17. La celebración.

Melanie Cross.

La fuerte música inunda mis oídos. Maicol está aquí, junto a una chica y dos chicos más. Ya he tomado como 5 copas de una bebida muy fuerte pero placentera. Él me la recomendó, así que me dejo llevar de su experiencia con el alcohol. Lisa también va hermosa y muy arreglada. Me costó adaptarme pero con un par de tragos ya siento que esta es la vida que necesitaba vivir. Creo que todos ya estamos pasados de copas.

Suena la música intensa de Dove Cameron – Boyfriend y no puedo evitar bailarla pegada a Lisa. Hay mucha gente a nuestro alrededor, bailando también. El vestido verde de lentejuelas de ella combina a la perfección con su cabello rubio y la hace ver más sexy. Muevo mi cabello, levanto las manos y me balanceo al ritmo de la música junto a ella. Siento que todo a mi alrededor da vueltas, así que dejo que la música saque mis mejores movimientos.

Cuando el baile termina, volvemos a nuestra mesa.

—¿Ya te he dicho que te ves hermosa? Pareces una Melanie totalmente diferente. — dice Maicol. Está sentado muy cerca de mí.

—Gracias. Quizás esta es la Melanie que siempre debí ser. — me río de mí misma.

—Pareces que estás muy borracha y yo también. — me habla al oído para que pueda escucharlo.

—Sea lo que sea que me diste, es...brutal. Me estoy muriendo de calor. — me echo el cabello hacia atrás para refrescarme. Lisa está besándose con su nueva aventura de la noche en una esquina cerca de aquí.

—Parece que Lisa sí sabe cómo pasársela bien. — él también la ve.

—Es una perra diosa. — la poca parte consciente que queda de mí desconoce quién soy en este momento. Miro mi teléfono y tengo ¿100, 10, 20 llamadas perdidas de Jack? La borrachera me hace ver doble. — ¿Puedes...llevarnos a casa? Creo que estamos muy borrachas y es muy...tarde. — me levanto y casi me caigo, pero Maicol me sostiene.

—Aún es temprano. Podemos seguir disfrutando.

—Son las una de la madrugada y mañana tengo que trabajar. No puedo ir borracha a mi primer día de entrenamiento. — intento apartarme pero sigue sujetándome.

—Hueles...tan rico que no podría soltarte en toda la noche. — acerca su cara a mi cuello y lo empujo.

—¿Qué haces? Respétame. ¡Lisa! — la llamo pero ni siquiera me escucha.

—Por favor, solo dame una noche. Mañana no nos acordaremos de nada. — no me cabe duda de que está muy borracho.

—¿Con quién crees que estás hablando? Estoy saliendo con alguien.

—¿Y qué te asegura que no está cogiéndose a alguien más en este momento a tus espaldas?

—Ese no es tu problema. — intento irme pero vuelve a sujetarme. Me caigo sentada sobre el sillón. — Déjame ir, por favor. — le ruego, estoy comenzando a asustarme.

—Vamos Melanie, solo una. — sigue insistiendo.

—Tienes tres segundos para que te apartes de ella o te meteré esta bala en el cráneo. — reconozco esa voz. Es Jack. Le está apuntando en la nuca. Maicol alza sus manos y se aparta lentamente. Me sostengo de Jack para levantarme y colocarme detrás suyo.

—¿Te crees dueño de su vida ahora? Ella también puede escoger con quién estar. — Maicol le dice.

Busco a Lisa entre la multitud y veo a Eric con ella. ¿Qué hace él aquí también?

—¿Ah sí? ¡Pues no la veo escogiéndote a ti! — está muy molesto.

Ay, Dios.

—Melanie, por favor perdóname. Tú me conoces, sabes cómo soy. — se acerca, pero antes de que diga algo más, Jack lo empuja y lo golpea fuertemente, haciéndolo caer sobre una mesa de cristal.

—¡Maicol! — me preocupa que se haya lastimado. Jack intenta seguir lastimándolo pero lo detengo. — Es suficiente, ya vámonos por favor. No necesitamos más problemas. — me mira y lo convenzo. Me toma del brazo y salimos de este lugar. Eric y Lisa también lo hacen. Ella parece estar en peor estado que yo.

