Capitulo XI: Entre el Amor y el Olvido

Durante unos momentos, cuando Tai le había acariciado el rostro y la había mirado tan intensamente, ella había sentido que se rendía hacia a él. Casi se derrite ante la combinación de poder y ternura. Era una locura, pero se había dejado arrastrar por el deseo de creer que existen finales felices en la vida real.

Pero él estaba echando a perder todo eso ahora, pasando de un príncipe a un sapo. Pero ¿Por qué estaba tan decepcionada? Tai incluso se lo había advertido ¡lo que debería sentir era alivio!

Había creído en el hombre que seguía en su cabeza en los últimos quince años. Aquel hombre que la había acariciado incluso con la mirada. Pero no era más que una fantasía que ella había alimentado al verlo trabajando todos los días sin camisa en su estanque durante las últimas semanas.

La verdad es que era un hombre que disfrutaba viviendo al limite cada día, arriesgando su vida. Y además creía que las historias de su agilidad la impresionarían, como si aún fuera el capitán de Soccer del colegio.

Debajo de toda aquella fanfarronería y apariencia, ella creía que aun se encontraba algo del viejo Tai. ¿pero no había sido ese siempre su problema? Ella sabia que en el castaño había fuerza, integridad, temple. Pero él castaño parecía decidido a no mostrarlas en aquel momento.

Ella ya no tenía 20 años. A sus treinta y cinco años actuales seria muy ingenuo de su parte tratar de ver cosas en él que sus acciones constantemente desmentían.

¿Cómo podía contarle aquellas horribles historias sin avergonzarse? ¡Detener a una anciana porque estaba robando en una tienda! ¡O correr detrás de un chico en bicicleta solo porque la había tomado sin permiso! No eran terribles enemigos públicos. De hecho, le estaba tomando más simpatía a esos supuestos criminales.

- ¡y entonces el chico se lanzó desde una colina! – exclamó Tai. – No podía creerlo, era una caída de más de diez metros. Me asomé y estaba escapando en la bici así que pensé "si él puede hacerlo también yo" así que salté...

Se calló bruscamente, a mitad de la frase, y salió disparado de la silla. Con tanta precipitación que su rodilla golpeó la mesa y el vino se derramo. "Era un final perfecto para una noche desastrosa", pensó Sora, mientras veía como el vino manchaba su vestido. Logró detener el caudal rojo pero el daño ya estaba hecho.

Podía intentar limpiarlo en aquel momento, pero tal vez era mejor dejarlo así. La mancha le serviría para recordar que los cuentos de hadas eran solamente eso, cuentos. El príncipe azul inevitablemente tenía un ego, o derramaba vino o limonada sobre el vestido con el que tratabas de impresionarlo, o...

- Llame al número de emergencia. Ahora.

La voz de Tai sonó calmada y con autoridad, así que se giró de la silla para ver lo que estaba sucediendo.

El camarero solo agitaba una servilleta blanca mientras parloteaba histérico y marcaba los números en su celular. Una mujer de avanzada edad sentada en la silla que había detrás de Sora comenzó a llorar. Todo el personal del restaurante se acercó al lugar del suceso. Y Tai se encontraba en el suelo que era el centro de todo, junto al hombre canoso que no se movía.

Los ojos de Sora se clavaron en Tai, él era un pilar de calma dentro de todo ese caos. Ella se levantó tan bruscamente, que el resto de la botella de vino se derramo en el suelo. Pero no se dio cuenta. No podía creer que se encontraba tan cerrada en su propio mundo que no había notado lo que sucedía alrededor suyo. Aunque solo habían pasado algunos segundos desde que él abandono la mesa.

Sora se abrió camino entre la multitud que se había formado alrededor de Tai y el hombre y se arrodillo al lado del castaño. Lo miro y vio que estaba completamente concentrado, absolutamente entregado a aquel hombre. Entrelazo sus manos y trato de reanimarlo con RCP. Contó y volvió a presionar.

Ella tomó aire profundamente y miro nuevamente a Tai. Permitió que la fuerza de él reforzara la suya propia. Con firmeza, coloco una mano en el hombro del anciano y otra en su frente. Aparto todos los pensamientos de su mente, incluso la imagen de Tai. Aunque algo en la intensidad con la que trataba de reanimarlo se quedó guardada en su mente.

Conforme cerro los ojos fue sintiendo una luz, era brillante y pura, rodeándola. Sintió como sus manos comenzaban a temblar.

