Capítulo VI: Tempestad
Había sido una noche terrible, pensó Tai mientras volvía a casa después de su turno. Un par de borrachos se habían enfrentado con él, le habían reventado el labio y golpeado las costillas, le dolían los golpes y el labio hinchado. Seguramente no tenia buena pinta.
Después del papeleo, habían tenido una llamada de emergencia que había en una persecución a pie. Había corrido seis manzanas a todo gas, hasta que creyó que el corazón le iba a explotar y las piernas ya no le respondían. Pero había detenido al ladrón. Un hombre mucho más joven que él.
Era el tipo de noche que antes le llenaba de satisfacción: llena de acción, alejando a un par de chicos malos de las calles, probando que seguía enfrentándose a "los malos" y los ganaba. Pero, desde la muerte de Kari y TK, ya no era igual. Se cuestionaba todo y se sentía viejo. Antes el descontento estaba ahí, de una manera vaga, pero no tenía demasiada fuerza. Hasta el día anterior, en que le había hablado Sora a su trabajo, de que recogía a borrachos y hacía el turno en un coche asqueroso. Además, aquel sentimiento de incomodidad se unía el hecho de que no podía dejar de pensar en las palabras de ella:
"Tan solo dile que la quieres más que a nada en este mundo"
Le sonaba a todas esas sandeces de la Nueva Era que él detestaba. Además, todos sus intentos de ganarse a las mujeres, del tipo y la edad que fueran, habían sido siempre unos tremendos fracasos, empezando con su mejor amiga.
Después de un rato por fin había llegado a su casa. Era un modesto departamento con dos habitaciones, normalmente el siempre llegaba a recoger el periódico y a tirar la basura, pero aquella mañana la casa le pareció fría. Pensó que su casa le faltaba un poco de vida, una que otra planta, un florero, tal vez pintarla de un color más alegre, supuso que esa idea tenía que ver con ella.
¿Cómo era posible que una sola visita le hubiera afectado tanto? Era como si de repente viera su vida a través de los ojos de ella.
Había una solución fácil a eso: no volver a verla. Después de todo, era lo que había funcionado la otra vez. Pero la sola idea le pareció rastrera.
Entro a su apartamento el cual estaba tan vacío. Se había acostumbrado a compartir las mañanas con Hana antes de que se fuera al Instituto. Se la pasaba la mayor parte del tiempo quejándose, pero era mejor tener su compañía que no tener a nadie. Últimamente, el cacorro había añadido algo de vida a la rutina de las mañanas. Al entrar a la cocina metió el pie sin querer en el plato del agua del perro, algo que era parte de la rutina matutina, y se preguntó si debería deshacerse de él, en caso de que Kerry no volviera ¿Habría sobrevivido la noche? El contestador no parpadeaba, pero él tampoco estaba muy seguro de que Hana fuera a llamarlo para contarle la tragedia. Miro el reloj: eran las siete en punto. Demasiado pronto para telefonearlas. Y además, ¿qué les iba a decir?, "¿buenos idas, ha muerto el cachorro?".
Pero la verdad es que quería oír nuevamente su dulce voz. ¿Estaría Sora hechizándolo?
Miró de nuevo el reloj. Debería dormir, pero empezaba a ocurrírsele otro plan: podía darse una ducha, comprar desayuno para todos y estar allí para las ocho y media. Eso le parecía más diplomático que telefonear y preguntar si el perro había muerto.
Una hora más tarde, conducía su camioneta por el camino de entrada rodeado de rosas con una caja de rosquillas, dos chocolates calientes y un café americano en el asiento del copiloto. Sora y Hana estaban en las escaleras cuando él las vio, y por un momento disfrutó de la tranquilidad de la estampa: las dos mujeres tenían la cara iluminada por el sol y estaban rodeadas de flores que comenzaban a abrirse.
Hana giró la cabeza y sonrió, como si estuviera contenta de verlo. Se puso en pie y corrió hacia la camioneta mientras él bajaba. Era como una niña pequeña, como si bailara. Se había quitado el maquillaje, Sora tenía razón, sin todo ese rímel en los ojos Hana era una chica muy guapa al igual que su madre.
