Capítulo 10. Revelaciones
El cielo se volvió oscuro de repente. Lucemon y el resto de Digimon están destruyendo todo a su paso comenzando una guerra. Tú mirabas atrás con cierto miedo. No estás entendiendo mucho lo que está sucediendo. El único que te puede responder a eso es Beelzemon, quién seguía conduciendo a toda prisa.
Nyaramon no ha salido de tu mochila por miedo a ser descubierto. Es demasiado tarde porque el Digimon sabe de su presencia, aunque no le está dando mucha importancia. Debe llegar a un sitio seguro para todos porque no es buen momento para pasear por las calles.
Los humanos están desesperados, huyendo de la gran tragedia. Tiendas destruidas, el claxon de los coches sonando por las calles… Definitivamente, esto es un caos. La cuestión es dónde están los Caballeros Reales o los Tres Ángeles. Todos ellos deberían detener la locura de Lucemon.
Beelzemon bajó un poco el ritmo de la moto para meterse en un callejón. Al final del todo, se encuentra una puerta un tanto oculta ante los ojos mortales. Beelzemon susurró unas palabras difíciles de descifrar y aquella puerta mágica se iba abriendo. El Digimon te invitó a que entraras. Tú asomas un poco la cabeza encontrándote unas escaleras que dan acceso a un sótano.
Muchas preguntas surgen en tu cabeza. Tal vez es un lugar seguro. Un búnker. Con determinación vas bajando por las escaleras y el Digimon va tras de ti, asegurándose de que la puerta esté cerrada. En unos segundos se volvió oscuro, pero las luces se encendieron. Tenebroso, fue la primera palabra que surgió en tu mente.
—¿A dónde lleva esto?
—Un lugar seguro —contestó.
—¿Sabes que está pasando?
—Solo sé que ese gilipollas no aguantó más y explotó —insultó, refiriéndose a Lucemon—. Ha visto la oportunidad de atacar porque Yggdrasil ha estado inactivo.
—¿Y por qué? —preguntas de nuevo.
—No sé darte la respuesta. Yo no estoy tan cerca de aquel a quien llaman Dios.
—No eres muy creyente.
—Solo siento rencor por conventirme en algo que detesto.
LadyDevimon te dijo una vez que teme ser como Lilithmon. Los Digimon están destinados a digievolucionar dependiendo si vienen de una descendencia directa o de los atributos. Pero actualmente hay una. ¿Es posible que exista más de una?
Abajo del todo encuentras una salida y escuchas voces. Al bajar del todo, te das cuenta que hay unas cuantas personas y Digimon heridos. Beelzemon ha estado ayudando a esta pobre gente. Es raro debido a su naturaleza caótica. No obstante, tus ojos se centran en una figura femenina muy parecida al demonio. Es BeelStarmon.
—¡Hermano! —gritó la Digimon acercándose—. Pensaba que te habían capturado.
—No me cogerán vivo —especificó.
Los ojos de la Digimon se centran en ti. Se sorprendió al verte.
—Oh, por Yggdrasil. Menos mal que estás bien —suspiró.
—¿Y esta gente…?
—Mi equipo, mi hermano mayor y yo hemos decidido ayudarlos —aclaró—. Cuando empezó el ataque de los Siete Pecados, no nos parecía justo dejarlos moribundos.
¿Equipo? Ah, claro. Ella pertenece a un grupo de Digimon llamados “Los Tres Mosqueteros”. Hacen bien en hacerlo. Está claro que tu teoría de que no todos los Digimon virus son malos. No quieren convertirse en aquello que detestan.
Entonces tus oídos se agudizan al escuchar unos pasos metálicos aproximarse hacia vosotros. Un Digimon con ropas color negro, unas botas metálicas que asimilan armas y un sombrero de vaquero se hace presente. Tu cuerpo se cohíbe ante su presencia, pero más aún quién le sigue detrás. Un dragón en forma de máquina. Con ese si hay que tener mucho cuidado.
—Veo que has traído un nuevo juguete, Beelzemon.
—No es un juguete, MagnaKidmon —corrigió.
—¿Ah, no? ¿Y por qué huele a…?