No tenía idea de cuánto tiempo había pasado. Tan solo miro periféricamente a Tai, el cual estaba dando órdenes precisas. En esos momentos no le importaba nada, ni el ruido de la multitud alrededor, ni el sonido de la sirena que se escuchaba como se acercaba. En esos momentos solo estaba concentrada en el castaño.

De pronto sintió como un destello de luz logro penetrar el cuerpo del anciano que tenía frente a ella. Un sentimiento impresionante la recorrió. Parece que los esfuerzos de Tai habían dado frutos.

- ¡Tengo un latido! – anuncio el castaño

Se movió hacia ella para apartarla. Contemplo como Tai echaba si dudar la cabeza del hombre hacia atrás para darle respiración boca a boca. Tratando de que él se mantuviera con vida.

Momentos después, los de la ambulancia entraban corriendo al restaurante. Ella fue apartada de toda la multitud. Solo veía como Tai les explicaba detalladamente lo ocurrido. Finalmente se acercó a ella para darle la mano para que pudiera ponerse de pie.

Lo observo atentamente y por fin había visto lo que necesitaba ver en él, y lo había visto mientras estaba inclinado sobre aquel anciano tratando de salvarle la vida. Había visto que Tai aún seguía siendo el chico que arriesgaba todo para ayudar a quien lo necesitara. El chico de quien se había enamorado hace varios años.

Era el chico que siempre estaba junto a ella. Fuerte y calmado. Alguien que había elegido su trabajo no por que fuera excitante, como había intentado hacerle creer con esas historias. Ni por que estuviera ávido de poder o de adrenalina. No, Tai era policía por que le permitía servir a los demás empleando su más valioso Don.

Su valentía, esa valentía que le permitía poner el orden en medio del caos, la valentía que le permitía actuar en medio de una crisis. Era esa valentía que ella había percibido en el hace ya muchos años cuando aún eran unos niños y el la rescato de unos chicos mayores que la molestaban. El chico que nunca dejaba que nadie pasara sobre encima de nadie y defendía a sus amigos de todo. El chico que años atrás le encantaba hacer bromas mientras se metía en problemas junto con Matt. Y por supuesto era el hombre que hace unos momentos estaba sentado con ella en la mesa. Contándole historias ridículas para tratar de impresionarla mientras su verdadero yo estaba oculto. Ese era el auténtico Tai que ella recordaba y de la que alguna vez estuvo enamorada.

- ¿te encuentras bien? – pregunto él mientras le tocaba el hombro desnudo – estas temblando.

Ella asintió secándose las lágrimas que comenzaban a formarse en sus ojos.

- Tranquilo, estoy bien.

La mano de él era como fuego en su hombro, el tipo de fuego que aparecía tras una tormenta. Ofreciendo calor, seguridad y descanso.

- Caballero muchísimas gracias por lo que ha hecho – se acercó el gerente del restaurante – Permita que la casa invite su cena esta noche ¿puedo ofrecerle otra botella de vino?

- No será necesario, gracias.

- ¡Pero usted ha salvado la vida de aquel hombre! ¿Cuál es su nombre? Esto debe saberlo la prensa.

- Preferiría que este incidente se quedara así sin más. Solo hice lo que era correcto. – volvió a hablar el castaño.

La voz de aquel hombre interrumpió el mundo en el que habían entrado los dos. El lugar privado, casi sagrado siempre aparecía cuando ambos bajaban la guardia y ahí siempre podían verse el uno al otro y contemplar la verdad.

Sora podía sentir la mirada de Tai clavada en su rostro.

Él volvió a intercambiar unas palabras tranquilas con el gerente y luego le paso a Sora los brazos por el hombro protectoramente.

- La playa no queda muy lejos de aquí ¿te apetece tomar aire fresco?

Ambos salieron del restaurante para dirigirse a la playa. Él le ayudo a bajar las escaleras del muelle, sujetando su mano más tiempo del estrictamente necesario. La luna se reflejaba en el mar y sumía todo en una atmosfera mágica. El aire olía fresco y transportaba el sonido de las olas.

Tai la presionó ligeramente del hombro y ella se sentó en la arena. Él se sentó detrás, con sus piernas a los costados de ella. La invito a que se apoyara en la reconfortante calidad de su pecho y la abrazó, colocando sus manos en el regazo de ella.

