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ღ Desafío ღ

Shadow observaba el horizonte desde la cima de la colina. La noche era clara, las estrellas titilaban como pequeños faroles distantes, y el aire fresco se colaba entre los árboles cercanos. Su mirada estaba fija en el suelo, donde algunas hojas secas se balanceaban con el viento. A pesar de lo tranquilo que lucía, por dentro todo era un caos.

El cometa Éternis cruzaría el cielo esa noche. Un fenómeno que solo ocurría una vez cada mil años, y que según había leído, era uno de los espectáculos más bellos que alguien podía presenciar. Desde que supo de su aparición, tuvo claro que quería compartirlo con una sola persona:

Amy Rose.

Su nombre resonaba en su cabeza como un eco constante. Ella, con su energía, su risa contagiosa y su mirada capaz de iluminar los rincones más oscuros de su vida, era la única con la que quería estar esa noche.

Pero invitarla no era tan sencillo. No para él, al menos no luego de todo lo que pasaron hasta llegar a este punto.

Shadow cerró los ojos, intentando mantenerse enfocado en lo importante. No era miedo lo que sentía. Era incertidumbre. Desde que ambos confesaron sus sentimientos hace unos días, las cosas habían cambiado. Había una cercanía que antes no existía, pero al mismo tiempo, seguía siendo extraño... 

No era lo que decían, sino lo que no decían. Las miradas, los gestos... todo eso hablaba mucho más alto que cualquier explicación ajena. Y aunque le costara admitirlo, la quería mucho. Pero ¿cómo decirle algo así? Era Shadow The Hedgehog, el tipo que enfrentaba robots gigantes, amenazas dimensionales y corría más rápido que cualquier otra criatura existente, además de su rival azul, claro está. 

No era un experto en confesiones románticas.

¿Qué pasaría si ella había cambiado de opinión? ¿Y si, al final, decidía que Sonic era quien realmente debía ocupar ese lugar en su vida? Esa duda lo atormentaba más de lo que estaba dispuesto a admitir.

La sombra de Sonic seguía ahí, incluso aunque la eriza rosa le asegurara que ya no lo veía de forma romántica. A veces, Shadow no podía evitar pensar que él era solo una segunda opción para ella, una alternativa que eventualmente perdería su atractivo.

—No pienses en eso —murmuró para sí mismo, levantándose de golpe. 

No tenía sentido quedarse ahí, dejando que sus inseguridades y pensamientos tontos lo consumieran. Había prometido confiar en Amy, y eso haría. Además...

Si quería algo, debía actuar. 

Correr hasta la casa de la eriza rosa fue peor que cualquier misión que G.U.N. le había asignado. Sus air shoes resonaban contra el pavimento, y cada paso que daba parecía gritarle que se diera la vuelta. Pero no lo hizo. Había tomado una decisión, y no iba a echarse atrás. 

Después de todo, había enfrentado peores desafíos que este, ¿verdad?

Cuando finalmente llegó a la puerta de su casa, su corazón golpeaba como un tambor de guerra. Por un momento, dudó. Podría dar la vuelta y marcharse. Podría simplemente ver el cometa solo y llamarla temprano por la mañana, como si nada hubiera pasado. Pero al recordarla forma en que sus ojos verdes brillaban con entusiasmo ante las cosas más simples, reunió valor.

Quería mostrarle ese acontecimiento, algo que sabía que ella apreciaría. 

Llamó a la puerta, la cual se abrió casi al instante, y allí estaba ella, con su característico vestido rojo y una expresión que podría rivalizar con el brillo de cualquier estrella.

—¡Shadow! —exclamó la eriza, sorprendida pero evidentemente feliz de verlo—. ¿Qué haces aquí tan tarde?

Él respiró hondo. Era ahora o nunca.

—Hay un cometa que pasará esta noche —dijo, con una voz más seria de lo que pretendía—. Es un evento especial. Pensé que tal vez... podrías acompañarme a verlo.

Amy sonrió ampliamente, esa clase de sonrisa que podía derretir hasta el corazón más helado.

—Me encantaría— expresó, dando un pequeño salto de alegría— Esperame un momento, ahora regreso. 

