque sabía el estado del Gran Seraphimon.

—P-Pensaba que también afectaría al resto de Omegas —te defiendes.

—Pero tú eres especial, ___.

—Es... mía —especificó Beelzemon. Sus pupilas están dilatadas demostrando su lado más salvaje.

—No está... marcada —reiteró el otro.

—¡Suficiente!

Ophanimon creó magia blanca para atraer a Seraphimon y sentarlo en su trono, encadenando su cuerpo para que no se moviera. Este gruñía por lo bajo porque no le gustaba que lo tomaran por un incompetente.

—Vayamos al grano antes de que esto se descontrole —aclaró la garganta Cherubimon—. No sabemos donde están localizados los Caballeros Reales. Parece que no quieren que nadie sepa su ubicación exacta.

—Entonces ellos están ideando un plan —dijo Beelzy, quién aprovechó la ocasión para darle un golpe en la cabeza a su hermano para que se comportara. Este se quejó por lo bajo.

—¿Y... cómo los invocamos? —preguntó con inocencia Yuki.

—No lo sabemos.

Cada vez se está poniendo más difícil la situación. El mundo está en peligro y quieres hacer algo. Claramente, en tu estado es difícil a causa de la presencia de Seraphimon. El Digimon ángel parece que se rindió, aunque podías escuchar su respiración agitada.

De pronto, una idea se te surgió en la cabeza. Es arriesgada, pero no quedaba más opción. Tú agarras la mano de Angewomon y está te mira. Haces el gesto con la cabeza para retirarse. La mujer ángel aceptó porque no había más opciones. Ella hizo una reverencia ante sus superiores y el grupo se iba marchando del palacio, por una puerta ancestral creada por la Digimon.

Todos volvieron al refugio. Algún que otro Digimon humanoide percibió tu aroma. Esto es bastante malo. En vez de quedarte quieta, tú corres hacia la salida ante la expectativa del resto. LadyDevimon decidió seguirte al igual que tus amigas. No estaban seguras que ibas a hacer.

Ya fuera del refugio, tú buscas con la mirada unas escaleras para subir hacia arriba. ¡Ajá! Hay unas que están expuestas. Con toda prisa vas subiendo con agilidad. Menos mal que la educación física te ha ayudado a fortalecer tus músculos.

—¡¿___?! ¡¿Qué haces?! —te llamó LadyDevimon.

No te paras. Continúas subiendo para llegar al último piso, a la azotea. No debes rendirte y mirar atrás. Esa sería tu última opción.

—¿Qué vas a hacer? —te preguntó Nyaramon.

—Algo arriesgado —respondes.

—¡Ah! ¡No me gustan los riesgos! ¡Vuelve atrás!

—¡No! Está es la única manera de llamar su atención.

—¿De quién?

Ya estás arriba del todo. No sientes tus piernas por subir con rapidez. Poco a poco vas recuperando el aliento, y caminas hacia el centro. El resto del equipo llegó hasta ti aún con la duda en sus cabezas. Lo siguiente que haces es gritar.

—¡Alphamon! ¡Estoy aquí! ¡Estoy expuesta!

—... ¡___ te estás exponiendo también al resto de Digimon Alfa! —exclamó Angewomon.

—¿Y por qué con él? —gruñó con molestia Beelzemon.

Tú sigues ignorando los comentarios y continúas llamando al líder de los Caballeros Reales. Es absurdo lo que haces. Estúpido y arriesgado. Cuando ibas a llamarlo por última vez, el suelo tembló. Eso fue causado por un Digimon que cayó del cielo. El polvo se iba levantando para dejar descubierta una gran armadura negra. Ojos amarillos se hicieron visible. Lo reconoces enseguida.

El Digimon de la armadura negra escuchó tu llamada y, aparte, reconoció tu aroma en cuestión de segundos. Una criatura de su calibre no puede resistirse a la tentación. Él iba a dar grandes pasos para llegar hasta ti, no obstante, una gran espada se interpuso entre Alphamon y su presa.

—Debe controlarse —habló Omegamon, la mano derecha del líder.

—... Estoy controlado, ¿ves? —afirmó con las manos levantadas.

—¡Humana Omega! —gritó Magnamon que pisó el suelo y te miró con furia—. ¡¿Cómo se te ocurre tal cosa?! ¡¿No ves que estamos en una misión importante?!

—Oye, cálmate, Magnamon —le aconsejó UlforceVeedramon.

—¡No me calmo! ¡Estamos de incógnitos! ¡Y esta humana se atreve a llamar a nuestro líder a saciar su... apetito sexual!