- Así no tendrás frío – dijo el -. La arena estropeara tu vestido, pero creo que ya lo está ¿no lo crees?

Ella sabía que él estaba tratando de sacar algo divertido de aquel momento, regresarla al mundo donde las manchas en los vestidos importaban, pero ella no estaba preparada para volver.

- Dime como te sentiste realmente acerca de la ladrona de ochenta años- pidió ella.

- ¿para qué? Mejor sigamos hablando de tu vestido.

- No.

Se quedó callado, y tal vez ella pensó que no estaba listo de revelar el nivel de intimidad que antes tenían entre sí. No quiso presionarlo con el asunto, así que solo contemplo la Luna, y se recreó en la sensación de sus brazos rodeándola, su pecho sujetándola y sus piernas abrazándola.

- Triste – Dijo finalmente.

Ella suspiro satisfecha.

- ¿y en el robo del minisúper?

- Asustado, Y si preguntas del chico de la bicicleta me sentí viejo y si fuerzas.

Ella asintió, reconociendo que era finalmente sincero. Después de una larga pausa el siguió hablando, con su voz grave resonando en la noche.

- Sora, no puedo salvarlos a todos, así como no pude salvar a Kari y a TK. Si pensara demasiado en ellos pienso que no podría soportar mi vida. La sensibilidad es un inconveniente en mi trabajo, y a veces puede traer consecuencias fatales.

Aquella confesión no la hizo pensar en debilidad, sino todo lo contrario. Le hizo ver que seguía siendo aquel chico fuerte. Nuevamente él estaba confiando en ella, que se estaba reconectando nuevamente con ella. Por fin le estaba mostrando algo del auténtico Tai y era lo que ella recordaba.

- Esta noche has salvado a una persona – le recordó suavemente.

El suspiró y la abrazó un poco más fuerte.

- Probablemente no sobreviva a esta noche. Tiene todo en su contra.

- Yo creo que lo lograra

- ¿es una corazonada o lo dices para tranquilizarme?

- Un poco de ambas.

- Piensa lo que quieras, pero no llames al hospital para saber que ha pasado, así es como uno sobrevive a este trabajo.

- Yo nunca podrá ser así.

- Lo sé, tú siempre has ayudado a las personas sin importar lo que pase. Es lo que me gusta de ti.

- ¿y por eso tienes mi foto en tu estudio?

- ¿Qué acaso no dejaras darme un respiro de eso?

- No lo creo Tai, Aun me sigue doliendo lo que me hiciste hace quince años, y es algo que difícilmente podrá olvidar.

- Lo se Sora, y no hay día que me arrepienta de eso, pero en parte me alegra que hayas decidido alejarte de mi vida. Soy un gran desastre y seguramente te hubiera arrastrado conmigo a mi miseria.

Por un instante Sora comenzó a recordar aquella escena que paso hace quince años. Ella recién había terminado con Matt, pero no quería hablar con nadie de eso. Solamente podía hablar con Tai, pero este se encontraba muy distante de todos después de la muerte de su abuelo.

Prácticamente había tomado una actitud de rebeldía, por lo que trataba de distraerse de su rompimiento manteniéndose ocupada en otras cosas. Ese día ella iba camino a su casa después del club de Tenis cuando logró escuchar el frenon de la motocicleta de Tai a unas calles cerca de ahí.

- ¡no puede ser lo he matado! – escucho el grito de angustia de su amigo por lo que corrió inmediatamente con él para ver lo que había sucedido.

Al llegar a la escena vio como el castaño tenía al pequeño perro en brazos, desesperado sin saber que hacer. Inmediatamente ella se acercó para ver que el perro aun respiraba, pero le costaba trabajo. Era necesario atenderlo rápidamente.

- Tranquilízate Tai creo que estará bien. Si lo llevamos con mi abuela tal vez ella pueda ayudarlo.

- ¿estás segura? Tal vez deberíamos llevarlo con el veterinario.

- Confía en mí, siempre he visto que ella logra hacer varios milagros.

¿Milagros? Tai ya no estaba en una edad donde aún pudiera creer en milagros y en cuentos de hadas. Pero miro por unos momentos a Sora y sabía que podía confiar plenamente en ella, después de todo confiaría completamente su vida de ser necesario.

