6. Una noche más.
7pm.
Despierto.
Al parecer me quedé dormida pero ya no estoy esposada y hay una manta sobre mí. Sería extraño imaginarme que Jack lo ha hecho porque se vería demasiado tierno y evidentemente no lo es. Pero estamos solos aquí y yo no lo hice. Salgo de la habitación y voy hasta él, estaba limpiando y preparando sus armas con dedicación.
—Siento mucho lo de hace rato. He tenido la mente muy perdida en estos días. Espero que puedas perdonarme. — no me responde, así que me siento a su lado. — Di algo, por favor. Eres lo único que tengo en este momento.
—Esta conversación no tiene sentido. Recuerda que estoy aquí como agente federal, no como tu amigo. — sus palabras duelen más de lo que deberían. — Quieres saber de tu madre, por eso te acercaste, ¿no es así? — está molesto y puedo entenderlo. — Intentó escapar pero la atraparon. La tienen bajo supervisión ahora y pronto la interrogarán.
—¿Estará bien?
—Mejor de lo que merece. — termina de alistar sus armas y las aparta. — Preparé algo de cena, puedes servirte. — observo la pasta que ha cocinado. Se ve deliciosa.
—¿Dónde aprendiste a cocinar así? — curioseo.
—He vivido solo desde los 9 años. — confiesa, parado y observando por la ventana.
—¿Desde los 9?
—Sí. También tuve...problemas en casa. — parece que le cuesta hablar del tema. — Por cierto, muchas cosas de tu casa quedaron intactas. Cuando todo esto termine, si quieres puedes...
—No quiero volver ahí. No podré pisar esa casa otra vez. No mientras tenga esos...recuerdos. — lo interrumpo.
—¿Y tu hermano dónde estaba...en ese momento? — se da la vuelta y me mira.
—Tuvimos una pequeña discusión en la mañana y fue a trabajar. Creo que cuando volvió simplemente encontró la casa en llamas. Lo llamé en la estación pero no tuve el valor de decirle nada. Honestamente prefiero que siga así. No quiero que su vida corra peligro al igual que la mía. — me mira con mucha atención.
—¿Por qué no me lo dijiste?
—¿Qué?
—¿Por qué no me lo contaste cuando entraste a la habitación en ese bar?
—No te conocía. Solo tenía cabeza para buscar una forma de escapar. Además, no hubiera servido de nada.
—No lo habría dejado escapar. Lo habría matado allí mismo.
—Pero hiciste algo mucho mejor: salvarme. — pasa el dedo por su labio inferior. Parece estar controlando su ira. Puedo notarlo. — ¿Y Frank? ¿Algo nuevo de él? — cambio de tema.
—Aún no lo encuentran. Sabe cómo esconderse.
— ¿Eso quiere decir que nos quedaremos aquí por más tiempo?
—Hasta que encuentren a Frank y una manera de atrapar a sus demás cómplices, sí. Esa son las órdenes. — contesta. Me preocupa mucho Martha. Debería llamarle "madre", pero nunca le gustó, así que ya es costumbre llamarla por su nombre.
—¿No podría hablar con ella por llamada, tal vez?
—Laura sabrá qué es lo más conveniente.
—¿Quién es Laura?
— La inspectora Adams. Ella da las órdenes en esta operación. — hay algo que todavía no comprendo. — ¿Estás bien? — pregunta al notarlo.
—Sí, es solo que...siento que falta una pieza en el tablero. — estoy sumergida en mis pensamientos.
— ¿A qué te refieres?
—Una de las cosas que más repetía Martha era que me alejara de la policía porque ellos, es decir, ustedes, no son de fiar. Primero pensé que era porque había matado a Frank y no quería estar en la cárcel pero ahora que sé que lo ayudó a escapar... ¿qué tal si es porque sabe que tiene cómplices en la policía?
—¿Te refieres...a un infiltrado?
—Sí. Quizás por eso camina por las calles con tanta seguridad y parece que sabe el momento perfecto para aparecer.
—No había pensado en eso. Pero no creo que haya un infiltrado en la policía que no haya sido descubierto. Nuestro equipo es muy listo.
—Quizá sea alguien de mucho poder.
—De mucho poder solo Laura y Simmons. No los veo a ninguno de los dos traicionando lo que tanto les costó conseguir.
—¿Qué es...?
—El respeto. Conozco a Laura muy bien. No se atrevería. Es la primera que quiere verlo tras las rejas.
— ¿La conoces muy bien? — quiero saber qué tanto.
—En mis 6 años como agente conozco todas sus versiones.
—¿Todas sus versiones? — esboza una media sonrisa. ¿Por qué sonríe?
—Me encantaría saber las cosas que pasan por esa cabecita.
—No entiendo lo que dice.
—¿Qué piensas de la inspectora y yo? — es como si pudiese leer mi mente.
—Solo quería saber qué tanto la conoce. Es todo. — me levanto y me sujeta la muñeca con mucha fuerza. El contacto de su piel con la mía me estremece y me cuesta mantener el equilibro. Me atrae hacia él dócilmente.
—No importa cuántos infiltrados haya. Mientras estés a mi lado nadie te volverá a lastimar. — dice como si fuese una promesa. Siento su dedo acariciar mi mano mientras me mira de los ojos a los labios. ¿Qué está haciendo? ¿Por qué está tan cerca de mí? Estoy inmersa en lo bien que se siente tenerlo tan cerca y cuando noto que inclina un poco su cabeza hacia mí, me aparto.
Dejo salir todo el aire que estaba conteniendo.
—Creo que...me daré un baño. — estoy muy nerviosa y mientras siga cerca de él, no podré calmarme.
Minutos más tarde.