—¡Eh! Cuidado con tus palabras porque la chica está marcada por mi hermano mentecato.
Ya caíste en la cuenta a lo que se refería. Tus mejillas arden un poco porque no fue el único. Y crees que Beelzemon se haya dado cuenta porque no quitaba el ojo a ti.
—Oh, mis disculpas. No me di cuenta —rio—. Mi nombre es MagnaKidmon y este es Gundramon. No habla mucho.
—Encantada. Yo soy ___ ___.
—¡Y yo Nyaramon!
Te has sobresaltado porque el pequeño Digimon salió de su mochila no aguantando las ganas de conocer nuevos amigos.
—¡Oye! ¿Quién te ha dicho que pudieras salir? —lo riñes.
—Estaba escuchando muchas voces y me entró la curiosidad —confesó con las orejas agachadas.
—... ¿Es tuyo? —preguntó BeelStarmon mirando a su hermano.
—¡¿Cómo va a ser mío?! —gritó eufóricamente—. ¡Si lo fuera, en su sistema digital tendría mi código! Además, aunque ella sea una Omega, no es capaz de engendrar un huevo digital porque no es una Digimon.
Esa parte no la conocías. Angewomon se saltó esa parte importante de que ellos tienen la capacidad de ver los datos genéticos del Digimon. Bueno, BeelStarmon se hubiera dado cuenta, pero quería asegurarse.
—Habláis mucho. Los humanos y los Digimon necesitan descansar.
Otra voz. Esta es casi idéntica a la de Beelzemon. Tu cabeza gira hacia la dirección de aquel sonido y… ¡Vaya! El Digimon a quien estás viendo es idéntico a Beelzemon, salvo que no tiene cola, tiene alas negras grandes y un arma biónico en su brazo derecho. Y toda su armadura es de metal.
—Lo siento, Beelzy —se disculpó BeelStarmon.
—Te perdono porque eres mi hermana.
Estás un poco confusa.
—¿Sois… hermanos mellizos? —sueltas la pregunta a Beelzemon.
—Desgraciadamente —gruñó con los brazos cruzados.
—Él se llama igual, pero para diferenciarlos a uno lo llamamos por su nombre original y al otro Beelzy.
—¿Y por qué no al revés?
—¡Es evidente! —No resistió gritar MagnaKidmon—. Uno está destinado a ser un Pecado Capital y el otro no.
¿Eso significaba que no puede existir más de uno igual? Entonces LadyDevimon digievolucionará a otra forma, si no muere antes Lilithmon.
Ante todo está situación, te das cuenta de una cosa importante: tus amigas y tus abuelos están en peligro. Corres hacia las escaleras, pero Beelzemon te detiene, agarrando un brazo tuyo.
—¿A dónde vas? El lugar no es seguro.
—Aquellos a quienes amo están fuera todavía —dijo, apartando el brazo—. No puedo quedarme con los brazos cruzados sabiendo que están en peligro.
—... Iré contigo.
—¡Beelzemon! —lo llamó Beelzy—. Te has arriesgado en buscar a esta Omega, ahora no te arriesgues a…
—¡Es mi decisión! ¡Tú no eres quien para decirme lo que tengo que hacer!
—¡Soy tu hermano mayor!
—¡Un hermano mayor a quien estuve lamiendo su culo en las sombras! ¡Yo no quería esto! ¡Yo no quería conventirme en aquello que aborrezco! —iba alzando la voz llamando la atención de todos—. Siempre he intentado ayudar al resto, pero todos me rechazan por ser lo que soy. Y cuando apareces tú, todo es color de rosas. ¡¿Por qué Yggdrasil y nuestra Diosa decidió que mi genética sea esto?!
—Ahora no saques ese tema. Yo estoy hablando sobre lo que ocurrirá si te captura Lucemon y el resto de los Siete Pecados Capitales —habló con calma.
—¡Yo hago lo que me dé la gana!
—¡Basta ya! —se interpuso BeelStarmon—. Nada de peleas.
