Capitulo V: Al Otro lado del Papel


Hana estaba ahí en aquel momento, y también el perro, y claramente ambos la necesitaban. No podía ignorarlos, aunque eso hiciera su vida más complicada.

- De acuerdo- anunció-. Hana puede quedarse

Tai se volteo y sedo mirándola, con las mandíbulas apretadas. Realmente ese gesto le daba un toque muy atractivo, pensaba Sora

- ¿perdona? Me parece que no es una decisión que puedas tomar tú

Aunque no alzo la voz, sus ojos relampagueaban de furia.

- Creo que sería una buena idea que se quedará. Tengo un cuarto de invitados – afirmó ella, levantando la barbilla

Ni quería ni necesitaba la aprobación de aquel hombre. Así que, aunque la mirada que le dirigió le dio ganas de retractarse de su invitación y salir corriendo, no permitiría que él tuviera ese poder sobre ella. En lugar de eso, le sonrió tan dulcemente como acababa de hacerlo Hana.

- ¡Bueno, ahora sí que estoy invitada! – gritó Hana.

Sora lo vio mirar a su sobrina y después a ella. Tenía la sensación de que no debería de haber hecho lo que acababa de hacer: ligar su vida a la de él.

- ¿Puedo hablar con usted en privado señorita Takenouchi? – le pidió él con los dientes apretados.

Hana puso los ojos en blanco

- Ahora es cuando te interroga – informó - . Se lo hizo a la madre de mi amiga Mónica antes de dejarme dormir en su casa. Qué vergüenza pasé. "Señora Kuramada, ¿tiene usted armas en casa? ¿Consume algún tipo de Droga?"

- ¿Cómo lo sabes? – interrumpió Tai

- La propia señora Kuramada me lo contó. Lo encontró divertido, y tierno. Pero yo no.

Evidentemente consideró que había tenido suficiente diálogo con su sobrina, porque le lanzó una mirada que la hizo enmudecer.

Sora sintió que él la agarraba el brazo con fuerza y la llevaba donde Hana no pudiera oírlos. Cuando la soltó, aún podía notar su tacto, como si le hubiera dejado la huella de su ira. Lo miró a los ojos color chocolate y fue como volver atrás, como si tuviera dieciséis años de nuevo, con el corazón latiéndole muy deprisa y deseando tanto a aquel hombre que le dolía.

Se obligo a recordar que hacía tiempo que había desterrado a aquella niña que quería cosas que no podía tener. Pero, ¿tenía él que oler tan bien? ¿Tenía que estar tan cerca de ella? Al tenerlo tan cerca, una peligrosa idea le rondó la mente: ¿Podría poder darle otra oportunidad a Tai?

Pero había algo más. ¿Seguiría él siendo aquel chaval insensible y egoísta? Si era así, ¿por qué querría ella atraer su atención?

"Simplemente por diversión", susurro una voz en su interior. "Vamos, Sora, ¿acaso no sería divertido flirtear con el peligro?"

El Peligro. Eso era lo que él había representado para ella los últimos años. Era como si pudiera barrer todo lo que ella había construido de sí misma con un guiño, una sonrisa, una palabra amable o un beso. La mirada de Sora se poso en sus labios.

- ¡No! – exclamó.

- ¿Perdona? – pregunto él, ella enrojeció.

- Nada, estaba pensando en alto.

- Espero que sobre tu ofrecimiento de que Hana se quede aquí.

Era cierto. Hana tenía que irse. Dejar que se quedara supondría entrelazar su vida con la de aquel hombre que, obviamente, aún tenía poder sobre ella; se sentía débil e impotente al desear nuevamente sus labios, el tacto de sus manos y de su cuerpo, el sueño de un alma gemela.