 Sin decir una palabra, desapareció dentro de la casa. El erizo ébano esperó pacientemente en la entrada por unos minutos. Poco después, Amy volvió con un abrigo de color rosa, una manta doblada sobre un brazo y una pequeña mochila de la que sobresalían un par de cojines.

—Siempre es mejor estar cómodos, ¿no crees? —comentó mientras ajustaba la correa de la mochila en su hombro. 

El contrario asintió ligeramente.

—Buena idea —dijo, manteniendo su tono neutral aunque, por dentro, admiraba la forma en que Amy siempre pensaba en esos detalles. 

Juntos se dirigieron hacia la colina, acompañados por el ruido lejano de la ciudad y el canto de los grillos. Amy hablaba animadamente, comentando lo emocionada que estaba por el evento y lo poco que sabía sobre el cometa hasta que él se lo mencionó. Shadow, aunque no era muy hablador, encontraba tranquilidad en escucharla. 

Cuando llegaron a la cima de la colina, la heroína miró alrededor, evaluando el lugar.

—¡Este es el lugar perfecto! —exclamó. 

Sin perder tiempo, extendió la manta sobre el suelo y colocó los cojines en un lado para que pudieran sentarse cómodamente. El chico observó sus movimientos, sorprendiéndose una vez más por cómo ella transformaba cualquier situación en algo acogedor y especial.

Se sentó junto a ella en la manta, sintiendo la calma de la noche envolviéndolos.

—Gracias por invitarme, Shadow —dijo la menor, mirando las estrellas con una expresión serena—. Esto es realmente hermoso.

Él la miró de reojo, su perfil iluminado por la tenue luz estelar. 

«Hermoso», pensó, pero no se refería al cielo.

—Quise compartirlo contigo —respondió al fin, su voz más suave de lo habitual. Amy giró la cabeza hacia él, sus ojos verdes brillando con algo que Shadow no pudo identificar del todo, pero que le dio un poco de valor para seguir—. Es algo único, como tú.

Amy se sonrojó ligeramente, apartando la mirada para ocultar su emoción. 

De pronto, extendió su mano hacia la de él, entrelazando sus dedos con cuidado. Él la miró, sorprendido por el gesto.

—Gracias por todo. —Su voz era suave, llena de sinceridad—. Me haces sentir feliz de una manera que no puedo explicar.

Shadow sintió un nudo en el pecho. No estaba acostumbrado a palabras como esas, pero viniendo de ella, parecían tan naturales, tan genuinas.

Finalmente, una tenue luz comenzó a aparecer en el horizonte, creciendo poco a poco hasta convertirse en una estela luminosa que cruzó el cielo nocturno con majestuosa lentitud. El cometa Éternis había llegado, y su brillo superaba cualquier descripción de los libros.

Amy soltó una exclamación de asombro, llevándose las manos al pecho.

—¡Es increíble! —dijo en un susurro emocionado. Shadow no apartó la mirada del cometa, pero una pequeña sonrisa se dibujó en su rostro. 

Sí, el cometa era increíble, pero nada se comparaba con la expresión de ella en ese momento.

El silencio entre ellos no era incómodo. Al contrario, tenía algo especial, como si hablar pudiera romper la magia que los envolvía en ese momento. Amy seguía mirando el cometa, pero el erizo de vetas rojas parecía estar en otra parte, como si estuviera pensando algo importante.

Ella lo notó. 

—¿Estás bien? —preguntó, girándose hacia él. Su voz era dulce, curiosa, tal como ella. 

Shadow asintió, aunque claramente no lo estaba del todo. Era complicado. No era alguien que hablara mucho de lo que sentía, pero esta vez tenía que hacerlo.

—Te traje aquí esta noche porque hay algo que quiero decirte —empezó, con un tono que hizo que la joven dejara de mirar el acontecimiento en el cielo para concentrarse únicamente en él.

Ella lo miró, casi sin parpadear. Había algo en su voz, en su expresión, que hacía que su pecho se sintiera cálido, como si supiera lo que estaba por venir, pero aún no podía creerlo.

—¿Qué es tan importante? —preguntó en un susurro, incapaz de ocultar su emoción.

Shadow volvió la mirada hacia ella, y cuando sus ojos se encontraron, Amy sintió que el tiempo se congelaba. 