Para estar en las afueras de la ciudad no tardaron mucho en llegar. Inmediatamente la pelirroja con el cachorro en brazos corrió en búsqueda de su abuela sabiendo que tenían el tiempo en contra. Afortunadamente la anciana se encontraba en su jardín cosechando algunas cosas. Cuando Sora le conto sobre lo sucedido ambas llevaron al cachorro al cobertizo que tenían cerca donde la anciana comenzó a examinarlo. El castaño llego poco después detrás de ellas.

Su preocupación por el pequeño cachorro era más que evidente y Sora podía percibir los sentimientos del castaño mejor que nadie.

- No te preocupes hijo – hablo la dulce anciana – Se nota que el pequeño tiene ganas de seguir viviendo. Así que haré todo lo que este en mis manos para ayudarlo – Comento en un intento de tranquilizar al castaño para después voltear a ver a su nieta – Cariño acompáñame al jardín por unas plantas. Le haremos su propia medicina.

- Claro oba-chan.

Ambas mujeres salieron al jardín para regresar poco después con algunas plantas, así ambas comenzaron a atender al pequeño cachorro. Sora solo seguía al pie de la letra cada instrucción que su abuela le indicaba.

Por su parte Tai miraba detenidamente a la pelirroja sin perder un detalle de lo que esta hacía, el conocía cada detalle de la vida de su amiga y sabía cómo ella se esforzaba siempre en cuidar de los demás. No importaba que sucediera o si eso le traía problemas, ella siempre tenía ese rasgo maternal que la caracterizaba. Y fue lo que en un principio logró cautivar completamente al castaño y hasta el día de hoy seguía haciéndolo al mirar cómo atendía al pequeño cachorro con cariño y dedicación. Y le gustaba lo que veía.

Después de algunas horas ambas mujeres finalmente habían terminado. Finalmente habían logrado estabilizar al cachorro y solo necesitaba descansar y tener algunos cuidados los cuales la anciana estaba dispuesto a hacer.

El castaño finalmente podía darse un pequeño respiro. Y ahora que lo pensaba esa era la primera vez que conocía a la abuela de Sora en todo el tiempo que la conocía, debía reconocer que aquel lugar tenía cierto encanto, además de que podía contemplar las estrellas en el firmamento con gran claridad. En esos momentos la pelirroja se acercó con una taza de té para su amigo.

- Toma, mi abuela nos preparó un poco de té de Hierbabuena, dice que te ayudara a relajarte.

- Gracias, creo que me será de ayuda – comento mientras tomaba la taza que le ofrecía su amiga -. No me imaginaba que tu abuela fuera tan extraordinaria.

- Ella era enfermera y con sus conocimientos en herbolaria ayudaba mucho a las personas que venían a buscarla. Se podría decir que los curaba con magia – comento la pelirroja en broma causando una sonrisa en su amigo.

Ambos se sentaron en el porche de la casa mientras platicaban y reían juntos como cuando eran niños, de pronto los dos se quedaron en silencio para contemplar las estrellas.

- Supe que terminaste con Matt – comento finalmente el castaño rompiendo aquel silencio que se formó, la pelirroja no le contesto, simplemente quería evitar el tema en esos momentos -. Bien te entiendo, pero si necesitas hablar puedes buscarme cuando...

Antes de que el castaño pudiera terminar Sora se abalanzo directo a los brazos de su amigo comenzando a llorar. Finalmente podía desahogarse con la persona en la más confiaba y en la que siempre se sentía segura. Tai solo la abrazo mientras esta lloraba desconsolada. Finalmente, este le levanto el rostro para secar las lágrimas de su amiga solo para después mirarla fijamente a sus ojos color miel.

- Perdóname Tai, probablemente pienses que solo soy una tonta por llorar por cosas sin sentido cuando tu recientemente perdiste a tu abuelo.

- No tienes nada porque disculparte, necesitabas desahogarte con alguien y lo comprendo. Tu siempre te has preocupado por todos nosotros siempre ocultando tus sentimientos tratando de no preocuparnos, pero te conozco mejor que nadie y se perfectamente lo que sientes en tu interior. Eres alguien muy obstinada, fuerte y decidida. Que hace lo que siente es correcto sin importar nada. Y la verdad creo que hizo que me enamorara de ti.

- ¿Qué dijiste Tai? – pregunto sorprendida ante lo último dicho por el castaño.

Este dudo por unos momentos, sin darse cuenta el castaño finalmente le había revelado sus sentimientos a Sora, ahora ya no había marcha atrás así que tenía que actuar de inmediato.

