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ღ Arte ღ
La ciudad vibraba con actividad en la noche. Los murales cubrían las paredes de los edificios con explosiones de color, las luces de neón parpadeaban en los letreros de cafés y galerías, y el aire estaba impregnado con el aroma a pintura fresca y café tostado.
Shadow The Hedgehog caminaba por las vibrantes calles del distrito artístico de Station Square, con las manos en los bolsillos de su chaqueta oscura y la mirada fija en el suelo. A su lado, Amy Rose hablaba con entusiasmo, relatándole los detalles de su más reciente proyecto comunitario y expresándole lo agradecida que estaba con él por haberla acompañado a recoger materiales en casa de Jewel. Él no terminaba de entender de dónde sacaba tanta energía la eriza rosa para involucrarse en mil cosas a la vez, pero, de algún modo, ya se había acostumbrado a su entusiasmo contagioso.
De pronto, ella se detuvo. Sus ojos brillaron y, sin previo aviso, tomó la mano del erizo ébano y lo arrastró hacia un grupo de personas reunidas en la acera.
—¡Lo terminaron! —exclamó emocionada.
El mayor alzó la vista y su respiración se entrecortó por un instante. Un mural gigantesco cubría la pared de un establecimiento. Y en él, Amy Rose era la protagonista.
La imagen la mostraba con su martillo apoyado en el hombro y una sonrisa radiante. Los tonos cálidos hacían que pareciera iluminada desde dentro, como si estuviera a punto de saltar fuera de la pared. La expresión, la postura, los detalles... todo capturaba su esencia con una precisión asombrosa.
Shadow sintió un extraño nudo en el estómago.
—¿Te gusta? —preguntó la de mirada esmeralda con una mezcla de ilusión y orgullo.
El contrario tardó en responder. Una sensación incómoda se instalaba en su pecho, aunque no podía definir exactamente por qué.
—¿Quién lo hizo? —preguntó al final, ligeramente desconcertado.
—Un chico del vecindario —dijo la joven con una risa suave—. Se llama Elliot. Me pidió permiso hace unos meses. ¡Pero jamás pensé que quedaría tan hermoso!
Shadow frunció el ceño sin darse cuenta. Algo en la forma en que hablaba de ese tal Elliot le molestó. Miró alrededor. La gente sacaba fotos, señalaba el mural, comentaba lo inspirador que era. Y lo que más le inquietó fue notar cómo todos coincidían en algo: Amy Rose era alguien hermosa y especial. No solo para él. Para muchos.
—¡Mira, ahí está Elliot! — lo señaló con entusiasmo.
Shadow giró la cabeza y vio al chico. Se trataba de un Mapache que tenía el cabello despeinado, la ropa manchada de pintura y una expresión nerviosa. Pero cuando vio a la heroína, su rostro se iluminó con una sonrisa sincera.
—Amy, qué bueno que viniste. Quería que lo vieras antes de que los medios se hicieran eco de él. ¿Qué opinas?
—¡Me encanta! Es increíble, no puedo creerlo. Has hecho un trabajo espectacular, tienes mucho talento —dijo ella con total sinceridad.
Elliot se rió, rascándose la nuca con timidez. Shadow sintió una punzada inesperada. No le gustó cómo ese tipo miraba a Amy. No le gustó cómo ella le sonreía con tanta naturalidad. Y, sobre todo, no le gustó darse cuenta de que Amy tenía muchos admiradores machos a su alrededor.
No podía sacudirse la incomodidad de su pecho como si nada. Ese mapache no había hecho nada malo. Solo había expresado su admiración por la heroína de una manera sincera. Y eso era lo que lo inquietaba. Porque Shadow siempre había visto a Amy como alguien radiante, alguien cuyo poder y amabilidad eran imposibles de ignorar.
Solo que hasta ahora no se había detenido a pensar en qué significaba eso realmente para él.