- Esta mucho mejor – le anunció ella-, Kerry está mucho mejor. Ha abierto los ojos, ¡Y me ha lamido los dedos!
Sora aun estaba sentada en el porche, con el cachorro envuelto en una manta junto a ella. Tenía el pelo húmedo aún de la ducha, y se rizaba desordenado alrededor de su rostro. Ella tampoco llevaba maquillaje, pero desde que la tenia memoria ella siempre había tenido una belleza natural. Se había puesto unos pantalones color trigo y una camisa blanca, estaba descalza cosa que a Tai encontró muy sexi, para sorpresa suya.
- ¿Qué le ha pasado a tu cara? – pregunto Hana repentinamente perdiendo su sonrisa
- Nada – respondió él, llevándose la mano al labio-, una pequeña pelea entre ebrios y tuve que intervenir
- ¿Podrían haberte matado? – continuó preguntado, enfadada
- No.
Hana resopló y lo fulminó con la mirada. Luego se agitó el pelo y volvió al porche junto a Sora. Se había terminado la tranquilidad.
El saco de la camioneta las donas y los vasos y se acercó a ellas. Desde luego que si Sora le había lanzado un hechizo, no parecía nada entusiasmada al verlo. Seguramente era por las donas, estaría pensando que era un estúpido. Eso era lo que exactamente le pasaba: cuanto más intentaba ser un buen chico, más desatinos cometía.
Hana rebusco en la caja hasta que encontró la dona con cubierta chocolate.
- Me encanta el chocolate – le confesó a Sora
- Es un detalle por parte de tu tío al recordarlo
- Ya sé que no es exactamente el desayuno de campeones – dijo, alargándole la caja de donas a Sora -. Me imagino que debería haber traído otra cosa
- A mí me parece la elección perfecta.
- Recuerdo como siempre antes de entrar a clases nos dábamos una escapada con Matt y Mimi para tomarnos un poco de chocolate caliente y unos bollos
El comentario de Tai despertó cierta curiosidad en Hana, siempre quiso saber cómo eran los días de escuela de sus dos tíos y aún más si ambos conocían a Sora.
- ¿Cómo eran sus días en el instituto? –pregunto curiosa
- Es una historia larga, otro día te puede contar tu tío – respondió la pelirroja
- Por favor Sora quiero saber, como eras en el instituto
La pelirroja sabía que no había opción, Hana no era de las niñas que podías persuadir tan fácilmente.
- Cuando era niña incluso en mis años de adolescencia parecía que no encajaba, mi papá siempre se la pasaba la mayor parte del tiempo viajando por su trabajo en la Universidad, así que la mayor parte del tiempo me la pasaba con mi madre, a mí siempre me han interesado cosas diferente del resto de las chicas de mi edad.
- Eso me suena – dijo Hana - ¿Qué cosas distintas te interesaban?
- Para empezar, me gustaban los deportes cosa que a otras chicas incluso mi madre pensaba que no era nada femenino, además siempre me han gustado las hierbas y experimentar con... con varias cosas
- Eras un bicho raro – afirmó Hana, pero con el afecto de un alma gemela
- Se podría decir que sí, pero nunca me importo lo que pensaran los demás – admitió Sora
- ¿Y qué me dices de él? ¿Cómo era mi tío Taichi en el instituto? – pregunto Hana volviendo la cara hacia su tío
- El junto con tu tío Yamato eran los chicos más populares de la escuela, de hecho tu tío Tai se había ganado el apodo de "El chico Rompecorazones" – dijo ella, sin ningún entusiasmo y desviando la mirada
- ¿A ti te gustaba?
Por unos instantes, Sora no contesto
- Si – dijo al fin
- ¿Tú le gustabas a él? – pregunto Hana haciendo que su tío interviniera
- Oye enana ¿Por qué tanto interés en saber de mi vida?
- Tu tío era un chico muy dulce y gentil que siempre sabia como animarme cuando estaba triste y que siempre se preocupaba por mi – contesto Sora ante la interrupción de Tai – pero un día decidió mandar de paseo a todos sus amigos, incluyéndome a mi
- Oh, no, ¿eras uno de ésos, tiito? ¿Uno de esos imbéciles engreídos que después de que se les suben los aires de grandeza no ven más allá de sí mismos?