Beelzemon no estaba de acuerdo con esto, así que decidió marcharse del sitio antes de que explotara o destrozara cualquier cosa en su camino. Tú decides seguirle, no sin antes mirar atrás para ver a Beelzy. Parece destrozado ante las palabras de su hermano. Hay dispustas entre ellos dos. No quieres meterte en los asuntos de los demás, sin embargo, quieres entender todo lo que está pasando.
Ya afuera del búnker, Beelzemon tomó su moto y tú te subes con él abrazando su cintura. Durante todo el trayecto ninguna ha dicho una palabra. Es una situación bastante incómoda. Nyaramon miró hacia arriba para ver tu rostro. Está claro que estás distraída y preocupada por tu familia y amigos. Ojalá el Digimon pudiera hacer algo.
—... ¿Tiene mi genética? —preguntas a Beelzemon.
—No. No es tu criatura.
Tu cuerpo se alivió.
—Menos mal. Ya me estaba preocupando porque apareció… Ya sabes, cuando lo hicimos —tú dices con un leve sonrojo en las mejillas.
—Bueno… cabe notar que es raro que haya aparecido de la nada —rio por lo bajo Beelzemon.
—No quisiera meterme en los asuntos familiares, pero parece que no te llevas bien con tu hermano.
Y, de repente, la moto se paró en seco. No están a la vista de ningún Digimon, así que podrán conversar tranquilamente, aunque con los ojos y oídos bien abiertos.
—No, no me llevo nada bien.
—¿Es por que él es distinto a ti?
—... Cuando un Digimon nace, ya tiene la corazonada cual será su próximo digievolución. Uno puede cambiar su genética a base de esfuerzo, pero eso es infalible.
—Explícate.
—Siendo un Impmon me di cuenta en lo que me iba a convertir. —Beelzemon alzó la mirada al cielo—. En nuestra raza rezábamos a nuestra Diosa. Yo le suplicaba en no digievolucionar en Beelzemon, uno de los Siete Pecados Capitales. Pero… no lo hizo. Mi hermano fue elegido para ser el guardián de nuestro templo; mi hermana fue escogida para formar parte de ese grupo estúpido, y yo… —Su voz se iba resquebrajando, como si no tuviera muchas fuerzas—. Ahí perdí la fe en mi Diosa y en Yggdrasil.
—Lo siento… —murmuras—. No sabía que iba a ser duro para ti…
—La gente siempre me ha mirado mal y con rechazo. Los únicos que me dieron apoyo fueron mis hermanos, pero, claramente, no podía existir más de un Pecado Capital. La Diosa decidió castigarme…
—O tal vez está preparando algo bueno para ti —dices con mucha seguridad—. ¿No crees que ya te hubieras revelado con todo el mundo? Estás ayudando a la gente porque no deseas ser como tus antepasados… Tu Diosa te escogió por algo.
Beelzemon se quedó pensando por unos momentos ante tus palabras. ¿Y si fuera cierto? De todas maneras, ya la fe se perdió hace muchísimo tiempo. El Digimon retomó el camino arrancando el motor de la moto. Tú tenías que indicar el camino a tu casa porque él no está seguro donde vives y el de tus amigos tampoco. Sólo deseas que todos estén bien.
El cielo está oscuro. Ni los rayos del sol traspasan esas nubes negras. Un mal presagio estaba surgiendo y no te gustaba mucho. Nyaramon está temblando dentro de la mochila. Es solo un bebé que está viendo un mundo a punto de cambiar en manos de los Digimon tipo virus. La gente aún seguía corriendo, huyendo del gran peligro.
—¿Y por qué los Siete Pecados Capitales te quieren capturar? —preguntas, recordando la preocupación de Beelzy.
—Por naturaleza somos solitarios. No obstante, se cuenta una leyenda que si nos unimos, nacerá un Digimon muy poderoso que supera los niveles de Yggdrasil.
—Espera… ¿quieren revelarse ante él?
—Por eso nos llaman Pecados Capitales. Hacemos todo lo posible para gobernar el Mundo Digital —iba explicando, mientras esquivaba los coches—. Yo no quiero eso, pero el resto sí. Mi hermano cree que me van a capturar tan fácilmente solo para cumplir un dichoso capricho y, a saber, si esa leyenda existe.