—Tú y yo sabemos lo que sentimos el uno por el otro —comenzó, hablando con una sinceridad que la dejó sin aliento—. No necesitamos decirlo, porque está ahí. Es mutuo.

Amy sintió sus mejillas arder, pero no apartó la mirada. Quería que siguiera. Necesitaba que siguiera.

—Pero yo no quiero que sea solo algo que sentimos. —Shadow apretó un poco más su mano—. Quiero que sea lo más real posible, aunque soy bastante malo en estas cosas. 

Real. 

Esa palabra rebotó en la mente de la eriza como si no pudiera procesarla del todo.

—Amy Rose... quiero que seas mi novia.

El mundo dio un giro completo. Las palabras de Shadow resonaron en su mente una y otra vez, como si no pudiera creer que realmente lo había dicho. 

¿Él? ¿Shadow The Hedgehog? ¿Pidiendo eso?

—¿Hablas en serio? —preguntó, con lágrimas en los ojos empezando a formarse.

—Completamente en serio. —él mantenía su mirada fija en ella, intentando parecer tranquilo, pero su corazón latía como loco.

No pudo contenerse más. Amy se lanzó hacia él, rodeándole el cuello con los brazos y abrazándolo con todas sus fuerzas. La luz del cometa iluminaba sus rostros, y el mundo alrededor parecía haberse detenido solo para ellos.

Amy, todavía con las manos apoyadas en los hombros del contrario después de aquel abrazo, se atrevió a mirarlo fijamente. Él no desvió la mirada, lo que hizo que una corriente de electricidad recorriera su cuerpo.

—Shadow... —murmuró, su voz temblando ligeramente.

—¿Qué? 

Ella se mordió el labio inferior. Tenía tantas cosas que quería decirle, pero ninguna parecía suficiente. En lugar de hablar, se dejó llevar por lo que sentía.

Lentamente, acortó la distancia entre ellos. Sus ojos buscaron los de él por un instante, como pidiendo permiso, pero ninguno se movió. Al contrario, la mano del mayor subió con cuidado hasta el rostro de la eriza, sus dedos rozando suavemente su mejilla.

Amy sintió un nuevo escalofrío. Su respiración era un poco más rápida ahora, y no estaba segura de si era por los nervios o porque estaba más feliz que nunca. 

Entonces, sucedió.

Shadow inclinó la cabeza ligeramente, y ella hizo lo mismo. Sus labios se encontraron en un beso suave, tímido, como si ambos quisieran asegurarse de que aquello de verdad estaba ocurriendo. Pero, en cuanto lo fue, todo lo demás no interesaba. 

Su primer beso no fue largo, ni apasionado, pero tenía todo lo que necesitaban: sinceridad, emoción, y ese toque extraordinario que solo podía surgir entre dos personas que realmente se querían.

Cuando se separaron, Amy abrió los ojos lentamente, encontrándose con los de Shadow, que todavía la miraban con esa intensidad suya tan característica.

—Rose, eso fue... —empezó a decir, pero las palabras se le atascaron.

—Perfecto —completó ella, con un tono más bajo, pero lleno de seguridad.

—Me alegra que estemos de acuerdo.

Shadow esbozó una pequeña sonrisa, esa que ella sabía que no nadie más veía, solo ella.

Amy lo observó, y en ese momento, supo que aquel instante sería uno de esos que recordaría toda su vida. Su primer beso fue con el cometa Éternis como testigo. ¿Qué suceso más romántico podía pedir?

—Shadow... —llamó su atención de nuevo, dándole un pequeño empujón en el hombro para romper un poco la tensión—. No creí que fueras tan bueno en esto.

Él alzó una ceja, fingiendo estar ofendido.

—¿Y eso qué se supone que significa?

—Nada. —Amy rió, inclinándose hacia él y apoyando su cabeza en su hombro—. Solo que me gustas más de lo que imaginaba.

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AHHHHHHHHH, el desafío más grande para Shadow fue pedirle a Amy Rose que fuera su novia jsjsjsjs

En fin, muchas gracias por leer. Ya vamos más de la mitad de la historia, me pone triste porque cuando lleguemos a 30 capítulos terminará esta historia uu, pero fue bonito, creo que quedaron bien todos los capítulos. 

Gracias por leer y comentar, nos leemos pronto.

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