—¿Estará bien? — me preocupa.

—No, no está bien. La llevaré al hospital y después a su casa. Una copa más y creo que se intoxicaba. — Eric me contesta. Me siento culpable de todo esto.

—No necesito que... — Lisa intentar decir algo pero sus vómitos no la dejan.

—¡Wao! — Eric le ayuda recogiendo su cabello y dándole un pañuelo. — Me encargaré de ella. Estará bien. —sé que con él estará en buenas manos.

Observo como la sube a su coche y desaparece por la carretera.

—Muy bien, suficiente espectáculo por esta noche, vámonos. — pero antes de que podamos subir a su vehículo, vomito en una esquina de la zona oscura en las afueras de la disco. ¡Lo que faltaba! ¡Qué vergüenza! ¡Primero Lisa y ahora yo! Las manos de Jack sujetan mi cabello para no embarrarlos de vómito.

Me muero de vergüenza.

—No puedo creer que hayas hecho esto. — me da una botella de agua. — Tómala.

—No debí beber tanto, ¿verdad? — mi voz se oye terriblemente mal. — Y también te hice enojar. — no dice nada. — Está bien, está bien. No te molestaré. No tienes que llevarme, mejor tomaré un taxi. — me tambaleo mientras camino hacia el otro lado de la cera.

Me detengo cuando recuerdo que no tengo dinero para pagarlo.

—¿Pero cómo voy a poder irme en un...— casi me caigo —...taxi si no tengo cómo pagarlo? — miro al cielo y abro las manos. — ¿Me prestas dinero? No te volveré a molestar, lo prometo. — doy tres pasos hacia él. No me dice nada, solo se queda de pie con las manos en los bolsillos delanteros de sus pantalones mientras me fulmina con la mirada.

—Si ya terminó tu show, déjame llevarte a casa. — se acerca.

—Ya te dije que no. Hace mucho frío para irme caminando, pero esperaré a Lisa para regresar a mi apartamento.

—Lisa acaba de irse con Eric. Acabas de verlo. — siento que se acerca a mí y me abriga con su chaqueta. Su agradable aroma invade mis fosas nasales y recuesto mi cabeza en su pecho. Siento sus suaves manos acariciar mi cabello.

—Acaba con esta humillación, por favor. — le pido para salvarme a mí misma. El alcohol solo resalta el lado estúpido que no sabía que tenía.

...

No recuerdo nada más hasta que abro los ojos nuevamente.

Se sintió como si fueran solo algunos minutos, pero por la luz del sol atravesar las cortinas, debe haber amanecido. ¿Dónde estoy? Este no es mi apartamento. Estoy acostada en una cama gigante que claramente no es la mía. Todo se ve muy ordenado y elegante. Solo recuerdo que venía con Jack en su jeep pero nada con claridad.

Me levanto y observo toda la habitación.

Las fotografías de Jack tanto de niño como de adulto me hacen sonreír. Esta es su casa y su habitación. Me doy cuenta de que llevo una de sus poleras negras, así que debió de quitarme el vestido brilloso para ponerme esto. Al menos no recuerdo haberlo hecho yo misma. Hay una toalla blanca bien doblada en la esquina de la cama con cepillos de dientes, ropa interior limpia y un vestido holgado muy bonito. Debió ser él.

Me doy un baño, me pongo lo que me ha dejado y salgo de la habitación. La casa tiene tonos grises, negros, blancos, plateado y cosas así, pero este tampoco es su apartamento. Al que me llevó aquellos días. Sigo caminando hasta llegar al comedor donde está sentado, leyendo el periódico y tomando lo que parece ser café.

—Buenos días. — me acerco. Sigo avergonzada por lo de anoche.

—Buenos días. — me da una cálida sonrisa. — Ven, siéntate. — me ordena y lo hago.

— ¿Esta también es tu casa? — sé que sí, pero necesito escucharlo de su boca.

—Sí.

—¿Y qué pasó con tu apartamento?