—Entonces viendo que el Dios de los Digimon no ha dado señales, están aprovechando la ocasión para romper el tratado de paz. Es… horrible. —El miedo inundó por dentro creando inseguridad en ti—. ¿Y no hay una manera de saber qué le pasa a vuestro Dios?
—Los únicos cercanos a él son los Caballeros Reales, pero yo no los voy a buscar. He tenido… algún que otro problema.
—No me digas que has intentado asustar a un niño —preguntas irónicamente a lo que Beelzemon ríe.
—Aún sigo siendo el Impmon bromista. Tengo que sacar provecho de ello.
Beelzemon no ha perdido la costumbre de hacer bromas, eso te relaja bastante. En el fondo, este Digimon no es cruel y despiadado como dicen algunos. Solo es alguien a quien quiere limpiar sus pecados de alguna forma. Posiblemente, y crees, que su Diosa tiene algo preparado en mente por eso lo escogió. Pero no tienes mucha idea como es el ciclo de los Digimon.
Cuando la moto giró a la derecha, ves a tus amigas con tus abuelos saliendo de la casa con cierta prisa. Oh, eso te ha relajado demasiado. No le diste tiempo a que Beelzemon parase la moto porque tú saltaste. Ese gesto sorprendió al Digimon.
—¡Tata! ¡Tato!
—¡Oh, mi pequeña! —Tu abuela te recibió con los brazos abiertos al igual que tú abuelo.
—Pensábamos que te había sucedido algo —añadió tu abuelo.
—Yo estaba muy preocupada. Pero me alegro que estáis bien. Todos —dice, incluyendo a sus amigas.
—¿Qué hacías con él? —cuestionó Angewomon no fiándose mucho.
—Me salvó y le pedí de buscaros —contestas—. Y se lo agradezco.
Las mejillas de Beelzemon se tornaron rosas y movió la cabeza para que no se notaran tanto. Es una situación vergonzosa para un tipo malo como él. Ese gesto te enterneció demasiado hasta no evitas reírte.
Sin embargo, no hay tiempo que perder porque hay que poner a salvo a tu familia.
❌❌❌❌
En algún lugar remoto entre el mundo humano y mundo digital, Lucemon está sentado en su trono observando una esfera que le permite ver todo. Le fascinaba la destrucción de sus lacayos, no obstante, no le está satisfaciendo lo suficiente. Yggdrasil no se ha revelado y, para colmo, uno de los Siete Pecados Capitales se ha presentado. Ese Digimon ha ocultado su presencia para no ser detectado.
Eso lo está poniendo de mal humor.
Unos pasos llamaron la atención del Digimon más poderoso de tipo virus. Era el resto de los miembros que hicieron reverencia ante él.
—Espero que me traigan buenas noticias —habló.
—Sentimos comunicar que no —habló con miedo Daemon.
—Beelzemon está siendo un escurridizo —gruño Leviamon.
—¡Pero yo encontré algo que nos ayudará a que su objetivo se cumpla!
La voz de Barbamon atrajo la atención de Lucemon. El brujo Digimon sacó de su manga un objeto peculiar. Las alas del ángel maldito se estremecieron.
—¿Eso es…?
—Es un códice maligno —terminó decir—. Belphemon y yo fuimos a unas ruinas antiguas, y encontré esta maravilla. Un objeto capaz de modificar la apariencia de un Digimon, es decir, convertirlo en su versión maligna. Lo he estudiado muy bien y sé cómo activarla.
—Uhm, ¿eso significa que podrías convertir a esa puta en una versión malévola? —preguntó Lilithmon.
—Sí. Ophanimon no te daría problemas —rio.
—Ni los Caballeros Reales. —Lucemon se levantó de su trono—. Buen trabajo, Barbamon. Esto hará que Yggdrasil salga de su escondite y obligará a Beelzemon a unirse a nosotros para despertar a la “bestia” que tanto hablan las leyendas.
—Pero nos falta un ingrediente más.
—Y sé quién lo tiene —rio—. No os preocupéis. El plan está marchando como yo planeé.
Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top