Me he duchado y puesto la pijama, pero no he podido dormir con tranquilidad, ya que al parecer me he obsesionado por los pequeños momentos en los que he tenido contacto de piel con el agente Connor. Esa noche en el bar cuando le di la cerveza y sentí el roce de sus dedos con los míos. Cuando me cubrió suavemente la boca con su mano mientras me salvaba del repulsivo Frank y esta noche cuando acarició mi mano de tal forma.
Ahora el saber que lo tengo justo en la habitación de al lado, se está volviendo asfixiante para mí. No voy a poder dormir, así que me levanto y salgo a la cocina. Me sirvo un vaso con agua e intento relajarme. Respira Melanie, respira. Me miro en el diminuto espejo de la nevera y noto que ya debo cambiarme el vendaje de la frente.
Saco el botiquín que también tenemos aquí y busco algo de algodón para desinfectarlo.
—¿No puedes dormir? — su voz repentina me amedrenta.
—No. Solo quiero cambiarme esto. — señalo el golpe de mi frente.
—Déjame ayudarte.
—No es necesario, puedo hacerlo sola.
—Insisto. — se acerca a mí, hala el botiquín a su dirección y moja una gasa con antiséptico. Justo cuando intento tenerlo más lejos de mí, más se acerca. — Siéntate. — lo hago. Levanta mi mentón y después de retirar mi antiguo vendaje, desinfecta la zona. — Es una herida pequeña. En dos días ya no estará. — ahora parece todo un experto en heridas. — Ya no es necesario que la cubras, solo déjala cicatrizar. ¿Tienes alguna otra herida?
—Ninguna más que puedas curar. — cierra el botiquín y se sienta frente a mí.
—Escucha, no soy el mejor dando consejos, quizás en esto Eric hubiera sido mejor que yo. Pero admiro la fuerza con la que enfrentas esta situación. — me mira a los ojos. — Tu vida no termina aquí, eres muy joven todavía y te esperan mejores días que estos. — sostiene mis manos. — Y todavía tienes un hermano allá afuera. Podrás volver a tu antigua vida.
—Eso es justamente lo que no quiero. Nunca he tenido una buena vida. Todo lo que conozco es el mercado, las tiendas, la cocina, las noticias, los gemidos, regaños de mi madre y la universidad. — seco mis lágrimas en cuanto salen.
—¿Estás en la universidad? ¿Qué estudias?
—Administración de empresas.
—¿Te gustan los negocios?
—Un poco, sí. También me gusta mucho dibujar.
—¿Retratos?
—No exactamente, pero también se me da bien. Creo que me voy más por...la ropa.
—¿La ropa?
—Sí. De pequeña dibujaba mis propios vestidos e imaginaba que era una diseñadora famosa. — sonrío de tan solo recordarlo. — Por ejemplo, en usted lo primero que noté fue lo lindo que le quedan los trajes de tres piezas.
—Gracias, son mis favoritos. Aunque me veo mucho mejor sin ellos. — dice de manera provocativa. Sí, lo sé. Lo vi desnudo en el baño aquella mañana. — Quizás tengas futuro con eso. Solo necesitas tener disciplina. — las conversaciones con él son más inestables de lo que pensé.
—Sí. No creo mucho en los sueños pero sería muy bonito. — se queda viéndome sin pestañear por varios segundos, lo que hace que me ruborice.
— ¿Puedo hacerte una pregunta muy personal? — esto ya me pone nerviosa.
—Sí, no hay problema. — empiezo a menear mis piernas por los nervios. ¿Por qué me pongo así? Solo es una pregunta. Abre la boca como si estuviera articulando sus palabras pero parece arrepentirse.
Sigo esperando, con mucha tensión en mis venas, su pregunta.
—Aparte de tu hermano y tu madre, ¿no tienes a nadie más? — algo me dice que esto no era lo que verdaderamente quería preguntarme y hace que me decepcione un poco.
—No que yo sepa. — aclaro mi garganta. Me he puesto tensa por nada.
— ¿Y tu padre? ¿No sabes dónde está?
—Ni siquiera sé quién es. De ahí puedes deducir el resto. — mira al suelo. — Así es, mi vida es una desgracia.
—Una desgracia que puede ser mejorada. No mereces nada de esto.
—Lo sé. — lo reconozco. — Y es por eso por lo que cada día que pasa me vuelvo más fuerte.
—¿Qué harás cuando esto termine? ¿A dónde irás?
—Aún no lo sé. Buscaré a mi hermano, trabajaré y terminaré mi carrera.
—¿Y algún interés...amoroso? — su pregunta me extraña.
—Creo que no sé mucho de esas cosas. — soy sincera. — Pero tampoco me cierro a la posibilidad de enamorarme.
—¿Y qué necesita un hombre para enamorarte? — su intensa mirada me da escalofríos.
—Ser un caballero. Ser tierno y....romántico, quizás. — no lo tengo muy claro.
—¿Y qué hace un hombre para ser romántico? — no entiendo por qué le interesa tanto el tema.
—Regalar flores y chocolates, quizás. No lo sé.
—Eso es muy infantil.
—Yo pienso que es lindo.
—¿Y los actos qué? — se inclina más adelante. — ¿Qué tal si un hombre romántico que te regale chocolates y flores todos los días no te da la lealtad, el respeto y la seguridad que mereces? — me deja pensándolo por algunos segundos. — ¿Qué tal si no te satisface lo suficiente? — trago hondo. — Hay cosas en una pareja que importan más que simples flores y chocolates, Melanie. — la forma en que pronuncia mi nombre, casi me hace perder la cordura.
—Mejor ya me voy a dormir. — me levanto bruscamente. — Espero que usted también pueda descansar un poco. Gracias por limpiar mi herida. — le doy una corta sonrisa.
—No hay de qué. Buenas noches, señorita Cross.
—Buenas noches, agente Connor.
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