Ella siempre había estado a su lado, siguiéndolo sin importar qué. Siempre lo buscaba para hacer actividades, lo sacaba de su aislamiento y lo impulsaba a interactuar con los demás miembros del equipo. Pero ahora, al verla rodeada de personas que la apreciaban, al ver cómo Elliot la miraba como si fuera lo más increíble del mundo, Shadow comprendió algo.
Amy no era solo importante para él.
El camino de regreso transcurrió en silencio. Amy lo notó de inmediato y, como siempre, no tardó en preguntar.
—¿Estás bien? Has estado muy callado.
Ella siempre había estado allí, con sus risas, su inagotable optimismo y su forma de meterse en su vida sin pedir permiso. Y él, sin darse cuenta, se había acostumbrado a esa presencia. Había dado por sentado que ella siempre lo buscaría, que siempre lo arrastraría a sus proyectos y que, al final del día, siempre estaría a su lado. Pero, ¿y si un día dejaba de hacerlo? ¿Y si alguien más la hacía reír de la manera en que él nunca había podido? ¿Y si Elliot, o cualquier otro, se ganaba su atención y Shadow quedaba relegado a un segundo plano?
La sola idea le resultó insoportable.
¿Celos?
Desvió la mirada. No quería que ella notara lo que pasaba dentro de él.
—Estoy bien —respondió, aunque por primera vez, no estaba seguro de sus propias palabras.
Amy suspiró y se detuvo de repente. Él se giró para verla, encontrándola con una expresión suave pero determinada.
—Shadow...—llamó ella, con su voz más calmada de lo habitual—. Sé que algo te pasa. ¿Me lo dirás o tengo que adivinarlo?
El erizo ébano tensó la mandíbula. Quería negarlo, quería decir que no era nada. Pero sabía que Amy no se conformaría con una mentira. Y, más que eso, sabía que se estaba mintiendo a sí mismo.
—No me gusta —admitió finalmente, con voz baja pero firme.
—Oh...¿No te gusta el mural?
—No, no me gusta la manera en que todos los chicos actúan al verte —confesó al fin, con voz firme pero baja.
La chica parpadeó. No parecía ofendida, solo genuinamente sorprendida.
—¿Qué quieres decir?
Shadow se giró hacia ella, con el ceño fruncido.
—Te miran de una forma que tú no notas —dijo con seriedad—. Pero yo sí. Puedo ver más allá. Está claro que esos tipos sienten atracción por ti.
La joven lo miró por un momento y luego soltó una risa suave.
—Vaya, Shadow. No sabía que eras tan sobreprotector conmigo.
El de vetas rojas entrecerró los ojos, sin encontrarle lo gracioso a la situación. Pero Amy, con su habitual calma y dulzura, se acercó un poco más y le dio un leve codazo en el brazo.
—Puedo cuidarme sola, lo sabes —le recordó con una sonrisa—. Pero gracias por preocuparte.
El mayor desvió la mirada, sintiendo un ligero calor en el rostro. No se trataba solo de protección. Era algo más profundo, algo que no había querido poner en palabras hasta ahora.
Amy, ajena a su tormenta interna, lo tomó del brazo con naturalidad y lo jaló suavemente para seguir caminando.
—Ya estamos cerca de casa de Jewel —le informó—. Después recoger las cosas, ¿qué te parece si vamos por un café? Yo invito, a ver si así dejas de estar tan amargado.
Shadow sintió cómo la tensión en su pecho disminuía. Amy seguía siendo la misma de siempre. Alegre, espontánea, y sobre todo, cercana a él. No importaba cuántos la admiraran, él comprendió que tenía un lugar especial en su vida.
Y por primera vez, reconoció lo que eso significaba.
Lo que sentía por Amy Rose no era simple amistad.
No. Era algo más.
Él estaba enamorado de ella...
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AHHHHHHHH Al final de esta historia haré una línea del tiempo sobre los momentos Shadamy de este Fanfic por si gustan releerlo jsjsjsjs
En fin, gracias por sus votos y comentarios bonitos uu <3
Ando trabajando en un O.S Sonamy/Shadamy, así que lo subiré prontito uu
Hoy quise actualizar todo pero me ganó el tiempo. Mañana sí o sí, amén <3
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