- Que te amo Sora, siempre te amé y nunca te lo dije.

La pelirroja no contesto en el momento, ya que no podía creer lo que el castaño le estaba diciendo. Él siempre estuvo con ella en todo momento y la protegía de todo. Incluso cuando sus padres se separaron hace años ella y su madre se mudaron a en ese entonces un barrio desconocido para ella. Él fue el primer en hablarle a pesar de ser considerada un bicho raro por los demás niños. Incluso él fue quien la ayudo a tomar fuerzas cuando hace 6 años comenzó a salir con Matt. ¿y ahora le estaba confesando que siempre estuvo enamorado de ella?

- Entiendo, parece que solamente me ves como tu amigo – comento el castaño solo para ser silenciado por un beso de la pelirroja.

- Calla bobo, no heches a perder este momento.

Y Finalmente Tai la beso. Un momento que aparentemente los dos habían esperado por mucho tiempo, finalmente ambos eran conscientes de los sentimientos que se tenían desde hace tiempo. Se quedaron un momento así hasta que finalmente sintieron que necesitaban tomar aire.

- Te amo Tai –. susurro la pelirroja al tiempo que abrazaba al castaño.

- Siempre estaré a tu lado.

Sora creía que finalmente podría ser feliz con la persona a la que siempre había querido. y así pudo haber sido hasta que lo encontró besándose con Mimi Tachikawa detrás de la máquina de bebidas del instituto.

Mimi era su mejor amiga hasta ese entonces, y los encontró besándose con una pasión completamente fuera de lugar. No podía creer que después de todo lo que había vivido con el castaño y después de aquel momento que paso con él. Este decidiera traicionarla con su mejor amiga.

Después de eso Sora decidió alejarse de todos e irse a vivir a Kyoto con su padre para estudiar la Universidad. Lo último que quería era ver la cara de Taichi Yagami. La persona en quien más había confiado en su vida y termino rompiéndole el corazón.

La amargura de aquel recuerdo le dolía aún. Entonces sintió como Tai la abrazo con aun más fuerza.

- Lo siento – volvió a hablar él – De todas las cosas que lamento en mi vida, fue el de hacerte daño.

Ella no respondió, resistiéndose por el miedo de aceptar sus disculpas. Si soltaba ese pozo de ira ¿Qué defensa le quedaba contra él? Entonces se dio cuenta que todo ese tiempo siempre ha estado tratando de encontrarle defectos para desprestigiarlo, para no caer de nuevo en sus encantos.

Pero a pesar de todo tal parece que aun sentía algo por él. Un sentimiento que nuevamente estaba brotando a pesar de todo ese tiempo.

- Escúchame, Sora, he estado tratando de no abrir viejas heridas, pero enserio me gustaría que olvidáramos lo que paso aquel día en el instituto. No fue mentira todo lo que te dije aquella noche. Realmente siempre había sentido algo por ti. Pero por mi estupidez hice que la persona que más me importaba se alejara de mi vida.

El tomo un poco de aire y después continúo hablando.

- Pero fuiste realmente afortunada de haberte alejado de mí. Solo te hubiera causado dolor. Con lo dulce y sensible que eras. Y aun eres.

- Soy más dura de lo que crees – protesto ella. Pero sentir como los brazos del castaño la rodeaban hacía que le temblaran las piernas.

- Lo sé, y es lo que hizo que me enamorara de ti – volvió a comentar el castaño.

Esas palabras nuevamente resonaron en la cabeza de Sora. ¿acaso se estaba repitiendo la historia? Aquella vez no dejo que el diera explicaciones y tampoco quería confrontar a la que alguna vez fue su mejor amiga. Solamente eligió la salida más fácil y escapo de todos sus problemas.

No sabía si en ese tiempo había cometido un grave error, pero lo que si sabía es que esta vez no iba a dejar que las cosas salieran igual. Había visto a Taichi Yagami, la parte había tenido escondida todos esos años y que probablemente solamente ella conocía realmente.

Así que giro la cabeza hacia él y puso sus labios sobre los suyos como lo había hecho aquella noche hace quince años. Sabia a vino y sal, a viento y arena y también a un prometedor mundo de sensualidad y pasión. Sus labios sabían a gloria. Como ella aun recordaba.