Aunque sería lo mejor para todos, ella no podía retirar su invitación a que Hana se quedara. Había sentido la necesidad y la soledad que emanaban de aquella niña con toda crudeza; negarse a ayudarla sería como dar la espalda a lo que ella había sido de joven y a todo en lo que creía. Su lema era: "No hagas daño", y no atender la necesidad de Hana iba contra ese lema, aunque no supiera muy bien por qué.

- Tu sobrina puede quedarse- dijo con firmeza, cruzándose de brazos -. De hecho, creo que debería hacerlo.

- Mira – comenzó el-, no creo que sea una buena idea que la deje salirse con la suya esta vez

- ¿De verdad? – preguntó ella, imitando su postura -. A mí me parece una niña que se debería salirse más a menudo con la suya. Si tu ego puede con eso claro está.

- No se trata de mi ego-dijo él, escupiendo las palabras.

- Entonces, si no se trata de ti, ¿debo asumir que se trata de mí? Por alguna razón que no sé cuál es, has decidido que puedes confiarme un perro pero no a tu sobrina, ¿no es eso? ¿tenía ella razón? ¿Crees que tengo una plantación de marihuana escondida en mi jardín?

- ¡No se trata de eso! No recordaba que fuera tan difícil tratar contigo

- Estuviste menos de una hora conmigo después de tanto tiempo, y después de todo lo que pasamos juntos le dices a tu sobrina que no me conoces, yo trate de acercarme a ti después de la muerte de tu abuelo y tú nunca me diste la oportunidad

- Sora, no te di una oportunidad porque era un adolescente estúpido. Me había convertido en alguien más frio y dudo mucho que haya mejorado. Aquí estás tu, rodeada de flores y dulzura mientras yo recojo borrachos y paso la mitad de mi vida en un coche que da asco y bueno, cosas peores. ¿Y sabes qué más? – continuó-. Ninguno de los otros que pensaban que su mundo giraba a su alrededor tienen lo que tú tienes aquí

- ¿Y que tengo aquí?

El dudó. Miró alrededor y su tono de voz se suavizó

- Hana lo ha visto enseguida. Yo puedo verlo en tu rostro, en este lugar. Es una especie de Paz.

¡Hasta que llego hace una hora!

- Y ya que piensas todo eso, ¿Qué problema hay en que Hana se quede?

- Nunca he olvidado lo que tú y tu abuela hicieron con aquel perro esa noche, y necesito que me ayudes a que sobreviva el cachorro de mi sobrina, si es posible. No es que no confíe en que no puedes con ella. Por mi trabajo, tengo experiencia con la gente y enseguida se ve que se puede confiar en ti, además de que te conozco demasiado bien. Pero no quiero que este aquí en caso de que el perro muera – confesó -. No creo que ella pudiera soportarlo.

Ella suspiro. Realmente no se trataba de su ego; podía ver la preocupación en sus ojos.

- Tai, tú no puedes decidir lo que ella puede o no soportar – le dijo firmemente

- Pero mi trabajo es protegerla

- Existen algunas cosas que no pertenecen ni remotamente a tu actividad laboral- respondió ella-. Lo creas o no, el sol sale y se pone sin tu ayuda. Parece que necesitas tener el control sobre todo, pero eso no te ayudará con Hana. No puedes protegerla de la vida, salvo que la encierres en casa con llave. Incluso entonces, un árbol podría atravesar el tejado.

- Vaya, ¿no me digas? Ya me había dado cuenta de que no puedo protegerla de todo. Si pudiera, ¿crees que su padre y su madre habrían muerto?

- Deja que se quede – le pidió Sora -.Curaremos al cachorro o lo ayudaremos a morir. Cualquiera de las dos será una gran experiencia. Confía en mí, aunque sea sólo un poco.

Sora puso una mano en el brazo de Tai, y él la miró y colocó su mano encima. Sora pudo sentir el poder de aquella mano y su propio deseo.