—Todavía lo tengo. Un policía reconocido como yo debe tener varias opciones para...descansar. — explica con mucha tranquilidad — Desayuna. — me indica el rico alimento que hay sobre la mesa. — Pero primero tómate esas pastillas. Te ayudarán con la resaca. — apenas las veo.

—¿Tú cocinaste todo esto?

—Sí. Ya te dije que vivir solo tanto tiempo me hizo ser capaz de prepararme la comida. — dice, de forma irónica. No sé por qué siempre me sorprende que sepa hacer tantas cosas que normalmente solo me tocaba a mí hacerlo en casa.

—¿Nunca has vivido con ninguna mujer? — me atrevo a preguntar, aunque me moleste la respuesta.

—Aparte de mi madre, no. Nadie más. — eso me gusta.

Empiezo a comer.

—No deberías beber así. Entiendo que quieras divertirte, pero ya no es gracioso cuando podría afectar tu salud. O al menos la próxima vez, avísame. Por suerte, Jimmy me ayudó a localizarte. Solo así pude encontrarte y menos mal que lo hice, porque ya un tipo quería cogerte. — se me cae la cara de vergüenza en este momento.

—Quería decirte pero Lisa llegó y....lo olvidé.

—No quiero que me malinterpretes. No estoy diciendo que tengas que pedirme permiso o algo parecido. Eso jamás. Pero al menos quiero que haya una buena comunicación entre nosotros, sobre todo si estás rodeada de gente que en la mínima que te descuidas quieren hacerte daño. Como ese imbécil. Para ser la novia de un policía debes ser más precavida.

—Pero nadie sabe lo que tenemos. — le recuerdo.

Me muestra el periódico que estaba leyendo.

—Me vieron anoche en esa disco contigo. La prensa se volvió loca y empezó a publicarlo en todos lados. — lo miro. Definitivamente es cierto. Incluso, si bien me cause nervios, admito que nos vemos muy bonitos juntos. Aunque yo estaba en muy mal estado.

—Por Dios, ¿eso te afectará de algún modo?

—No. Pero me temo que tendré que soportar los sermones de Laura por muchos meses más.

— ¿Por qué no me llevaste al apartamento? ¿Por qué me trajiste a tu... nueva casa? — cambio de tema.

—Porque aquí estarás más cómoda. Además, quiero que pases el día conmigo. Me tomé el día libre y no me quiero aburrir. — me emociona saber que quiere pasar su tiempo libre conmigo.

—¿Y qué haríamos para no aburrirte?

—Lo que quieras. Ver películas, salir por ahí, salir a cenar, lo que sea. — ¿Jack Connor proponiéndome estas cosas? ¿Sigo borracha y estoy alucinando?

—Será interesante. — se me están ocurriendo muchas cosas — Que sea lo que yo quiera entonces.

—Pero no abuses. No hagas que me arrepienta. — me advierte y lo ignoro por completo.

Horas más tarde.

Tardé una hora persuadiéndolo para ponerle una mascarilla relajante y cuando al fin lo logré, lo hago con mucho cuidado mientras pierde la paciencia. Cuando se la retiro, nota el cambio en su piel. Vamos a la piscina para disfrutar de las ricas aguas, nos masajeamos con aceites relajantes por todo el cuerpo y le leo algunos poemas de libros que encontré en su enorme biblioteca mientras con su cabeza en mi regazo mientras escucha con atención. Al terminar, le doy un tierno beso. No tengo más ideas para esta tarde, así que hacemos las suyas (las que me dan algo de miedo). Me guía hasta una zona detrás de la casa donde tiene un área dedicada para practicar con sus armas. Luego de enseñarme cómo apuntar, me coloca auriculares y unas gafas especiales.

Se pone detrás de mí, sosteniendo mi brazo para ayudarme a disparar. Es pesada y cuando disparas, te da cierto empujón hacia atrás. Parpadear, también es inevitable. Esto me recuerda a mi madre. Afortunadamente, él es un experto. Incluso más de lo que Martha una vez llegó ser. Ha sido un día muy agradable. La hemos pasado muy bien, como una pareja normal. Hemos cocinado juntos y hablado de muchas cosas mientras vemos una película. Desearía que esto nunca termine.

Bạn đang đọc truyện trên: AzTruyen.Top