Al principio Tai se extrañó. Respondió cautelosamente con una exquisita ternura, pero la textura de su beso fue cambiando poco a poco. Sora sintió como se le aceleraba el corazón. Las manos de él apretaron sus hombros con la urgencia del deseo. Sus labios se volvieron más voraces, demandando una respuesta de ella.

Y ella respondió al momento, ávidamente, contestando al fuego de él con su propio fuego. Él reaccionó y abrió los labios de ella con su lengua y la introdujo en su boca. Sus manos recorrían los hombros, el vientre, la espalda de aquella increíble mujer.

Ella sintió la urgencia de conocerlo como hombre. Dejó que sus manos recorrieran sus poderosos muslos, su pecho fuerte y definido, sus musculosos brazos. La mano de él rozó sus pechos a través del vestido y ella se quedó muy quieta, saboreando la deliciosa sensación y la demanda urgente. Se separó de sus labios, echó la cabeza hacia atrás y luego lo miró a los ojos. Estaban llenos de deseo, podía sentir el calor que desprendía su cuerpo.

- Te deseo – Dijo finalmente ella, sorprendida por su atrevimiento y encantada a la vez.

Ya no era esa chica que solo buscaba a su amigo para desahogarse. Experimentó su nuevo yo sacándole la camiseta de los pantalones y metiendo sus manos por debajo de ella. Tocar la suave firmeza de su piel era tan erótico como tocar sus labios.

- Quítatela – Susurro ella, jugando con su nuevo poder.

- Te amo Sora, pero no quiero hacerte el amor en la playa – susurro él con la voz ronca.

¿hacerle el amor? Claro que la palabra "Te deseo" significaba eso, aunque ella las había dicho en un sentido mucho más amplio. Aun así, todo aquello iba encaminado a eso. ¿Por qué de repente se quedó anonadada, como si la hubieran arrastrado contra su conciencia?

Aquellos pensamientos desaparecieron cuando nuevamente los labios de él la encontraron. La puso en pie y le sacudió la arena del vestido. Sus manos recorrieron sus curvas hasta que la hizo temblar. Después la levantó en brazos como si no pesara nada. La llevó hasta la escalera por la que habían bajado antes y, cuando ya estaban arriba, la cubrió de tiernos besos. La depositó en el suelo y se encaminaron de vuelta al restaurante.

Caminaron directo a la camioneta, él le abrió la puerta, pero, antes de que estuviera dentro, la besó de nuevo. En la oscuridad de la noche, la empujó suavemente contra el respaldo del asiento, mientras sus besos la hacían suya. Se interrumpieron solo cundo vieron una luz que ilumino por unos momentos el estacionamiento del restaurante y así Sora pudo ver el rostro de él, transfigurado de ardor y deseo. Se metió en el interior de la camioneta y esperó a que él entrara junto a ella.

Pero el cerro la puerta y se quedó contemplado las estrellas, finalmente entro al auto, la miró, le acaricio el cabello y le sonrió.

- Jamás me imagine que tuviera otra oportunidad contigo, pero mejor vallamos lento.

- ¿Qué? – Dijo ella conteniendo el aliento -. ¿Qué quieres decir?

- Te amo Sora, pero también amo a Hana. Así que quiero hacer lo mejor para ambas

- ¿Cómo?

- Ayúdame a ser un mejor hombre, Sora. ¿Qué te parece si volvemos unos pasos atrás?

Ella no entendía nada, y le estaban dando unas ganas terribles de estrangularlo.

- Cuéntame Sora, si Hana no hubiera estado involucrada ¿Qué te hubiera gustado hacer? Se perfectamente que no es tu estilo tomar Chateaubriand en un viejo restaurante francés.

Así que Tai también lo había notado. Ahora se sentía ridícula con ese vestido, pero ahora que lo pensaba ese tampoco era el estilo de Tai, el era un amante torpe y seguramente la hubiera llevado a cualquier otro lugar. Pero aun así él quería intentarlo, recuperar nuevamente aquel vinculo.

- Bueno, para empezar, no me gustaría que pareciera una cita. No me gustaría sentirme torpe con los cubiertos, ni vestirme como una princesa –explicó, mientras se descalzaba–. Supongo que lo que realmente me gustaría sería trabajar junto a ti en crear el estanque. Y cuando estuviéramos cansados y sudorosos podríamos ir a una poza que hay detrás de la casa con unos neumáticos y flotar bajo el sol.

- ¿y eso seria con o sin traje de baño? – pregunto en broma con cierto tono travieso

- ¡Con! – respondió ella con cierta indignación hasta que ambos comenzaron a reír.