- A mí nunca se me subieron los aires de grandeza, pero me temo que ella tiene razón con lo de haber alejado a todos mis amigos
No lo llamaba "tiito" a menudo, así que no estaba totalmente enfadada con él. Pero si Sora continuaba hablando, eso podía cambiar
- Hay un chico en mi clase – contó Hana – se supone que su padre es dueño de una de las más famosas empresas de Japón, un día solo lo salude y no me hizo ni caso, como si yo no existiera. Lo odio
Niño rico, engreído, hijo de uno de los mayores empresarios de Japón. Tai supo en ese instante que se trataba del hijo de Kain Matzawa. Y era de suponer que tenía la misma actitud que su padre cuando iban al instituto. Quería hacerlo pedazos por haberse atrevido a hacerle daño a su sobrina. Desde luego, la vida ponía a cada uno en su sitio, y se cobraba su venganza.
- ¿Conocías a mi madre? – siguió preguntando Hana
- Tu mamá era más chica que nosotros así que nunca fuimos en el mismo curso, pero siempre convivía con ella fuera del instituto
- ¿Cómo era?
En ese momento el rostro del castaño cambio a uno más melancólico al recordar a su pequeña hermana. Él cerro lo ojos. "tierna, sincera, alguien que siempre ayudaba a quien lo necesitará fuera quien fuera" sería una descripción adecuada, pensó. Sora sabía que probablemente el simple hecho de hablar de Kari podría ser muy triste para Hana, así que trato de ser breve.
- Tu madre siempre fue una chica muy especial, siempre le gustaba ayudar a los demás y pensaba que todos tenían un poco de luz en su interior
Hana la escucho atentamente y luego suspiro.
- Era muy, muy buena. La mejor madre del mundo
Taichi abrió los ojos y miro atentamente a su sobrina, parece que ya no le afectaba mucho hablar de sus padres. Ojala él hubiera aprendido eso de ella hace tiempo cuando recién había muerto su abuelo Simón. Vio que Sora lo estudiaba con la mirada y sintió que estaba leyendo en su interior. Termino su café y pensó que era hora de marcharse. Pero no quería hacerlo.
- Debería irme – dijo, a pesar suyo. Para su disgusto, ningún objeto nada
- ¿Puedes traerme algo de ropa? – le pidió Hana – Una camiseta, unos pantalones cortos. ¡Ah! Y ropa interior
Tai sintió que empezaba a enrojecer. "Ropa interior", se preguntó.
- ¿Cuánto tiempo piensas quedarte aquí?
- Solo hasta que Kerry esté mejor – contestó ella, rápidamente
Sus ojos decían algo diferente: decían "para siempre".
En un solo día, Sora había logrado lo que él llevaba intentado los últimos seis meses. Se había acercado a su sobrina. Intento sentir resentimiento hacia ella, pero no lo logró.
Hana tenía un aspecto totalmente diferente. Incluso aunque el cachorro aún estuviera en peligro de muerte. Incluso aunque a él le había reventado un labio en el trabajo, ella estaba diferente. No podía decirse que estuviera contenta, pero tampoco estaba tan hostil ni tan tensa como antes.
- ¿te parece bien que se quede? – le pregunto a Sora
Ella asintió.
- Es una chica estupenda. Y me ganó al Scrabble dos veces seguidas anoche. Hacía mucho que no encontraba competidores. Soy una adicta a ese juego.
- ¿Al Scrabble? – pregunto él, riendo
Ella enrojeció, dándose cuenta de que ser adicta al Scrabble revelaba sobre su vida.
- Debe sonarte muy aburrido – dijo secamente
Pero no era así, de hecho, le sonaba consistente, sano. Hana adoraba el Scrabble, y debía de estar encantada de haber encontrado alguien que supiera jugar y a quien no le importaba perder.
El había jugado al Turista dos veces con ella. Pero era competitivo y odiaba perder. Ahora veía claro por qué ella no había vuelto a querer jugar con él a nada.