—Solo... quería saber... donde esta Yggdrasil —hablas con jadeos—. ¿Por qué vuestro Dios no está deteniendo esto?

—Para empezar él nos tiene a nosotros para cumplir está misión —dijo Omegamon—. No es necesario que esté presente porque confía en nosotros.

—¡Y ya no!

—Magnamon, ¿qué podemos hacer si nuestro líder no...? —Gankoomon quería hablar, pero tú presencia le está poniendo nervioso—. Bueno... la atención es bastante grande.

Todos los Caballeros Reales estuvieron presentes para ver lo que estaba ocurriendo. A quien no le gustaba su presencia es Beelzemon, quien se interpuso en medio protegiéndote de Alfas altamente potenciales. Alphamon lo vio y se rio por lo bajo.

—¿Crees que así la mantendrás lejos de mí?

—Es mía.

—No es tuya porque no está marcada. Lo sé perfectamente porque tuve un encuentro bastante apetecible con ella.

Eso enfureció mucho a Beelzemon, tanto que sus pupilas se dilatan aún más cual gato enfurecido.

—Entonces tendré que matarte —gruñó.

—¡Beelzemon, no seas estúpido! —le riñó su hermano.

—Soy más viejo que tú y con mucha experiencia en el combate.

La tensión está presente. Tú intención no es que haya una pelea, todo lo contrario. Una unión fuerte para enfrentarse a los Siete Pecados Capitales y que ellos protejan al único miembro. Tú intentas todo lo posible en levantarte para detener esta locura.

No quieres ninguna muerte. No lo deseas.

—¡Malignus Code!

Alguien gritó. No estás segura de dónde viene. Solo ves una luz negra atravesar las nubes y dar de lleno a Gallantmon. El caballero de la armadura blanca y roja cayó al suelo sintiendo un gran dolor en el pecho. Duftmon acudió a su ayuda. Sin embargo, cuando lo tocó, sintió como su cuerpo tembló. Algo está pasando en sus datos digitales. Todo está cambiando.

Gallantmon gritó con dolor. Él agarró su cabeza intentando contener ese sufrimiento, pero está siendo bastante difícil para el Digimon. Un aura oscura rodeó su figura galante. Sus ojos amarillos tornaron a un color rojo como la sangre. El Digimon estaba digievolucionando.

Todo su cuerpo humanoide se iba transformando en uno reptiliano. Alas grandes y poderosas emergieron de su espalda. Se había convertido en un dragón muy peligroso.

—N-No... No puede ser... —Duftmon se echó hacia atrás.

—Esa cosa... es...

—Sí, LadyDevimon... Es Megidramon —murmuró Angewomon sin creerlo.

Un miedo invadió todo tu cuerpo. Nunca creíste ver un monstruo como ese. El emblema de su pecho empezó a brillar y el cielo se tiñó de rojo sangre. Es una mala señal.

—Gallantmon, vuelve a la normalidad —suplicó Jesmon.

—No hagas ningún esfuerzo, Jesmon. En esa transformación, ya su mente está nublada —le dijo Gankoomon.

—¡Vaya! He fallado.

La voz de otro Digimon se hizo presente. Beelzemon chasqueó la lengua al verlo junto con otro compañero.

—Barbamon y Daemon.

—Pensaba que ibas a atraer a Beelzemon, viejo estúpido —lo insultó.

—Parece que el códice prefirió escoger a una víctima más jugosa. Debo controlar aún su poder.

Megidramon miraba de un lado para otro como si estuviera confuso. Todo le estaba molestando. La presencia de todos. Él hizo un rugido estruendoso causando que la mayoría se tapara los oídos. En ningún momento atacó porque se estaba sintiendo extraño. Su olfato distingue un aroma particular.

Sus ojos rojos inyectados de sangre se centran en ti. Lo percibes y caminas hacia atrás. Tienes un mal presentimiento ante todo esto. Aquel dragón demonio desplegó sus alas como una señal de emprender el vuelo. Voló en dirección a ti dando un latigazo fuerte a Beelzemon para que se apartara. Con su cola atrapó tu cintura y empezó a volar lejos del edificio. La mochila y Nyaramon se quedaron en tierra.

—¡___! —gritó Angewomon.

—¡Mami!

—¡Vuelve aquí, desgraciado! —Beelzemon lo apuntó con sus pistolas de cañón.

—¡Es nuestro compañero! —Magnamon se interpuso mostrando sus cañones—. No permitiré que lo toques.

—Nadie dañará a nadie —interrumpió Alphamon—. Examina y Sleipmon. Perseguid a Megidramon a ver dónde irá.

¿Serás devorada por el dragón rojo?

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