- De acuerdo, entonces organizaremos otra cita Sora.

Durante todo el viaje de regreso ambos iban platicando y riendo. Recordando viejas cosas como la vez que el castaño se había roto un brazo solo por subir a rescatar el balón que se había atorado sobre un árbol cuando eran niños. El ambiente era tan agradable que no se habían dado cuenta que finalmente habían llegado.

El bajo de la camioneta para abrirle la puerta. El acompaño hasta la entrada y la beso dulcemente en la boca. Ella quería que pasara a su casa y continuar lo que habían iniciado en la playa. Pero este lo detuvo.

- Por una vez en mi vida quiero hacer algo bien.

- De acuerdo Tai, entonces te veré después.

- Hasta pronto ma chèrie – Comento provocando que Sora lanzara una pequeña carcajada.

Lo observó volver a la camioneta mientras ella temblaba, y no porque hiciera frío. Tai había prometido que esa noche seria mágica y había cumplido.

Por su parte el castaño subió a su camioneta con una gran sonrisa en el rostro. El camino de regreso a casa fue agradable para él. En cuanto abrió la puerta del apartamento la castaña lo estaba esperando emocionada.

- ¿Qué tal te ha ido tío? – pregunto Hana ansiosamente.

- Ha ido bien – contesto él.

- Quiero saberlo todo ¿Qué comieron? ¿la besaste?

- Hana, no voy a dejar que una niña de trece años se inmiscuya en mi vida amorosa.

- ¿tu vida amorosa? – repitió ella casi sin aliento

- No quise decir eso.

- ¿el que?

- No es nada enana, es hora de que vallas a dormir ya.

- ¿puedes decirme a menos si se divirtieron?

Recordó los labios de La pelirroja, sus ojos color avellana, la forma en que requería lo mejor de él y la manera en que había comenzado a aburrirla ante sus estúpidas historias.

- Un anciano tuvo un infarto, por error derrame un poco de vino sobre su vestido por tratar de ayudarle.

Era más fácil contar la historia del anciano que comentarle a su sobrina preadolescente lo que realmente paso y como se sentía por dentro. Además ¿Qué podía decirle? "y entonces ella se arrodilló junto a mí, y la miré a la cara y la vi iluminada por una luz que me hizo sentir como si toda mi vida anterior fuera vacía y sin sentido".

- Entonces fue un desastre la cita – comento la castaña con un puchero.

- Tranquila, el anciano sobrevivió – comento el con una sonrisa.

- ¡No me refiero a eso!

- De acuerdo, "no fue un desastre" – comento haciendo que su sobrina quedara un poco más tranquila -. Tendremos otra cita, pero esta vez a nuestra manera. Eso significa que no vamos a necesitar de tu ayuda.

- Como si fuera a ayudar a un par de ancianos – Comento tratando de hacerse la ofendida pero un brillo evidente se había formado en sus ojos.

Fue la reacción de su sobrina lo que hizo que pensara que todo había valido la pena. Ella estaba comenzando a recobrar la fe en la vida, y el también lo estaba haciendo. Tal parecía que las cosas estaban comenzando a mejorar para ellos dos, pero no esperaba la noticia que estaba a punto de recibir por parte de Hana.

- Por cierto, la tía Mimi ha llamado hace un rato.

Al escuchar ese nombre sintió como todo su cuerpo se ponía en alerta roja.

- ¿y que quería?

- Vendrá a Japón por unos días y dijo que quería pasar a visitarnos – informo ella, estando emocionada por esa visita -. Quiere ir conmigo de compras para que renueve el armario antes de empezar el curso. Dice que ella es como mi hada madrina.

Mimi era la madrina de Hana, pero nada más alejado de un hada madrina. Ella era una de sus amigas durante sus años en el instituto. Pero después de lo que sucedió con Sora él no la había vuelto a ver hasta el funeral de su hermana y TK, y la verdad es que el aún se mantenía distante de ella. Era verdad que en la urgencia de buscar alguien que le enseñara sobre estanques para construir el de Sora, la llamo en un impulso estúpido revelándole que había vuelto a encontrar a Sora. Su llegada no podría haber llegado en peor momento ¿Iba a tener a dos mujeres con asuntos inacabados en su vida al mismo tiempo? ¿Cuánto había ofendido al cosmos para merecer todo aquello?

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top