Hana necesitaba estar allí más de lo que necesitaba estar con él. Odiaba admitirlo, así de competitivo era. Pero quería ser suficientemente bueno para su sobrina, quería que fuera feliz.
- ¿puedo hacer algo por ti por todo lo que estás haciendo?
- ¿Cómo traer más donas? – preguntó ella.
Tai sabía que era una pregunta con truco
- Si eso es lo que quieres... - ella rió, y él supo que de alguna manera había aprobado el examen.
- Si realmente quieres hacer algo por mí, voy a construir un estanque
- Estaré encantado de ayudarte – se ofreció él, y lo dijo sinceramente
Se dijo así mismo que era para devolverle el favor por cuidar de su sobrina y del cachorro. Pero había algo más. Quería acercarse a aquella nueva Hana, y poder hacer que Sora pueda confiar en el nuevamente.
- Vendré mañana y te traeré la ropa, ¿podrás esperas hasta entonces? – le pregunto a su Sobrina
Se puso de pie esperando que alguna de ellas dos le pidiera que se quedara un rato más. Puede que incluso aprenda a jugar Scrabble
- Espera – le dijo Sora
Sora entro a su casa dejando a Tai parado ahí por un rato. Volvió con dos pequeños frascos. Abrió uno y puso un ungüento sobre su labio con la yema de sus dedos.
- Esto es para tu labio.
El tacto suave y cuidadoso de su mano le quitó el aliento. Aquello que le había puesto le Escocia. Parecía hielo, y cada vez sentía el labio más frío, tanto que le quemaba. Y de repente, la sensación desapareció y con ella el dolor.
- Este otro – le señalo ella, alargándole el otro frasco-, es para el golpe -Le puso la mano en el lado magullado de la costilla.
- Bien no sé si nuevamente estas usando magia. Pero gracias Sora, te veré mañana
- No te equivoques de frascos le avisó Sora a lo lejos
- ¿O qué?
- O te convertirás en Sapo
Ella y Hana se rieron, y él se sintió extraño, excluido del círculo de su calidez.
Por supuesto que no era magia. Sora había observado que le costaba moverse. Se había sentado con mucho cuidado al unirse a ellas en las escaleras. Su labio estaba reventado en el lado derecho, así que, si le habían pegado con la otra mano, tendría el costado izquierdo magullado. Lo que la gente creía que era magia, muchas veces era tan solo simple observación. Si en verdad tuviera algún tipo de poderes, pensó, los habría usado consigo misma.
"si realmente quieres hacer algo por mí, voy a construir un estanque"
¡Como le gustaría retirar esas palabras! ¡Como si necesitara a Taichi Yagami para ayudarla a construir su estanque! Puede que llevara años soñando con el estanque y que aún no lo hubiera construido, pero eso no quería decir que necesitara ayuda
- Así que, te gustaba mi tío, eh – comento Hana con una pequeña sonrisa de picardía en el rostro
- Eso paso hace mucho tiempo
- ¿y no te sigue gustando?
Genial, Hana tenía que ser igual que su madre. El problema era que él era condenadamente Guapo, que hacía que las mujeres le rogaran que les construyera un estanque sin poder evitarlo. Por no hablar del bálsamo de su labio. Tocar su boca había sido un tremendo error. Sus labios parecían duros, pero eran tan suaves como un pétalo de rosa. Se estremeció al recordarlo y sintió una enorme debilidad en su interior. A pesas de que ha pasado tiempo parece que Tai aún debe tener la fama de ser "El chico rompe Corazones"
- Tal vez las mujeres caigan rendidas a los pies de tu tío, pero conmigo no pasa eso
- Es raro por que lleva años que no lo veo salir con nadie, seguramente es gracias al perfume que usa
Ambas se echaron a reír ante el comentario de Hana. El cachorro logró elevar la cabeza ante el sonido de su risa. Se acomodo sobre su regazo, Sora le acarició las orejas y miro a la chica.
- ¿Te ha pasado alguna vez que justo cuanto tu vida es exactamente como tú la deseas, aparece algo inesperado que te la desbarata? – le pregunto
- ¡Ya lo creo ¡- afirmo Hana.
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