- De acuerdo – concedió él, con voz grave

- De acuerdo – repitió ella

- Tal vez sea mejor que esté aquí- admitió él -. Odio dejarla sola cuando tengo turno de noche. Dice que es muy mayor para tener niñera

- Lo es. Podría hacer ella de niñera

- Y dime –corto él, cambiando el tono de voz - ¿tienes armas en casa? ¿o consumes algún tipo de droga?

- Tai, tu dijiste que me conocías bien, ¿recuerdas?

Él le acaricio la mejilla. Fue un gesto espontáneo y ella sintió que se le aceleraba el corazón. De repente, él pareció darse cuenta de que le estaba acariciando el rostro, y apartó la mano y la metió en un bolsillo.

- Matt me prestó un libro para padres y lo he estado leyendo a escondidas, decía que no había que tener miedo de preguntas. Ya sabes, sobre drogas y armas

- Tai – lo interrumpió, le daba pena-, no te servirá de nada hacer de policía con tu sobrina. Sé que te preocupas por ella y por eso haces este interrogatorio antes de dejarla hacer nada, pero incluso el tema de la niñera demuestra que no confías en su juicio. ¿Dice el libro algo de eso?

- Aun no he llegado a esa parte. No soy un buen lector – respondió él, sacudiendo la cabeza-. No tenía ni idea de que había bautizado al perro por el guitarrista de Kansas de hecho nunca pensé que le gustaba el rock de antaño al igual que tu, de hecho un día le compre un disco de Black Eyed Pies, y no entendía por qué estaba botado en su habitación.

Sora sintió una ola de ternura hacia él. Estaba intentando hacer lo mejor con todas sus fuerzas. Un escalofrió le recorrió la espalda y negó el pensamiento que lo siguió. No, no le debía nada, Haría lo que fuera necesario por la chica y el perro. Pero no por Taichi Yagami. Sanarlo a él se salía de su alcance. Pero sí podía darle una opinión.

- Siento – comenzó, eligiendo cuidadosamente las palabras-, que te iría mejor con Hana si fueras capaz de decirle cómo te sientes respecto a ella. En vez de interrogar a sus amigos y comprobar sus pupilas, dile que la quieres más que a nada en este mundo y que te importa.

El enrojeció.

- Si le dijera eso, me mandaría de paseo. Y luego se teñiría el pelo de verde y me retaría: "¿Sigues queriéndome ahora?"

- ¿Y no le dirías que si?

- Por supuesto que si

- Hazle saber que la quieres

- Lo usara en mi contra.

- Pareces grande y fuerte. Seguro que puedes con ello – le respondió secamente

- ¿sabes?, a veces la verdad no siempre es la mejor política. Por ejemplo, cuando estás en un interrogatorio, sueles hacer creer al malo que su compañero ha confesado, y entonces él suele confesar también, es una mentirilla, pero lleva a algo bueno

- Suena a lo que les hacia Wesker a Matt y a ti después de que se metían a cada rato en problemas en el instituto- comento ella -. Además, puede que eso funcione con los tipos malos pero tu sobrina no lo es.

- ¡Parece que cree que yo si lo soy! Tú no has vivido con nosotros los últimos seis meses. No le gustó mucho.

Sora se recordó a sí misma que esa sanación no era asunto suyo.

- Mira lo que pasó la última vez que quiso a alguien – le recordó ella suavemente -: ellos murieron

- ¿Estás diciendo que le asusta preocuparse por mí? –pregunto él, incrédulo

- Sí

- Pues te aseguro que no actúa como si yo le preocupara. ¿Qué te hace pensar eso?

"Que una vez yo también amé. Oh, sí, fue un amor adolescente, pero después de lo que me hiciste, aquella herida me dolió tanto que no quise volver a darle mi corazón a nadie. ¿Cómo lo vivirá Hana?"

- Solo te pido que la entiendas, tú también viviste lo mismo tras la muerte de tu abuelo así que tu mejor que nadie debería entenderla

- Creo que tienes razón – suspiro el castaño

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