Prólogo

Una voz. Una llamada de auxilio. Una dulce melodía mezclada con dolor y sufrimiento.

Fue lo que detuvo a la valerosa luz de vida mientras hablaba. Se quedó en silencio, escuchando. Su rostro fue adquiriendo un tinte sombrío, el cual intentó disimular de la mejor manera posible. Con una sonrisa forzada, puso fin a su discurso, para regresar a su asiento.

Las voces de auxilio seguían chillando en su cabeza, provocándole un ligero dolor. Llevó una mano a su Xros Loader rojizo, para mandar una señal de reunión a generales y hunters. Tenían que partir de inmediato.

Se excusó, para dirigirse velozmente a la azotea del edificio. Sacó su preciado digivice y con un movimiento de muñeca, hizo aparecer en el suelo los hologramas de los emblemas de los líderes. El joven portador de la luz de vida rezaba por que no tardaran mucho. Las voces en su cabeza no cesaban, aumentaban, los gritos, los lloros, las súplicas. Hasta que no se reunieran los siete, no podían hacer nada,

La puerta a su espalda se abrió, dejando ver a su joven pupilo. El Hunter tenía ya dieciséis años. Su mirada era seria y madura. También se podía ver reflejada la emoción de ser su primera misión oficial en el Digital World.

Los emblemas del suelo cambiaron a figuras holográficas que se miraban con preocupación las unas a las otras. Rostros maduros y serios que miraron a los dos líderes presentes de aquella dimensión.

—Taiki, ¿qué sucede? —la voz grave del primer líder sonó apremiante—. Nos has convocado a todos. Algo muy gordo debe de suceder para llamarnos sin avisar.

—Tenemos problemas muy serios... hay una nueva amenaza en el Digital World. Los Digimon chillan, nos llaman pidiendo ayuda.... esta vez debemos ir todas las generaciones. Esta vez, debemos aunar fuerzas para enfrentar al enemigo. Por eso os he llamado. Id al Digiquartz. Nosotros nos adelantaremos y os dejaremos la puerta abierta. Venid bien preparados. Sabemos que no vamos de acampada, si no a una guerra posiblemente. Muchas voces gritan desde la muerte. Puedo oírlas.

Los líderes permanecieron en silencio, mirándose los unos a los otros.

—Hay... un pequeño problema respecto a eso Taiki-san —habló Daisuke, sin alzar mucho su voz—. Nuestros equipos no saben que hay otros elegidos. Sólo los Xros Hearts y los Hunters son conscientes de eso. Y el Relojero nos pidió mantenerlo en secreto...

El general asintió a sus palabras, visiblemente sorprendido por la madurez que expresaban las palabras del segundo héroe. Sonrió con calma, aunque aún mostrando la seriedad del problema en su rostro.

—Es cierto que nos pidió que guardáramos el secreto. Pero nos están reclamando. No a mí. No a los Hunters. Si no a todos los elegidos. A las generaciones de los héroes legendarios. Es hora de que esa norma, esa prohibición desaparezca. Tenemos que trabajar todos unidos.

El joven pelirrojo, que tenía unos diecisiete años, asintió, tomando su D-Terminal, para empezar a escribir en él.

—Taiki-san... ¿qué voy a hacer respecto a mi condición? —murmuró Takuya, jugando con sus manos—. Mi equipo no tiene ni idea, simplemente creen que me eligieron por casualidad para formar a Susanoomon...

—¿Kouji vio tus alas? —fue la pregunta del estratega.

—Eso creo... pero no lo sé. Realmente me asusta la idea de que todos me puedan tener miedo por el simple hecho de no ser humano. No me siento como el líder que debería ser. ¿Qué debo hacer? ¿Cómo puedo superar este miedo?

El general y héroe de la luz suspiró. Ese era un asunto serio. Miró a su pupilo con una mirada de urgencia, diciéndole que se adelantara y fuera yendo hacia el Digital World. Después, volvió a mirar al portador de las llamas, que mantenía la mirada baja mientras jugaba con sus manos. Una ola de compasión recorrió cada rincón de su cuerpo.

—Takuya. Levanta la mirada. Jamás te humilles ante nadie. Eres un guerrero orgulloso. No debes temer a lo que eres. No importa que no seas como nosotros. Eres mucho mejor. Saca tus alas, lúcelas, grita con todas tus fuerzas que eres un elegido como nosotros. Tú has peleado por el Digital World con tus propios puños. Con todo tu poder. Que pudieras convertirte en Susanoomon con los demás miembros de tu equipo significa que tú también tienes un código digital. No necesitas un D-Tactor para ser el líder de tu equipo. Sé valiente y muéstrate tal y como eres... nosotros estaremos a tu lado. Y si alguien se atreve a hacerte daño... se las verá con nosotros.

El joven híbrido levantó su cabeza, con pequeñas lágrimas cayendo de sus ojos. Sonrió, para ver algo extraño en la siempre cálida mirada de su líder: sus ojos grisáceos tenían un matiz rojizo.

—Taiki, hay algo mal con tus ojos... tienen matices rojizos —habló Masaru, que hasta entonces había permanecido callado, preocupado por su sucesor.

—Creo que estoy teniendo un pequeño desequilibrio con mi luz, nada que Wisemon no pueda investigar una vez que estemos allí. Hay que partir de inmediato. Nos vemos allí. No tardéis.

—¡Voy a reunir enseguida a los Tamers! —exclamó con firmeza Takato—

—Sí, será mejor comenzar a movilizarse —concordó Taichi, cruzado de brazos—. Tened cuidado con el salto dimensional, podría haber alguna trampa o algún enemigo esperándonos.

—Taichi-san, nosotros ya estamos en camino —musitó Daisuke, se veía a su holograma moverse.

—Entendido. Cambio y corto —fueron las últimas palabras del portador del Valor antes de que su holograma, junto al de su kouhai desaparecieran.

Takuya saludó con la mano mientras sacaba su teléfono para llamar a su generación.

Uno a uno, los hologramas fueron desaparecieron, dejando solo en la azotea al estratega, quien tomó aire. Las voces no se callaban. Alzando su Xros Loader, entró al Digiquartz. El Relojero esperaba paciente, al parecer Tagiru le había advertido de la llegada de todos los héroes y compañeros.

—Ten cuidado, Taiki-kun —fueron sus palabras—. Tal vez esta sea tu última misión... y nadie quiere eso.

Kiriha y Nene llegaron a los minutos. El líder supo que sus compañeros estaban en posición desde su dimensión, así que con voz clara y firme, gritó:

—¡A LA CARGA!

Su grito resonó entre las dimensiones, mientras la puerta se abría.

Había llegado el momento. Una nueva aventura les aguardaba a todos. Sólo debían reunirse.

Por el bien del Digital World.

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